Personajes
Eleonora Cassano está de vuelta
Las
cosas del querer
Después
de convertirse en la partenaire inseparable de Julio Bocca al punto
de posar juntos para Playboy y de distanciarse de él para incursionar
en otros rubros como la revista, el tango y la danza contemporánea,
Eleonora Cassano vuelve a las fuentes con Carmen en el Colón.
De paso hace un balance y explica por qué ama haber pasado por
el Maipo, bailado embarazada y hasta cantado y por qué odia que
le saquen fotos en zapatilla de punta y que los bailarines clásicos
nunca abran la boca.
POR
SILVINA SZPERLING
Carmela
es muy libre. Yo antes pensaba que era una prostituta, pero ahora me
di cuenta de que es una gitana libre, que hace y siente lo que quiere.
Carmela es el nombre que utiliza Eleonora Cassano para referirse a Carmen,
el personaje que interpreta desde ayer y hasta el próximo domingo
en el Teatro Colón. ¿Una forma de apropiarse, al itálico
modo que su apellido le otorga, de uno de los personajes más
famosos (y queridos) de la historia del ballet? No sé por
qué la llamo así, pero la idea que yo tenía acerca
de la Carmen cambió, así como cambió la coreografía
que bailo. En esta oportunidad es la del cubano Alberto Alonso, lo cual
es una novedad también para el Colón. Antes había
bailado muchas veces la versión de Plissetski. Las funciones
en las cuales el Ballet del Colón se da el lujo de contar con
una de las bailarinas argentinas más dúctiles y reconocidas
en el exterior se producen en el marco de una nueva gestión (y
van...) a cargo de la flamante directora del ballet, la cubana Marta
García, quien la ejerce junto a su esposo Orlando Salgado, en
calidad de maestro de baile y ensayista. Ambos portan la tradición
del Ballet Nacional de Cuba, fundado por Alicia Alonso.
Carmen se enamora de Don José, al principio lo vive como
un juego, pero en realidad le pasa algo, tiene una historia con él.
Y Don José se súperengancha, pobre. (risas) Y claro, con
esta cosa de la libertad, ella va cambiando de historias: se le presentó
el torero y se enganchó con él. Eso no quiere decir que
no se haya enamorado de Don José, pero llegó un momento
en que se le cortó la historia. Y el otro hace de todo, incluso
deja la milicia por ella, pero Carmen no puede traicionar sus sentimientos.
Eleonora ha dado sobradas muestras de movilidad y eclecticismo a lo
largo de una carrera que, luego de sumarse a la de Julio Bocca como
su compañera inseparable e insuperable, decidió dar un
vuelco y hacer la suya, invitando a otros partenaires a compartir escenario
con ella. Así como había compartido (y lo sigue haciendo)
con Bocca situaciones inusuales para una bailarina clásica, como
las famosas fotos para la revista Playboy y la apertura a otros lenguajes
como la danza contemporánea y el tango, Cassano se decidió
un buen día a aceptar la oferta de Lino Patalano de hacer revista.
¿Por qué no? En realidad yo había decidido
parar con las giras porque quería tener un hijo. Hacía
muchos años ya que estaba casada y me picaba el bichito de ser
mamá. Pero, hete aquí que no quedaba embarazada. Claro,
yo pensaba que todo era fácil, programable, pero con el acelere
que tenía... Entonces seguimos bajando contratos y tampoco pasaba
nada. Hasta que Lino me dice: ¿Y por qué no hacemos un
musical? La Cassano en el Maipo fue un éxito de público
y, en su segunda temporada, Eleonora bailó hasta el quinto mes
de su deseado embarazo. Luego volvieron las giras, y su hijo Tomás
se integró a ellas: Tiene 4 años y medio y ya conoce
12 países. Muy familiera, la Cassano viaja siempre con
su marido (manager y guardaespaldas incondicional) y su suegra o su
mamá para que entre todos cuiden de su hijo. No me gusta
delegar la crianza en cualquiera. Tengo la suerte de contar con las
abuelas que me apoyan. Yo sé perfectamente lo que es mejor para
él. Además me gusta estar con él, donde puedo,
aprovecho el tiempo para disfrutar de su compañía. Debo
ser medio insoportable como madre, entre la herencia italiana de mi
papá y la polaco-rusa de mi mamá... Intensidad natural
que el personaje de Carmen agradece. Nuestro trabajo es hacer
que el público sienta lo que le pasa a los personajes, que viva
la historia. De todos modos, Carmen es una obra de fácil interpretación
para la gente. Primero, porque es una historia conocida y segundo, porque
es muy clara, no es fantasiosa. Por ejemplo, en El lago de los cisnes
aparece el brujo y convierte a la princesa en cisne: todo eso la gente
mucho no lo entiende. Tiene que leer el programa o saber el argumento
de antemano. En cambio aquí no hay hadas, príncipes, ni
brujos. Esto es real, a cualquiera le puede pasar. Ni bien se abre el
telón, ahí está Carmen y tiene quepresentarse y
demostrar quién es, y su primer contacto con el público
es un juego de seducción.
FAMILIA
MUY NORMAL
Con una infancia muy distinta a la de su hijo trashumante, Eleonora,
hija de una bailarina, Lidia Sabinsky, comenzó a los 8 años
a estudiar danza en el Instituto del Teatro Colón. A los
7 me habían llevado a ver un ballet al Colón. El lago
de los cisnes. Me morí. Yo quiero esto, dije. Entonces
mi mamá me llevó a lo de Olga Ferri y a los pocos meses,
Olga le dijo a mi mamá Esta chica tiene muchas condiciones, mándela
al Colón. Mi mamá había hecho la escuela del Colón,
luego hizo televisión, más tarde nacimos mi hermana y
yo y mamá dejó de bailar. Empezamos a estudiar danza juntas
con mi hermana. Ella es la antítesis: gordita, nada que ver.
A ella le daba la cabeza y mí el cuerpo. Bueno, ella dejó
danza y se dedicó a la medicina.
¿Qué era lo que más le gustaba de chica: la imagen
de la bailarina, con el tutú y las puntas o las sensaciones que
tenía al bailar?
Lo que yo disfrutaba era cuando bailaba, porque era mi mejor momento
de expresión. Yo era muy tímida, al decir dos palabras
me ponía bordó. Es el día de hoy que todavía
me sigo poniendo colorada. Me daban vergüenza muchas cosas.
¿Le resultó sacrificada esa infancia en el Colón?
Para nada. Te sacrificás, pero no lo sentís. Me
levantaba a las 5 y media de la mañana para estar a la 7 y media
en la clase, con unos fríos que hoy ya no existen. Me acuerdo
de eso, pero para mí lo tedioso, lo molesto era la escuela. Me
rateaba muchas veces para quedarme a ver ensayos. A la noche, al salir
de la escuela, volvía a hacer una clase de clásico con
Gloria Kazda o Mirta Furioso, y no sentía el cansancio en el
cuerpo. Largué el secundario porque se me presentó una
gira con la escuela del Colón y, aunque después me maté
para rendir libre, no llegué a tener el título secundario.
Su disciplina era otra. Sin la rigidez que tiene la danza clásica
no se puede llegar muy lejos. Creo que después de hacer clásico
bien, podés hacer cualquier otra clase de danza. Si ponés
a un bailarín contemporáneo a bailar clásico, no
va a ser lo mismo que si ponés a un clásico a hacer contemporáneo.
No quiero hacer historias competitivas con esto pero lo clásico
te forma para todo.
¿Y cómo fue volver al clásico después de
la revista y del tango?
Me cambió muchísimo todo, porque además fui
mamá. Sé que ahora bailo distinto. El hecho de haber abierto
la boca, hacer otros tipos de danza, hasta de haber hecho zapateo americano.
Estoy más libre, más tranquila, disfruto más, me
siento más completa como artista.
¿Y el volver al Colón?
Bárbaro, las nuevas autoridades me recibieron muy bien.
Es mi casa, yo me crié ahí. Tuve la suerte de tener una
estrellita, porque podés ser muy buen bailarín y hacer
sin embargo una carrera intrascendente. Yo me siento súper realizada
de haber bailado por todo el mundo y poder volver a mi casa. El escenario
del Colón es distinto, hay una magia especial, es tan hermoso...
Yo estuve en la Opera de París y en el Kirov y a mí el
Colón me parece insuperable en su belleza. Y el hecho de saberse
parte de esto desde los 8 años. Además, me encuentro con
gente que conozco desde chica. Es como volver en el tiempo: veía
a las chicas y las veo iguales a entonces. Me parece que es una regresión
en el tiempo, pero todos con hijos, ¿no?
Como esas películas de reunión de amigos...
No, es distinto, porque nosotras no variamos físicamente.
Todas tienen uno o dos hijos y están iguales, es muy impresionante.
Estamos todas ahí, flaquitas y con el rodetito y parecemos nenas.
Lo único que me da pena es el hecho de saber que la compañía
no tiene la cantidad de funciones quetiene que tener, una compañía
con 80 bailarines y menos de 40 funciones al año...
¿Por qué piensa que pasa eso?
No sé. Creo que influye la recesión, las dificultades
económicas, aunque se podrían hacer más funciones
por programa y se aprovecharía mejor la inversión. No
sé si irá más gente a ver ópera que ballet,
pero hay muchas más títulos de ópera y programas
de concierto que de danza. Yo no lo puedo creer, cuando nosotros hacemos
el Luna Park, se llena. Y no de balletómanos. Es gente común.
Creo que el Ballet del Colón no tiene la difusión que
corresponde, la gente ni se entera de lo que hace. Es muy embromado
el tema, pero uno siempre tiene ganas de que el Ballet surja.
BOCCAMANIA
De su encuentro con Julio Bocca no registra un momento preciso,
ya que él es dos años más chico que ella y solían
cruzarse en las clases y los pasillos del Colón. Julio
era uno más, pero llamaba la atención dentro del grupo.
Me acuerdo de que yo había venido de ganar un concurso en Nueva
York con Maximiliano Guerra y me estaba preparando con Lidia Segni para
ir a Moscú y Julio me vino a ver. Me invitó a bailar con
él a Venezuela, pero antes hicimos unas funciones de prueba en
Mendoza y Córdoba y me di cuenta de que algo especial estaba
pasando: las chicas se le tiraban encima, la gente se volvía
loca. Finalmente, fuimos a Venezuela y tuvimos que preparar un bis para
la segunda función, porque el primer día hubo una ovación
de pie de 20 minutos.
¿Y qué le pasó con la Boccamanía?
Me fui involucrando, éramos Julio y Eleonora. Eso duró
bastante tiempo, hasta que yo necesité otros aires. Necesité
salir de la comodidad de saber que de la mano de Bocca siempre me iba
a ir bien. Pero el tema de la vida pública mucho no me influye,
porque yo tengo una vida muy aburrida: no tomo, no fumo, no cambio de
marido, no tengo amoríos. Es una vida muy normal, entonces no
llama mucho la atención.
¿Cuando baila un pas de deux como por ejemplo Manon, que tiene
una fuerte carga erótica, qué le pasa?
Y... depende de con quién lo baile. Con Julio es como que
nos juntamos y explota una bomba. Lo siento yo, lo siente él
y lo siente el público. Con él me siento potenciada y
libre. No pienso en nada más que en disfrutar, y ahora los dos
estamos pasando por momentos muy plenos. Eso ya no es cuestión
de trabajarlo. Está.
¿Hay algún otro bailarín con el que sienta algo
parecido?
Y, es muy difícil... A Manon lo bailé también
con Mohamedo y no tenía la misma confianza, me daba vergüenza
la parte del beso, en fin. La persona es Julio.
Es decir que la misma fidelidad que practica en su matrimonio la lleva
a las tablas.
Sí. Es decir, no. Mirá si le metiera los cuernos
a mi marido como se los he metido a Julio... No, mejor no comparemos.
¿Cómo se llevó con Iñaki Urlezaga cuando
hicieron Giselle en 1999?
Bien. Es muy buen partenaire, es muy lindo, muy linda persona.
Pero mi corazoncito está con Julio. A veces me preguntan ¿Quién
le gusta más: Julio Bocca o Maximiliano Guerra? Y yo pienso:
¿Qué me preguntás, si ya sabés?
Habría que sacarlo a Julio de la comparación, porque nos
conocemos tanto que somos como hermanos. Estoy segura de que si yo improviso
él va a estar ahí, apoyándome al ciento por ciento.
Él además es una persona que cuando está con alguien,
se olvida de cómo se ve él y está pendiente de
vos. Hay otros partenaires que se están luciendo y sentís
que te cuidan un poquito mientras se miran al espejo. Con él
nunca me pasa eso.
CARMELA
ON THE ROCKS
En 1875, la première de la ópera Carmen significó
un escándalo en una sociedad que tomaba a la ópera como
un entretenimientofamiliar. La historia, basada en la novela de Próspero
Mérimée, de la cigarrera que seduce al soldado y al torero
no fue fácilmente digerido por el público habitué
ni la crítica. Su compositor, Georges Bizet, se había
tomado dos años para concretarla, debido a una fiebre reumática
que tres meses después del estreno le provocara la muerte, a
los 36 años. Bizet nunca sospechó que la obra que significó
su último fracaso tendría luego una popularidad tan grande
y sería llevada al ballet, al teatro e incluso al cine, amén
de ser tarareada por gente que jamás pisó una sala de
ópera en su vida.
¿Le gustaría llevar esa libertad de Carmen a su vida privada,
o las vidas del escenario son suficientes para experimentar esa liberación?
No, no mezclo ambos planos para nada. Aunque para Carmela apelo
a ese coqueteo femenino que es bastante normal en la vida de casi toda
mujer, habitualmente no mezclo los trabajos con la vida cotidiana.
¿Cómo es la imagen que tiene la gente de la bailarina
clásica?
Súper convencional: siempre quieren la foto con la zapatilla
de punta, la chica buena, pura. Yo trato de romperla todo el tiempo
y creo que me sale bastante bien. Cuando me puse a estudiar canto mis
propios compañeros me preguntaban: ¿Qué hacés
vos estudiando canto? Hay gente de ballet que no me perdona el
haberme permitido hacer esos cambios. Nuestra sociedad es de encasillar
muchísimo.
¿Se refiere a la sociedad argentina?
Sí. Afuera hay más permisos. En Estados Unidos un
bailarín clásico, por más excelente que sea, sabe
hacer miles de cosas y tiene que saber hacerlas, porque si no, no lo
llaman. Mirá Baryshnikov, o Makarova. Todos tuvieron que hacer
algo más, a pesar de ser excelentes bailarines, no se quedaron
sólo con la danza clásica. A mí me interesa esa
idea. ¿Si puedo abrir la boca arriba de un escenario, por qué
no hacerlo?
¿Por qué piensa que pesa ese silencio sobre los bailarines?
Yo creo que es una cuestión de costumbres. El otro día
veía a Ana María Stekelman con los chicos del Ballet Argentino
de La Plata, escuchaba cómo los hacía largar la voz al
lado del piano y me dije Se nota que los chicos nunca hicieron
esto. Algunos lo hacían bien, otros mal, pero para todos
significó romper, quebrar algo.
¿Le gustaría tener un cuerpo más voluptuoso, más
exuberante?
No, me hubiera gustado ser más alta, pero no más
exuberante. A mi marido, probablemente sí. No me dice nada, pero
veo cómo mira a mujeres con cuerpos más voluptuosos. Pero
mejor no le preguntes a él.
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