Paseo virtual
por la vida y obra de William Gibson
El
hombre que vio el futuro
Cual
Julio Verne after-punk, escribió sobre lo que ahora estás curtiendo (de
oídas o no). Inventó la palabra “cyberespacio” (¿te suena?), nada menos.
Sus novelas fueron inspiración principal, aunque nadie lo admita, para
una tremenda película como The Matrix. Es el favorito de Bono, The Edge
y otros varias estrellas del primer mundo. Ahora tiene su propio documental
y prepara –por fin– una versión cinematográfica para Neuromancer, su obra
cumbre. Suficiente para contar.
POR
MARIANA ENRIQUEZ
En 1984,
un escritor canadiense criado en Virginia, Estados Unidos, escribió
una novela de ciencia ficción titulada Neuromancer, que definió
un término básico para comprender el mundo, y que es usado
y abusado: cyberespacio. El escritor es William Gibson. Claro, el cyberespacio
-según Gibson no existe: es una alucinación consensuada
de espacio y superficie. Nuestro cerebro percibe espacios cuando navegamos
por Internet y nos comunicamos con otros usuarios, pero lo que percibimos
como espacio son en realidad códigos binarios, enterrados en vastos
corredores mundiales de información. Cuando Gibson inventó
el término y empezó a hablar de Internet y realidad virtual,
poca gente sabía que eso siquiera existía. Gibson escribió
Neuromancer en una máquina de escribir. En ese momento, pocos tenían
acceso a una PC.
El protagonista de Neuromancer es un ladrón de datos (¿un
hacker?) del siglo XXII, que combate contra una corporación que
pretende dominar cibernéticamente al mundo, y para lograrlo entra
a la matriz de la computadora global. Si esto se parece demasiado
a The Matrix es porque, bueno, se parece mucho. Desde ese mismo momento,
los conceptos de Gibson inundaron toda la ciencia ficción de hoy
y lo citan, aunque no reconozcan con nombre y apellido su influencia.
A Gibson le gustó mucho The Matrix, sin embargo, y otros films
que de alguna manera robaron sus conceptos, como New Rose
Hotel, de Abel Ferrara, o Johnny Mnemonic, con Keanu Reeves. Y su influencia
no termina allí: Gibson escribió guiones para algunos capítulos
de Los Expedientes Secretos X y hay una estrella pop japonesa virtual,
Kyoko Date, que está basada en el personaje principal de su novela
de 1996, Idoru.
Para Gibson, haber acuñado el término cyberespacio
es como un tatuaje. La idea del cyberespacio surgió en 1981,
cuando vi un walkman Sony, que en ese momento era una pieza tecnológica
nueva y radical. También había visto las propagandas de
Apple, que mostraban las máquinas sin los monitores grandes. Me
parecieron muy futuristas. Puse a ambas cosas juntas y me sugirieron algo.
También me la pasaba mirando a los chicos jugar en los videogames,
en las casas de juegos que existían a montones en aquel tiempo,
y los veía tan intensamente metidos en la experiencia que me sugirieron:
Bueno, sería bárbaro para ellos poder pasar al otro lado
de la pantalla. Y, por supuesto, en esa época yo trataba de hacer
ciencia ficción. La sci-fi con la que había crecido estaba
toda relacionada con el espacio exterior, pero eso no me conmovía
emocionalmente. Necesitaba otra cosa.
Gibson escribió siete novelas y las últimas forman una trilogía:
Virtual Light, Idoru y All Tomorrows Parties (el título está
inspirado en una canción de Velvet Underground). En este libro,
Gibson vaticinó otra cosa: que el Y2K no existiría, que
las computadoras del mundo no iban a colapsar con la llegada del 2000,
como efectivamente sucedió. Pero no le gusta considerarse un futurista
ni un visionario, y de hecho su enorme prestigio y status de culto en
los últimos años lo pone tan incómodo que sólo
da notas cuando publica un libro, y el resto del tiempo permanece recluido.
Es que William Gibson no es sólo el hombre que acuñó
uno de los términos más importantes del mundo actual; es
también el pionero de un sub-género de la literatura de
ciencia ficción, el cyberpunk, que aunque algo pasado de moda en
estos días no deja de ser un hito en el género. El cyberpunk
(cuyo otro gurú es el escritor Bruce Sterling) nació en
los 80 y planteaba una visión pesimista del futuro al predecir
el emerger de las grandes multinacionales corporativas capitalistas, y
mostrando los efectos negativos de las nuevas tecnologías cuando
empiezan a formar parte de la vida cotidiana de los humanos, e incluso
de sus cuerpos. El cyberpunk siempre tiene un héroe justamente
punk que se enfrenta a esta dominación, a veces de
una forma cínica y comprendiendo su derrota. A pesar de su casi
desaparición pública, William Gibson decidió, hace
cinco años, ponerse en contacto con el director inglés Mark
Neale para que hiciera un documental sobre su vida y su trabajo. El documental
ya se estrenó en Inglaterra, y se llama No Maps For These Territories
(No hay Mapas para estos territorios). Se hizo con sólo
250 mil dólares, es parte autobiografía y parte road movie
y, además de más de 50 horas de entrevistas grabadas, incluye
música de Bono y The Edge (ellos dos contribuyendo temas solistas).
Los irlandeses, fans de Gibson sobre todo desde su descubrimiento
del futurismo desde Achtung Baby y sobre todo en Zooropa,
además aparecen en el film leyendo fragmentos de las novelas de
Gibson. En la película, filmada casi toda en un auto, el director
y Gibson viajan desde Vancouver hasta Texas, pasando por Nueva York, Detroit
y Los Angeles. Neale está con él en el auto, pero da la
impresión de que lo estuviera entrevistando una computadora instalada
en el coche. Entre otras cosas, Gibson habla por primera vez de drogas:
Neale dice que le costó bastante sacarle estas declaraciones, pero
la cultura de las drogas fue una parte importante de su vida que influenció
su trabajo, y necesitaba que hablara de eso en la película. Me
dijo que sí, finalmente. A Neale le llama la atención
que, a pesar de que Gibson es un pionero reconocido por todos, ninguna
de sus novelas fue llevada al cine. Me molesta un poco que la gente
piense que The Matrix originó todo este tipo de sensibilidad. Creo
que decidí hacer el film para recordarles a todos que Gibson es
el verdadero iniciador de este estilo de ciencia ficción.
Además, el director tiene planeado poner en Internet las 50 horas
completas de entrevista, porque obviamente sólo una pequeña
parte de las conversaciones terminó en el film, que dura 90 minutos.
Y ya están hablando de una secuela, que se rodaría en Tokyo
y Londres.
El propio Gibson tiene ganas hoy, por fin, de llevar al cine Neuromancer.
Está escribiendo el guión con el director Chris Cunningham,
pero, se ríe, vamos a tener que re-escribir y re-inventar
todo, por eso el proyecto está un poco parado. Es que mis ideas
originales van a parecer refritos: todos los films de ciencia ficción
cibernética me han citado de alguna manera. Es un poco
extraño: recuerdo que cuando leí partes de Neuromancer en
una convención de ciencia ficción en Texas, la gente estaba
asombrada, y un poco enojada. Era como cuando Dylan se volvió eléctrico.
Era nuevo, y fantástico. Y ahora casi estoy pasado de moda.
I
love Ebay
¿Sabías
que a Mr. Gibson no le interesa Internet? Mejor dicho, recién
se interesó en estos últimos años. En 1996,
cuando publicó la súper futurista Idoru (la de la
celebridad virtual), Gibson ni siquiera tenía dirección
de e-mail. Más recientemente, accedió a conectarse
porque tiene hijos adolescentes... Y ellos lo consideraban un psicópata
por negarse a la red. Gibson explica que la red no le interesaba
en absoluto cuando todavía era un asunto de hobbistas,
cuando tenías que saber un montón de cuestiones técnicas
para poder navegar o moverte en la red. Era demasiado complicado.
Pero cuando empezó a surgir la Web, la vi como un entretenimiento
global, un nuevo medio peculiar y diferente. Le empecé a
prestar más atención y entró en mi casa, por
mis hijos. No se puede tener hijos y no tener Internet. Y yo me
enganché, un poco. Y después me enganché más
cuando un amigo de Vancouver me diseñó un website.
Esto era 1997, y créase o no, yo no tenía mucha idea
en aquel momento.
Lo que terminó de engancharlo fue ver que en Internet no
toda la información que circulaba era pesada y técnica
y casi clandestina, sino que la gente intercambiaba
muchas más recetas de cocina que secretos de Estado. Y entonces
conoció Ebay, la empresa de remates más grande de
la red. Y se hizo adicto. Es que Gibson siempre fue un coleccionista
de objetos raros, no de antigüedades exactamente, sino de toda
esa basura que puede conseguirse en remates, en mercados de pulgas,
en ferias americanas. Esto tiene que ver con un culto a la
nostalgia. Tengo más de 50, y los juguetes de cuando era
chico eran frágiles, y raramente podrían sobrevivir
el paso del tiempo. Otra razón por la que me gusta eso es
la idea de la democratización de los connoisseurs. Los privilegios
de los curadores están en todos los niveles de la sociedad
hoy. Que coleccionemos obras de Warhol o Barbies es nada más
que una cuestión de gusto. Y a otro nivel, creo que la idea
de coleccionar está impresa en todos hoy, y la veo como un
instinto desesperado de reconfigurar el flujo industrial, una respuesta
básica a toda esta cantidad de cosas que producimos. Es como
si estuviéramos catalogando y ordenando el altillo del mundo.
Es tecnología informativa. Lo cierto es que se enganchó
con Ebay. Básicamente tiene esa cantidad de porquerías.
Una vez casi me meto en problemas, porque por un pelo me salvé
de comprarme un reloj Zenith enorme que estaba en Uruguay. Como
siempre que regateaba un precio alguien ponía una oferta
mejor que la mía, no me preocupé cuando lo que yo
había ofrecido, 500 dólares, estuvo primero un montón
de tiempo. En realidad estaba jugando: no quería ese reloj.
Afortunadamente, alguien ofreció más dinero que yo,
en el último minuto. Gibson se volvió compulsivo,
un tiempo, y compró muchos relojes (es lo que más
le interesa). Pero lo que más le gusta es que Ebay es un
lugar que le recuerda a los bazares, que permite que las cosas
puedan pasar de las manos de unos a otros, aun aquí, en este
mapa en el que se ha convertido nuestro territorio. l
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El
cine es una deuda
Es curioso que el cine
no tenga grandes marcas del universo Gibson. En general, siempre
son mejores aquellas películas que lo citan y no las que
realmente se basan en sus textos. Entonces, éstas son:
Johnny Mnemonic.
Dirigida por Robert Longo y protagonizada por Keanu
Reeves, es la única película que tiene guión
del propio Gibson. Pero, según afirman él y el director,
fue tergiversada por Hollywood, y cambiada, cuando trataron de convertirla
en un gran film de estudio. WG le guarda cariño y culpa a
la industria por la deformación industrial de su cuento Johnny
Mnemonic del libro Burning Chrome. Aparecen, además,
Takeshi Kitano, Henry Rollins y Ice-T, todos admiradores de su obra.
New Rose Hotel.
Otro intento fallido, pero de Abel Ferrara, con Willhem Dafoe, Christopher
Walken y la bellísima Asia Argento (hija del director Dario
Argento). Pero ni el talento de los tres actores puede salvar el
film, con un guión mediocre (no lo escribió Gibson).
Está basado en el cuento del mismo nombre, también
de Burning Chrome.
Neuromancer. El
eterno proyecto que vería la luz el año que viene,
si Gibson termina el guión (o si al final termina escribiéndolo
otro). Lo dirigiría Chris Cunningham, director de videos
excelentes como el aterrador Come to Daddy de Aphex
Twin y Frozen, de Madonna.
The Zen Diferential. Otro proyecto pospuesto (o cancelado), basado
en la novela Count Zero. Iba a dirigirla Michael Mann (El Informante),
pero por ahora quedó en la nada.
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