Los
argentinos hemos tenido muchos miedos a lo largo de nuestra historia.
Algunos ancestrales y compartidos con el resto del mundo (el cuco,
el Apocalipsis, el lobo feroz, asustarse si el papá de uno
mata a un chancho), otros tambien compartidos pero más modernos
(la bomba atómica, la vaca loca, el efecto invernadero, un
cometa o meteorito que choque con la Tierra y nos deje sólo
un momento que dedicaríamos al sexo).
Hay miedos muy locales, históricos: a los rosistas, a los
caudillos, a los unitarios, al gaucho, al inmigrante. Miedos actuales:
el quedarse sin trabajo, el tener más trabajo que el que
uno puede hacer para poder llegar a fin de mes, que el Presidente
se duerma, que el Presidente se despierte, que aumente el precio
del arroz. Miedos pánicos, como el que los 7 años
de la última dictadura militar instauraron en la sociedad.
Todos esos son miedos concretos, aun si se habla del cuco, alguien
puede describirlo, aunque más no fuera desde su fantasía.
Pero el último miedo, el miedo de moda, el cagazofashion
otoñoinvierno 2001 es abstracto, es un numerito
que los modistos del mercado del Norte cortan a su gusto (y como
ellos están en primavera o verano no lo hacen acorde a nuestro
clima, sino al de sus clientes) llamado riesgo país.
Que el riesgo país sube, que baja, que me queda corto de
mangas, que me queda largo de industria, que si le cortamos un cachito
de educación. Que si le alargamos un cachito de impuestos,
que si le privatizamos el escote, y así. Del párrafo
anterior podría deducir el lector que es éste un tema
que se reduce a la sección moda de alguna revista
mal llamada femenina. Pero no, no señores, el
riesgo país está no sólo en la cartera de la
dama, sino también, y mucho, en el bolsillo del caballero,
en la mochila del niño, en la bolsa de las compras de toda
la familia, en el supermercado, en la oficina y en el banco. Por
ese numerito sube el costo de los créditos; por ese numerito
un señor que vive en Canadá o en Australia decide
si invertir o no sus dinerillos en nuestro país y transformarse
en acreedor argentino; por ese numerito se les puede complicar la
vida a las empresas nacionales, libradas por el país a su
propia suerte, al igual que los ciudadanos. Nunca un numerito tuvo
tanto poder.
Ahora Cavallo reclama superpoderes para bajarlo. Muchos dicen que
fue él mismo quien lo hizo subir en otros tiempos. Este tema
complica a diputados, senadores, economistas, políticos,
sindicalistas, empresarios e incluso humoristas.
Nosotros seguimos en nuestra línea satirodoxa,
porque si el riesgo país está en 900 o en 500 o en
350, y cambia cada día, Sátira, por su parte, llegó
a 700. Sí, lector, son 700 sábados seguidos, desde
septiembre del 87, que Pati, Mosqueto, Toul, Bianfa, Jorh,
Daniel Paz, Wolf y Rudy estamos con usted. Y seguimos subiendo,
de a un número por semana.
Hasta el sábado, lector
Rudy
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