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PERSONAJES Tras su maquiavélico paso por “Gran Hermano”, Gastón Trezeguet se convirtió en un raro caso de famoso: dispara el rating cuando aparece en un programa, es la presa predilecta de los noteros de la farándula y hasta los policías que lo detuvieron le pidieron autógrafos. Pero ahora que es famoso, ¿qué?

POR CLAUDIO ZEIGER

Pregunta de la semana: ¿por qué es famoso Gastón? A no dudarlo: Gastón es famoso. El solo hecho de que por estos días decir “Gastón” sea inmediatamente entendido como que se está hablando de Gastón Trezeguet, el participante del primer “Gran Hermano”, es una prueba bastante elocuente. Gastón es... Gastón. En “Versus” (programa muy gastoniano, por cierto) lo anunciaron unos días atrás (quizás exagerando, pero no tanto) como uno de los personajes más famosos del momento. Gastón se hizo invitado obligado de la noche porteña. En un boliche donde hay una fiesta de la farándula, tiemblen celebridades: pueden llegar a ser opacadas por la presencia de Gastón. Gastón desata ríos de cholulismo. Lo invitan, lo llevan y lo traen gratis. Le regalan los tragos. En la guerra de los canales, los competidores de Telefé morirían por tenerlo de su lado y, en forma indirecta, con cámaras indiscretas, muchas veces lo obtienen (según él, con malas artes). Gastón desairó a Tinelli ni bien salido de la casa de “Gran Hermano”. El niño problema de Telefé es al mismo tiempo el niño mimado: su presencia levanta el rating de los programas. Gastón está en el cruce exacto entre el amor y el odio del público; el morbo y el desenfado combinados hace que todos esperen una frase diferente de su boca. Todo muy bien. Pero, ¿hasta cuándo?

GASTON ANTES Y DESPUES DE CRISTO La trama de esta historia es bastante sencilla: Gastón era un pibe más de la Argentina anónima hasta que se presentó al casting de “Gran Hermano” y aunque no daba estrictamente con el perfil psicofísico (a juzgar, al menos, por los otros varones elegidos), entró. ¡Y cómo entró! Hoy, Gastón es el más famoso de los “chicos” que pasaron por todos los reality shows, a fuerza de mezclar audacia e imprevisibilidad. Fue el más odiado por el público que votaba en “Gran Hermano” y el máximo objeto de culto al salir. Niño bien, consentido y enfant terrible, como quedó demostrado en los últimos días, cuando su detención por supuesta tenencia de cocaína conmovió a los medios sensacionalistas y desató un anacrónico debate sobre la noche, la fama y las drogas. Mientras tanto, durante su detención de veinte horas, la cholula policía no pudo resistirse: le pidieron autógrafos y le preguntaron sobre las intimidades de “Gran Hermano”. Ahora bien, si aceptamos la idea de que Gastón es famoso, cabe agregar que su fama no sólo puede ser efímera (como la de cualquier persona que pase por la TV) sino que se trata de una estrella que viene sin pan bajo el brazo. Gastón es una estrella con los brazos vacíos. Fama como humo. Simplemente porque hizo el trayecto de la fama a la inversa de los demás famosos. O sea, primero se hizo famoso. Pero él, dice, está luchando desesperadamente por traerse algo entre manos. Como alguien que tiene que hacer un regalo: tiene el papel para envolverlo. Pero todavía le falta el regalo.
“Antes de ‘Gran Hermano’ yo trabajaba en una oficina de comercio exterior, laburaba ocho horas, llegaba a la noche a casa y llevaba una vida tranquila. Igual salía bastante, porque entraba a trabajar a las diez de la mañana y entonces podía hacerlo. Era un trabajador, como cualquier persona. Había empezado a trabajar ocho meses atrás. En rigor era mi primer trabajo, porque había estado en esa misma empresa un año antes y después lo largué para ir a Estados Unidos”, recuerda Gastón Trezeguet. “Me encantaba la vida que llevaba antes de entrar a la casa de ‘Gran Hermano’, y no me parecería nada horrible volver a ese tipo de vida. Pero te hacés adicto a las cámaras, y al cariño que te da la gente, que te adulen así es bárbaro, aunque no sea verdad. Te cambia la vida, y sobre todo te cambia la cabeza.”
Esa misma percepción que puede tener Gastón acerca de su propia vida -antes y después de “GH”– la pueden tener los televidentes. Gastón no estaba y de pronto, para amarlo o para odiarlo, está entre nosotros. Lo que significa, en primera instancia, que Gastón se hizo notar. Casi desde el principio. Recordarán, los nostálgicos de “GH I”, la diferencia obvia entre este chico parecido a un cantante pop inglés estilo Blur, lánguido y estilizado, con sus entusiastas y deportivos camaradas. Si pensaban que Gastón (a quien Solita llamaba el benjamín) iba a convertirse en una simpática mascota, pronto se desengañarían. La clave estaba en la confesión que iba a sobrevenir. Gastón era diferente porque Gastón es diferente. Y los desengañó declarando que era gay, bisexual y fiestero. Algo que no había dicho en las entrevistas del casting.
“Yo sabía que si me que quedaba un cierto tiempo en la casa no iba a poder disimular demasiado ni aguantarme”, dice ahora Gastón. “Cuando yo me relajo se me nota completamente, así que mucha opción no iba a tener. Después de la primera semana y cuando estaba casi seguro de que la estadía venía para largo, no me aguanté más. Y lo conté. Me sentí bien. De última estaban las cámaras, así que nadie iba a gritarme puto de mierda adentro de la casa. Pero no hubo rechazo para nada de parte de los pibes, ni cuando estábamos adentro ni cuando salimos. Yo reconozco que soy zarpado y a veces los hombres me ponían el límite, me sacaban cuando yo me tiraba en sus camas y los tocaba.”
Las “revelaciones” de Gastón le dieron una buena dosis de impunidad, desató las pulsiones psicópatas que pululan por Internet (fue, junto a Tamara, de los más insultados por los anónimos que participan del foro de “Gran Hermano”) y, a decir verdad, le hizo ganar la simpatía de gran parte de la gente, por más que no estuvieran dispuestos a permitirle ganar el premio mayor. Hoy, afuera de la casa, el benjamín mira casi con sorna los destapes y aluviones confesionales que él (a diferencia de los más calculados de Julio Bocca o Juan Castro) causó desde adentro de una cámara amplificadora de más de 20 puntos de rating. Igual, casi en tren militante, Gastón cree que lo que se haga por barrer prejuicios siempre va a estar bien.
“Puede ser una pelotudez que se tenga que seguir insistiendo sobre este tema, pero si para mucha gente es importante que en las tapas de revistas o en la tele se hable con normalidad del tema gay, bienvenido sea. Para mí puede ser obvio, pero para mucha gente no. Que haya mucha gente dispuesta a decirlo me parece copado. ¿Qué más positivo que eso? Van a decir: ‘¿Viste que no eran pocos, que le pasa a mucha gente?’. Yo lo conté como una parte más de mi vida, con todo lo que tiene que ver con la sexualidad y también con las salidas, la diversión. Igual, cuando salí, me asusté. Pensé que me iban a tirar con piedras por todo lo que había dicho. Tenía mucho miedo. Pero la comprobación es que la gente no es tan boluda como se dice. Pareciera que hay una idea de cómo es la gente masivamente. Y no es así. Hay un prejuicio sobre la masa. Está el tipo boludo que va a gritarte puto, pero precisamente ésa es la persona que no me interesa, la que cree que gritarte puto es un insulto. Además, son los menos. Es muy gracioso cuando sin querer a alguien le sale decirte puto y enseguida se corrigen: sorry, Gastón”.

CON LAS MANOS VACIAS Gastón –es una opinión– histeriquea con la fama. Le gusta y no le gusta. La usa y la tira, pero después de tirarla corre a buscarla desesperadamente al tacho de la basura. Adicto a las cámaras, actor por naturaleza, explica su relación con la fama de la siguiente manera: “Al principio era salir a la calle mirando para abajo para que no me reconozcan. Cuando estoy volviendo a mi casa a las nueve de la mañana o si me tomo un colectivo, no me gusta que me reconozcan. Extraño mucho tirarme en un quiosco a tomar una cerveza, hacer bardo en la calle. Me gusta que me reconozcan cuando están todos en la careteada y en la frivolidad, ahí sí quiero ser el centro, el más buscado”.
Gastón dice que Tamara (la otra gran promesa de “GH I”, ahora sumida en el ostracismo) “probó la fama, no le gustó y se borró”. Si Tamara es la jubilada prematura, Gastón se encuentra casi frente al dilema opuesto: ¿qué hacer con la pura fama quemándole en las manos? Las manos vacías, por ahora. “A mí me divierte mucho la fama”, dice. “Pero me gustaría hacer algo más. No quiero hacer cualquier boludez que no me guste, por lo que decía antes: no me voy a morir por no tenerla porque la pasaba bien. Además, la fama tiene sus desventajas, sobre todo porque los mismos programas de chismes que te dan notoriedad estén pendientes de vos para hacerte caer. Quiero mostrar algo artístico, hacer algo. Expresar lo que pueda llegar a tener de carisma y personalidad, pero canalizado en algo artístico, escribir o actuar. Lo que yo quiero ahora es tener algo entre manos: me dieron un montón de cosas por participar del reality show. Hay un primer momento de ego: haber quedado de un casting de 30 mil personas, y después el haberme mantenido, cuando en realidad daba miedo porque era algo nuevo. Yo creo que entrar en ‘Gran Hermano I’ fue algo jugado. Pero quiero hacer algo más.”
Coletazo de la fama, Gastón esposado y saludando desde el patrullero (sin perder el glamour, cabe aclarar) fue una de las últimas postales del abismo. Aunque la sangre no llegó al río, los medios más sensacionalistas le pusieron cámaras a seguirlo todo el tiempo, aunque ya no esté en La Casa.
“Son unos hipócritas. Yo escuchaba hablar mal de esos programas y no lo terminaba de creer. Ahora sí. Estás en un lugar, se te hacen amigos, te dan charla por lo bajo, todo off, y después resulta que tienen la cámara prendida y lo ponen en el programa. En la fiesta de cumpleaños de Javier Lúquez me dijeron que necesitaban grabar el momento de mi salida de la fiesta. Me dijeron que les hiciera la gamba, porque hacía horas que estaban y se querían ir a dormir. Pero después me filmaron cuando volví a la fiesta y salió que yo decía que hiciéramos la nota. O sea, quedé como que fui yo quien quiso arreglar la nota. Y después se ponen a perseguir a mi viejo o a mi hermana, y si no le dan una nota se quejan de cómo atentan contra la prensa.”

ALGO Hijo de las cámaras al fin y al cabo, Gastón defiende a los reality, aunque no parezca muy dispuesto a regalarle elogios a nadie: “‘Gran Hermano II’ me parece que no funciona bien porque no tiene personajes fuertes como Tamara y yo. No parecen tener algo interesante para decir. No sé, me parece que le falta variedad, un camionero con una niñera, por decir así. Creo que es muy ‘Montaña rusa’: son todos muy jóvenes, pero de la misma forma de pensar”.
Defiende el producto, al fin y al cabo, por su propia experiencia: “Yo los defiendo a muerte porque si hubiera ido a un casting para hacer un programa de Pol-ka creo que no lo hubiera pasado, y acá tuve una chance. Yo no me preocuparía por saber si los reality shows están mal o bien o si le sacan el trabajo a los actores, pero cuando se dicen tantas pelotudeces ya me parece que hay que decir algo. Si ponés una telenovela y no la mira nadie, y a cuatro pibes boludos adentro de una casa los mira todo el mundo, eso ya es un problema social. Igual puede pasar que pongan toda la plata del mundo en un reality y no lo mire nadie. Si la gente se engancha, es que pasa algo con eso. Ahora hicieron un reality con actores, y eso me parece más patético que todos los demás. Yo soy partidario de vivir y dejar vivir. Si de última uno pasa un casting y le va bien, ¿cuál es el problema? Tampoco me parece bueno que los actores se pongan a la altura de un reality show. De un actor sabrán que tiene su trayectoria, y de mí sabrán que participé en un programa y punto. Hay una diferencia. No tenemos el mismo status y el público –que no es tan boludo como creen– lo sabe”.
Quizás Gastón haya acostumbrado mal a su público. Quizás creen que todo lo que hace está calculado y es una estrategia para sobrevivir en un juego, y eso lleva a creer que lo que sigue haciendo en la vida es parte de una estrategia. “Actuar es algo que hago mucho en la vida real. Ahí dentro eso se exacerbaba, porque adentro estás tan al pedo. Me encontré que me aburría mucho más de lo que hubiera podido imaginar, y entonces mepregunté cómo podía hacer para llevar yo los hilos de la casa. Vivía todo el día para eso. Me divertía ver cómo se peleaban por ver quién era el líder, mientras yo los dejaba pelear. Fue muy divertido. Era la manera de tener la cabeza ocupada. Yo quería ganar, pero no convertirme en un bueno para ganarme a la gente.”
¿Y ahora qué viene? ¿Gastón actor? ¿Gastón eterno “viudo” de una experiencia llamada “Gran Hermano”, pasando por programas cada vez más fantasmales a lo largo de los años? ¿Gastón al frente de un programa propio, chispeante, frívolo? ¿Gastón como un Marley que viaja por el mundo sin darse cuenta de nada? ¿Gastón como gay mediático? ¿O Gastón retirado de la fama, hasta que lo olviden?
“Yo tengo muchas intenciones, pero también un contrato que me impide hacer cosas en otros medios audiovisuales. Basta de reality. Me hinché las pelotas del reality. Por malo o por bueno, me consumen. No sé qué es, si es carisma, o morbo, o las dos cosas juntas. Lo quiero hacer por mí mismo, no que venga como otra orden: Hacé algo porque hasta ahora lo viviste todo de arriba. Quiero hacer algo artístico. No sé... algo.”

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