Iggy Pop en la mediana edad, y su fórmula
del momento...
Rock
es
tú pi do,
con
un poco de inteligencia
Su
nuevo disco se llama Cagarlos a palos y vuelve sobre el poder de
las guitarras, tal como Instinto. Pero a los 54 años, el
hombre al que bien le cabe el rótulo de abuelo del
punk, es un señor amable y bronceado que habla en digno
español y comenta las bondades de Buenos Aires. Un
buen lugar para comerse una pizza, define.
POR
ROQUE CASCIERO
Iggy
Pop está de vuelta es una frase que puede utilizarse
en muchos sentidos. Por ejemplo, para decir que este hombre de 54
años las vivió e hizo todas. Repaso rápido:
con los Stooges dio el preaviso del período punk seis años
antes de que saliera el primer disco de los Ramones. Esa época
fue una odisea de drogas duras, mujeres y heridas sangrantes autoinfligidas
¡sobre el escenario! Después, entró y salió
de las adicciones, lo que fue en paralelo a los altibajos de su
carrera solista. Sus shows en vivo como lo demostró
en sus cuatro visitas a la Argentina- siguen siendo derroches de
adrenalina. A principios de los 70, el nombre de Iggy aparecía
bien alto en las apuestas sobre quién sería el próximo
rockero víctima de sus excesos. Hoy, con la chapa de sobreviviente
y un bronceado made in Miami, Iggy está de vuelta y a punto
de editar el decimo-séptimo álbum de estudio en su
vida, titulado Beatem up (Cagarlos a palos). Un disco que,
después del introspectivo y reflexivo Avenue B, vuelve en
busca del sonido pesado de Instinct, aquel que presentó en
su primer show en Buenos Aires. Aunque se reserva algunos espacios
para baladas que bien podría haber firmado Soundgarden y
para una pieza narrada sobre los V.I.P., el señor Pop vuelve
a gritar sobre guitarras machacantes. Como sucedió
cuando hice Instinct, los guitarristas de la banda vienen del rock
clásico y no del art rock, explica. Hacemos rock
estúpido, rock para la estúpida gente común.
A eso yo le agrego algo de inteligencia extra. No demasiada, sólo
un poco, le dice al No con una sonrisa irónica este
sobreviviente Pop.
Por unas horas, también, Iggy está de vuelta en Nueva
York, la ciudad donde vivió durante quince años. Ahora
vive en Miami desde hace dos. En unas desprolijas y herméticas
oficinas de su sello discográfico, el cantante atiende requerimientos
de prensa. Recién despachó a una japonesa, que se
va encantada con su nota, y tiene una larga lista de periodistas
que van a llamarlo por teléfono. Se ve algo cansado. Escucha
la palabra Argentina y cambia su expresión, habla
en un español aceptable y se muestra dispuesto. ¿A
todos les hará lo mismo?
¿Por qué escogiste un sonido más pesado
y estúpido? Tu álbum anterior era muy
diferente.
Si hacía otro álbum como Avenue B, tendrían
que haberme internado en un hospital psiquiátrico. Demandó
mucho compromiso emocional, mucha soledad. (En castellano) Es un
trabajo solitario y ahora era mejor hacer algo con un grupo, para
divertirse.
Ya que la producción del álbum estuvo a tu
cargo, ¿fue una decisión poner las voces casi al mismo
nivel que las guitarras y el bajo en la mezcla? No es muy frecuente
que un cantante haga eso...
Me pareció que las voces estaban lo suficientemente
fuerte. Básicamente, se trata de transmitir una sensación
con el conjunto del sonido. Yo no doy discursos, no soy Menem (risas).
No es un discurso, es un sentimiento y es un sonido. Sabía
dos cosas y una era que quería que sonara como un Cadillac;
como un gran, poderoso, viejo y clásico auto norteamericano
con algo de (golpea la mesa) peso. Pero también quería
que sonara como si el tipo que manejaba el auto supiera exactamente
en qué año estamos. Por eso traté de escuchar
bastante de la música hard que es popular en este momento,
desde Incubus hasta Kid Rock y Eminem. Presté atención
no para hacer lo mismo, sino para estar al tanto y darle algo de
color a mi álbum. Así que salió algo que está
entre eso y el rock clásico. O eso creo yo.
En algunos momentos da la impresión de que lo hubieran
grabado tocando todos al mismo tiempo.
Eso es absolutamente cierto. En Mask, la
primera canción, hicimos sólo una toma tocando todos
al mismo tiempo. Varias de las canciones soncon los tres músicos
en el estudio y yo en un rincón, como con una ventana pero
abierto, miti-miti. En otros estuve en el control con el micrófono
y la banda afuera. Entonces gritaba 1,2,3,4 y empezaban,
y yo también cantaba en vivo. Hay cinco o seis canciones
hechas completamente así y otras que partieron de eso y a
las que después les agregamos cosas.
¿Algo de electrónica?
No, no.
Pero hay un sonido al final de L.O.S.T. que
parece electrónico.
No, es un theremin. No hay nada de electrónica
moderna, es un theremin, que es un arcaico invento de un viejo ruso.
Como en Good Vibrations, de los Beach Boys: uiuiuiuiuiuiuuuuu.
Y el otro sonido es al final del álbum, en Ugliness,
que se escucha la bocina de mi Cadillac rojo. Traté de grabar
el disco así porque, para mí, la música tiene
más vida de ese modo. Prefiero música más viva
y menos perfecta.
Mencionaste a varias bandas de nü metal y vos hacés
algo similar en algunas canciones del álbum, aunque no suenan
igual.
Sucede que siempre me pareció estúpido
cuando un músico grande trata de sonar demasiado moderno.
Odio eso, es bochornoso. Sin embargo quiero darle una respuesta
al mundo en el que vivo. No quiero parecer de esos que dicen que
no quieren saber nada de los grupos nuevos, pero tampoco quiero
dedicarme a ser como ser como ellos. Es bueno tener un pequeño
diálogo.
¿O quizá cagarlos a palos?
Quizá cagarlos a palos, es cierto.
A propósito, ¿por qué elegiste esa
frase para título del álbum?
Porque es muy básica y cualquiera puede entenderla.
No quería nada misterioso. Podría haberlo llamado
Mask y hubiera quedado más artístico, pero quiero
ser capaz de comunicarme con gente que no haya leído un libro
en los últimos cinco años. Además, la canción
Beatem up es una de mis dos o tres favoritas del
disco.
¿Será el single?
No, eligieron Mask. De eso se encarga la
compañía. No sé, eso me parece pura mierda.
Además, de todos modos, nada de mi música es comercial,
así que no hará ninguna diferencia.
¿Te molesta eso de que tu música no sea comercial?
Un poquito. Cada año, mi música es más
y más popular, así que cada vez me molesta menos.
Pero lo que nunca logré fue vender discos como pan caliente.
Obviamente, sé cómo hacerlo: podría buscar
algún productor blandito y seguir sus instrucciones, pero
no quiero hacer eso. Sin embargo, sería bárbaro que
más gente se sintiera atraída por mi música.
Creo que está sucediendo de a poco y del modo más
extraño. La gente está comprando el fuckin Metallic
KO (disco en vivo que documenta el último show de los Stooges)
y Were not talking about commercial shit (recopilación
de temas inéditos en vivo). Están comprando esas cosas,
están empezando a comprar Soldier y cosas que hice en los
80. No es que son grandes números, pero cuando los
sumás... Porque no es que yo publiqué tres o cuatro
álbumes: ya tengo veinte y cuando juntás todo eso...
Podría decir que me siento bien (risas).
Tu último show en Buenos Aires fue en el 96,
cuando tocaste antes que Ramones en su despedida. ¿Planeás
volver?
Me haría muy feliz tocar allá, porque ahora
tengo canciones fuertes y una banda fuerte, pero eso está
más en manos de varios managers y promotores que no parecen
haberse puesto de acuerdo. Veo faxes que van y vienen, pero hasta
ahora no pasó nada. Va a suceder, el tema es cuándo.
¿Qué lugares y cosas te gustan más
de Buenos Aires?
Hay un grupo de parrillas que están frente a una
playa... No es una playa, en realidad, es un lugar donde la gente
pesca. ¿Cómo se llama? Nero algo...
Es Costanera...
Me gustaba la Costanera porque podías comerte
un bife tremendo sin necesidad de la experiencia social,
¿entendés?, y después salir y ver el agua y
el espacio. También me gustaba un barrio viejo, no puedo
recordar el nombre... Ah, sí, San Telmo. Y La Boca estaba
bien, pero me parece que estaba cambiando demasiado rápido.
La verdad es que no conozco tan bien Buenos Aires, aunque tengo
un instinto básico para moverme en la ciudad. Es un buen
lugar para comerse una pizza, lo que es bárbaro. Y también
hay toda una fuckin parte insoportable de la sociedad argentina
con la que no tuve nada que ver. En realidad, tengo curiosidad por
conocer el resto del país.
¿Y tal vez practicar más el español?
Hablo poquito, pero muy bien para un norteamericano.
Y tengo ocasión de usarlo en México, porque tengo
casita allá. No sé, el veinte por ciento de mi tiempo
estoy hablando en español. (Se ríe.) Mi español
es un español único. Es muy importante para mí,
porque es un escape de mi idioma y también es una lengua
romántica. Es un cosa linda. Quisiera mucho en el futuro
aprender francés e italiano porque son cosas lindas. En Miami,
los cubanos no quieren hablar conmigo. Los cubanos son bien ordinarios,
malos, feos, aghhh. Son muy materialistas.
¿Por qué no quieren hablar con vos?
Porque no les gustan los norteamericanos. Es algo muy
pesado, realmente odian a los blanquitos. Intento comunicarme con
ellos, pero...
Ahora que vivís en Miami, ¿en ningún
momento extrañás Nueva York?
No, viví aquí quince años, ya me
molieron a palos lo suficiente. Ahora vengo de cuando en cuando.
Quizás en algunos años vuelva, pero no por ahora.
El hecho de vivir en Miami ayudó a hacer una diferencia en
este álbum. Avenue B es la clase de música que escuchás
cuando pasás todo el tiempo en un departamento oscuro, con
miedo de salir porque algo puede molestarte. Pero la música
de Beatem up es de la clase que escuchás cuando decís:
Ey, voy a ir a mear en el pasto de mi patio, después
voy a agarrar el auto y voy a salir a ver qué pasa.
Y además tenés un buen bronceado, propio
de la playa.
Sí, sí, claro (se ríe). Es diferente
vivir allá, un pequeño cambio. No es tan lejos, tampoco.
Está conectado, Miami es como la cola de Nueva York. Tenés
todos los diarios, la mitad de la gente es de Nueva York...
Antes decías que sabrías cómo hacer
para vender un montón de discos. Seguramente una de las formas
sería reunir a los Stooges.
Quizá, pero ésa es la clase de cosa que
hacés cuando no podés hacer otra cosa. Y yo todavía
tengo muchas otras cosas por hacer.
De todos modos, ¿pensás en esa reunión?
Sí, a veces lo pienso, pero no por mucho tiempo
(se ríe).
¿Alguna vez se te pasa por la cabeza retirarte?
Sí, pero se me pasa. Tengo un cuaderno en el que
anoto lo que debo hacer en el año. Pero al comienzo, siempre
escribo qué voy a hacer dentro de diez años. Y lo
que escribí este enero es que quiero ser un vago. Eso sí,
manteniendo una pequeña cuota de trabajo, porque puede ser
un shock si pasás de mucho trabajo a nada. No sé si
sería exactamente esta clase de trabajo, quizá me
busque otro. Podría abandonar todo esto. Siento que eso podría
suceder dentro de... Digamos, entre cinco y quince años.
Tengo 54, puedo imaginarme eso dentro cinco años... Si me
retiro dentro de quince, tendría casi 70. La verdad, eso
no estaría nada mal, tampoco.
¡Dos
años!
La
mezcla entre una personalidad extremista y salvaje con grandes cantidades
de heroína y cocaína suele conformar un cóctel
explosivo. A Iggy Pop casi le cuesta la vida en más de una
ocasión, pero ésos eran otros tiempos. Ahora, aclara,
lleva más de diez años sin consumir marihuana de forma
regular y casi veinte sin inyectarse heroína. Mi regla
es que no tengo reglas, pero la realidad cotidiana es que hace por
lo menos dos años que no me fumo un porro, explica
la Iguana. En general, no estoy orientado hacia las drogas.
No me molesta trabajar con gente que las consume, simplemente no
las quiero cerca de mí. La verdad, prefiero el vino tinto.
Hasta dejé el cigarrillo hace un par de años, porque
ya no podía funcionar. Si fuera Ernest Hemingway y tuviera
que escribir una novela de doscientas páginas cada año
y medio, y después me fuera a beber y a pescar, creo que
se me haría difícil controlar esa clase de cosas.
Depende de qué tenés que hacer. Quiero decir, no soy
antidrogas. Serge Gainsbourg, que era un gran músico, se
veía como una fuckin porquería poco antes de
morir, pero también hay gente de 90 años que se ve
como una fuckin porquería sin haberse fumado un porro
en su vida. Depende de qué quiere hacer cada uno. Mi posición
personal es que no quiero drogas cerca de mí. No las quiero
en mi casa y no las quiero en mi auto, porque no me gustan los policías.
Pero, eso sí, me siento perfectamente feliz entreteniendo
a los adictos.
Mi
Ramone favorito
La
noticia de la muerte de Joey Ramone no me sorprendió, porque
durante años supe que tenía problemas de salud. Aun
así, te golpea. Y también es una especie de pérdida,
porque él se mantuvo firme, nunca se dejó impresionar
por la... maquinaria. El me caía bien, de verdad, pero si
estábamos en la misma habitación... Tenía un
sentido del humor realmente desagradable y enseguida empezaba: Ey,
Iggy, ¿quién te dio esos zapatos? Era la clase
de tipo que siempre te pincha un poco. Pero era mi Ramone favorito
y un gran escritor de canciones. Un compositor muy fino y un maravilloso
estilista del escenario.
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