LAS
CHICAS SUPERPODEROSAS DEL FUTBOL QUIEREN SU LUGAR Y YA ESTAN EN
ESO
También
es un sentimiento
Dejó
de ser una curiosidad o una rareza absoluta. Los prejuicios machistas
no pudieron detenerlas y ahí están, con su campeonato de primera
y su selección nacional. Todavía Argentina no es potencia mundial,
pero con estas chabonas, ¿alguien duda de que lo será?
POR
CRISTIAN VITALE
Jugaban
Independiente y Boca en La Bombonera, por el Apertura 91.
El preliminar
de aquel partido presentaba un rasgo particular: no eran los pibes
de la reserva de todos los domingos, sino un duro encuentro... entre
mujeres. Todas, las 22, tenían el pelo rigurosamente atado
y corrían, se pegaban, gambeteaban y metían goles.
Como los hombres. Sin embargo, muchos de los que estaban, por ejemplo,
en el tercer piso de la cancha de Boca, no se habían percatado
del detalle. Eh ... nunca vi tantos chabones de pelo largo
en la tercera, gritaba un gordo ataviado de azul y amarillo,
que no llegaba a distinguir ningún atributo femenino en esas
piezas que se movían ahí abajo, en la cancha. La mayoría
le dio la razón, pero uno develó la realidad: Loco,
no ves un carajo... ¿No ves que son mujeres?... ¿Mujeres?...
qué loco, ¿desde cuándo? fue la respuesta.
El partido lo ganó Boca 2 a 1 y las chicas recibieron algunos
tibios aplausos.
Al año siguiente, en 1992, se jugó el primer torneo
de fútbol femenino en Argentina. Y la actividad empezó
a sumar adeptas. Ya no era tan extraño verlas jugar e inclusive,
con el tiempo, se llegaron a transmitir partidos por cable, comentados
por el ex arquero devenido periodista Sergio Goycochea. En el primer
certamen, se inscribieron casi 20 clubes. Se mezclaban Boca con
Barracas Central, Independiente con Deportivo Laferrere o River
con J.J. Urquiza, pero enseguida los más grandes impusieron
su hegemonía: la historia canta que de los ocho torneos disputados,
cuatro los ganó Boca (92, 97, 98 y 99)
y el resto se los quedó River (93, 94, 95
y 96).
Empecé a jugar a la pelota de chiquita. Y cuando me
enteré que había fútbol femenino en los clubes,
me fui a probar a Sacachispas. Me anoté, me gustó
y seguí. Hasta ese momento sólo había jugado
con todos los varones del barrio. Yanina Gaitán tiene
22 años y su historia es similar a la de muchas que hoy integran
el seleccionado argentino de fútbol femenino, que tiene como
objetivo llegar al mundial 2002. Yanina estuvo un tiempo en Sacachispas,
luego pasó al tercer equipo fuerte de la división,
Banfield, y hoy es la número 10 de River. Pero es fanática
de Boca y lo sigue a todas partes: me costaba mucho ser fanática
de Boca y jugar en River, pero ahora ya me acostumbré. Lo
feo fue al principio. Me miraba la camiseta y no lo podía
creer, confiesa.
Elizabeth Villanueva es una de las mejores jugadoras del país
y, probablemente, de las más lindas. Tiene 26 años,
pelo negro, ojos celestes y es una de las más experimentadas
en el rubro. Juega de puntera algo así como la versión
femenina del Mellizo Barros Schelotto, es la goleadora del
torneo nacional y de la selección: Yo también
jugaba con mis hermanos y los pibes del barrio. Pero mis primos
se avivaron que jugaba bien y me llevaron a Boca. Así quedé.
En Boca, en aquellos tiempos, había cierto interés
por organizar el fútbol femenino. Obviamente no era como
ahora, pero había una tendencia. La organización se
fue dando de a poco. Hoy, ya es una actividad más dentro
del club, dice ella, que se crió en una familia numerosísima,
con siete hermanas mujeres -.todas jugadoras de fútbol por
naturaleza y un varón.
Contra lo que se podría imaginar a priori, los partidos entre
mujeres son bien bravos. Hay mucha pierna fuerte y la delicadeza
inherente al sexo se queda en el vestuario. Igual que los hombres,
se insultan, se pegan y, a veces, si la cosa viene oscura, se amenazan
con verse a la salida. Elizabeth muestra una venda en su pierna
izquierda, producto del temperamento desmedido de una peruana: La
verdad es que se mete bastante y nos insultamos parecido a los hombres.
Cuando entramos a la cancha, nos olvidamos de todo formalismo,
explica la delantera.
Romina Gutiérrez tiene 19 años. Y mide más
o menos 1,75. Tiene el físico adecuado para ocupar el puesto
de zaguera en la selección. Es laresponsable de devolver
cada centro rival y despejar todo peligro aéreo. Según
Carlos Borelo, el entrenador de la selección, es una pieza
clave del equipo por juventud y fuerza. Romina, como
sus compañeras, es hincha de Boca. Sus primeros centros los
despejó en San Martín de Burzaco y, luego de un breve
paso por Banfield, hoy viste la blanquinegra de El Porvenir, otro
de los equipos que suele arrancarle algún que otro empate
a los grandes. Realmente me gusta mucho jugar al fútbol.
Antes, cuando era chica, en vez de pedir una muñeca, pedía
una pelota. La única vez que jugué a otro deporte
fue en la escuela, donde me obligaban a jugar al voley y esas cosas.
Pero a mí no me gustaba. ¿Por qué suponen muchos
que el fútbol no puede ser un deporte para mujeres?,
reclama Romina. Es hora de sacarnos de la cabeza esos prejuicios
absurdos.
El fútbol mixto, aunque a menudo les resulte hostil, es de
los desafíos que más las seduce. Las tres han jugado
partidos duros contra hombres que no soportan que una mujer les
haga un caño o les saque la pelota. No sabés
como se calientan, -.remarca Yanina ellos no quieren perder
contra vos. Entonces, se ponen como locos, te pegan y no se miden.
Son muy pocos los que te respetan por tu condición de mujer.
Tienen mucho orgullo. Pero nosotras sabemos que son las reglas del
juego y nos animamos a los desafíos. Además, disfrutamos
el doble cuando ganamos. Yanina fue la única que terminó
la secundaria en un colegio comercial. Romina y Elizabeth, en cambio,
precisamente abandonaron la escuela para dedicarse de lleno al fútbol.
Ambas, sólo hicieron la primaria. Mi familia siempre
me apoyó y nadie puso el grito en el cielo cuando dejé
el colegio para jugar al fútbol. Es mi trabajo natural. Mi
sueño es jugar el Mundial, no pasarme la vida encerrada y
estudiando. Es más, hasta arriesgaría mi matrimonio
si fuese necesario. Si alguna vez me llego a casar con alguien que
me impide jugar, enseguida me separo. Para mí, primero está
el fútbol y después todo lo demás, es como
un vicio, una manera de vivir.
Romina, Yanina y Elizabeth representan la forma de pensar y actuar
de la mayoría de sus compañeras. Son arquetipos. Para
ellas, las posibilidades que genera el fútbol tientan igual
que a los hombres. Quieren ganar plata, conocer el mundo y ser reconocidas
por el medio. Somos conscientes de que para nosotras es doblemente
difícil triunfar con el fútbol. Hoy por hoy, no le
vemos mucho futuro al fútbol femenino en Argentina. Pero
más adelante, si logramos entrar al Mundial y ocupar un puesto
alto es probable que se abran muchas puertas. Nos cuesta mucho avanzar
y por eso sacrificamos todo. Yo estoy en la selección desde
1993 y todavía no se consiguió nada, pero lo último
que hay que hacer es bajar los brazos, proclama Elizabeth.
Pelota al pie, las tres se integran al grupo que está a punto
de iniciar una nueva práctica en el Cenard. El deporte más
sexista de argentina las sigue mirando con cierto desprecio. Pero,
al menos, ya no las confunden con hombres de pelo largo. Es un paso.
Las
árbitros que entraron en la historia
¿Qué
cobrás, loca?
En
América, sólo dos países permitieron
que una mujer dirigiera un partido trascendente de Primera
División masculina. El año pasado, la costarricense
Clareth Jiménez de 29 años, arbitró,
con un limitado background de 5 partidos en la división,
AlajuelenseSaprissa, un clásico de Costa Rica.
Su actuación, tras el triunfo del Alajuelense por 2
a 0, fue impecable según los dirigentes de la Comisión
de Arbitraje del país centroamericano. Y también,
resultado mediante, según la mayoría de las
15 mil personas que asistieron al estadio. Su antecedente
inmediato, la colombiana Martha Liliana Toro, es dos años
mayor que Clareth y suele compartir con sus pares hombres
habitaciones de hoteles y vestuarios. Martha, sensual, sale
en cada partido con rubor y labios pintados. Y su experiencia
es mayor que la de Clareth: dirigió varios partidos
entre los equipos más grandes de Colombia y nunca le
tembló la mano para expulsar jugadores. Su ídolo,
obvio, es Javier Castrilli.
En la Argentina, en cambio, resulta utópico aún
imaginar que una mujer pueda estar en el medio de un caliente
RacingIndependiente, por ejemplo. Los antecedentes,
pobres por cierto, se resumen en tres figuras: Verónica
López, Alejandra Cercatto y Florencia Romano. Las dos
primeras debutaron como juezas de línea el 29 de abril,
acompañando a Mauro Vigliano el hijo de Jorge,
ex árbitro en un partido de reserva entre Argentinos
Juniors y Rosario Central. La jornada transcurrió tranquila:
no recibieron puteada alguna y tampoco incidieron en el resultado
del partido. La que no la pasó bien fue la pionera
en el tema, Florencia Romano. En mayo del año pasado,
luego de transformarse en un fenómeno mediático,
el Tribunal de Disciplina de la AFA la suspendió por
cuatro meses por haber acusado de mafioso nada menos que al
jeque mayor, Julio Grondona. Siempre digo que es como
Don Corleone, repitió ella. El gesto heroico
la sumergió en el ostracismo y nunca más volvió
a aparecer en escena. La lógica sexista del fútbol
argentino no le daba más espacio que algunos partidos
en categorías menores y, en los peores casos, en torneos
de escasa relevancia. Ya vendrán tiempos mejores.
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Las
gringas son potencia mundial
Supergirls
Estados Unidos
tiene el mejor fútbol del mundo: la selección
femenina es una especie de dream team, bicampeón mundial
(1996-1999) y subcampeón olímpico en Sydney
(2000). Con un serio trabajo de base -.enseñanza de
soccer en colegios, gran apoyo de sponsors y alto espíritu
competitivo llegaron a la cima. En los últimos
Juegos Olímpicos del año pasado donde
la atención se la llevaron las locales, no por jugar
bien, sino por posar desnudas para un calendario, las
yanquis tuvieron una actuación sobresaliente de la
mano de la goleadora e ídola nacional, Mia Hamm. Y
en los mundiales, gozan de una hegemonía total. Tanto
es así que durante el mundial de 1999 jugado justamente
en Estados Unidos (en la final se llenó el imponente
Rose Bowl de Pasadena), el mismo Bill Clinton se declaró
como primer fan de la selección que le
ganó la final a la selección de China por penales.
No es para menos, aquella final -.que en Argentina pasó
totalmente desapercibida fue vista por 40 millones de
personas en Estados Unidos, superando en el rating a la final
de la NBA que habían disputado días antes San
Antonio Spurs y New York Nicks.
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Aprendí
algo
Sol Bernardele Coxis
Jugué al
fútbol todas las veces que me lo permitieron. Como
era bastante buena en el hockey, me las arreglaba... Tengo
dos hermanos varones mayores, que alguna que otra vez me ponían
de comodín. Aunque a mí siempre me divirtieron
más las torpezas masculinas que las delicadezas femeninas...
Hasta llegué a aprender algunas cositas como levantar
la pelota haciendo efecto cucharita, amagar y darle de taquito
para atrás, o gambetear un poquito y hacer caños.
Pero nunca pude cabecear sin quedar con jaqueca. No recuerdo
haber hecho nunca un gol, pero sí que corría
rápido... aunque más de una vez me hayan mandado
al arco. Me encanta jugar al fútbol, pero me gusta
ese fútbol sencillo, de barrio, el que le dicen jugar
a la pelota. No el que venden en la tele, que se parece
más a la política que al deporte en sí.
Es
cool
Erica García
Hice el profesorado
de Educación Física y ahí aprendí
todos los deportes, los experimenté y sin dudas vi
que el fútbol es el mejor deporte del universo: coordinación
fina, inteligencia, estrategia, ritmo. El fútbol es
cool. Cuando un jugador tiene la pelota lo podés disfrutar
como un helado. Me gusta ver jugar a los hombres, y no me
gusta cuando las mujeres pierden feminidad jugando. Pero esto
no quiere decir que todas las que juegan dejen de ser femeninas.
Sé que es así, porque yo toco la guitarra -.un
lugar habitualmente ocupado por hombres y sin embargo
mantengo mi feminidad intacta. Por eso pienso que está
buenísimo que las chicas hayan dejado de ser espectadoras
y pasen a hacer buen fútbol, de corazón. Me
encanta que las mujeres dejemos de ser espectadoras de los
hombres en todos los ámbitos. En Londres flasheé
cuando me pasó por al lado una chica súper producida
que era recolectora de basura. Cuando una mujer bien parada
irrumpe en un medio que era de los hombres nos sorprendemos.
Es horrible que todos, hombres y mujeres, supongamos que una
mujer hace todo mal. En mi disco nuevo compuse una canción
que se llama Tengo pelotas y habla exactamente
de esto. Ojalá que podamos cambiar esa mentalidad y
¡viva el fútbol femenino!
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Tres
intentos
Alina Gandini Acida
Mi experiencia
con el fútbol es semi nula. Hice mínimos intentos
de que me interese, todos ellos terminaron en fracaso. A saber...
Intento 1, jugar: En la primaria jugué algunas veces
con mis compañeritos, creo que lo que yo hacía
era correr sin sentido esperando que el tiempo pase y el partido
termine, un desastre.
Intento 2, la cancha: Fui a la cancha una sola vez, a ver
Velez-Ferro en el Fortín con Tweety González,
Emmanuel Kuryaki los dos de Vélez a muerte
y una novia rarísima que tenía Ema. Más
que a ver el fútbol en sí mismo fui a ver la
hinchada y toda esa emoción incomprensible para mí.
El partido fue un fracaso, salió 0 a 0 y fue aburrido.
Así que nada de emoción futbolera, ni nada de
nada.
Intento 3, la tele: Sólo miro las finales de los mundiales,
si está Argentina y si está Maradona, o sea,
hace años que no las veo... Siguen los fracasos.
Lo mejor del fútbol es Chilarock.
Lo
más
Celeste Carballo
Jugábamos
a la pelota con mi sobrino Lito. Tenía siete años.
Era muy divertido: patear, atajar, tirarle de la camiseta,
caerse y llenarse de tierra, hacer un gol... mi sobrina Claudia
siempre terminaba llorando por algún pelotazo... Después
pasaron muchos años sin jugar a la pelota, muchísimos,
como más de treinta. Hasta que fui a Atlanta (EE.UU.)
en el 96 a trabajar en la música de una película
y allá, en Piedmont Park, todas las tardes llegaban
de una escuela de fútbol para niñas. ¡No
te puedo explicar cómo jugaban! Me hicieron acordar...
y volví a patear con la zurda y me rompí la
rodilla. Igual, es lo más divertido del mundo.
Hice
goles
María Fernanda Aldana
No soy muy futbolera.
Me gusta ver los mundiales, pero no tengo experiencia en el
tema. Jugué un par de veces nada más. Una vez,
un día de la primavera en el campito de Finki con amigos
y amigas, y metí varios goles. La otra vez fue en Puerto
Madryn, durante una gira nacional junto a Attaque 77. Era
la única chica del partido. Hicimos equipos mezclados
entre integrantes de EOY y de Attaque. Y me divertí
mucho, pero me gustan más la natación y la danza.
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