JANE’S
ADDICTION SE REARMA; FARRELL Y NAVARRO DEBUTAN COMO SOLISTAS
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¿Cómo
se dirá
Aguante en japonés?
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Tres
bandas de pibes nisei (hijos de japoneses) se reunieron para contar su
historia y develar el cierto halo de misterio que, a ojos occidentales,
aparentan la música, usos y costumbres de los que llegaron del otro lado
del mundo.
TEXTOS
CRISTIAN VITALE
FOTOS TAMARA PINCO
Okinawa es una
de las 3 mil islas que componen Japón. Ubicada al sur, justo en
el límite que separa al país de China e Indonesia, resultó
la región más sufrida durante la Segunda Guerra Mundial.
Efecto del sitio yanqui, miles de okinawenses emigraron y la mayoría
de ellos cayeron en la Argentina. El lugar de donde vienen nuestros
viejos siempre fue pobre. Antes, durante y después de la guerra.
Es muy pobre comparado con Tokio. Es el Santiago del Estero de Japón,
grafica Fabio, rocker de sangre nipona nacido en Buenos Aires. Buenos
Aires y Japón tienen varias cosas en común: somos tristes
y nostálgicos. Tanto el tango como el folklore okinawense son muy
tristes, completa. Fabio integra Niceta Ryu, una de las bandas que
el No reunió en una cumbre de rock nipóncriollo que
asoma. Del encuentro también formaron parte Diego y Niko Takara
ambos de Tintoreros, más conocidos por cierto y Daniel,
integrante de la Sedai Band.
Sedai Band (algo
así como Banda Generación) nace de la separación
de Jinshu, el grupo que inició la fusión entre rock y folklore
de la madre patria. Cantan en japonés y el estilo ondula entre
el pop y el punk, con un guiño chic típico de cuna. Al
principio hacíamos covers de temas japoneses de diferentes épocas.
Arrancábamos desde los 30 y no parábamos hasta el
2000. Pero todos versionados en clave Zeppelin o Purple, explica
Daniel, bajista de la banda, que además cuenta con dos chicas cantantes.
Lo particular es que una de ellas estuvo participando desde los
5 años en festivales de canto que se hacen dentro de la colectividad.
Sobresale por su voz. Sedai Band, por el momento, sólo toca
en recitales organizados por la colectividad. La única vez que
salieron del ghetto, por ahora, fue para un show en el Centro Cultural
San Martín. La idea es salir de la colectividad y poder hacerles
escuchar nuestra música a toda la gente, desea Daniel.
Niseta Ryu también
es parte de la diáspora de Jinshu. La banda se formó
gracias al señor Navarro Correa y unos cuantos asaditos se
ríe Fabio. La idea es hacer la música de Okinawa,
de donde vienen nuestros viejos, pero mezclada con folklore okinawense.
Pero tres cuarta parte de la banda viene de aprender música haciendo
rock, por lo tanto sobresale este estilo, explica. Un dato singular
del grupo es que, pese a su esencia rocker, carece de guitarrista. Fabio
toca el bajo, Gustavo la batería, Roberto los teclados y Julio,
tipo raro si los hay, el Shamisen. El lugar de la guitarra lo ocupa
el Shamisen, que se afina en forma pentatónica y tiene un sonido
muy particular que te permite hacer música sin viola, informa
el bajista. A Niseta también le cuesta salir del ghetto. Pero ya
hicieron un show extramuros, en una fecha que compartieron
con Astrolabio y los ahorarecomendadosporTelenoche,
Los Parraleños. Había más músicos que
gente, pero estuvo bueno porque sorprendimos a los que estaban. Era extraño
para ellos ver una mezcla loca entre música de Okinawa y rock.
Tintoreros es
el buque insignia del pequeño movimiento. Se gestó en 1991
y ya van por su tercer disco, titulado Chas Park (1999). Antes editaron
Primate (1996), producido por Flavio Cianciarullo, y Traición (1997),
que les abrió las puertas para telonear a Pantera en el Parque
Sarmiento. Ahora nos estamos preocupando más por hacer canciones,
haciendo base en la parte melódica y vocal. Queremos que los temas
tengan más melodías y no sean tan hardcore como antes. Creo
que la banda hoy tiene más matices, explica Niko Takara (también
guitarrista de Simbiosis), que no hace mucho se incorporó al bajo.
Creo que nuestra influencia hoy es Foo Fighters, nos encanta el
sonido y las canciones, violentos, emotivos y alegres, dice. Diego
Chinen, el guitarrista, completa: Estamos conscientes de que, además
de ser la banda que tira una propuesta musical, también difunde
la cultura de Okinawa.
De todo
un poco
Algo básico es
que los hijos no tutean a sus padres. El japonés es muy reservado,
habla lo justo y necesario. Es seco, poca onda. En la mesa, durante
la comida, no se habla. También es muy machista, muy jodido
con las minas. Para hablar de las virtudes, diría que tienen
un elevado espíritu de sacrificio y una voluntad de superación
a prueba de balas. Detestan el fracaso. Otro dato interesante es
la cantidad de whisky o vino que beben al terminar cada jornada
laboral. La bebida, para ellos, es un ritual obligado, un relax
después de un día agotador. La verdad es que casi
todos suelen llegar borrachos a su casa.
BLOPA
Integrante de Tintoreros y responsable, junto a su compañero
Diego, de una pequeña agencia periodística que informa
de las actividades culturales de la comunidad en la Argentina.
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Ya
no vienen
Los japoneses son
un porcentaje mínimo entre los orientales chinos
y coreanos, en su gran mayoría que caminan las calles
porteñas y se han repartido por todo el territorio argentino.
El último registro existente indica que, hace 10 años,
no había más que 30 mil nipones viviendo en el país.
Y se especula que hoy, inclusive, son muchos menos. A nuestros
padres los trajo Perón después de la Segunda Guerra
Mundial, informa Blopa, guitarrista de Tintoreros e hijo
de un inmigrante llegado desde Okinawa (ver aparte), luego de
los bombardeos estadounidenses sobre la isla. La del padre de
Blopa fue la última oleada: Los que vinieron después
lo hicieron con el fin de perseguir mujeres argentinas,
arriesga Diego Chinen, el otro Tintorero hijo de japonés.
Otro dato: la cantidad de desaparecidos japoneses durante la última
dictadura militar es, más o menos, directamente proporcional
a la cantidad total. Felizmente, fueron apenas 14.
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