Una tribu de caníbales atrapa a un grupo de judíos que andaba de safari por el Africa. Los ponen en la olla y el cocinero los empieza a cocinar. De pronto, el “chef” advierte una estrella de David en el pecho de uno de los prisioneros y en perfecto idisch, le pregunta:
–¿Eres judío?
–Sí –dice el prisionero– y también mis amigos. Pero ¿vos cómo es que hablás en idisch?
–Ah –dice el cocinero–, lo que pasa es que una vez atrapamos a un prisionero, y cómo ya habíamos cenado esa noche, lo dejamos vivir. El nos empezó a contar historias y nos conmovió mucho a todos. Al punto tal que, como él era judío, nos convertimos todos al judaísmo. Es más, adquirimos todas las costumbres, somos caníbales “kasher” y eso.
–¡Qué bárbaro! –dice el prisionero.
–Sí, pero, ¡salgan de la olla, no los vamos a comer, si son judíos! -dice el cocinero– e invita a sus ex prisioneros a la fiesta de la tribu. Se reúnen todos alrededor de un fogón, cantan, bailan y beben. De pronto, aparece un tipo con una tremenda máscara, que emite sonidos extraños, desparrama líquidos, genera humaredas y danza frenéticamente.
El brujo le susurra al prisionero, con orgullo:
–¡Ese es mi hijo, el médico!

Chistecitos clásicos recopilados por Rudy

Isaac y Jacobo en un safari. De pronto, aparece un terrible felino. Isaac le pregunta a Jacobo
–Che, Jacobo, ¿eso qué es, un tigre o una pantera?
Y Jacobo:
–¿Y qué se yo? ¡¿Acaso soy peletero yo?!

Un norteamericano visita Africa.
–¡Esto parece el infierno! –dice.
Y un africano:
–Lo que más me gusta de los norteamericanos es que conocen todos los sitios.

Un tour de españoles va de caza por el Africa negra. En plena selva, salta un andaluz:
–¡Una boa, una boa!
–¡Que vivan los novios! responde el resto.

El gran cazador Lord Changtington comentaba su último safari:
–Well, resulta que estábamos recorriendo la selva en busca de alguna presa, cuando, ¡suddenly! (de repente), a lion (un león). Todos mis compañeros huyeron y ¡quedé solo frente a la bestia!
–Oh, ¡qué barbaridad! –comenta un ocasional escucha.
–Yes, una verdadera barbaridad. Yo agarro el rifle, le apunto cuidadosamente, le disparo y... ¡El rifle estaba descargado, ni una fucking bala tenía!
–¡Es increíble!
–Yes, el león ya se me venía encima, así que agarré mi cuchillo y lo lancé en un esfuerzo desesperado por sobrevivir, pero ¡le erré!
–¡Oh, no, le erraste y el león ya estaba casi encima tuyo!
–Yes, pero por suerte el león se resbaló y pude salir corriendo sin hacerme daño.
–Amigo, eres increíble. Yo en tu lugar me hubiera cagado en las patas.
–Well, ehhh ¿Y con qué te creés que se resbaló el león?

El caníbal sumamente preocupado:
–¡No encuentro a mi esposa, no encuentro a mi esposa! –No te preocupes, ¡comemos otra cosa y listo! –lo tranquiliza su amigo.

Lord Willingtong es hecho prisionero por la tribu Dunga-Redunga:
–Por favor, dígame su nombre –le pide el hechicero.
–¿Para pedir rescate? –pregunta el lord.
–No, para incluirlo en el menú.

–¿Cómo sería una madre judía de una tribu africana caníbal?
Diría:
–Mi hijo nunca viene a comerme...
O bien:
–Hijo, llévate a alguien para el camino.

Pepe y Joaquín se van de cacería al Africa. De pronto, ¡un león! Joaquín le apunta, pero se pone muy nervioso y le tiembla el pulso.
Y Manuel:
–Tranquilo, Joaquín, que si llegás a fallar a este león, atrás viene otro...

–¿Cuál es la diferencia entre un banquete común y uno de caníbales?
–Que en todos los banquetes se habla a los postres, pero sólo en los de caníbales los postres contestan.