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Plagas Milenaristas El Mal de las Vacas Locas

Los pecados de la carne

Técnicamente se llama Mal de Creutzfeldt-Jakob, pero todos lo conocen por su nombre de guerra: Mal de las Vacas Locas. Oficialmente ya se le adjudican 92 muertes, pero todos sospechan que la cosa es mucho más grave: Europa prácticamente dejó de comer carne, sacrifica innumerables cabezas de ganado y ve cómo sus gobiernos esconden los cadáveres. Rodrigo Fresán se juega el pellejo con este análisis descarnado de la situación.

Por RODRIGO FRESAN, desde Barcelona

Pensar en titulares de primera plana con tipografía catástrofe: “SE HUNDIO EL TITANIC”; “HITLER INVADE POLONIA”, “KENNEDY ASESINADO”, “SE SEPARAN LOS BEATLES”. Suplantarlo ahora por: “EL GOBIERNO EUROPEO PROHIBE EL CHULETON DE BUEY”. Así estamos. Pánico en las calles, restaurantes y carnicerías. El chuletón de res viene a ser el bife de costilla. Un cacho de carne con hueso, a partir de ahora sin hueso. Porque el chuletón limita con la columna vertebral del rumiante y mejor no acercarse a esa columna. Nevermore, graznó el cuervo, ¿y de qué se ríe esa vaca, si se puede saber?
Desde que fue identificada en 1920, la cosa se llama encefalopatía espongiforme bovina o Mal de Creutzfeldt-Jakob (como dice Mel Brooks: estás jodido si tu enfermedad tiene doble apellido). Si se prefiere llamarla por su mucho más expresivo nom de guerre: el Mal de las Vacas Locas. Una de esas pestes futuristas más propias de una novela que de nuestra realidad súbitamente vegetariana. Una de esas tramas justicieras donde el orden de la naturaleza reacciona contra el desorden de los hombres y responde con una plaga de contundencia bíblica. ¿Cómo empezó la crisis? ¿Cuándo? Hace catorce años -.aunque hay registros de 1732 que ya hablan del asunto, con el nombre de scrapie o “tembladera”, en ovejas y cabras–; desde entonces el mal ha causado la muerte de al menos 92 ciudadanos de la Unión Europea (la mayoría en el Reino Unido) sobre una población de trescientos millones, y el sacrificio de decenas de miles de vacas, consideradas sospechosas o culpables de transmitir la enfermedad por medio -.se supone, nadie está todavía del todo seguro– de un cuerpo extraño y proteínico llamado prión, que se instala a vivir dentro de tu cabeza y, literalmente, convierte tu cerebro en esponja. Nadie sabe demasiado, nadie dice mucho. Se empezó a hablar del tema a partir de las investigaciones de la enfermedad Kuru -.variedad ligada al canibalismo de cerebros humanos-. en Nueva Guinea a principios de los años 50. Se sabe que no es que las vacas enloquezcan sino que parecen nerviosas, pierden peso, tienen dificultades para andar y su producción de leche disminuye. Se sabe que todo comenzó cuando alguien tuvo la idea alimentar al ganado con pienso o harinas cárnicas elaboradas a partir de carcazas de animales, para que dieran más leche y más carne y crezcan más rápido. Es decir, convertir en caníbal a aquello que hasta entonces era hervíboro. El tipo de cosas que hacen los científicos locos en esas películas clase B donde todo se pudre, incluyendo la carne.

1 Está pasando en toda Europa: gente que entra a un McDonald’s o un Burger King con pupilas de yonquis en pleno síndrome de abstinencia, y piden papas fritas y coca-cola, y respiran profundo ese prohibido perfume vacuno. Por todas partes hay carteles garantizando nuestra seguridad y están esos avisos de televisión que intentan convencernos de lo insensato de nuestra psicosis. Pero nada de eso importa al que hace dos meses que no come carne y extraña masticar rojo y con fuerza. Ayer soñé que entraba a uno de esos restaurantes de Puerto Madero y pedía un bife de chorizo. Mis dientes están flojos de tanta pasta y verdura y sopita. Hay quien dice que yo y tantos otros somos idiotas rematados. John Adams, profesor del University College of London, lleva veinte años estudiando el fenómeno de la paranoia milenarista y acaba de publicar un libro titulado Cars, Cholera and Cows donde analiza los llamados “riesgos virtuales”. El Mal de las Vacas Locas es uno de ellos. Manías colectivas que -.según Adams-. las sociedades de Occidente desarrollan casi por reflejo y acaban convirtiéndose en graves problemas políticos y económicos. Dice Adams: “A la hora de enfrentar estas situaciones aparece un grupo de expertos que afirma que es grave y otro grupo de expertos que asegura que no pasa nada. Pero ninguno de los dos se ha tomado el tiempo necesario para probar su posición con el rigor y la certeza que exige la ciencia. Para la gentecomún, todo acaba siendo una cuestión, no de verdad objetiva, sino de lo que uno cree. Y lo que uno cree depende de lo que quiere creer, en quién confía. Todos tenemos nuestros filtros perceptivos, producto de nuestra experiencia, y, cuanto más ambigua es la ciencia, más fuerte es la influencia de nuestros propios filtros”. Es decir, en una época donde los noticieros nos han acostumbrado a secciones fijas sobre avances tecnológicos, optamos en masa por el reflejo oscurantista de persignarnos cada vez que vemos algo con cuernos que da leche. Aun así -.memo para John Adams-., ¿por qué será que Estados Unidos y Canadá no aceptan la sangre de donantes que hayan pasado más de seis meses en el Reino Unido o Francia entre 1980 y 1996?

2 Yo y un escritor español y un editor inglés. El español -.vegetariano combativo desde hace años-. sonríe su satisfacción “después de años de que se burlaran de mí y me llamaran idiota por no comer carne”. Yo .argentino-. le digo que nunca me burlé y que no joda con su hamletiana sed de venganza. “Yo”, dice el inglés. “tenía un amigo que fue uno de los 92 que murieron en Inglaterra por el Mal de las Vacas Locas”. ¿Cómo fue? ¿Cómo es?, le preguntamos nosotros con los ojos bien abiertos. “Horrible”, responde él, comiendo sushi con la boca bien cerrada.
Sí, es horrible lo que está pasando estos días en el Viejo Mundo. Otro fantasma recorre Europa y las pantallas de nuestros televisores emiten sin pausa nuevos episodios del gran culebrón vacuno. La curva argumental es la misma de toda telenovela: primero no se entiende nada, después se entiende un poco y más tarde no se puede entender cómo se llegó a esto. El primer y el segundo período ya han sido agotados. Se sabe cuándo empezó, se sospecha cuáles fueron las causas. Ahora estamos en el larguísimo tercer y último acto donde comienzan a salir a la luz -.como en los mejores folletines-. los detalles más miserables y las actitudes más mezquinas. Diga lo que diga John Adams en su libro, nos descubrimos justificados a la hora de desconfiar de todo lo que gobierna nuestros destinos y tira de los hilos de nuestras existencias porque, una vez más, parece que es más importante un buen negocio que una buena acción. Estamos en el momento en que comienzan a perfilarse las hasta ahora difusas siluetas de los vaqueros malos que se echan la culpa los unos a los otros y parecen nunca haber oído de algo conocido como Ley de Murphy. Mientras tanto, comienzan a caer con efecto dominó los ministros de Agricultura europeos y leemos cosas raras. Por ejemplo, que los dichosos piensos cárnicos Made in the UK -.prohibidos por el gobierno inglés en 1988-. siguieron siendo exportados por los británicos a diestra y siniestra y consumidos por segundos y terceros amparándose en el “a mí no me va a pasar”. Por ejemplo, que los ganaderos prefirieron comprar esos piensos y dárselos a sus reses aprovechándose de la cláusula que, hasta ahora mismo, doce años después del veto inglés, todavía no prohíbe su uso en la Unión Europea. Por ejemplo, que hace diez años la Comisión Europea con sede en Bruselas decidió “minimizar el problema de las vacas locas”. En un breve informe de 1990 se lee: “Vamos a pedir oficialmente al Reino Unido que no publique más los resultados de sus investigaciones sobre la encefalopatía espongiforme bovina. Hace falta tener una actitud fría para no provocar reacciones desfavorables en el mercado. No hay que hablar más sobre EEB. Ese punto no debe figurar en el orden del día. Es necesario minimizar este problema practicando la desinformación. Es mejor decir que la prensa tiene tendencia a exagerar”. Así es como se hace un Expediente X. Así es como descubrimos que todos somos carne de cañón porque algunos decidieron no decir ni mú.

3 Titulares selectos de mi dossier Vacas Locas: “La Guardia Civil denuncia más de 2000 violaciones del Plan de las Vacas Locas”, “Destituidoel asesor que hizo pública la idea del ministro de Agricultura de exportar las harinas prohibidas a países africanos o a Sudamérica”. “Crece el temor en Italia tras el primer caso de encefalopatía”, “Naciones Unidas alerta del riesgo de que las Vacas Locas se extiendan a otros continentes”, “Estados Unidos confirma que 1200 reses comieron harinas prohibidas”, “Ganaderos españoles piden que Londres pague por haber exportado piensos cárnicos pese a conocer su peligro”, “España se opuso durante cuatro años en Bruselas al Plan de las Vacas Locas”, “Bruselas culpa a España del retraso del Plan contra las Vacas Locas”, “El Poder Ejecutivo ofendido por la inclusión de España como país de riesgo”, “Portugal es el mayor foco de Vacas Locas en Europa continental”, “Las grasas para piensos animales pasan más controles sanitarios que las destinadas al consumo humano”, “La industria del calzado propone comprar piel de reses sacrificadas”, “El Reino Unido exportó a once países sangre de enfermos del Mal de las Vacas Locas”, “La Unión Europea ratifica la prohibición del chuletón de res mayor de un año, permite el consumo del rabo de toro”, “Las Vacas Locas no animan a Argentina: el precio de la carne que exporta a la Unión Europea cae un 18,9 por ciento”.
¿Cómo fue la evolución del consumo de carne de vaca en Europa desde los inicios de la crisis? Alemania: .50 por ciento. Grecia, España e Italia: .40 por ciento. Luxemburgo y Austria y Portugal: .30 por ciento. Francia: .25 por ciento. Bélgica: .20 por ciento. Dinamarca, Holanda e Irlanda: 0 por ciento. Finlandia: +1 por ciento. Suecia: +3 por ciento. Y, misterio de misterios, Reino Unido: +4 por ciento.
¿Pequeña Historia de la Lucha contra el Gran Mal? Julio de 1994: se prohíben las harinas animales para fabricar piensos. Abril de 1997: tratamiento especial de despojos contaminados. Mayo de 1998: detección, vigilancia y control de la epidemia en reses. Octubre de 2000: eliminación de tejidos de riesgo (médula, ojos, amígdalas y cerebro de ternera oveja y cabra). Diciembre de 2000: se añade el intestino a la lista de los tejidos de riesgo. Enero de 2001: análisis post-mortem de todos los animales mayores de 30 meses antes de entrar en la cadena alimentaria. Se estudia reducir el máximo de edad a 24 meses ante la aparición de reses enfermas más jóvenes. Y continuará, claro.

4 Continúa así: el sector ganadero en crisis y en pie de guerra; masacre de vacas porque, si se descubre una contagiada, es obligatorio matar a todas sus compañeritas; gobiernos mirando para otra parte cuando los ganaderos los miran fijo reclamando a-res-muerta-res-paga con dinero de las arcas públicas; reformulación de ritos folk (ahora, después de la corrida, el toro no se come sino se quema, por las dudas, antes que lo sometan al test y descubran que hay que matar a todos los toros); construcción de crematorios en masa donde disponer de los cada vez más abundantes restos; modificación de fiestas religiosas como la de la Pascua musulmana donde ya no podrán ser sacrificados en casa los seis mil corderos que, esta vez, deberán pasar por el matadero municipal; crisis del negocio de los taxidermistas taurinos, a quienes ya nadie les lleva una cabeza de toro para colgar en la pared del living; se destinan fondos para la investigación y la mejora de un test a realizar en el animal vivo (y no, como hasta ahora, una vez muerto); se abren sites en Internet para informar lo poco que se va sabiendo y las fuentes oficiales no divulgan; se anuncia el pago de fortunas en indemnizaciones. Mientras tanto, entramos en el siniestro terreno del casi, del puede ser, del no se sabe hasta que se pruebe lo contrario. Se critica la actitud de los políticos que optaron por la estrategia de calmar los ánimos antes que por una investigación a ciencia y conciencia. Se señala que la enfermedad tiene un período de incubación de entre cinco y diez años y ahora vas a ver. Se resta importancia al “temor atávico que tiene que ver con el culto alalimento y cuyos efectos reales están siendo exagerados porque basta con comparar el número de víctimas con los de cualquier otra enfermedad”. Se habla en voz baja sobre las posibilidades de que la leche deba ser sometida a controles más estrictos. Se mira con sospecha a pollos y pescados y liebres porque vaya a saber uno qué comen esos bichos. Se susurran los riesgos por contacto con el material afectado, el peligro de contagio por transfusiones o mucosas (ojos, nariz, encías), las mutaciones genéticas (el Mal, de rápido contagio entre el ganado, podría estar “evolucionando” para tomar por asalto a la especie humana, y aquella primera versión de Creutzfeldt-Jakob, que atacaba mayoritariamente a personas entre 55 y 75 años, a partir de 1996 parece preferir a los menores de 30). Se asegura que nos enfrentamos a una proteína anormal actuando, al igual que un virus informático, como agente infeccioso y modificador de proteínas normales, cuya verdadera función en nuestro organismo es todavía desconocida (experimentos realizados con ratones a los que se les ha eliminado dicha proteína siguen vivitos y coleando sin problema). Hipótesis inquietante: que la sola función de esa proteína sana sea la de ser infectada por esa proteína enferma. La actitud general es la siguiente: si esto es lo que nos dejan saber, qué será todo lo que no sabemos. Mientras tanto, en mi televisor, el Cartoon Network mastica el último episodio de La vaca y el pollito y, desde la radio, muge Atom Heart Mother, aquel disco de Pink Floyd con vaca en la tapa.

5 El nuevo pequeño gran libro (transcripción de dos conferencias) del escritor sudafricano J.M. Coetzee se titula The Lives of the Animals y, en sus páginas, una novelista de nombre Elizabeth Costello aboga por los derechos de los animales, por el justo castigo a los crímenes a los que los hemos sometido durante miles de años. Costello-Coetzee compara el apocalipsis cotidiano de las vacas con el holocausto judío y concluye .ante un público hostil-. que, a la hora de la verdad, los animales acabarán ganando el partido y los roles se invertirán para siempre. De ser así -.de estar ocurriendo lo mismo que le ocurrió a esos médicos estilo Mengele con sus tendencias a la manipulación genética y la “superación” de la especie-., parece que ha llegado el momento de sentarnos en el banquillo de los acusados.
Bienvenidos a Muuuuuúremberg.

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