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Fotografía Los motor-homes de Raúl La Cava

Catálogo de cielos

Dentro de la muestra Fotografía reciente: ocho autores, en la Fotogalería del San Martín, los trabajos de Raúl La Cava (quien durante tres años retrató con silenciosa paciencia una serie de colectivosvivienda que se estacionaron espontáneamente en la costa de Mar del Plata) captaron la atención de Rep y lo dejaron pensando en los cielos de Molina Campos, los misterios de la errancia y la elocuencia con que esas piezas de “diseño residual” hablan de sus dueños.

Por Rep

Hay algo de Florencio Molina Campos, pero con mar, en la serie de fotos de colectivos-vivienda de Raúl La Cava. Los horizontes bajos, el rancho, el caballo de acero, los gauchos y sus familias adentro, los cielos.
La Cava estuvo tres años esperando que esos motor-homes se estacionaran en la costa marplatense a descansar. El fotógrafo no habló nunca con sus ocupantes, excepto con uno al que le pidió que orientara la trompa de su vehículo hacia el norte a cambio de cinco pesos para yerba.
¿De dónde vienen estos motor-homes? ¿Hacia dónde van? Todo parece indicar que vienen del Sur, pero ¿de qué viven sus ocupantes? ¿Están de paseo, en algún peregrinaje, cumpliendo una promesa, un trabajo, una condena? El artista no se inquieta por estas preguntas, y no le interesa dar ninguna respuesta.
Mercedes Benz reciclados, Bedfords hechos pelota, transportes pesados reconvertidos en casas que, alivianados por un mar de fondo común, posan mansitos y silenciosos. Sólo en una de las fotos aparece la sombra del fotógrafo, casi como una firma.
Diseño industrial de emergencia, diseño gráfico residual, que harán las delicias de cualquier profesional o estudioso de la imagen: cada colectivo habla de sus dueños. Y de sus realidades. Y de nuestro momento.
Me detengo en algunos retratos, particularmente en el Mercedes trompa blanca en donde el propietario “ploteó” un montaje fotográfico de su familia y sus propiedades, y los exhibe como un gigantesco portarretratos andante por las rutas argentinas.
Y está también el micrito con colores circenses.
Y ése otro rojo intenso, que parece un verdadero Matchbox ampliado.
Están los que pasan por un período de transición, con partes de antióxido y partes pintadas, que muestran a una familia en pleno crecimiento, o que se quedó estancada en alguna etapa de algún plan económico.
Están los deteriorados, testigos de mil batallas, de donde emergen antenas de televisión, el reposo del guerrero.
Están los que tienen ventanitas en lugares impensados, o portaequipajes escamoteados de algún Rápido Argentino o Costera Criolla.
Está el armatoste con degradés de antióxidos, verdadero paisaje dentro del paisaje.
O el de reminiscencias de transporte escolar, sin la palabra escolar.
Confieso que mi preferido es el de color plateado. Yo confiaría a ese carromato todos mis caudales.
Y está la yapa: los cielos. Despejados, nublados, por nublar, los amenazantes y los que inundaron Mar del Plata el año pasado llevándose transportes livianos.
Alineados en dos filas, veo un verdadero catálogo de cielos, y un catálogo de gente motorizada que busca otros nortes, otros cielos.

Hasta el 5 de agosto en la Fotogalería del TGSM, Corrientes 1530. Entrada gratuita.

 

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