MuchachA
PUnk
Desde
hace diez años el mundo asiste al nacimiento silencioso de un
nuevo movimiento: el queerpunk o homocore. Sus integrantes: gays y lesbianas
que encuentran en el punk un lugar de pertenencia. Su objetivo: prescindir
del circuito gay tradicional. Sus motivos: el conservadurismo y el imaginario
heterosexual que predomina en ese circuito. Sus armas: discos de ediciones
casi subterráneas, fiestas, fanzines y manifiestos. Sus alcances:
de Estados Unidos y Polonia a Canadá y la Argentina.
POR
MARIANA ENRIQUEZ
En
los años 50, un punk era lo que una jerga carcelaria
ya en desuso definía como un carolo, es decir el
jovencito que los presos heterosexuales usan como amante. Era un término
que servía para insultar, para definir lo despreciado y despreciable.
Cuando los punks neoyorquinos de los 70 decidieron tomar ese término
para nombrarse, eran conscientes de su doble carga de ambigüedad
y sinónimo de marginalidad. De hecho, ese primer germen punk
era claramente ambiguo sexualmente. Patti Smith, en sus años
de poetisa punk neoyorquina, vivía con el fotógrafo Robert
Mapplethorpe y quería parecerse a Keith Richards. Los New York
Dolls tocaban vestidos de mujer. Una de las bandas más famosas
de la escena era Wayne County & The Backstreet Boys: Wayne se convirtió
en Jayne en los 80 y fue una de las primeras transexuales en liderar
una banda de rock. Dee Dee Ramone escribía canciones en las que
recordaba sus noches como taxi boy. En Inglaterra, Malcolm McLaren,
el manager de los Sex Pistols (y antes manager de los New York Dolls),
era dueño de una boutique sadomasoquista, Sex, junto
a su entonces esposa la diseñadora Vivienne Westwood, y los primeros
punks de Londres usaban su ropa: Sid Vicious solía usar una remera
con dibujos de Tom de Finlandia, cortesía de su manager. Buzzcocks
tenía canciones tituladas Homosapien. Iggy Pop tocaba
con un tutú y con el cuerpo bañado en brillantina plateada.
Cuando el punk apareció como movimiento tenía una carga
sexual muy fuerte, pero no se intelectualizaba. La sexualidad libre
se ejercitaba más de lo que se hablaba de ella: no había
un discurso, ni una bajada de línea al respecto. Pero en tanto
el punk evolucionó y se ramificó, específicamente
con el hardcore californiano hacia fines de los 80, sufrió una
vuelta a valores tradicionales estéticamente y en algunos casos
hasta ideológicamente. Aquel hardcore relegó a las mujeres
de la escena: la imagen era la de varones de pelo corto, con un aire
vagamente militar y fue el refugio de chicos con valores personales
rígidos y mucha furia. Los que se pintaban empezaban a ser tachados.
El costado más hedonista del punk se vio reemplazado por una
subcultura que preconizaba una línea de conducta limpia, sin
excesos, saludable y hasta disciplinaria.
Pero había gente que se sentía punk y gay al mismo tiempo.
Por un lado, no se sentían cómodos en la escena gay, a
la que consideraban burguesa, consumista y conservadora. Ni se sentían
cómodos en la escena punk, que, dominada por el hardcore, era
machista y homofóbica. De modo que, casi sin proponérselo,
crearon un espacio cuya premisa era una contracultura que criticaría
tanto el conformismo gay burgués como el de la escena hardcore
conservadora. Esos punks gays llamaron al movimiento queerpunk u homocore,
y lo definieron como una expresión creativa, primariamente de
música punk y fanzines, que problematiza las concepciones convencionales
de género y sexualidad.
La escena gay mainstream
lleva a la repetición de modelos héteros que a
mí no me interesan. Muchos reivindican la familia, o,
lo que más me molesta, la aceptación de los gays
en el Ejército. Odio a las Fuerzas Armadas, ¿cómo
puedo militar con alguien que quiere que lo acepten ahí?
Prefiero ir a una reunión del Partido Obrero: voy a tener
más cosas en
común con ellos que con una lesbiana que quiere ser general.
Que a ambas nos gusten las chicas es en ese contexto algo totalmente
intrascendente. PILAR,
DE SHEDEVILS
|
mUCHACHO
SKINHeaD
El primero en usar el término, sin embargo, no fue un músico.
Fue Bruce LaBruce, cineasta canadiense que inició su carrera
rodando cortos eróticos en Súper 8 donde los protagonistas
eran punks, chicos hardcore, skinheads. LaBruce pasaba los cortos en
shows hardcore/punk y no siempre con buena respuesta. Su primer largo,
que el propio LaBruce protagonizó, fue No Skin Off My Ass: su
novio skinhead Klaus von Brucker interpretaba a su amante, un taxi boy
mudo. Sin embargo, en términos de difusión y creación
de un contramovimiento, fueron los fanzines de LaBruce lo que definieron
al queercore, mucho más que sus films. La más importante
de estas revistas autogestionadas fue J.D.s, que LaBruce armaba desde
1986 junto a G.B. Jones, un músico que poco
después formaría parte de Fifth Columm, una de los primeros
grupos en definirse como punk gay.
Siguiendo a LaBruce, en 1988 apareció el fanzine Homocore en
San Francisco y en 1992 abrió en Chicago el local Homocore
Chicago: la idea de los dueños era crear un espacio para
que los punks gays escucharan ytocaran su música, y además
reunirse con lesbianas, contraponiéndose a los bares por separado.
La remera que regalaban como souvenir decía Una vida escuchando
música disco es un precio demasiado alto a pagar por nuestra
identidad sexual. Inevitablemente surgió así el
primer sello queerpunk, Outpunk Records, que editó a una banda
inglesa llamada Sister George. La canción que llevaba el nombre
de la banda decía Nunca conocí a un hombre como
vos, nena. Otro tema, Lets Breed (Tengamos
cría) se burlaba de la reproducción. Outpunk también
dio a conocer grupos como los Mukilteo Fairies que en canciones como
Queer Enough For You (Lo suficientemente gay para
vos) criticaban el conformismo de los estereotipos gays.
Paralelamente surgieron bandas lésbicas. Las más importantes
en aquel primer momento fueron Team Dresch, liderada por Donna Dresch,
creadora del sello Chainsaw, uno de los más importantes de la
escena, y las escandalosas Tribe 8, mujeres que tocan con el torso desnudo,
ejecutan una castración ritual sobre el escenario con un pene
de plástico y se reivindican sadomasoquistas. En 1994, las Tribe
8 fueron invitadas a Womyns Music Festival de Michigan, el festival
lésbico más importante de Estados Unidos, que tiene más
de cuatro décadas de antigüedad y que funciona como espacio
de celebración, discusión y encuentro. Tribe 8 produjo
una de las discusiones más virulentas en la historia del festival.
Muchas de las participantes protestaron porque creían que la
banda promovía la violencia en contra de las mujeres y las acusaban
de misóginas. Hoy la escena esta tan extendida y tiene tantas
variantes que discusiones como aquélla parecen superfluas.
En Estados Unidos y Europa, el queerpunk es un movimiento demasiado
joven para que sea puesto en una vitrina, rotulado y con sus límites
bien definidos, pero demasiado grande como para hablar de grupos aislados
o curiosidades. The Butchies, un trío de lesbianas liderado por
Kaia (ex Team Dresch) grabaron un disco llamado Are We Not Femme? que
alcanzó cierta popularidad. Ninja Death Squad es una banda de
heterosexuales, pero que tienen letras queerpunk. Muchas bandas abandonaron
los ritmos más extremos y cultivan una suerte de homopop. Una
de las bandas más famosas, Homomilitia, es polaca. Las combinaciones
y posibilidades son, en este momento de expansión y consolidación,
infinitas.
Así como Tribe 8 es la banda más famosa de punk lésbico,
los referentes de punk gay masculino más importantes son Pansy
Division (con seis discos y cierta popularidad) y Los Crudos, liderados
por Martín, un uruguayo radicado en Chicago. Los Crudos fueron
editados en la Argentina por Ugly Records, el sello de Fun People. La
banda ya no existe, pero Martín acaba de formar otra, Limp Wrist
(Muñeca Quebrada) y su primer álbum, Hot Ass
Pink (Culo caliente rosa) también se editó
por Ugly.
Cuando Los Crudos comenzaron a tocar no eran una banda específicamente
homocore. Pero cuenta Martín que en el 94 empecé
a salir con un chico, pero era puro secreto. Hicimos una gira y empecé
a largar. La primera tocada en la que hablé públicamente
del tema fue cuando llegué a San Francisco, donde yo sabía
que la escena punk estaba llena de homosexuales. La primera vez que
lo dije en Chicago un montón de gente se subió al escenario
para abrazarme. Otros dejaron de hablarme, mucho público de Los
Crudos de la primera época. Cuando empecé a afrontar mi
sexualidad ya tenía 25 años, y estaba bastante preparado.
Ahora con Limp Wrist no escondemos nada, vamos mucho más al frente.
Queremos tomar el espíritu de los primeros punks, gente de comunidades
diferentes, ser políticos y confrontar a la sociedad porque somos
chicos raros. En el homocore hay muy buenas cosas porque la actitud
es la combativa de antes: también recuperamos el espíritu
del primer movimiento gay lésbico, que en otro tiempo era realmente
una lucha en la que se te iba la vida.
RArOS
PEiNADOS NUEVOS
Pilar Arrese estudió fotografía, y cuando era adolescente
escuchaba punk. Era fan de Cadáveres, la mítica banda
de Marcelo Pocavida y Patricia Pietrafesa, y empezó a ayudarlos
sacándolesfotos. Cuando Cadáveres se desarmó, Patricia
formó junto a Pilar (y el baterista Lula) SheDevils, que
ya tiene un disco editado, La piel dura, en el sello de El Otro Yo,
Besótico. Pilar y su banda son uno de los pocos referentes de
punk gay en Argentina. Cuando empecé a estar con chicas,
viajé a Alemania y llegué a Colonia el día del
orgullo gay. Hasta ese momento yo nunca había visto algo así,
cuenta Pilar. Mi imagen de una escena lésbica tenía
que ver con Sandra y Celeste, y yo no me identificaba en lo más
mínimo con eso. Iba a shows punks y lo más interesante
que había leído y me representaba era algo que había
escrito Patricia en su fanzine, Resistencia, un texto que relacionaba
el punk con lo gay. En Colonia, la calle estaba llena de punks, de motociclistas,
de agrupaciones zarpadas. A la noche había fiestas, había
un tren gay que llegaba a la ciudad. No lo pude creer. Cuando volví,
dije: Tiene que existir esto acá. O existe y yo no lo encontré.
Fui a todas las agrupaciones. Ese año fue el primer encuentro
gay lésbico travesti transgénero latinoamericano en Rosario
y pensé que era el lugar para hacer algo. Repartí cosas.
Estaba excitada: quería ir a tocar con la banda a la marcha del
orgullo. Nadie me dio pelota.
Hace algunos años, SheDevils editó un vinilo que
se llamaba El Aborto Ilegal Asesina mi Libertad. Fue uno de los primeros
gestos hacia adentro de la escena punk intentando instalar un tema y
crear discusión. El vinilo se editó por Ugly Records,
el sello de Fun People, la otra banda que si bien no se reivindica punk
gay hizo mucho por devolverle ambigüedad a la escena: en canciones
como Jamás lo sabrás del disco The Art of
Romance cantaban: Me encantaba jugar siempre a ser mujer a pesar
de que insististe hacerme un varón/ Mujer de noche, hombre de
día/ Sin género, ésta es mi historia. Después
de ese simple, la idea de SheDevils era continuar agitando la
escena: querían grabar canciones de bandas homocore. En vivo
ya hacían un cover en castellano de Anillo de Diversión,
de Pansy Division. Fue entonces cuando conocieron a Rafael, de SeboDiscos,
un sello independiente que edita sólo en vinilo (que se hacen
en Checoslovaquia porque ya no quedan prensas de vinilo en la Argentina)
y juntos decidieron armar el que se transformó en el primer compilado
homocore argentino, Perversos, Desviados, Invertidos. Además
de She-Devils participa otra banda argentina que se armó sólo
para el disco, Islam, y dos norteamericanas, Limp Wrist (la canción
se llama Me gustan los chicos hardcore) y The Haggard, una
banda lésbica que edita en el sello MrLady de Portland con la
canción Profesora de Gimnasia. Para Rafael es
alarmante ver que la comunidad homosexual argentina sea tan grande y
sin embargo sigan sin aparecer demasiadas alternativas para que todos
encuentren un espacio donde sentirse cómodos o representados,
a nivel institucional, prensa, de boliches, lo que sea. Hay un punto
en que te empezás a dar cuenta de que la única forma de
sentirte representado es haciendo cosas. Lo que trato es de poner un
granito de arena para que ese espacio se cree. Yo estoy contento con
lo poco que hice, pero hacerlo tuvo que ver con que a los ojos de quien
empieza a vivir su sexualidad lo único que existe en el mundo
gay, y acá corro riesgo de caer en el cliché, es Madonna,
el tour gay en Punta Cana, ir a depilarse, el gimnasio, la cultura del
físico o, en ramas más intelectuales, leer a Perlongher.
Que está bien, pero es como meterse en una puerta giratoria donde
siempre estás en el mismo lugar. Yo no quiero destruir la felicidad
ajena sino abrir una ventana a felicidades distintas. A mí todo
eso nunca me conformó. Y en la escena punk pasa lo mismo: es
enorme en sentido numérico, pero la escena punk no es la gente
que va a los shows. En su verdadero sentido, la escena punk es la gente
que trabaja, que propone cosas. Yo escucho música electrónica,
pero me siento punk porque hago algo, mi contribución no es comprar
discos nada más. Hoy día lo que ha quedado del punk como
movimiento es la actitud, no la música. Y creo además
que los homosexuales que no nos identificamos con el paradigma clásico
somos punks. Yo me siento así por lo menos, desde el momento
enque me tengo que poner a organizar alternativas. Para mí mismo,
en primer lugar. No me siento gurú de nada: si hago todo esto,
lo hago para mí. Me pone contento que exista el interés,
que se abra el canal. Pero no quiero ser el dictador de ese canal.
Si hubo algo que unió a SheDevils y a Rafael fue el disgusto
ante lo que perciben como una tendencia de la escena gay mainstream:
La repetición de modelos héteros que a mí
no me interesan, dice Pilar. Muchos reivindican la familia,
o, lo que más me molesta, la aceptación de los gays en
el Ejército. Odio a las Fuerzas Armadas, ¿cómo
puedo militar con alguien que quiere que lo acepten ahí? Prefiero
ir a una reunión del Partido Obrero: voy a tener más cosas
en común con ellos que con una lesbiana que quiere ser general.
Que a ambas nos gusten las chicas es en ese contexto algo totalmente
intrascendente. Para Rafael, en un momento, ser homosexual
públicamente era una posición tomada en la vida, y era
peligroso. Llevó a una generación de homosexuales a ir
al choque y vivieron momentos de violencia. Se supone que fueron ellos
los que conquistaron tiempos más serenos para los que vendrían
a continuación. Pero lo que uno se encuentra no es con tiempos
más serenos sino con una sociedad que en vez de aceptar, toma,
absorbe e incorpora con sus propios códigos. Los homosexuales
lentamente empezaron a querer adoptar todos los códigos de la
sociedad que los rechazó. La sociedad es heterosexual per se.
Vos no vas a ver una propaganda de CocaCola con una pareja gay
corriendo por el prado, ni las galletitas jamás van a usar a
una pareja de chicas dándose un beso. La integración no
ocurrió con el homosexual integrado como parte de la diversidad
de la trama. Hay una cosa camaleónica absurda. El problema viene
cuando se confía en la pasividad que esto genera. No se sabe
políticamente qué implica ser gay, sobre todo en una sociedad
latina. El queerpunk plantea volver a politizar nuestra sexualidad.
En mi opinión, como movimiento musical y artístico quizá
sea el último rastro de rebelión homosexual.
Después del vinilo llegaron las fiestas, y el primer fanzine
argentino queerpunk, Homoxidal. El texto introductorio dice: Díganme
que atento contra la idea de Comunidad. Me cago en eso. Díganme
que soy un soberbio que cree que su universo es el único que
existe. Me recago en eso, porque no es cierto. Simplemente, no
esperen que sea la clase de puto que se espera de los putos. No esperen
que algún día me decida a hacer un crucero gay como los
que promociona la revista NX o que me depile y vaya al gimnasio como
promueven los estándares de belleza homo. Tampoco que quiera
casarme en Dinamarca o que algún día me compre un disco
de Elton John, y no porque crea que eso esté mal o que nadie
deba hacerlo. Se trata de decisiones personales y en ese caso es que
yo decido decirle NO a los símbolos cotidianos de la asimilación
y la doma a la que imperceptiblemente como gays y lesbianas somos sometidos.
Las fiestas, que convocan con la consigna Homo Rebelde, Unete,
pretenden ser un lugar de reunión. En la segunda fiesta, que
se hizo el 27 de mayo pasado en El Dorado, tocaron Animo (de Entre Ríos),
Jokes on Me y, obviamente, She-Devils. Y empezaron a aparecer otras
bandas, como los muy jóvenes Pop Perfection. Patricia, de SheDevils,
cuenta que fueron muy tranquilas, quizá con mucha apatía.
Pero yo hubiera hecho lo mismo. En la época en que más
cosas me pasaban, cuando mi mente estallaba, yo no hablaba con nadie
y estaba totalmente aislada. Los chicos se llevan el fanzine a casa
y después nos llaman; a lo mejor les cuesta acercarse ahí
mismo. Y esto tiene que crecer, porque es necesario. Hay un montón
de gente a la que le están pasando cosas muy diferentes, y ellos
van a encontrar su lugar.