¡Vuelve el Prode,
lector, vuelve el Prode! No es el fútbol, sino la vida misma,
la que nos da esta revancha. Todos los que admiramos a Ramón
Negrete allá por el 71, los que no entendíamos
por qué su ex Fabiana López aparecía por la
tele cuando los reality shows aún no figuraban en la mente
de nuestros sabios mayores, podremos ahora aspirar a ser nosotros
mismos los nuevos ídolos, y ganar mucho más que 100.000
dólares, para envidia de los robinsones y los grandes hermanos.
¡Es así, lector! La vida, el país, este generoso
país, el Estado que creíamos que nos abandonó,
vendió todo y se fue a otro país, nos da otra muestra
de clara y entrañable transparencia de su querida presencia:
¡Tenemos una nueva manera de zafar, una vía de escape
diferente del pasaporte, una forma de decirles a nuestros hijos
de que no está todo perdido! Hijo mío, trabajo
no hay, los impuestos están cada vez más altos, si
tenés un sope no sabés donde guardarlo, pero, pero...
¡por ahí te ganás el Prode y zafás!
¿No es ese el mensaje de optimismo que estábamos esperando
los argentinos? ¿No será esta una señal de
despegue, un signo inequívoco, un guiño hacia los
mercados? ¡¿Quieren cobrar!? ¡Jueguen al Prode,
y si ganan, cobran!
Es por eso lector, que no debe tomar usted este párrafo como
una falsa euforia. Falsa puede ser, pero
euforia no es. Es pura realidad, es la vuelta de una
de nuestras viejas tradiciones, de la esperanza, que, según
se dice, es lo que hemos perdido los argentinos. ¡No tendremos
aerolínea, ni teléfonos, ni luz, ni gas, ni agua,
pero tenemos el Prode!
Nos vemos el próximo sábado, lector.
Rudy
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