Cine
Mike Leigh habla de Topsy-Turvy, su última película
Visita guiada
al vodevil victoriano
Después
del reconocimiento mundial obtenido con Secretos y mentiras y su menos
exitosa, pero igualmente excelente Simplemente amigas, el director británico
Mike Leigh aceptó el desafío de hacer su primera película
de época con la historia de los pioneros de la opereta
inglesa del siglo XIX: William Gilbert y Arthur Sullivan. En diálogo
exclusivo con Radar, Leigh cuenta por qué no usa estrellas en
sus películas, por qué no filmaría en Hollywood
ni aunque le arrancaran los ojos y cómo se hace una
película sin guión, aunque sea histórica y basada
en hechos reales.
POR
ERNESTO BABINO, DESDE VALLADOLID
Al
recibir en 1993 el premio al Mejor Director en el Festival de Cannes
por Naked, su obra más oscura y polémica, Mike Leigh se
consolidaba, a sus cincuenta años, como uno de los grandes directores
británicos. Con un estilo personalísimo, producto de su
particular método de trabajo (trabajar sin guión, entre
otros detalles), Leigh les imprime a sus películas
la dual virtud de capturar lo verdadero de la vida y recrear ese
realismo en el cine, disfrutando del artificio del medio, como
bien señala su principal biógrafo, Michael Coveny. Desde
su ópera prima Bleak Moments (1971), pasando por sus producciones
teatrales y sus trabajos para la televisión inglesa, hasta el
éxito mundial de Secretos y mentiras y la inesperada decisión
de hacer su primera película de época con
Topsy-Turvy, Mike Leigh siempre acompañó sus preocupaciones
existencialistas con fuertes dosis de humor, provocando en el espectador
piruetas faciales de congoja y alegría. La vida es cómica
y trágica todo el tiempo, asevera el cineasta. En el marco
del homenaje recibido en la última Semana Internacional de Cine
de Valladolid, con la exhibición de toda su filmografía,
Mike Leigh concedió esta entrevista exclusiva donde habla de
su peculiar modo de trabajar, de su relación con Hollywood luego
de obtener dos Oscar con Topsy-Turvy y de su identificación con
los reyes de la opereta inglesa de fines del siglo XIX.
¿Qué atractivo encontró un director como usted
en dos personajes como Gilbert y Sullivan para dedicarles una película?
Me resultaba muy interesante hacer una película sobre
artistas de segunda línea que cubrían todos los aspectos
del proceso creativo. Si bien Gilbert y Sullivan no eran genios a la
manera de Shakespeare, Beethoven o Mozart, sí lo fueron en su
especialidad: crearon un arte popular trivial, y se lo tomaban muy en
serio. Siempre me ha parecido fascinante el tema de trabajar muy duro
para lograr entretener a los demás. Y Gilbert y Sullivan me atraen
no sólo por ese motivo sino también por la combinación
de personalidades: el primero porque, a pesar de ser un realizador serio,
disfrutaba tanto al escribir estas obras disparatadas; y el segundo
por su gran sentido del humor, que lo convertía en un bon vivant
que deseaba al mismo tiempo ser un Beethoven. Claro que la película
utiliza la relación entre ambos para dirigir la atención
hacia otros asuntos importantes.
El proceso creativo es uno de los ejes en Topsy-Turvy. ¿Existe
alguna similitud entre su forma de trabajar y la de Gilbert y Sullivan?
En líneas generales existe un paralelo entre mi proceso
creativo y el de ellos: eso de luchar continuamente por ver qué
hacer, cómo seguir adelante. Pero la manera en que trabajo yo
es, en esencia, una antítesis de la manera de contar historias
de Gilbert y Sullivan, que era prescriptiva y muy calculada. De todas
maneras, es un hecho histórico que Gilbert fue uno de los primeros
directores de Occidente en hacer una verdadera puesta en escena: la
dirección teatral no existía como tal hasta ese momento.
¿Cómo fue el trabajo de reconstrucción de época,
tan diferente a la manera en que lo encaran otros cineastas, como James
Ivory?
En general, las películas de corte histórico
tienen una visión superficial, sea de la historia o de la Historia.
Y, para mí, el placer está en nutrirme de mi propia concepción
del mundo: inventar personajes primero, y microcosmos después,
para comunicar lo que siento. El objetivo de este trabajo era aplicar,
en una película del siglo XIX, la misma forma que normalmente
utilizo en las de nuestra época. Esto es, que no habría
guión hasta que se explorara e investigara todo, y se llegara
a una profunda improvisación en la elaboración de los
personajes. Recién ahí contaría la historia en
la forma en que cuento mis historias. Es decir: no se trata de la acción
sino de los momentos intermedios, lo que suele llamarse la realidad.
Así somos capaces de alcanzar una textura de vida.Lo que llamo
momentos intermedios implica una manera de contar, o filmar,
que no vemos en otro tipo de películas.
Contrariamente a otras reconstrucciones de época, hay pocos
exteriores.
Hay pocos exteriores porque realmente no los necesitaba. Y tampoco
podía permitirme gastar gran parte del presupuesto en una toma
de Gilbert caminando por Londres. Tuve que hacer virtud de la necesidad.
Pero las escenas de ópera incluidas en el film crean una especie
de espacio diferente que suple a los exteriores.
Por su modo de trabajar, la actuación tiene un rol preponderante
en sus películas. ¿Cuál fue el criterio de selección
de actores en Topsy-Turvy?
El criterio normal en cualquiera de mis filmes es tratar
de conseguir buenos actores de carácter, que tengan sentido del
humor y, lo que es más difícil, la capacidad de ser reales.
Ese criterios se aplicó también en esta película.
Pero hubo otras consideraciones importantes a tener en cuenta. Una era
que había que caracterizar a personas que realmente existieron;
sabíamos qué estábamos buscando, fisonómicamente
hablando, por lo que teníamos que tratar de encontrar a las personas
indicadas. La otra es que todas las personas que cantan en el film realmente
están cantando, así como los que ejecutan un instrumento,
realmente lo están ejecutando. Lo que significa que debimos encontrar
actores músicos, actores que pudieran cantar y no meros cantantes
que pudieran actuar.
¿Prefiere trabajar sólo con actores de formación
sólida?
Sí, por supuesto, siempre. La cuestión fundamental
se reduce a la versatilidad que sean capaces de tener.
Pero puede usar más de una vez a un mismo actor...
Si la experiencia con ellos fue buena, si me demostraron
que son creativos y versátiles, vuelvo a llamarlos. Pero al mismo
tiempo, me empeño en todas mis películas en encontrar
algún actor o actriz absolutamente nuevo e inédito. Con
un poco de fortuna, a partir de allí me dedico a disfrutar del
éxito que consiguen en sus respectivas carreras estos nuevos
actores.
¿Por qué rehúye trabajar con grandes estrellas?
No siento una reacción alérgica a trabajar
con estrellas como Michael Caine, digamos. No tendría motivos.
Pero existen ciertos factores objetivos que me aconsejan no contar con
actores así en mis películas. En el caso de Michael Caine,
aunque es un actor innegablemente bueno, en cierta forma siempre se
interpreta a sí mismo. No lo digo en un sentido despectivo, más
bien es una observación objetiva: Michael Caine siempre es más
Michael Caine que el personaje que interpreta. Y, por mi modo de trabajar,
necesito actores que sean capaces de explorar distintos registros. Es
el caso de Katrin Cartlidge y Timothy Spall, a quienes, si se los observa
en diferentes películas (Spall hizo conmigo Home Sweet Home,
La vida es maravillosa, Secretos y mentiras y Topsy-Turvy, mientras
que Cartlidge tiene un pequeño papel en esta última, además
de coprotagonizar Naked y Simplemente amigas), se verá que actúan
de manera sumamente distinta. Eso es lo que yo considero ser versátil
como actor. Otro aspecto es que las grandes estrellas tienen una manera
de relacionarse con las películas en las que participan (o mejor
dicho, en las que deciden participar) que no encaja con mi forma de
trabajar. Porque escogen sus propios personajes más que una historia,
y luego intentan controlar la película en términos de
sus propios intereses, de su propia carrera. Lo que da por resultado
una serie de imposiciones con respecto de las otras personas que participan
en el rodaje. Incluso, a estas alturas, hay algunos que aún se
empeñan en ser filmados desde un ángulo o perfil determinado.
Y todo esto, como se imaginará, es imposible de conciliar con
mi estilo. Aunque he trabajado con actores que por propios méritos
son, o luego llegan a ser, estrellas (desde Tim Roth a Gary Oldman,
pasando por David Thewlis, Stephen Rea y Brenda Blethyn), ellos aceptan
el desafío queimplica filmar sin un guión. Aceptan mi
método de trabajo sin saber cómo será el resultado
final y solamente cuentan con su propio punto de vista a medida que
vamos filmando, no exigen tener una perspectiva global antes de rodar
cada escena. Esto es algo que no aceptarían muchas estrellas
y estoy sumamente satisfecho de que así sea. Además, por
la propia naturaleza de mi proceso de trabajo, con esos ensayos tan
largos y tan intensos, a veces a los actores se les coloca el vestuario
y se les hace salir a la calle en la piel del personaje, para practicar
durante horas y horas, y dudo de que una estrella como Michael Caine
estuviera dispuesto a hacer tal cosa.
¿Fue así el trabajo con los actores en Topsy-Turvy?
Sí, como siempre, salvo lo de salir a la calle vestidos
de época. Pasamos mucho tiempo discutiendo, investigando. Hubo
mucho trabajo sobre la caracterización, mucha improvisación
y muchos ensayos a fondo para llegar a ese punto preciso que me interesaba
conseguir.
¿Cómo dirige a los actores sin contar con un guión
previo?
Es un proceso muy largo, pero al momento de filmar todos
saben exactamente qué hacer. Es que no filmamos un guión:
filmamos una película. Usted me dirá: pero una película
es un guión... Y yo le contestaré que el guión
es sólo un instrumento para ayudar a hacer una película;
no es una cosa independiente. Por ejemplo, la conversación que
estamos teniendo en este momento es una improvisación. Podríamos
reconstruirla y ensayarla. Escribiríamos todo y cada uno repetiría
sus palabras. Entonces podríamos empezar a mejorarlas, destilarlas
y hacer la situación más cinemática. Se necesitarían
meses para terminar de prepararla. No se trata de lograr un producto
terminado a través de la escritura, sino de ir creando un mundo
completo para los personajes, viviendo a través de ese proceso
para llegar a esos momentos en concreto. Es cierto que Topsy-Turvy es
inusual en mi filmografía, porque normalmente me embarco en estos
viajes sin saber por dónde voy a ir. En este caso decidí
que este film iba a suceder alrededor de 1885, en la época de
la realización de El Mikado. Era una decisión tomada desde
el punto de vista práctico. El trabajo consistió en dar
vida a los años anteriores y posteriores a 1885. Por ejemplo,
el padre de Gilbert fue interpretado por un hombre que, al momento de
la filmación, tenía 89 años. Tenía conocimiento
directo de la época victoriana por sus propios recuerdos, además
de lo que le había oído contar a su padre. Y, por supuesto,
estamos hablando de un actor inteligente. Pero para poder recrear a
este personaje que realmente existió, que nació en 1789,
tuvimos que investigar ese período, y pensarlo, para que la caracterización
tuviera coherencia, ya que él es un anciano en 1886.
Usted siempre ha exhibido una especial preocupación por retratar
la vida cotidiana, ¿qué diferencia había en hacer
lo mismo, pero con la época victoriana, no la nuestra?
Las preocupaciones que exhibo en Topsy-Turvy son las mismas
que aparecen en mis otros filmes: la relación entre hombres y
mujeres, los hijos, el aborto, el trabajo...
También es recurrente su inquietud por la manera en que hablan
los personajes.
Estoy fascinado desde siempre por el lenguaje y las palabras,
como también por todo tipo de expresiones visuales. Porque, en
realidad, mi fascinación es con la gente. Trato de hacer películas
sobre lo que somos, la manera en que somos, porque nadie es perfecto.
No me obsesiona realmente cómo habla la gente, sino el todo:
esa colección de detalles que hacen a una persona real. Así,
en cada película trato de establecer una conexión estrecha
entre mi fascinación por el lenguaje y la forma de hablar de
mis personajes.
Hablando de gustos, ¿cuáles son sus directores preferidos?
Jean Renoir, Yasujiro Ozu, Ermanno Olmi, Federico Fellini,
Buster Keaton, Luis Buñuel...
¿Robert Altman?
Sí, nos gustamos mutuamente. Como con Pedro Almodóvar.
¿John Cassavetes?
Me gustan algunos de sus filmes, aunque a veces se vuelven
limitados por la forma en que trabaja. Creo que The Killing of a Chinese
Bookie es una gran película.
Luego de los dos Oscar de Topsy-Turvy, ¿ve a Hollywood como
una tentación?
Preferiría que me arrancaran los ojos. No me interesa
en lo mínimo hacer películas comerciales norteamericanas.
Soy un director europeo y ahí es donde pertenezco. Trabajar en
el sistema de Hollywood me sería imposible, porque yo hago films
donde no hay guión, ni se discute acerca del casting, y exijo
tener el corte final. Sólo acepto (y mis productores también
lo aceptan) que me den el dinero y me dejen solo mientras realizo la
película. Eso difícilmente suceda en Hollywood. No existe
ninguna razón por la cual quisiera trabajar en Hollywood.
¿Ni por el dinero?
No, porque sería como firmar un pacto con el diablo.
Si yo hiciera una película en Hollywood, por primera vez no creería
en algo filmado por mí: no me importaría tanto, estaría
repleta de errores y no quiero estar en esa situación. Aclaro
que mi relación con Hollywood es como la de cualquiera: crecí
en las décadas del 40 y 50 viendo películas todo el tiempo.
Lo que veía era cine inglés y de Hollywood, porque en
Manchester no se veía otra clase de películas. Quiero
decir que no vi películas rusas, ni españolas, ni argentinas,
ni japonesas, ni siquiera francesas, hasta que llegué a Londres
en 1960 y descubrí el cine mundial. Hollywood fue parte constitutiva
de mi dieta cuando era un director embrionario, en mi juventud. Lo que
quiero decir es que mi cultura cinematográfica no está
exenta en absoluto de la influencia de Hollywood. Y, de tanto en tanto,
creo que todavía se hacen grandes películas allá,
que puedo ver y disfrutar. Pero las demás son directamente una
mierda. En cuanto al dinero, no me muero de hambre, puedo mantener a
mis hijos. Y si hay algo que no necesito es una pileta de natación.
¿Filmaría una película en la Argentina?
Por qué no. Podría hacer una película
sobre las Malvinas. No sé, no estoy hablando en serio. Aunque
creo que las Malvinas deberían ser devueltas a la Argentina.
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