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Saxo 1 Lee Konitz habla antes de tocar en Buenos Aires

La leyenda blanca

Tocó con Miles Davis en el legendario Birth of the Cool. Durante los 50, fue uno de los pocos saxos altos que no sonaba como una copia de Charlie Parker. Su incursión en la New School of Music del pianista Lennie Tristano lo ligó para siempre al “cool”. Sigue siendo uno de los músicos más creativos del jazz. Antes de tocar por primera vez en Buenos Aires, Lee Konitz da su propia versión de una leyenda que continúa.

 

POR WILLI CAMPINS

 

Seguramente, Lee Konitz está harto de que le pregunten por la década del 40, sobre si él ayudó o no a cimentar el lenguaje del bebop, sobre cómo era Miles Davis con sus músicos o sobre el cool jazz. Entonces, preguntado por lo que está haciendo ahora, contesta del otro lado de la línea, desde Köln, Alemania, con unos silbidos que imitan el canto de un pájaro. Se refiere al nuevo disco que está grabando con un pianista italiano, en una de cuyas sesiones de grabación comenzó a imitar el sonido de distintos pájaros, todo motivado por la frase “Bird Lives”, frase que se repetía en los círculos de jazz cuando Parker murió. Bird, que quiere decir “pájaro”, era el sobrenombre que se le daba a Charlie Parker: “Parker está vivo”.
Al parecer, el silbido de Konitz llevó al pianista a jugar con las notas más agudas en el teclado y al propio Lee a cantar en un tempo rápido, sobre los acordes de Cherokee, y todo este experimento de improvisación libre quedó registrado para un disco que saldrá en un futuro cercano. Cuando le decimos que no parece ser el músico de cool jazz que todos dicen que es, contesta: “Bueno, para mí cool significa ser capaz de probar nuevas cosas sin ponerse nervioso”. Una observación interesante, teniendo en cuenta que la expresión cool (“fresco” y, por extensión, “tranquilo”) se terminó asociando, en el jazz, a una música fría y sin compromiso. Como dice Marshall Stearns cuando habla del cool jazz de la década del 50: “El problema estaba en tocar fresco sin ser frío”.
Por supuesto, Lee Konitz es uno de los nombres que surgen cuando se habla de cool jazz bien entendido, pero su carrera es mucho más amplia.
Reconoce como una gran inspiración la música de las bandas de jazz bailable que escuchaba por las noches en la radio, en su Chicago natal, donde, luego de una breve incursión con el clarinete, se pasó definitivamente al saxo alto. En 1947, cuando tenía 20 años, comenzó a hacerse notar por sus solos en la orquesta de Claude Thornhill, donde ya mostraba las cualidades que lo llevaron, durante los 50, a ser uno de los pocos saxos altos que no sonaba como una copia de Charlie Parker. Entre 1948 y 1950 estuvo junto a Miles Davis en el noneto del que Gerry Mulligan decía que Miles había escamoteado como propio, cuando en realidad era un trabajo en colaboración, y que se transformó en leyenda a través del disco Birth of the Cool; y participó además en otras formaciones que quedaron registradas en The Real Birth of the Cool y Cool Boppin’. Enseguida entró en la New School of Music del pianista Lennie Tristano, con quien se desarrolló en el arte de la improvisación lineal y terminó asociándose para varias grabaciones.
Este arranque lo etiquetó para siempre como músico de “cool jazz”, pero Lee redefine en forma personal ese mote: “Yo creo positivamente que los músicos que tocan música honesta y bien compuesta son músicos cool. Los músicos llamados hot son generalmente instrumentistas, y quieren ser admirados por lo que tocan. Cuando Louis Armstrong tocaba grandes solos de trompeta, para mí él sonaba cool”.
Claro, Konitz opone los músicos que tocan gimnásticamente a los que lo hacen dentro de un contexto realmente musical. Es por eso que a lo largo de su carrera, aunque no se negó a participar de grupos grandes, como su propio noneto de los 70, muchas veces prefirió formaciones más reducidas, como sus dúos con Jim Hall, Harold Danko, Michel Petrucciani, Eddie Gómez o Elvin Jones, cuartetos (hay una grabación antológica con Bill Evans) o tríos. Con esta formación se iba a presentar en Buenos Aires el año pasado, pero una afección cardíaca se lo impidió. Luego de dos operaciones, y muy bien recuperado, se presentará por primera vez en la Argentina los días 19 y 21 de abril con el contrabajista Ron McClure y Jeff Williams en batería, su grupo en estos momentos. “En esa situación, sin instrumentos armónicos, me siento cómodo para tocar por más tiempo y mantenerme en mi centro. A veces, cuando hay demasiada gente haciendo solos, de alguna manera uno pierde su propia continuidad.”
Hablando de influencias tempranas, menciona a Johnny Hodges, Benny Carter, Coleman Hawkins, Lester Young y al mismísimo Parker, como luces en el camino hacia el toque personal. “Al principio siempre hay un proceso de copia, en el cual uno aprende cómo desplazarse a través de las emociones de un buen solo, qué energías desarrollar, qué notas tocar, etc,, tal como un pintor puede copiar a Rembrandt o a quien sea, y luego, eventualmente, surgir con algo propio, diferente.” Y le reconoce a Tristano haberlo estimulado a encontrar su propio sonido, en un momento en que todos copiaban a Parker.
Aunque el jazz blanco fue acusado de intelectualismo, el mismo Parker mencionaba a Tristano como uno de los músicos que admiraba, junto a otros músicos también blancos. “Creo que Charlie valoraba la calidad de la música y no el color de la piel, y no había nadie más intelectual que Charlie Parker, ¡por Dios!”
¿Por qué dice eso?
–Quiero decir, era un genio, un gran compositor, un gran instrumentista, un hombre muy leído y en sus solos había un gran trabajo intelectual. Y cambió absolutamente todo el vocabulario de la música.
¿Cómo ve el jazz actual en comparación con el de aquellos años?
–Bueno, ahora hay músicos mejor educados porque hay más escuelas donde aprender. Joe Lovano y algunos de los mejores músicos de ahora han ido a Berklee o al Conservatorio de New England o a alguna de esas escuelas.
¿Y la música en sí misma?
–Al principio se aprendía más en las calles, sólo tocando, por lo que probablemente había más individualidades. Ahora están aprendiendo lo que podríamos llamar una fórmula y entonces resulta que hay muchos músicos muy bien educados, pero no tantos originales. Aunque creo que los tipos más talentosos van a ir apareciendo, uno aquí y otro allá, y la cosa va a continuar progresando. Por ejemplo, hay un saxofonista tenor que se llama Mark Turner. Hace poco grabé con un cuarteto y él estaba invitado en cuatro temas. Es uno de los mejores músicos jóvenes que escuchado.
¿Cuál es su opinión acerca de los músicos que están trabajando en el estilo que llaman “nuevo tradicionalismo”?
–Eso es lo que los estudiantes tienen que hacer para poder vivir. Wynton Marsalis es uno de los estudiantes mejor pagos en el jazz. Tiene mucho talento, mucho respeto público, es un formador de opinión, aunque a veces no estamos de acuerdo con él, pero todavía no ha encontrado su propia voz y está estudiando la vieja música. La gente que no la escuchó antes quiere escuchar eso ahora. A mí no me importa. No estoy realmente interesado en hacer eso.
Usted viene tocando desde hace más de cincuenta años. ¿Cómo se siente? ¿Está más confiado y satisfecho con su forma de tocar?
–Tengo más confianza porque tuve la suerte de tocar mucho y realmente se aprende tocando frente a la gente. Además, siento que ahora estoy más cerca de tocar lo que realmente siento. Antes estaba bajo la influencia de otra gente; ahora estoy lo suficientemente viejo como para tomar mis propias decisiones.

Lee Konitz se presentará en el ciclo Contemporánea Live, en el Salón San Telmo del Hotel Sheraton el jueves 19 y el sábado 21 de abril a las 21.30. El miércoles 18 dará una clínica en el Teatro Presidente Alvear a las 17.

 

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