LO QUE
HACEN Y REPRESENTAN PEZ, NATAS, CARCA, MAM, PAPPO...
La repetición
de la mentada palabrita, aquí y en tapa, no es casual. Al menos,
desde esta perspectiva: una disociada conjunción de bandas y solistas
recuperan un sonido propio de guitarras distorsionadas y volumen
brutal. Cada uno a su manera. La idea de esta producción es, justamente,
dar cuenta de esa otra cara del fenómeno futbolero (también rockero,
por cierto). Una música con riesgo y actitud, ajena al calor de
las masas e irremediablemente esquiva con cualquier idea de marketing
al respecto. Palo y a la bolsa, o sea...
POR
PABLO PLOTKIN
Esa pileta
parece un rasgo demasiado sofisticado para la escena. En los techos
de San Telmo, en la terraza de un caserón que se salvó
de languidecer aristocráticamente y renació como el
hotel mimado por la modernidad porteña en manos de dos alemanes
astutos, el último sol de abril rebota en los lentes oscuros
de Ariel Minimal, Sergio Chotsourian y Walter Broide. Ariel quiere
decir algo. Sería bueno que la nota se concentrara
en el evento. Es decir: podríamos sacarnos una foto todos
juntos, comiendo un choripán o fumando. Eso no es difícil.
Lo que no existe es una movida: existe una muy buena fecha donde
van a tocar las dos bandas.
Está claro: no hay movida.
Ariel: Bien.
El guitarrista y cantante de Pez temía que la cosa se redujera
a: he aquí los dos representantes argentinos del...
¿stoner rock?, ¿rock fumado?, ¿rock setentoso?,
¿psicodelia ruidosa?, ¿punk sinfónico?.
Como casi todo músico respetable, Minimal les tiene fobia
a los casilleros, así que suspiró de alivio cuando
se cercioró de que el encuentro no tenía nada que
ver con la fundación mediática de una nueva escena.
En verdad, Natas y Pez comparten algo que no termina de explicarse
con parámetros estéticos y musicales. Es cierto que
el sonido de ambos parece flotar en algún lugar de los setenta
(a bordo de los primeros cohetes de la carrera espacial, sobrevolando
algún campamento hippie del sur argentino); que los dos prefirieron
históricamente los métodos de grabación valvulares;
que, hasta hace poco, en ambos casos se trataba de power tríos
distorsionados y de conducta social más bien ermitaña.
Pero, más allá de ese puñado de coincidencias,
lo que hace de Pez y Natas dos casos singulares es el ejercicio
de espíritu de un rocknroll de otro tiempo. Dice
Ariel: Somos diferentes tipos de Hulks yéndose por
la ruta con el bolsito al hombro. La imagen del científico
David Banner abandonando otro pueblo horrorizado por su Mr. Hyde
verde, calculando cuántas camisas leñadoras y pantalones
nuevos tendrá que comprar en el próximo mes, sirve
como metáfora de la naturaleza fatalmente hosca de estas
dos bandas. Dice Sergio, voz y guitarra de Natas: Tanto en
Pez como en Natas los integrantes son gente realmente jodida, que
no quiere entrar a donde no tiene ganas. Le gusta hacer las cosas
de otra manera: más de frente, sincera.
Ariel: Por la sencilla razón de que nunca nadie nos regaló
nada. Todo es trabajo a pulmón: hacer shows, pagar salas
de ensayo durante años... Y ese camino lo hacés solo,
porque con suerte contás con un par de amigos que te ayudan
a cargar los equipos. No más que eso. Por eso somos bandas
solitarias. Las bandas tienen gente alrededor cuando son exitosas.
Natas y Pez no son bandas exitosas, al menos desde lo comercial
y mediático. Son bandas exitosas desde otros lados más
interesantes.
Este sábado a medianoche, en Morocco, Pez y Natas compartirán
cartel por segunda vez (la primera fue a fines del año pasado
en el Salón Pueyrredón). Así que ahora las
rutas de los dos Hulks vuelven a unificarse en los últimos
días de la disco de la calle Yrigoyen. Con la incorporación
de un teclado Rhodes operado por Juan Salese y el saxofonista/flautista
Pablo Puntoriero, Pez dejó de ser un crudo anfibio tricéfalo
y empezó su nueva vida como quinteto. La transformación
ya está registrada en un disco de aparición inminente.
Convivencia Sagrada (un guiño para mayores de 30,
explica Minimal, el nombre de un subsello de EMI que en los 70
editaba álbumes de rock sinfónico) es una apertura
a la psicodelia y a las instrumentaciones robustas, músicos
maduros tocando sobre la hierba a años luz del stress que
parecía padecer el power trío en sus trabajos anteriores
(Cabeza, Quemado, Pez y Fragilinvencible). Como síntesis
perfecta del espíritu beatnik del disco, ahí está
la tormenta hippieCaballo Loco, un homenaje al viejo
Neil Young compuesto después de la noche de los Crazy Horse
en el hipódromo de Buenos Aires. Estábamos atrapados
en el power trío: queríamos ir más allá
de eso y no podíamos porque chocábamos con el formato.
Ahora el sonido de la banda cambió en un 85 por ciento,
asegura Minimal. Compositivamente es... cualquier cosa. No
es sinfónico. Ni nada.
Natas, en tanto, también tiene los temas para un disco nuevo.
Queremos que tenga la calidad de interpretación y de
música de Ciudad de Brahman, comenta Sergio, experto
en botánica, acerca del disco que propulsó al trío
porteño a una cierta élite del stoner rock planetario.
Walter, el baterista, detalla: Este disco está más
duro, tiene más furia que Ciudad... Por momentos suena a
epopeya y por momentos suena a nada. Eso me seduce. Sergio
se entusiasma con la idea de que el próximo disco de Natas
sea la banda de sonido para los sobrevivientes de la guerra que
acabará con el mundo. Ahí vamos a estar nosotros
tocando esos temas.
Ariel: El de Pez también se parece a una banda de sonido.
Pasa por muchos momentos. Y las letras son más bien existencialistas:
el personaje que canta las letras de Pez superó el costumbrismo
barrial y mira por sobre el techo. Ya no cuenta lo que ve, sino
que cuenta lo que piensa.
Walter: Suena bien.
Ariel: Es el primer disco de Pez que no está grabado en vivo.
Es el primer disco de Pez que no implica cintas: está grabado
digitalmente. Derrocamos ciertos parámetros estéticos
que antes seguíamos como un dogma. Desde el arte incluso,
tiene cosas que nos recuerdan al primer disco de Pez. Completamos
un círculo y ahora renacemos desde otro lado. La música
es menos agresiva. No es menos intensa: es menos agresiva, sin tanta
rispidez. Mucho más dulce, cristalina. No distorsioné,
buscamos los espacios... Surgió otra banda: ya no hay tanto
riff. Aflojamos.
La conversación vuelve a la definición de Pez y Natas
como los lobos esteparios del rock nacional. Grupos socialmente
ineptos y naturalmente fuera de todo diagnóstico de actualidad
para saber qué es lo que hay que grabar este año.
También hay un deseo grande de crecer, objeta
Minimal. Yo no soy un administrador de nada, y de repente
tener que fabricar un disco se vuelve una tarea ingrata. Esas cosas
te queman el bocho: en realidad yo sólo quiero hacer música.
Y no es que nos hayamos acostumbrado a esta vida. Por definición
somos artistas así, no vamos a hacer un estribillo porque
venga un gil y te lo pida. Somos las bandas que no hacen eso, por
definición.
Sergio: Sí, y en cuanto a lo operativo es una lucha interminable
entre lo que te gustaría y hasta dónde querés
transar. Hay veces en que te sentís muy colgado y creés
que es momento de ponerte un poco las pilas con algo; otras veces
creés que lo mejor es seguir haciendo las cosas a tu manera
y no firmar ningún contrato multinacional que permita que
te metan el dedo en el culo. No es que queramos ser underground
toda la vida. Sencillamente hacemos las cosas de la mejor manera
posible para que la banda crezca sin que nos rompan el orto.
Ariel: Sí, y en todo caso nuestra música es menos
enana que la de otros. Lo más difícil es que crezca
lo de alrededor, la estructura. Eso cuesta, porque no es un proyecto
rentable en primera instancia.
¿Por qué creen que no?
Sergio: Creo que se debe a lo que le pasa a la gente por dentro.
Lo que la gente siente se refleja más en las bandas que hoy
tienen éxito. Lo que a nosotros nos pasa por dentro se refleja
con algo que pasó en determinado momento de la humanidad,
con algo que todavía no pasó o con algo que nos gustaría
que pasara. No estamos atados a lo que nos tendría que pasar
este año, a la banda de moda o a la que está buenísima.
Estamos aparte de eso.
Ariel: Son grupos que manejan tiempos internos. Cada banda está
en frecuencia con un tiempo que difiere del tiempo real. Ese tiempo
interno parece anclar a menudo en las décadas del 60
y 70. Los Pez y los Natas parecen un poco hartos de los análisis
ligeros en que se los empaqueta como los herederos de la tradición
de Pappos Blues, Color Humano y Pescado Rabioso. A mí
me gustaba Pedro y Pablo, sonríe Walter hundido en
una nube de humo. Ariel recuerda que cuando era chico cantaba La
Marcha de la bronca subido a las mesas. A mí
me gusta mucho Spinetta, David Lebón, Cacho Castaña,
dice el guitarrista de Los Fabulosos Cadillacs. Más
allá de compositores específicos, nos gusta la historia
del rock nacional, que haya existido eso, tener esa tradición,
ese pasado donde mirar. Sentirte parte. Nosotros compartimos sala
de ensayo con Moris, y a mí me copa estar en ese lugar hablando
con él. Muchas veces compartimos seis, siete horas del día
con el quía. Estoy más tiempo con él que con
mucha gente. Creo que nos parecemos en muchas cosas. Y me siento
identificado con lo que representa. No me interesa ser algo disociado
de la historia del rock nacional. Para nada.
Sergio: Nosotros nunca fuimos de escuchar mucha música rock.
Somos bastante incultos en cuanto a bandas y discos. A Walter le
gustaba cierta música de meditación, el tecno rabioso
o el jazz. Yo tenía como referencia la música de mis
hermanos más grandes, pero nunca nos propusimos dedicarnos
al sonido de tal año. De repente caímos en la cuenta
de que el sonido que buscábamos lo encontrábamos con
equipos viejos, valvulares, y haciendo temas instrumentales. Pero
nunca quisimos imitar cierta corriente. Después nos dábamos
cuenta cuando nos llegaban a las manos discos de Pappos Blues,
por ejemplo, pero ya teníamos cinco años de banda.
Coincidió que lo que nos gustaba a nosotros era lo mismo
que, en los 60 o 70, le llamaba la atención a
esa gente.
¿La palabra rocknroll significa
algo todavía?
Ariel: ¿Querés un titular bombástico? Nosotros
vamos a mantener viva la llama del rock. Vamos a quemar a todos
esos pop putos que están dando vueltas...
Minimal sonríe y se frota los ojos. Ahora se pone serio,
pero no solemne: Usamos Gibson distorsionadas. Eso es rock.
Sergio: En el caso de Natas, nunca pensamos qué clase de
música estábamos haciendo. Simplemente representamos
lo que nos pasa adentro a través del sonido. Si suena todo
podrido y reventado, significa que por dentro estamos así.
A su vez, vas a encontrar cosas voladas y etéreas, que es
nuestra parte interior que quiere confiar y encontrar un mundo mejor,
esperanzador.
Ariel: ¡Pero eso es rock piscodélico! Sigue siendo
rock. Creo que la diferencia entre el pop y el rock es la actitud.
Que se te vuele la cabeza al carajo. Estar sobre un escenario y
no hacer así (toca una hipotética batería sin
despeinarse, a lo Ringo Starr): hacer así (les pega a los
parches invisibles como lo haría Dave Grohl).
Sergio: ¡Sí, romper todo! Desde adentro se vive como
una batalla, y creo que el rock es algo así. n
Pez y Natas se presentan este sábado a medianoche en Morocco,
Hipólito Yrigoyen 851. Entradas: seis pesos.
Pappo-Patriarca
Cavernícola
¿ y qué ?
Mirar
atrás en el rock argentino y no ver a Pappo es, posiblemente,
síntoma
de ceguera. Padre del rock y el blues local de los 70, Norberto
Napolitano ha permanecido inalterable y ajeno a toda influencia
como un meteorito, o cualquier otro bloque mineral
durante los exitosos modelos de pop exportador de los
80 y de rocanrol futbolero de los 90. Esa
condición de referente atemporal y perpetuo lo ha situado
en un lugar de clásico, pero no recién ahora.
El año pasado recibió una suerte de homenaje
unánime del rock argentino en forma de disco doble
y de concierto en Obras, con tantos avales y de tantas generaciones
distintas, que será difícil repetirlo: Divididos,
La Renga, Andrés Calamaro, Moris, Andrés Ciro,
Juanse, Viejas Locas, Almafuerte, Memphis, La Mississippi,
A.N.I.M.A.L., Birabent y los cadillacs Vicentico y Flavio,
entre otros, compartieron estudios con el Carpo y se ganaron
un lugar en la foto.
Si bien los últimos años lo llevaron a lugares
que podrían haber puesto en duda su condición
de duro -.como sus coqueteos con el menemismo, su recordada
participación actoral en Carola Casini
junto a Araceli González, o su aparición, la
semana pasada en Estados Unidos, junto a la conejita rockera
de Playboy la figura de Pappo se apoya en un recorrido
rocker pétreo: Los Gatos, Los Abuelos de la Nada primera
versión, Pappos Blues y Riff, por no hablar de
su status de emblema del rock tuerca y de su estirpe de ganador
nato con las mujeres. En realidad, Pappo no sólo es
indiscutible sino que además seguramente
cualquier discusión le debe importar un carajo.
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Omar
Mollo y MAM, de los 70 al siglo XXI
Sobreviviente
El lugar de Omar
Mollo como miembro de la banda MAM es, al mismo tiempo, pasado
y presente. En los 70, junto a su ahora célebre hermano
Ricardo, Omar integró el proyecto Mente, Alma y Materia
el significado de la sigla, y esos principios
entre existenciales y humanistas son los que el guitarrista
señala como ejes del sonido y la esencia de este rock.
Es fundamental reunir condiciones musicales pero también
humanas para encender esa luz, reflexiona Omar. El
sonido de los 70 era grosso; salía de la mano, de la
púa, de la actitud; era una cuestión mística.
A pesar de no haber llegado al disco durante su primera vida,
en los 70, MAM que también tuvo a Diego Arnedo
en sus filas supo ganar status de banda de culto, como
para motivar que Luis Alberto Spinetta, al enterarse de que
el grupo volvía, a mediados de los 90, dijera: nos
vamos a quedar todos sin laburo.
La identidad 2.0 de MAM que en su resurrección
volvió como trío, con los veinteañeros
Sebastián Villegas en bajo y Catriel Ciavarella en
batería, y con Ricardo como productor y en plan apoyo
externo intenta recuperar ese sentimiento místico
que Omar había perdido durante los doce años
que pasó sin ni siquiera acercarse a una guitarra:
Me puse en contacto con violas y equipos, y traté
de volver a las fuentes, a lo que en aquella época
respetábamos. El sonido limpio del amplificador, sin
meterle montones de pedales, por ejemplo. Cuanto más
limpio, más pega, es más potente. Si ensuciás
mucho el sonido, se vuelve embrollado, sintetizado. Es un
error estar más preocupado por la marca del equipo
que por aprender más acordes, más tonos. Podría
lucir como una visión conservadora, pero el mayor de
los Mollo prefiere destacar que el problema está en
la dificultad de acceder a ese componente místico-humano.
Tenemos la suerte de que Sebastián y Catriel
a los que veo como un arnedito y un pequeño Federico
Gil Solá aportan sangre moderna, pero con el
aplomo de los músicos del 70. Son chicos que creen
estar aprendiendo de mí, cuando en realidad yo aprendo
de ellos.
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Carca
¿heredero?
Defiende
y ataca
Paralelamente a
su carrera solista, que consta de cuatro discos y más
de ocho años, Carca lleva consigo una cierta leyenda
de experto en historia del rock argentino. El, si bien recomienda
no creer que todo tiempo pasado fue mejor, reconoce
que para ser músico hay que saber música,
y en los 90 ha proliferado una decadencia moral, una ausencia
de educación musical y una falta de respeto absoluta
por la música. Han aparecido muchas figuritas de rock
que son pura estética, como Turf y Leo García,
pero muy pocos verdaderos músicos de rock. Todo bien
con la estética y con ponerte plumas en el culo, pero
que todo eso sea sólo un lado más de tu show,
como hacía Queen. No podés tener una casa con
cortinas re-lindas en el living, pero haberte olvidado de
construir el baño.
Carca ha sostenido desde hace años una defensa apasionada
y particular de las fuentes del rock argentino. Hay
quienes creen que Charly García inventó el rock
nacional, pero él era el Alejandro Sanz de esa época.
Quiero decir, antes de Canción para mi muerte
ya había pasado todo: Pappo, Almendra, Manal, Color
Humano... El rock es como una religión antigua, y si
querés aprender sobre ella tenés que esquivar
un montón de mierda y buscar más atrás
que García o Cerati. ¿Y hoy? Hay
algunas bandas que entienden el rock y defienden su espíritu
rebelde, como de atentado. A saber: La Renga tiene
una actitud muy importante, aunque no me guste como suene.
Y Natas me despierta esperanza, son pibes con buena onda,
los veo como lo que en su momento era El Otro Yo. En cambio
Pez, por ejemplo, se olvida que el rock es también
para el público. Son egoístas, tocan en jogging
y no ofrecen nada de show. Eso no es virtuosismo, sino dejar
que se te escapen algunas aristas del concepto.
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Fiestas
Vintage
FuentesLas escuelas
pesadas del rock argentino de fines de los 60 y primera mitad
de los 70 tiene también nuevo eco en seis bandas agrupadas
bajo un proyecto bautizado Fiestas Vintage. Ahí están
Dragonauta, Sin Ilusiones, CODA, Taura, Stonerwich y el solista
Culebra, que anunciando a estas fiestas como promesas
del stoner rock, invitan a experimentar sonidos
sumamente densos, a veces oscuros, celestiales, hipnóticos
y energéticos. Las bandas, tal vez coincidiendo
con las prédicas de Omar Mollo y Carca (ver aparte),
anuncian el regreso a los valores básicos del
rock, y la vuelta a las fuentes desde lo musical
hasta lo humano.
La primera Fiesta
Vintage será el sábado 12 de mayo en Tabaco,
Estados Unidos al 200.
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