Cine La Odisea según los Coen
Siempre
es difícil
George Clooney es Ulises, Holly Hunter es Penélope, John Goodman es el Cíclope y los Hermanos Coen juegan a ser un Homero de dos cabezas en ¿Dónde estás, hermano?, su versión de La Odisea en clave de comedia musical, ambientada en un Mississippi prostibulario en la época de la Depresión, con guitarristas de blues, gángsters sureños y coreografías bailadas por el Ku Klux Klan. Por RODRIGO FRESAN En el principio era el paisaje caliente y amarillo del Sur norteamericano. Hombres con uniformes a rayas encadenados por los tobillos y golpeando piedras al ritmo de una canción casi tan antigua como el mundo. Un gran principio para otra gran película de Joel y Ethan Coen, mejor conocidos como los Hermanos Coen. La idea original era filmar una película que respetara los colores afiebrados de esas fotos de la época de la Depresión, en las que Estados Unidos parece un poco prehistórico, un poco otro planeta. Se trataba de viajar al fondo gótico de las cosas, a ese Sur donde surgió en realidad el realismo mágico, y capturar ese color amarillo. El resto filmar La Odisea de Homero combinándola con el cine de Preston Sturges, ciertos toques de musical country-bizarro y la sonrisa encandilante de George Clooney era casi secundario. Así que los Coen llegaron al estado de Mississippi con todo el equipo listo y sorpresa descubrieron que se trataba del lugar más verde del mundo. Desesperados, se volvieron a su director de fotografía Roger Deakins, quien los acompaña desde Barton Fink, es decir, desde 1991 y le exigieron explicaciones. ¿Cómo era posible que no apareciera ese color amarillo que habían soñado para su película y que habían visto en tantas fotos de época? ¿Qué había pasado? Entre incrédulo y conmovido y con la experiencia suficiente de que todo es posible cuando de estos lunáticos se trata, Deakins les habló despacio y dulcemente, como se habla a los chicos: Joel, Ethan, las fotos que vieron tenían ese color amarillo porque, bueno, eran fotos... eh, viejas. Y así fue como ¿Dónde estás, hermano? (O Brother, Where Art Thou?, en su versión original) se convirtió en la primera película en ser coloreada in toto a posteriori, en laboratorio y por computadora. Ahora, todos los verdes son amarillos, como en una foto vieja y deprimida, y todos contentos en Coenlandia. 1 Preguntas: ¿Los hermanos Coen hacen cine de autor? ¿Hay un Estilo Coen a la hora de hacer películas? ¿Son importantes dentro de la historia del cine? Respuestas: Sí, sí y sí. O bien: no, no y no. Para muchos, los hermanos Coen son dos genios indiscutibles: junto a Tim Burton, Jim Jarmusch, Paul Thomas Anderson, Steven Soderbergh, David Lynch, Spike Lee y algún otro nombre del cine independiente deluxe, se alzan como las pocas esperanzas que le quedan al cada vez más efectista celuloide de su país. Para muchos otros, los hermanos Coen son nada más que una mezcla de idiotas savant y nerds posmodernos con pretensiones, aquejados de una manía referencial incurable que los obliga a lanzar al espectador citas, guiños, claves y la inevitable escena en que aparece el enorme actor John Goodman gritando mucho. Hagan uno de los cines más artísticos y nutritivos del momento o mero cine de aire envasado al vacío, ahí están las ocho películas del dúo, armando algo que bien puede considerarse una Estética a partir de la suma de los factores que nunca alteran el producto final: arrancando con Simplemente Sangre (1984) y la reformulación del noir de Jim Thompson y David Goodis, para seguir con el vértigo de dibujo animado de la Warner en Educando a Arizona (1987), la reescritura casi plagiaria de Dashiell Hammett en De paseo a la muerte (1990), la película-deescritor-en-Hollywood en Barton Fink (1991), la mutación de Frank Capra en El gran salto (1993), el policial true-crime en Fargo (1996), el hippismo contracultural à la Robert Altman de El Gran Lebowski (1997) y, ahora, nada más y nada menos que hacer viajar a Homero a la América Profunda con ¿Dónde estás, hermano? Cuesta un poco pero no demasiado encontrar el hilo conductor, los factores constantes en la casi inasible ecuación: en todas las películas de los Coen aparece el elemento criminal (asesinos seriales, detectives, presidiarios en fuga, policías, hombres de negocios corruptos, angélicos motociclistas infernales, mafiosos italianos e irlandeses, violentos veteranos de Vietnam) como leit-motiv; todas las películas de los Coen son comedias serias o dramas cómicos que van de lo grotesco a loepifánico; en todas ellas aparecen y desaparecen sus actores fetiche (John Turturro, Steve Buscemi, John Goodman, Jon Polito, Michael Lerner, M. Emmet Walsh) acompañados por actores más importantes o súbitamente coenizados (Jeff Bridges, Julianne Moore, George Clooney, Gabriel Byrne, Albert Finney, Ben Gazzara, Tim Robbins, Paul Newman, Jennifer Jason Leigh) o actores que se volvieron importantes por vía de coenización (Frances McDormand, William H. Macy, Holly Hunter, Nicolas Cage); en todas las películas de los Coen se contempla un determinado momento histórico terrícola con una mirada ligeramente extraterrestre; todas las películas de los Coen tienen títulos muy poco comerciales y sus personajes ostentan los más ridículos nombres. Y lo más importante de todo: en todas las películas de los Coen se parte del abordaje a un género para reducirlo y, una vez logrado el propósito, provocar el motín de un nuevo género sobre la cubierta de ese género sometido. Así se alcanza esa categoría conocida como Una película de los hermanos Coen. 2
El cine ha sido, desde el vamos, cosa de hermanos: August
y Louis Lumière. Después, los ejecutivos hermanos Warner,
los Taviani, los Kaurismaki, los menos conocidos hermanos Boulting y
Maysles y Kutchka y, ahora, los hermanos Farrelly y los Wachowski. Pero
el caso de los Coen posiblemente sea el más interesante de todos,
porque pocas veces se ha visto en el cine semejante singularidad plural.
Los Formidables Coen Boys (Joel, nacido en 1954, y Ethan, en 1957, ambos
en Minnesota, de padres académicos universitarios) no sólo
hacen cine juntos sino que comparten un mismo mundo cuyo mapa se va
volviendo más preciso según pasan los años y las
películas. En su reciente y esclarecedora investigación
biográfica The Coen Brothers, Ronald Bergman explora a fondo
a este monstruo de dos cabezas donde conviven dos ventrílocuos
y dos muñecos al mismo tiempo. Bergman autor de un exhaustiva
biografía de Stan Laurel y Oliver Hardy los llama por teléfono
y les comunica sus intenciones y recibe la siguiente respuesta de Ethan
o Joel, da igual: Imposible colaborar con el proyecto por falta
de tiempo. Recomendamos utilice su anterior biografía reemplazando
las palabras Laurel y Hardy por Joel y Ethan. Será lo más
sencillo y conveniente para ambas partes. 3
Uno se ríe mucho y de muchas maneras en las películas
de los Coen. Se ríe con ciertos gags visuales y ciertos movimientos
de cámara; se ríe con el modo demencial en que actúan
los actores, siempre haciendo equilibrio sobre la delgada línea
que separa al opio de la anfetamina; se ríe con las tramas siempre
demenciales y al mismo tiempo dotadas de un férrea lógica
interna; se ríe emocionado de las tan sensibles como contundentes
epifanías que pueden generar un sombrero en el aire, una lata
de fijador para el pelo flotando en el torrente de un río desbordado,
un cuadro en la pared de un hotel decadente, un sueño anticipatorio
al que sólo se accede luego de haber robado y devuelto un bebé. 4
En ¿Dónde estás, hermano? George Clooney reciente
ganador del Globo de Oro al mejor comediante por este papel para el
que firmó sin leer elguión se acerca a su manera
a eso que Johnny Depp descubrió en Ed Wood, la película
más Coen de Tim Burton. Clooney es Ulysses McGill: líder
de tres hombres en fuga emprendiendo un largo camino a casa en el que
se encontrarán con profetas ciegos, sheriffs demoníacos,
políticos de cuarta, sirenas seductoras y una oportunidad inesperada
de grabar con el nombre de The Soggy Bottom Boys una versión
de I Am a Man of Constant Sorrow que se convierte en hit
radial a lo largo y ancho de pantanos y pueblos. Lo que importa es retornar
y el retorno se hace eterno. Para hacerlo más soportable, aparecen
y desaparecen personajes y postales con un ritmo que al principio desconcierta
al espectador pero enseguida se vuelve uno de esos raros milagros que
cada vez se producen menos en una sala a oscuras. Los Coen vuelven a
funcionar como perfectos manipuladores para los que nada ni nadie es
sagrado: del mismo modo en que no tuvieron escrúpulos en firmar
un perfecto guión que casi es un calco de las novelas Cosecha
roja y La llave de cristal de Dashiell Hammett; así como mintieron
que Fargo era un caso real sucedido en 1987; y recientemente relanzaron
una versión nueva de Simplemente sangre con cuatro minutos menos
y un absurdo prólogo con profesor universitario iluminándonos
desde su biblioteca; ahora, los Coen decidieron mezclar a Homero con
El Show de los Tres Chiflados. |