|

|
EL
EXTRANJERO
BACK WHEN WE WERE GROWNUPS
Anne Tyler
Knopf
Nueva York, 2001
256 págs. U$S 25,00
Mientras en su
idioma original la norteamericana Anne Tyler (Minneapolis, 1941) no sólo
es considerada la justa heredera de Eudora Welty, merece las reverencias
tanto de John Updike como de Nick Hornby y -por último, pero no
por eso en último lugar vende libros por toneladas, su suerte
en castellano ha sido más bien mala. Así lo atestigua su
pasaje por demasiadas editoriales Emecé, Plaza y Janés,
Alianza y Sudamericana- y el ser ignorada por lectoras que optan por exponentes
más que lamentables de lo que mal se conoce como literatura femenina.
Con una mezcla del gótico sureño de Carson McCullers y la
compulsión casamentera y campestre de Jane Austen, Anne Tyler hija
de cuáqueros y viuda de un psicoanalista, lo que explica bastante
cosas de sus ficciones viene publicando desde 1964 novelas por lo
menos irreprochables cuando no roza -con un aire casual que no hace otra
cosa que poner de manifiesto su talento las alturas de obras maestras.
A este último grupo pertenece su triunfal triple batacazo que entre
1980 y 1985 se tradujo en El tránsito de Morgan, Reunión
en el restaurante Nostalgia y El turista accidental, llevada al cine por
Larence Kasdan y protagonizada por William Hurt y Geena Davis.
Si bien todas las novelas de Anne Tyler tienen algo en común la
geografía de Baltimore como escenario obligatorio, cierta santidad
freak digna del mejor Frank Capra y el moverse con tracción a sangre
de bodas y funerales hay algo que las distingue entre sí
mismas y las distingue mucho: están las protagonizadas por hombres
un tanto perturbados (como la también admirable Casi un santo)
o las protagonizadas por mujeres delicadamente insatisfechas (como la
galardonada con el Pulitzer Ejercicios respiratorios o ¿Qué
fue de Delia Grinstead?). Sorpresa: Tyler es la escritora mujer de su
país que posiblemente junto a Anne Beattie mejor escribe
sobre hombres. Le salen muy bien. Sus heroínas (a excepción
de la poderosa matriarca del Clan Tull en Reunión... o la formidable
domesticadora de perros de El turista accidental, bien acompañadas
por esos tipos fisurados que son la especialidad de la Tyler), en cambio,
bordean siempre el terreno de la autoayuda vaginal cuasi new age y presentan
tramas más endebles y predecibles. A este último grupo luego
de la muy buena A Patchwork Planet, con macho alucinado por visiones angelicales
pertenece Back When We Were Grownups: la saga doméstica de la cincuentona
Rebecca Davitch, encargada de un salón de fiestas quien, oh, un
día se pregunta si su vida tuvo algún sentido. Lo que sigue
es lo que tiene que seguir problemas familiares, aparición
de un antiguo novio descartado durante la adolescencia y un pariente centenario
y filosofante que empieza siendo divertido, pero que al poco tiempo ya
está siendo objeto de los rezos del lector para que muera,
escrito con una astucia y talentos que serían diabólicos
si no resultaran tan queribles. O tal vez de eso se trate la cuestión.
Sólo queda rezar para que no sea llevada al cine con Meryl Streep
o peor todavía, si se portan muy mal con Shirley McLaine.
Ya saben, eh.
Rodrigo Fresán
arriba
|