Chistes
turísticos
Don Elías, peluquero catamarqueño, estaba harto
de que todos sus clientes le hablen de viajes, jodas y buena vida
y él siempre ahí firme en la peluquería.
Y ahí entró un cliente:
Córteme bien, don Elías, que me voy a Buenos
Aires por una semana.¡Pa que te vas a Buenos Aires,
lleno de porteños agrandados! ¡Qué vas a tener
ahí que no tengas acá en Catamarca!
No, don Elías, no es así... Buenos Aires está
lleno de negocios, de yopicenter, de luces, de gente
famosa. Ahí uno quiere un crédito y hay cien bancos
pa pedirlo, quiere ir al cine y está lleno de cines, ¡y
hasta puede ir a verlo al mismísimo Presidente pa pedirle
que mejore la situación de mi provincia!
¡Pero, por favor, Ramón! ¡En Buenos Aires
no hay lugar como pa un catamarqueño como usted! Mire,
seguro que en el cine las películas están habladas
en otro idioma que no se entiende, los yopins venden
cosas que si se le rompe acá no tiene quien se las cambie
o se las arregle, los famosos no le dan ni la hora, está
lleno de ladrones, y el Presidente... ¡Mire si el Presidente
va a tomarse tiempo pa hablar con un catamarqueño desconocido!
La verdad es que a Ramón se le hace un nudo en la garganta.
¡El tenía muchas expectativas con ese viaje! Al día
siguiente Ramón llega a Buenos Aires. Ni bien llega quiere
ver una buena película argentina y nada. ¡Todas norteamericanas
en los cines!
Entonces se mete en un shopping, pero no entiende nada de las
marcas que hay. Decide ir a comer un buen locrito en el patio
de comidas del shopping... ¡Lleno de restaurantes
para comer hamburguesas, salchichas, pizza o fideos, pero locro,
ni uno encuentra! Entonces sale a la calle y ve un famoso. Decide
pedirle un autógrafo pa la patrona. Hace una cola de dos
cuadras, y cuando llega descubre que le afanaron la lapicera.
Finalmente pide una audiencia con De la Rúa, pero los de
la Casa Rosada se le cagan de risa.
¡Qué peluquero hijodeputa este don Elías,
ni que me hubiera engualichao! piensa, y se toma el primer
micro de vuelta a Catamarca.
A la semana entra de vuelta a la peluquería, radiante.
¿Y? pregunta don Elías. ¿Cómo
anduvo eso, Ramón?
Buenísimo dijo Ramón ni bien llegué
a Buenos Aires uno que viajaba conmigo en el micro era un amigo
del Presidente así que me concedió una audiencia.
Mientras tanto, fui a un yopicenter y aprendí
un montón sobre electrodomésticos. ¡Los porteños
se mataban por explicarme, y eso que yo les decía que no
tenía plata! Después me invitaron a un cine que
hay ahí que tiene un homenaje permanente al cine
argentino. El del micro me invitó a su casa y me
convidó un locro y unas empanadas que hace rato no comía
algo tan rico, y al final el Presidente me recibió y me
prometió un cargo para el año que viene.
¡Qué bárbaro! dijo don Elías.
¿No tuviste ningún problema, nadie te insultó,
ni te cagó?
Ah, no dijo Ramón un problema tuve. Todos,
pero todos, eh, me preguntaban: ¿quién fue el turro
que te cortó el pelo así?
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