Ya que el
presente viene tan duro, nos vamos, lector, por una semana, al futuro.
Futuro imperfecto, seguramente, pero futuro al fin, y lo que tiene
de bueno es que no nos piden pasaporte para entrar, podemos mirar
un poco en qué consiste, y después volver. Nos hemos
imaginado, lector, la Argentina de fines de siglo, pero de fines
de siglo XXI. O sea, más o menos para el 2100, 2101. Desde
ese lugar les escribimos y dibujamos este sábado.
Un poco más viejos, o, por la magia de la gráfica,
igualitos que hace un siglo, cuando el milenio recién empezaba,
la crisis económica agobiaba al país. Los piquetes
cortaban las rutas al tiempo que los piqueteros veían cortadas
sus rutas de acceso al trabajo, etc. Había, hace 100 años,
adelantos tecnológicos increíbles, pero para pocos.
Le ofrecían teléfonos a quienes ya los tenían,
y los demás, pues ¡que griten, si quieren que se les
oiga! Estábamos en el Primer Mundo, pero nuestra deuda estaba
en la estratosfera. Hace 100 años teníamos un presidente
al que acusaban de lento y planes económicos a rolete. La
desocupación era un mal nacional, y la dolarización,
la devaluación, el default y el recorte eran los monstruos
con los que se asustaba a los chicos para que duerman.
Hasta el sábado que viene, lector, fecha en que volveremos
a la actualidad.
Rudy
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