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Conduciendo
a Miss Patti
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ENCUENTROS
En su libro Alabama Wildman, Thurston Moore, el guitarrista y cantante
de Sonic Youth, transcribe una fascinante conversación de fan que
tuvo con Patti Smith en el asiento trasero de un coche, camino a
Boston. Radar reproduce los mejores fragmentos, con apariciones
estelares de William Burroughs y su corte de los milagros, Bob Dylan
sin bañarse, el tobillo de Brian Jones y el efecto de ciertos pantalones
de cuero sobre el ánimo de Patti.
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Por
Thurston Moore
¿Cómo
hubiera conducido esta entrevista Lester Bangs?
Lester escribió un artículo muy agradable sobre nosotros
hace mucho tiempo, llamado Stagger Lee era mujer. Pero luego
se nos puso en contra porque sintió que nos habíamos vendido
con Radio Ethiopia (el segundo disco del Patti Smith Group, editado en
1976, un año después de Horses). Todo el mundo pensó
que nos habíamos vendido. Creyeron que nos habíamos pasado
al heavy metal. Y, mientras tanto, el disco vendió treinta mil
copias porque nadie quería exhibirlo. Todo porque una de las canciones
se llamaba Pissin In The River (meando en el río).
Treinta mil... ¿Eso es bueno o malo?
Es patético.
¿Vendió más que Horses?
No, fue un desastre.
Era un disco extraño, con esa foto en gris plateado...
Esa foto la hizo Judy Linn.
Era raro que en ese momento un sello grande publicara un disco así.
Parecía muy influido por MC5. Nadie sonaba así en ese momento.
Recuerdo a Lenny (Kaye, guitarrista del Patti Smith Group) diciendo
que una de las canciones estaba influida por Back to Comm.
Yo nunca había oído hablar de MC5 (el grupo del guitarrista
Fred Sonic Smith, que en 1980 se casaría con Patti
y que murió en 1994, en su Detroit natal). Nadie tenía esos
discos en el sur de Nueva Jersey. Fue Lenny quien me hizo descubrirlos.
De hecho, Lenny fue quien me presentó a Fred: él estaba
frente a una estufa blanca con su saco azul marino, ese que aparece en
la canción Godspeed: Caminando con tu saco azul,
almirante sollozante. Ése era Fred.
Me acuerdo de un pequeño artículo en Creem sobre
una carta de amor que le mandaste a Fred.
Sí, donde le hablaba de luz y energía encerradas.
No podía creer que hubieran averiguado eso. Todavía me acuerdo
la fecha exacta en que lo conocí: el 9 de marzo de 1976. Hace mucho,
mucho tiempo.
¿Cómo están tus hijos?
Realmente me encanta tenerlos tan cerca. Pueden volverte loca y
son una gran responsabilidad, pero es maravilloso prestar atención
a sus pequeñas cosas. Es como una película que nunca volverás
a ver. La vas siguiendo mientras sucede, y pensás que siempre será
igual, y entonces...
Entonces vas a ver la película Kids.
Ja-ja. O uno de tus chicos se convierte en uno de los de Kids.
¿Alguna vez quisiste ser estrella de cine?
No, pero me moría de ganas de estar en una película
de Godard. De hecho, él me pidió que participara en una,
pero justo en un momento en que había dejado de tocar con la banda
y estaba en un período de contemplación, así que
no podía hacerlo. Igual tuve el honor de que me lo pidiera. Y también
soñaba con interpretar a Jo en Mujercitas. Me gustaría trabajar
en una película, sí. Pero tendría que ser un film
honorable, un papel honorable. O tendría que actuar Jeremy Irons.
¿Jeremy Irons?
Sí, es un capo. Y su esposa, Sinead Cusak, también.
(...)
¿Cuál fue el primer disco que te compraste en tu vida?
El primer simple que tuve fue Shrimp Boats, de Harry
Belafonte. Después me acuerdo de Patience and Prudence haciendo
The Money Tree. Y más tarde, cosa que me causa una
intensa vergüenza, a Neil Sedaka haciendo Climb Up: me
encantaba esa canción. El primer álbum que conseguí
que mi madre me comprara fue una caja de Madame Butterfly. Amaba esos
discos y me pareció fantástico tener uno para mí.
Me lo trajo cuando estaba enferma de escarlatina; siempre me compraban
discos cuando me enfermaba. La siguientevez que caí en cama conseguí
que me dieran My Favourite Things de John Coltrane; ése fue otro
buen disco de enfermedad. Pero del que más me acuerdo es de uno
que me trajo mi madre de su trabajo. Era cajera en un drugstore donde
había una batea de saldos de discos usados. Y un día que
yo estaba enferma me dijo: Te traje esto, nunca escuché nada
del tipo, pero me parece que te va a gustar. Era Another Side of
Bob Dylan. Me enamoré de él al instante. Entre otras cosas
porque estaba vivo. Yo amaba a Rimbaud, muchas de mis fantasías
adolescentes eran con él. Si tenés quince años y
no podés conseguirte el chico que querés, no queda otra
que fantasear con él todo el tiempo. ¿Y cuál es la
diferencia si es un anciano o un poeta muerto, si de todos modos no vas
a tenerlo, y sólo estás proyectando? Al menos, Bob Dylan
estaba ahí. Era un alivio fantasear con alguien que estaba vivo.
Aunque te fuera igual de imposible tenerlo.
Yo amaba a mi Rimbaud cuando era joven, lo tenía para fantasear.
Era como mi novio. Quiero decir, de verdad. Pasamos mucho tiempo juntos.
Ya sabés, en el Canal de Suez.
¿Alguna vez viste a Coltrane?
Sí, una vez, en Filadelfia. Había dos clubes de jazz
pegados, el Peps y el Showboat. Pero tenías que ser mayor
de dieciocho para poder entrar. Yo andaba con los jazzeros, que eran gente
muy cool; algunos ya eran mayores de edad, o al menos lo aparentaban.
Y entonces nos enteramos de que Coltrane venía a tocar a Filadelfia...
Fue cuando salió My Favourite Things, en el 63. Así
que me disfracé con ayuda de mis amigos, cosa que no hubiera hecho
por nadie excepto por Coltrane. Trataba de parecer mayor, pero básicamente
seguía siendo una chica de trenzas y buzo. Así que estuve
dentro del local quince minutos, hasta que me pidieron documentos y me
echaron. Pero lo vi, durante quince minutos al menos. Creo que hizo Nature
Boy. Estaba en el paraíso mirándolos tocar a él,
a Elvin Jones, a McCoy Tyner... Ni siquiera me molestó que me echaran,
porque nunca pensé que iba a poder entrar.
Supongo que en ese momento la cultura joven estaba más cerca del
jazz.
Era una circuito pequeño. Los chicos que eran demasiado jóvenes
para los beats y demasiado viejos para los Beatles se metían en
el jazz.
(...)
¿Cuándo te encontraste por primera vez con Bob Dylan?
Fue en el backstage del Bitter End, un pequeño local en Nueva
York. Todavía no teníamos baterista, éramos sólo
nosotros cuatro. Ya teníamos todo el material de Horses. Sabíamos
lo que estábamos haciendo, pero todavía no habíamos
firmado un contrato.
¿Lo viste entre el público?
No. Alguien nos dijo que estaba ahí. Mi corazón se
puso a latir como loco e instantáneamente me puse rebelde. Fue
increíble, todo salió bárbaro en el escenario. Incluso
hice un par de referencias ambiguas para demostrar que sabía que
él estaba ahí. Después vino al camarín, lo
que fue muy gentil de su parte. Yo no paraba de moverme. Alguien dijo
que éramos como dos perros de riña rondándose. Me
comporté como una pendeja, tenía un nivel altísimo
de adrenalina. Él dijo algo así como: ¿Hay
algún poeta por aquí? Y yo le contesté: No
me interesa la poesía. ¡La poesía apesta!. Realmente
actué como una idiota, pensé que el tipo jamás volvería
a dirigirme la palabra. A los pocos días, en la tapa del Village
Voice, salió una foto que alguien nos había tomado. El fotógrafo
había hecho que Dylan me abrazara. Era una foto muy cool para ese
tiempo, los dos estábamos de lo más cool. Para mí,
era un sueño hecho realidad, pero aun así no podía
olvidar que había actuado como una idiota. Hasta que un día,
caminando por la calle, cerca del Bottom Line, él se apareció
de la nada y me preguntó sobre mi poema Dylans Song;
quería saber de qué trataba. Entonces metió su mano
en la campera. Tenía la misma ropa que cuandosacaron la foto, cosa
que me encantó. Me gusta eso en un hombre. Y entonces sacó
la foto del Village Voice de adentro de su campera y me preguntó:
¿Quiénes son estos dos? ¿Sabés quiénes
son?. Y entonces me sonrió y yo supe que estaba todo bien.
Fue realmente muy agradable. Así que... espero que se cuide...
eso es lo que le deseo. Una vez fui a ver a Joan Baez, habrá sido
en el 64, lo que era lo más piola que podía hacer
una chica de mi edad, más allá de tratar de meterse en un
show de Coltrane. Joan era bastante buena, pero... Tocaba en una carpa
y entonces invitó al escenario a este amiguito suyo, que dijo que
se llamaba Bobby Dylan. Ésa fue la primera vez que lo escuché.
Antes de que mi madre me diera aquel disco. Tenía el pelo más
corto. Y su voz era como una moto dentro de un campo de maíz.
¿Sabés
que una vez te agarré el tobillo? En un concierto que hiciste en
Waterbury, Connecticut. Fue durante los bises, cuando estabas haciendo
My Generation de los Who. Estabas tan cerca que no me pude
resistir. Pero fue como si hubiera ido demasiado lejos, y te solté
enseguida.
Ya eras un joven sónico (Sonic Youth).
Cuando nos pusimos ese nombre, la palabra sonic no era tan común
como ahora. Podían hablar de sonic boom, pero eran
términos técnicos. Usado en el rocknroll, sólo
Fred Sonic Smith.
A Fred le encantó lo del nombre de tu banda. Siempre decía:
¡Se lo pusieron por mí!. Yo le contestaba: No
podés estar seguro. Pero igual le daba orgullo. Él
era Sonic.
Otra vez, en lo de Bleecker Bob, en los 70, te vi entrar comiendo
pizza y con anteojos de aviador. Bleecker Bob te mostró la tapa
de un disco de Ian Dury y vos dijiste: No escucho discos de gente
que no quiero cogerme.
Ja-ja, ésa era yo.
Y otra vez fui a verte al CBGB, y estaba repleto, y ustedes salieron,
y vos tenías pantalones de cuero negro. Estuvieron muy violentos
esa noche.
Eso fue porque tenía pantalones nuevos.
Destruyeron la noche. Yo estaba ahí parado, mordiéndome
el labio de la impresión. Entonces me miraste y te mordiste el
labio, como diciéndome: Te voy a enseñar cómo
morderte el labio, nene.
Yo era muy desagradable. Me siento afortunada de ser amable ahora.
Yo no pensé que fueras desagradable.
Pero me burlé de vos.
Esa noche William Burroughs fue a verte.
¡Ahora me acuerdo de esa noche!
Llegó con su entorno y el lugar estaba repleto. Así que
la gente del CBGB empezó a sacar a la gente a empujones de sus
sillas, gritando: ¡Salgan del paso!. Yo pensaba: ¿Qué
carajo está pasando?. Entonces vi avanzar al viejo caballero
y su entorno. Ocuparon con absoluta parsimonia las mesas que habían
desalojado para ellos.
Me acuerdo. Esa noche me sentí en el paraíso por la
presencia de William. ¿Sabés qué me dijo después?
Patti, qué chanteuse notable sos. Era maravilloso,
tan elegante siempre... De lo que me estoy acordando es de que una vez
me agarré yo del tobillo de Brian Jones. Habrá sido en el
64 o el 65. Los Stones tocaban con Patti Labelle & The
Bluebelles en el auditorio de una escuela secundaria del sur de Nueva
Jersey. El escenario estaba a la altura de mi cintura y habían
puesto sillas plegables creyendo que el público se iba a mantener
sentado. Habría unas cuatrocientas personas. ¿Sabías
que, en esa época, en los auditorios de las escuelas secundarias
había banderas? La de la escuela y la de Estados Unidos. Patti
Labelle salió primero. Yo nunca había visto a los Rolling
Stones; en realidad, estaba más excitada por ver a Patti Labelle.
Nadie sabía nada sobre los Rolling Stones. Los únicos músicos
que había visto tocando en vivo, además de Joan Baez, eran
los artistas de Motown. No había conciertos de blancos
en el sur de Nueva Jersey. Ibas a un baile escolary te encontrabas con
gente haciendo playback. Como Gary Us Bonds, que hacía playback
de Quarter to Three y se iba. El resto de la noche escuchabas
discos y bailabas. Si no, podías ir al aeropuerto, a un lugar llamado
The Airport Drive-in, que sólo estaba abierto durante el verano.
Pagabas cinco dólares y llegaba el ómnibus de la Motown.
En un mismo día podías ver al pequeño Stevie Wonder
y a Ben E. King. En el sur de Nueva Jersey tenías que ir al aeropuerto
o hacer todo el camino hasta Filadelfia. Había jazz, pero no había
conciertos de rock. Y, cuando ibas al aeropuerto, seguramente ibas a escuchar
a alguno de los chicos negros. Bueno, aquella noche yo estaba sentada
en el auditorio de la escuela y de repente me di cuenta de algo muy extraño:
miré a mi alrededor y sólo vi chicas blancas. Nunca había
visto algo así en un concierto. Jamás. Y supe que era extraño,
porque todo el mundo estaba sentado muy cortésmente escuchando
a Patti Labelle. Nadie bailaba ni nada. Entonces salieron los Stones.
Yo no estaba preparada para lo que iba a suceder. De repente, todas las
chicas empezaron a gritar y corrieron hacia el escenario. Yo estaba en
un asiento de primera fila, una de esas sillas plegables. Y no tuve otra
opción que abalanzarme yo también, porque la marea me empujó
contra el borde del escenario. Nunca había visto algo semejante.
Me sentía avergonzada. Ellas actuaban como lunáticas, gritaban.
Una chica se dobló el tobillo. Era una especie de histeria colectiva
que supongo habían aprendido leyendo sobre lo que hacía
la gente que iba a ver a los Beatles o algo así. Eso, o realmente
les gustaban los tipos que había sobre el escenario.
Creo que ése debe haber sido el caso.
Pero actuaban de modo vergonzante.
Debe haber estado bueno cuando salieron los Stones.
Mick Jagger parecía muy nervioso. Yo nunca había visto
algo semejante. Primero que nada, los tipos sobre el escenario eran blancos.
Ver a esos tipos blanquitos, de pelo largo, sobre el escenario... Se veían
muy cool. Realmente cool. El más gracioso era Keith, porque era
el más sacado, y el pelo todavía no le tapaba esas orejas
enormes, y tenía la cara llena de granos. Pero yo me enamoré
de Brian Jones. Estaba sentado sobre el escenario, tocando la cítara.
Y las chicas seguían empujándome y empujándome. En
un momento sentí que me iba hacia abajo y que iba a quedar atrapada,
así que, en mi desesperación, estiré el brazo y manoteé
lo primero que se puso a mi alcance. Que era el tobillo de Brian Jones.
Miré para arriba y él seguía tocando con mi mano
en su tobillo, como si nada. No lo había hecho para atraerlo hacia
mí sino para salvarme. Entonces él me miró. Yo lo
miré. Y él me sonrió. Simplemente me sonrió.
Ésa es mi historia con Brian Jones. Ahora me voy a dormir.
(Traducción y adaptación: Roque Casciero)
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