¿Cómo
dice que le va, caro lector? Está pizpeando el ambiente a
ver si la cosa está fulera, si los otarios de siempre cantan
¡Araca victoria!, y si algún farabute se hace el oso
y nos ningunea a los giles que como siempre caemos en la trampera,
o bien usted es de los que se encafirularon cual gallito, o es un
patotero de aquellos, o vive en medio de la mishiadura más
chiflada que el bocho de un taita pudiera alucinar. No, lector,
no estoy delirando finito, la Real Academia acaba de incluir en
su diccionario más de 2000 argentinismos, que a partir de
ahora son tan castellanos como el mismísimo Cid Campeador,
la eñe y Don Quijote.
Así es, lector, gran triunfo de nuestras aspiraciones: el
riesgo país está tan alto que ya ni lo vemos, el humor
país está tan bajo que tampoco lo registramos. El
voto-país está tan embroncado que ya no sabe ni con
quién enojarse. El orgullo-país, mejor ni hablar de
ciertos temas. Pero en lenguaje, ahí sí, la Argentina
logra meter dos mil de sus mejores palabras en el diccionario de
la Real Academia, palabras por las cuales, por cierto, no nos pagan
ni un sope partido al medio, más o menos como por los teléfonos,
los aviones, el petróleo, etc.
Además, la Che no es más letra, la elle
tampoco, y la pobre eñe sigue, cual pequeña
aldea gala de Asterix, resistiendo al lenguaje del imperio que quiere
eliminarla.
Nos hemos venido lingüistas, caro lector... ¿qué
quiere, que hablemos de política? ¿Mejor no, no le
parece?
Nos vemos la semana que viene
Rudy
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