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CHUBUT
Vacaciones en Madryn

Puerto Aventuras

Puerto Madryn es la capital argentina del buceo. Pero esta actividad no puede ocultar las otras numerosas propuestas que tiene para ofrecer, entre historia, turismo científico y lo mejor de la vida al aire libre y deportes de aventura.

Por Graciela Cutuli

Puerto Madryn es esa masa compacta de construcciones que se avistan desde la meseta patagónica cuando uno deja la Ruta 3 para desviarse hasta la ciudad. Es un oasis en la árida meseta, una concentración en la nada. Lo más característico de ella son sus brazos que se aferran en el mar, esos muelles que recuerdan que Madryn fue en otras épocas un centro industrial hoy devenido en centro turístico, con un potencial tan grande que no hay crisis que lo pueda sofocar. En ese puerto se resume un siglo de historia de la ciudad. Donde anclaban los buques para cargar aluminio, hoy desembarcan los pasajeros de los cruceros hacia el Cabo de Hornos, Malvinas y la Antártida. En su estadía se les enseña que Puerto Madryn es toda una curiosidad histórica: es un pueblo que fue fundado sin agua potable en los alrededores, y un puerto donde no había nada para embarcar cuando lo fundaron en 1865 unos 153 pioneros galeses perdidos en la Patagonia. Su nombre era un homenaje a un aristócrata británico que terminó curiosamente convertido en un punto sobre los mapas de una tierra todavía en disputa entre los indios y el poder de Buenos Aires.

MUSEOS MIRANDO AL MAR Hoy, una avenida recuerda el desembarco de los galeses que llegaron a poblar y convertir en un área fértil todo el valle del Chubut: la avenida 28 de Julio, en el centro de Madryn, una de sus calles más comerciales, que sube desde la playa hasta bordear la plaza San Martín. Es el paseo obligado de todo turista durante su estadía, y de los lugareños el fin de semana: de vidriera en vidriera, cuenta con todo lo que la ciudad puede ofrecer en materia de novedades. Ahí están también parte de las agencias locales que proponen salidas de aventura, bautismos de buceo y paseos ecológicos por las mesetas.
Como en el resto de la Patagonia, en Puerto Madryn la naturaleza es la verdadera protagonista. Y si Madryn tiene una joven historia, y un centro urbano con pocos atractivos arquitectónicos, es rica en paisajes, escenarios naturales, paseos, cerros, costas y sobre todo una gran diversidad biológica.
Para entender mejor toda esa diversidad y riqueza, cualquier visita tendría que empezar por las salas de sus dos museos. El más antiguo es el Museo Oceanográfico y de Ciencias Naturales. Se trata de una mansión que no se decidió a ser castillo, y que muestra claras influencias europeas. El museo concentra en varias salas, pero también en las escaleras y pasillos, interesantes colecciones relacionadas con el mundo submarino del Golfo Nuevo.
Mucho más moderno, el flamante Ecocentro inaugurado hace apenas dos años es un complejo pensado con criterios y tecnología de avanzada para convertirlo (junto con el Museo Paleontólogico Egidio Feruglio, de la vecina Trelew) en los dos centros científicos más modernos de la Patagonia. Luego, en la ciudad misma quedan apenas un pequeño Museo de Arte Moderno, el monumento a Alfonsina Storni, sobre la playa, el Casino, y un sector de la plaza donde se levanta el monumento en homenaje a los 25 bomberos adolescentes que murieron combatiendo un incendio en 1993.

EMBARCARSE A LA AVENTURA Después de acercarse a Puerto Madryn desde la ruta, otra de las maneras más lindas de hacerlo es desde el agua. Para eso es posible embarcarse en catamaranes, veleros, lanchas o kayaks que permiten avistar no sólo la skyline de la ciudad sobre el Golfo Nuevo sino también aves, lobos marinos y amigables delfines. Si la idea, en cambio, es sumergirse, se puede empezar por un sencillo snorkelling –esta actividad, que sólo requiere un equipo mínimo, tuvo un gran desarrollo en los últimos años– en playas como las de Punta Este, Cerro Avanzado o Punta Cuevas. Desde ahí mismo también se puede practicar buceo con equipos, para disfrutar de un “encuentro cercano del tercer tipo” con pulpitos, estrellas de mar, meros y otros peces que sin ningún temor se animan a comer de las manos del buzo. Los acantilados, restingas,piletones naturales y fondos entre arenosos y rocosos de los alrededores de Madryn son ideales para la inmersión. En Playa Paraná, a continuación de Punta Este, está hundido y cubierto de pólipos el casco del barco pesquero “Folias”, mientras a unos 800 metros de la costa de Puerto Madryn quedan también sumergidos los restos del barco “Río de Oro”, también refugio ideal de la fauna marítima de la zona. Si se contrata la salida de buceo con alguna de las operadoras locales, es posible que la inmersión sea en alguno de los parques submarinos, como Punta Ameghino, Parque Las Piedras o Parque Este. Como sea, uno de los momentos más lindos para los buzos es dejar su testimonio en el Libro del Profundo, un libro especialmente preparado para que los buzos escriban, en el fondo del mar, su nombre, la fecha y lugar de procedencia. Para los que se animen, las coordenadas son 42º 46’ 307” S y 64º 59’ 906” W.
Claro que también están quienes eligen Puerto Madryn por otra actividad marítima precisa que no es el buceo: los pescadores. La pesca embarcada en los golfos Nuevo, San José y Matías depara entre noviembre y marzo grandes capturas, sobre todo cazones, meros, besugos o falsos salmones, y proporciona el verdadero sabor de la aventura porque es mucho menos frecuentada en otros grandes centros turísticos de la costa atlántica.

CON LOS PIES EN LA TIERRA Aunque la ciudad mira y abraza el Atlántico, también en tierra Madryn y los alrededores desbordan de maravillas. Son imperdibles los circuitos de la Península Valdés, que en esta época del año permiten avistar lobos y elefantes marinos, así como la pingüinera de Punta Tombo, que en pleno verano bulle con la actividad de medio millón de pingüinos de Magallanes y sus crías. En esta época no hay ballenas –una de las grandes vedettes de la región–, pero la Península tiene atractivos suficientes para justificar un viaje aun sin la presencia de esos majestuosos mamíferos marinos. Además, quienes tengan suerte y paciencia tal vez divisen alguna orca hambrienta acercándose a las costas donde descansan los elefantes marinos, en Punta Norte...
Otra posibilidad que Puerto Madryn impulsó mucho en los últimos tiempos es el turismo rural, o de estancias, que permite a los turistas acercarse a las tradiciones y a la vida cotidiana del trabajo del campo. Es posible recorrer los criaderos de animales, informarse sobre el funcionamiento de una máquina de esquila, visitar los galpones de trabajo y los viveros, y después distenderse con un buen asado o cordero patagónico, no sin antes haber probado mate con tortas fritas a la hora del té. Sin duda, la experiencia enriquece mucho la visita, porque permite vislumbrar con más claridad esa vida no turística que se lleva cada día en las estancias de la zona, y que es también la base de una importante riqueza económica.
En los últimos años también llegó a los médanos de Madryn y Puerto Pirámides uno de los deportes de aventura de moda en todo el mundo: el sandboard, que equivale a una suerte de surf en la arena, para deslizarse sobre tablas por estas montañas playeras movedizas como si fuera sobre las olas.
Quienes estén en tan buen estado físico tampoco deberían perderse una de las mejores propuestas de Puerto Madryn en materia de turismo ecológico-científico: las caminatas interpretativas, que sobre el modelo propuesto desde hace años en esta ciudad luego se corrieron a toda la Patagonia. Universitarios expertos en Ciencias Naturales son los guías encargados de llevar a los grupos a conocer de cerca los distintos ecosistemas de la zona: las costas y sus restingas, para descubrir los secretos de la vida marítima, las secas mesetas que alguna vez fueron el fondo del mar, donde pueden descubrirse fósiles de miles de años, y la estepa arbustiva donde la aparente uniformidad del paisaje encierra una sorprendente diversidad y un ejemplo de adaptación de la vida a las duras condiciones del clima. Otra manera de descubrir estos paisajes es subirse a un parapente, para apreciar desde el clarísimo cielo de Madryn la hermosura de la costa recortada contra el mar, ese azul profundo del mar aparentemente inmóvil ylas anchas costas amarillas donde la naturaleza puso lo mejor de su belleza.