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GÉNEROS

 

El libro de Ramón Freixas y Joan Bassa se propone recorrer un doble itinerario asociado con la representación cinematográfica de la carne. Por un lado, el modo en que el cine mainstream se vuelve erótico independientemente del espectáculo de la carne gozosamente expuesta. La voz de Lauren Bacall, el cigarrillo en los labios de Marlon Brando: esas delicias que (por efecto de la censura o de la elegancia) se vuelven una mitología del sex appeal. Por el otro, la representación (más o menos cruda) de la mescolanza de cuerpos en contacto: lo que va del “cine erótico” al porno en todas sus formas. Uno de los más célebres y controvertidos realizadores de cine-sexo, Nagisa Oshima, dijo alguna vez que el erotismo es propio de la burguesía, mientras que la pornografía es más bien proletaria (una imaginería pobre, para pobres). En la misma línea, Luis García Berlanga ha dicho que “el erotismo es la pornografía vestida de Christian Dior”. No hacen mal los autores de El sexo en el cine y el cine de sexo en recordar estas provocaciones, sobre todo teniendo en cuenta que, cada vez más, y a medida que la moralización de las sociedades se consigue por otras vías, el porno se vuelve un objeto (teórico, estético) legítimo. Un gran teórico del cine, Alberto Elena, relacionaba hace unos años las películas pornográficas y las militantes, en la medida en que ambas representan el límite exterior de un modelo de representación muy rígido y asfixiante ligado con la moral de la industria hollywoodense. El libro de Ramón Freixas y Joan Bassa es un buen manual aunque sus hipótesis (teóricas y políticas) son más bien módicas. De todos modos, el interesado encontrará en este panorama (donde las nacionalidades ocupan un lugar inesperadamente privilegiado) los nombres básicos de la complicada articulación entre representación cinematográfica y sexo: Tinto Brass, Gerard Damiano, los hermanos Mitchell (autores de esa joya del cine, Detrás de la puerta verde, protagonizada por Marilyn Chambers), Luis Buñuel, Armando Bo, Pier Paolo Pasolini y muchísimos nombres más que nos han dado más de un momento de placer.

Santiago Lima

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