Música
Vinicio Capossela, gitano, porteño y balcánico
IL
CAPO
Es
italiano, pero sus discos están plagados de música balcánica,
bayones, boleros, mambos, congas y rumbas. Pasa largas temporadas viviendo
en su auto. No tiene amigos sino apenas conocidos. Sus letras
le deben tanto a DAnnunzio como a Céline y John Fante.
Pero sobre todo está enamorado del tango: los toca, los reescribe
y hasta imita a Troilo sin salir mal parado. Con sólo seis discos
y una leyenda sobre sus espaldas, Vinicio Capossela parece ser el lugar
donde se cruzan el tango, los gitanos y los Balcanes.
Por
Guillermo Piro
Ser
músico en Italia es muy difícil. Ser músico es
difícil en cualquier sitio, podrá decirse, y es cierto,
pero en Italia es más difícil. ¿Por qué?
Porque a diferencia de lo que ocurre en otros países, en donde
el músico busca incansablemente la veta original, y la hace suya,
al punto que luego le llega el turno de vanagloriarse de ser copiado,
en Italia esa opción está vedada, porque lo original no
interesa. Resumiendo: se puede cantar como Nicola di Bari (aunque parezca
mentira hay quienes todavía lo imitan), o como Salvatore Adamo;
se puede cantar siguiendo el rumbo trazado por Enzo Jannacci o Paolo
Conte, pero se está condenado al perfecto fracaso si lo que se
intenta es hacer algo absolutamente personal, único.
El caso Capossela es único, porque es inexplicable. Un músico
que ha abrevado en la música melódica italiana, pero que
enseguida ha comenzado a viajar, sin descanso, siempre solo. A viajar
en sentido figurado, porque este italiano nacido en Hannover (su padre
es italiano y su madre alemana) el 14 de diciembre de 1965, pocas veces
ha llevado su música fuera de los límites de Italia (en
noviembre de 1995 dio un concierto en el Teatro de la Ville de París),
aunque su discografía se encuentre plagada de música balcánica,
bayones, boleros, mambos, congas, rumbas y tangos. Tangos. Caposela
es un no alineado (también un desaliñado: se ha dejado
fascinar por el look Tom Waits), un divergente. Se puede no estar absolutamente
de acuerdo con esto, pero es innegable que con su último disco,
Canzoni a manovela (Canciones a manija) privilegió
en grado sumo la marginalidad de instrumentos atípicos y curiosos
(baladas con atmósfera parisina, una poesía excéntrica,
que rinde tributo tanto a DAnnunzio como a Céline, tanto
a Bukowski como a John Fante, su adorado John Fante). En un país
donde cualquier automóvil que no sea Fiat induce desconfianza
(como si un BMW fuese un auto húngaro, donde vaya uno a saber
dónde van a conseguirse los repuestos), Capossela ha sabido hacerse
sitio.
RETRATO
DEL ARTISTA ADOLESCENTE
Con el diploma de perito químico, se inscribe y
frecuenta el Conservatorio, que abandonará poco después
(la química y la música parecen tener poco que ver, salvo
por el hecho de que las ideas, en Capossela, nacen siempre por proceso
de combustión). En aquel entonces el piano no parecía
darle demasiadas satisfacciones: demasiados solfeos, demasiadas horas
aburridas. El abandono del Conservatorio no se debió a una decisión
premeditada, a un plan seguro: lo que ocurre es que en año no
hizo los deberes durante las vacaciones, y dado que a la reapertura
de los cursos no los tenía hechos, no tuvo el coraje de inscribirse
nuevamente. Luego siguió la facultad de Economía, y luego
Literatura extranjera. ¿La música? Siempre por la vía
menos ortodoxa. ¿Qué se hace cuando se es un adolescente?
Se juega al fútbol (para las mujeres es demasiado pronto). Pero
el fútbol no le gustaba, y a las mujeres no les gustaba Vinicio.
Entonces, con un amigo, formó un grupo de hard rock: The Hurricane.
Instrumentos desafinados, sonidos discordantes: un verdadero huracán
desordenado de sonidos (una época que es mejor olvidar, pero
que extrañamente Capossela no se cansa de recordar, tal vez porque
encuentra que la historia de The Hurricane se parece mucho a la de The
Commitments). A Vinicio lo descubrió el padre de los cantautores
italianos, Francesco Guccini. Su historia, hasta 1983, se parece a un
mal film de Hollywood. Luego de la disolución de The Hurricane
comenzó a transitar bares, pubs y nightclubs de Parma cantando
a dúo con su novia. Ella cantaba, él tocaba el piano.
Son cosas tiernas que se hacen cuando se está enamorado. Eran
felices, ¿qué podían hacer si no era cantar?
SOLO,
SENZA RAGAZZA
Ahora sí, ahora comienza el camino solitario, piano
y un registro de voz particular, único. Siete años después
le llega el primer reconocimiento oficial. Graba Alluna
e trentacinque circa (Alrededor de la una y treinta y cinco),
un disco nocturno de baladas melancólicas y súbitos
ataques eufóricos (o mejor: rabiosos) que de ahora en adelante
quedarán estampados en su documento de identidad, en el currículum
poético caposseliano. La vida es demasiado triste como
para divertirse continuamente y demasiado intensa como para no divertirse
en absoluto. Ese es el primer mandamiento de Vinicio: Siente
tristeza y diviértete, diviértete y siente tristeza.
Ese mandamiento se hace más evidente en su segundo trabajo, Modì
(la abreviatura de Modigliani). En sus letras, Vinicio comienza a convertirse
en el cronista de los pobres amantes, de los amigos perdidos (su sentencia
favorita es: Amigos no, a lo sumo conocidos), de sus recuerdos
de provincia. En Modì tiene lugar la primera invasión
castellana. Un tema demasiado divertido como para no reír cuando
el cantante ataca, en un improbable español, con: Ahí
regida do Florida/ baila con mi toda mi vida/ mira niña yo te
vorría/ ah regina puértame via.
Algunos temas se oirán en el film Non chiamatemi Oscar (No
me llamen Oscar), de Staino y Altan, dos famosos humoristas gráficos
italianos, en el que el mismísimo Capossela interpreta un pequeño
papel. Estamos en 1993, y Capossela participa del disco-homenaje organizado
por el club Tenco dedicado al cantante ruso Vladimir Visotski titulado
Il volo de Volodja (El vuelo de Volodia), en el que interpreta
Il pugile sentimental (El púgil sentimental).
Llega 1994 con su tercer disco, Camera a sud (Habitación
al sur), que aparece también en Francia. Y ahora hace su
entrada Aníbal Troilo.
NOCTURNO
EN MI BARRIO
Vivir sin dirección fija tiene sus complicaciones.
Por ejemplo, cuando alguien nos pide nuestra dirección, no nos
queda otra que darles el número de la patente del auto, porque
de hecho es allí donde pasamos la mayor parte del día.
Pero también podemos dar la dirección de las estaciones
de servicio donde dormimos, de los talleres mecánicos donde nos
permiten estacionar el auto para echarnos un sueñito, de las
casas de los conocidos. Así concibe Capossela su
cuarto disco, Il ballo di San Vito (El baile de San Vito),
su disco más contaminado y valiente, un declarado homenaje a
su adorado John Fante, cuyo libro La cofradía de la uva es para
él una especie de Biblia sin la cual no puede emprenderse un
viaje, por más corto que sea. Es de esos libros sin los cuales
no se puede estar, aunque no se los lea a todo momento. Pero es que
la sola idea del deseo de leer un libro y no tenerlo con nosotros es
aterradora. Para alguien que todavía siente que no llegó
su momento no queda más que esperar. Pero ¿esperar qué?:
Espera la primavera, Bandini (ese también es John
Fante, su primera novela de la saga dedicada a Arturo Bandini, un adolescente
hijo de padres italianos, alter ego de Fante, sincero y tramposo, rencoroso
y tierno, egoísta y generoso, como todos nosotros, conmovedores,
divertidos, contradictorios e inolvidables). Ya es 1997, Il ballo di
San Vito (alusión al mal de San Vito, la enfermedad más
acorde a la música caposseliana, el usufructo del movimiento
involuntario antes de la aparición del éxtasis). En el
álbum colaboran los ex Lounge Lizards Evan Lurie y Marc Ribot.
El tour en vivo será grabado el 22 de octubre de 1997 y aparecerá
con el título Live in Volvo, cuando hace su aparición
la Kokani Orchestra dirigida por Neat Veliov (¿recuerdan la música
del film Gato negro, gato blanco, de Kusturica? Bien: ésa era
la Kokani), los más grandes imitadores de las bandas musicales
del ejército otomano.
Live in Volvo es el quinto álbum, como siempre, contaminado,
fuera de esquema, enamorado. Es allí donde Capossela sorprende
a los asistentes al concierto con dos temas, dos tangos. Cristal,
de Contursi y Mariano Mores, y Scivola vai via. En el primero
Capossela se limita a unas estrofas, pero le da un giro en su traducción
traidora que hace que elfinal resulte emblemático, mítico;
más nostálgico y triste que el original. En el segundo
el caso es diferente. Capossela decide introducir un tema suyo... con
el monólogo de Aníbal Troilo Nocturno en mi barrio.
Eso no es todo: Capossela rinde tributo a Pichuco imitándolo
abiertamente, con una voz ronca, gastada; más gastada y ronca
que la suya.
Este gitano-porteño-balcánico no
tiene freno. Quizá peque de demasiado viajero: escuchando Live
in Volvo se comprende lo que es tener pies y no raíces. Capossela
va y viene; ataca un tango, e inmediatamente después salta a
una rumba para luego, con la única intervención de un
redoble de tambor, pasar a una marcha balcánica desentonada y
delirante, pero en cuya letra podrían encontrarse resabios de
algún triste bolero cubano. Es decir: nada italiano acude en
la mente de quien lo ve y oye.
CANCIONES A MANIJA
En 1999 Vinicio se dedica a dos experimentos: el acompañamiento
en piano de un clásico del cine, Tiempos modernos, de Chaplin,
y un nuevo tour, en el cual realiza, acompañado del bandoneonista
Caesar Stroscio. Y en abril del 2000, Canzoni a manovela, el sexto álbum
que tiene como invitados a Marc Ribot, Pascal Comelade, Ares Tavolazzi,
Roy Paci y una soprano japonesa, Mayumi Torikoshi.
Si lo que buscamos insistentemente en las canciones es un reflejo de
los sentimientos que se agitan bajo el cielo, entonces escuchen este
disco, esta especie de Zigfield Foolies submarina (una obra más
de ingenio e invención de que fantasía). Vinicio juega
peligrosamente con la locura, hace ostentación de su excentricidad
de dandy linyera condenado a atravesar el tiempo con desesperada ironía.
Es la obra de un genio. De un genio que ama los disfraces y los uniformes,
los pianos viejos, la patafísica, los trenes y los transatlánticos;
de un genio que ama a Céline y su trilogía alemana,
cuando ya era incapaz de escribir más de tres palabras sin emplear
los puntos suspensivos; de un genio que ama el mar Báltico (¿alguien
oyó alguna vez a alguien decir que amaba el Báltico?).
De hecho, el disco comienza con un homenaje a Céline y su Bardamu
(el personaje de Viaje al fin de la noche). Todos los temas están
instrumentalizados con intervenciones mínimas. Hasta el piano
suena de un modo particular. Pobres instrumentos, cortos respiros. Una
suerte de pequeña sinfonía, daguerrotipo y espectáculo
teatral.
Todos los personajes de Capossela parecen perseguidos por la maldición
de ser como son. Caminan alegremente sabiendo que algo fatal está
cerca, pero no pueden ni quieren hacer nada para remediarlo. Siguen
adelante, cayendo cada vez más en el embudo de la vida.
Es por eso que a Capossela le gusta tanto John Fante: es humorístico,
cínico, grotesco. Es decir, parece italiano-balcánico.
MP3
VS. VESPA PX
Pero si hay algo que Capossela verdaderamente adora es
el lenguaje. ¿Por qué? Porque es lo único verdaderamente
suyo; la música depende de quien se invite a tocar, y de otra
afortunada serie de coincidencias. Antes, los que escribían como
Vinicio Capossela, los discos los hacían a guitarra y voz. Pero
el modo moderno de realizar una canción es con productor y músicos
(muchos).
Ya no es necesario que las canciones hablen del punto de vista del autor;
a nadie le interesa saber cuál es la visión del mundo
de nadie. A nadie le interesa saber algo de tus derrotas amorosas.
Capossela prefiere sobre todas las cosas la Caballería Rusticana
y los discos de ruidos para películas. No importa qué
ruidos: todos. Pero siente cierta debilidad por los disparos. Debe ser
divertido escuchar disparos en el estéreo mientras se está
detenido en un semáforo en rojo.
No sabe qué es el MP3. Para él sólo sigue existiendo
la Vespa PX.
Piensa abandonar en breve los conciertos. Le gusta mucho más
andar por ahí con nombre falso. Su preferido es Vic Damone, pero
tiene más. Haga lo que haga, seguirá considerándose
un cantante de tangos, porque es la música de la ausencia, de
algo que fue y ya no es.
arriba