Mamá,
¿vos de quién te contagiaste? Vaya pregunta para
intercalar en una cena tranquila, cualquier noche de estas, entre choclos
y papas al vapor, nuestra comida favorita. Comida favorita que quedó
de inmediato a medio camino entre mi garganta y la mesa. ¿Cómo
de quién?, pregunté en un intento vano de darles tiempo
a mis dudas para que se ordenen. No fue muy útil y era obvio
que sería así. Tampoco iba a inventarle a mi hija un pasado
de venas abiertas sólo para dar rodeos. Nunca me piqué,
obviamente me contagié en alguna relación no protegida
que yo puedo o no tener individualizada pero que seguro no viene al
caso. Cómo o cuándo me contagié es la pregunta
del millón, es lo que genera más curiosidad, y siempre
contesto lo mismo: no sé, ¿qué importa?, en todo
caso me contagié porque no tomé las precauciones para
evitarlo, porque en ese momento algunos abonábamos extrañas
teorías como la no existencia del virus -teoría que sigue
difundiéndose en internet y de la que todo el tiempo me llegan
diversos reclamos, tal vez porque todavía no era un problema
de mujeres, tal vez por boluda. No la convencí. ¿Qué,
acaso no sabés con quiénes estuviste? Gulp. Sí,
claro que sé con quiénes estuve, a lo mejor se me cae
alguna noche de la memoria, a medida que pasan los años se descuelgan
algunas más, pero tampoco es para exagerar. No contestar para
mí siempre fue una cuestión ética, cuando me lo
preguntaban intuía del otro lado cierta necesidad de quedarse
tranquilos, de encontrar alguna conducta para quedar afuera de las posibilidades.
O escuchar el relato de algún accidente quirúrgico para
no tener que condenarme al infierno que merecen los promiscuos. Pero
decirle a mi hija que no sé no es una respuesta tranquilizadora.
Tampoco decirle que me contagié estando en pareja, en pareja
estable como todavía se sigue recomendado como medida de protección
eficaz. Una respuesta ejemplificadora que suelo dar en público,
ya que integro las estadísticas que mencionan cuánto ha
crecido la epidemia entre las mujeres. Opté por la respuesta
no tranquilizadora, no me queda más que hacerme cargo. Me contagié
en algún momento entre tal fecha y tal fecha, le dije, y sobre
todo porque no use preservativo en todas mis relaciones sexuales. ¿Sabés
que hoy una compañera nos dijo que no usaba preservativos porque
al novio no le gusta? Yo me quedé helada, parece que ella tampoco
sabía bien por qué lo tenía que usar. El
choclo y las papas pasaron al olvido, a esa altura apenas podía
tomar aire. No sólo tuve que develar un retazo de mi vida sexual
sino además escuchar que las niñas a los 14 ya están
hablando de esas cosas. En su monólogo mi hija siguió
contándome los consejos que le dio a su amiga, me contó
que los chicos de su edad difícilmente se nieguen a usar preservativos,
que es lo más normal del mundo, que espera que su compañera
los use. No me atreví a preguntarle cómo sabía
que todos (¡) aceptaban usarlo, hablamos muchas veces sobre la
conveniencia de retrasar el inicio de las relaciones sexuales habiendo
tantas cosas por hacer antes y sin riesgo de embarazo o enfermedades,
las mil maneras de explorarse, conocerse y saber lo que una quiere.
Pura teoría. Evidentemente no estoy lista nunca lo voy
a estar para detalles. Una puede tener la cabeza muy abierta,
pero no me toquen a la nena.
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