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¿Usted cree en los Reyes Magos, lector? ¿Y en los
decretos de necesidad y urgencia? ¡Ah, en esos sí,
¿no?! Claro, porque a los decretos usted no les deja agüita
ni pastito para los camellos, pero ellos se lo llevan todo igual,
no hay cartita, sino declaración jurada en la que usted asegura
haber sido un buen contribuyente, haber aportado la jubilación
todos los años que le correspondía, haber sufrido
los descuentos para la obra social de su sindicalista favorito,
haberse portado bien con el Estado, con la Municipalidad y/o con
la provincia, e igual, siempre igual, en lugar de traerle un regalito,
le sacan algo. Cada vez es otra cosa, y con otro motivo.
Pero, lector, estamos hablando de los Reyes Magos, de la felicidad
de los niños, de la ilusión de sentirse otra vez en
la infancia, cuando se podía creer en el vigilante de la
esquina, en la estabilidad laboral, en el Estado benefactor, en
que los políticos hacían, o querían hacer aquellos
para lo cual uno los había votado. ¡Qué tiempos
aquellos! ¡Qué tiempos éstos!
Bueno, lector, no lloremos: Pati, Mosqueto, Toul, Jorh, Bianfa,
Paz, Wolf y Rudy, no seremos Reyes Magos, pero somos mucho más
que tres, somos 7. Y le traemos, de regalo, este suplemento. Que
no será caro (viene gratis con el diario), pero sale todos
los sábados. Que no será de lujo, pero seguramente
le arrancará alguna sonrisa. ¿¡Y qué
es más importante que la sonrisa de un niño?!
Hasta el sábado, lector.
RUDY
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