Nunca más
preciso un título, lector, que esta semana, si vamos a referirnos
al plan económico. ¿O deberíamos decir los
planes? ¿O las medidas? ¿O eso
que nos aplican por un lado y nos duele por el otro, o por el mismo,
o por los dos lados al mismo tiempo? ¿O la devaluación
encubierta?
Nadie sabe cómo llamar a nada. Nos dicen que se viene la
reactivación, y nosotros, como buenos patriotas, salimos
a esperarla con nuestras mejores galas, como si fuera la Infanta
de España que viene al Centenario del 25 de Mayo. Pero del
Centenario pasaron ya 90 años, y nadie viene a ver nuestro
pujante crecimiento nacional: ni nosotros lo vemos.
Y ahora el Mingo nos cambia el programa cada semana. Los planes
económicos parecen una película fracasada: el jueves
la estrenan, mucha publicidad, éxito en las críticas,
pero el lunes ya van pensando en cambiarla porque el público
no va a verla ni por casualidad. Quizás el problema no sea
si la película es buena o mala sino que nadie tiene plata
para entrar al cine. ¿No lo pensaron?
Alguno piensa que lo que pasa es que Mingo todavía no se
acostumbró a sus superpoderes; no sabe cuál usar,
si la supervista para avizorar nuestro futuro, el superolfato para
decidir dónde invertir, el megacanje para obtener ventajas
internacionales, o la supervelocidad para salir antes de que los
demás nos demos cuenta.
Por otro lado, el supermiedo a la devaluación sobrevuela
las costas argentinas y las extranjeras. ¿Dólar comercial,
dólar financiero? Hace 10 años que nadie oía
hablar de estas cosas: los yuppies que hoy dominan los mercados
eran niños que apenas si manejaban su familygame hace
10 años, cuando Santa Convertibilidad tapó la inflación
y nos globalizó y nos desreguló. Y Mingo no puede
echarle la culpa a quien esto hiciera porque... ¡fue él,
fue él!
Así estamos, queridos conciudadanos, a merced de los vientos.
Y para pasar el rato, nosotros, humoristas del pueblo argentino,
tratamos de entender esto a nuestra manera, o sea, en chistes.
Nos vemos el próximo sábado.
Rudy
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