La identidad,
lector, es eso que hace que usted sea usted y yo sea yo. Y el documento
de identidad es un importante papel que certifica que cada uno de
nosotros es idéntico a sí mismo, que usted no es en
realidad su propia tía ni su vecino, ni un desconocido. Es
importante que ese documento se lo extienda su propio país,
adonde lo conocen, porque ellos pueden atestiguar que lo vieron
tomando mate, trabajando, quejándose, llevando a la escuela
a su hijo, o lo que sea fuere, pero que era usted. En cambio, una
empresa europea, cualquiera que fuera y por más eficiente
que sea ¿qué saben de usted? ¿cuándo
lo vieron? ¿cómo saben que no es su madrina? Quizás
el gobierno se haya dado cuenta del problema en el que se estaba
metiendo, y por eso anuló el contrato.
¡Miren si los García ahora se llaman Schmidt, los Pérez
son los Krüger, los Fernández son los Fernandenshtain
y así! No es que ningún apellido sea mejor que el
otro, pero es obvio que cada uno le tiene cariño al propio,
y que todos los apellidos son dignos de llevarse con orgullo, o
al menos casi todos...
Claro que, como estamos en la Argentina, algún papelón,
algún curro, algo hay detrás de todo esto. O al menos,
alguna sospecha. O al menos, alguna denuncia. O un rumor. O algo.
Forman parte de nuestra identidad nacional, mal que nos pese.
Y hablando de identidades, este es un número de cumpleaños.
Página/12, el diario que nos alberga, cumple 14 añitos,
ya que, según su DNI, nació el 26 de mayo del 87.
Los que lo vimos nacer, crecer y seguir adelante, le deseamos un
¡Feliz cumple!
Hasta el próximo sábado, lector.
Rudy
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