Abril
se está terminando lector, y así transcurre este 2001,
odisea del dinero. En un país que ningún autor de
ciencia ficción hubiera imaginado. Ninguna película,
y eso que las hay, y muy buenas, hubiera planteado una escena en
el medio del caos, con Menem gritando ¡Compren dólares,
compren dólares!, cual profeta de un apocalipsis anillaquense,
mientras su cuñado es procesado por la venta de armas, unas
truchas, otras no, el Ministro Salvador ya no sabe a quién
rezarle mientras muchos le rezan a él y los inversores recomiendan
a sus clientes que pongan la plata en Burundi antes que acá.
Todo parece una película. Saldremos apabullados de la sala
y afuera estará todo bien, con solcito, leche con vainillas,
fútbol y música clásica, ¿o el espectáculo
somos nosotros, y lo peor es que actuamos gratis?
Pero en medio de tanta crisis, la cultura se da cita en Buenos Aires.
Una Feria del Libro inmensa, y con entradas gratis, un festival
de cine, comedias musicales, actos, de alguna manera la gente se
las arregla, quizá se haya resuelto la vieja antinomia, y
uno se ponga media alpargata y medio libro. Es bueno que haya cine,
es maravilloso que haya feria del libro, y sería mucho mejor
aún si, a la salida, con el libro bajo el brazo y el recuerdo
de una peli inolvidable, uno no se encuentra con Fredy Kruger que
está subiendo el riesgo país, o con Drácula
presionando sobre el presupuesto universitario, ni con el loco de
la motosierra serruchándole el sueldo.
Hasta el sábado que viene, lector.
Rudy
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