Por
Germán L. García *
Plata Quemada, de Ricardo Piglia, mediante un epílogo sin firma,
aclara: Esta novela cuenta una historia real. Se trata de un caso
menor y ya olvidado de la crónica policial que adquirió
sin embargo para mí, a medida que investigaba, la luz y el pathos
de una leyenda (pág. 245). El narrador de este epílogo
adopta la explicación de Renzi, el joven periodista que intenta
encontrar la dimensión trágica de los acontecimientos: He
tratado de tener presente en todo el libro el registro estilístico
y el gesto metafórico (como lo llamaba Brecht), de
los relatos sociales cuyo tema es la violencia ilegal.
Los hechos ocurrieron en Buenos Aires y Montevideo entre el 27 de setiembre
y el 6 de noviembre de 1965. Han pasado, hasta el momento en que se firma
este epílogo, más de treinta años.
El epílogo nombra los diarios consultados, diarios de la época
publicados en Buenos Aires y en Montevideo. Se habla también de
la consulta de legajos judiciales y de la consulta de otras fuentes diversas.
Pero se aclara: El conjunto del material documental ha sido usado
según las exigencias de la trama... (pág. 246).
Es decir, existen inferencias exigidas por la trama. Por eso el epílogo
advierte: He respetado la continuidad de la acción y (en
lo posible) el lenguaje de los protagonistas y los testigos de la historia.
No siempre los diálogos o las opiniones transcriptas se corresponden
con exactitud al lugar donde se enuncian... (pág. 245).
Se trata de lo posible, como en Aristóteles, no de la exactitud:
... he reconstruido con materiales verdaderos los dichos y las acciones
de los personajes (pág. 245).
Como lo demostró Jacques Lacan la verdad no es la exactitud, la
verdad es una dimensión que supone un sujeto que no siempre puedo
inferir de la exactitud de los hechos. Por eso se trata de reconstruir
con materiales verdaderos, de realizar un bricolage (para
usar el término de LeviStrauss) que muestre la lógica sensible,
el pathos de una leyenda, referido a la violencia ilegal.
¿Cómo explicar la pretensión de punir a Plata quemada
por el uso de nombre propios, cuando esos nombres se hicieron públicos
por los hechos que protagonizaron?
El señor Poubelle, prefecto de policía de París,
impuso el uso de recipientes higiénicos en la ciudad. Esos recipientes
se llaman ahora poubelle, lo que demuestra la gratitud de los habitantes
de París. Pero poubelle es también la basura que contienen
los recipientes. Es decir, que el señor Poubelle se ha convertido
en el nombre común de la basura, por haber realizado la acción
meritoria de regular la higiene de la ciudad.
¿El nombre propio, cuando realiza una acción que lo convierte
en nombre común, no se demuestra como siendo impropio? Leemos en
Plata quemada: En Devoto había conocido a un cana que se
llamaba Verdugo, eso es peor. Llamarse Verdugo, llamarse Esclavo, había
uno que se llamaba Battilana, con esos apellidos mejor llamarse Malito
(págs. 14/15).
Se trata de un caso menor, dice el epílogo. No se trata
del Mal, tan sólo de Malito, decimos. ¿No intenta el narrador
Renzi elevar una sórdida leyenda policial, no intenta
darle la dimensión de la tragedia?
Hybris buscó en el diccionario el chico que hacía
policiales en El Mundo: la arrogancia de quién desafía
a los dioses y busca su propia ruina. Decidió preguntar si
podía ponerle ese título a la crónica y empezó
a escribir (pág. 91).
El chico de El Mundo es Emilio Renzi, que aparece en otros libros de Ricardo
Piglia. Su versión de los hechos, como veremos, choca con las versiones
de múltiples narradores: De todos modos el destino había
empezado a armar su trama, a tejer su intriga, a anudar en un punto (yesto
lo escribió el chico que hacía policiales en El Mundo) los
hilos sueltos de aquello que los antiguos griegos han llamado el muthos
(pág. 106).
Cuando el comisario Silva dice Son enfermos mentales, Renzi
le replica: Matar enfermos mentales no está bien visto
por el periodismo .ironizó el cronista-.. Hay que llevarlos al
manicomio, no ejecutarlos... Silva miró a Renzi con expresión
cansada; otra vez ese pendejo irrespetuoso, de anteojitos y pelo enrulado,
con cara de ganso, ajeno al ambiente real y al peligro de la situación,
que parecía un paracaidista, el abogado de oficio o el hermano
más chico de un convicto que se queja por el trato que los criminales
sufren en las comisarías (pág. 197).
Renzi entiende que el lenguaje de Silva, como el de los delincuentes,
tiene una potencia real que sobrepasa sus elucubraciones: Hablaban
así, eran más sucios y más despiadados para hablar
que esos canas curtidos en inventar insultos que rebajaban a los presos
hasta convertirlos en muñecos sin forma. Tipos pesados, de la pesada
pesada, que se quebraban en la parrilla, que se entregaban al final, después
de oír a Silva insultarlos y darles máquina durante horas,
para hacerlos hablar. Los restos muertos de las palabras que las mujeres
y los hombres usan en el dormitorio y en los negocios y en los baños,
porque la policía y los malandras (pensaba Renzi) son los únicos
que saben hacer de las palabras objetos vivos, agujas que se entierran
en la carne y te destruyen el alma como un huevo que se parte en el filo
de la sartén (pág. 186).
Los nombres propios de los personajes, vueltos impropios en el espacio
social de la delincuencia, están sujetos a un cruce de lenguajes
que les dará un nuevo sentido: ¿Esos nombres designan el
cúmulo de negatividades que propone el comisario Silva o los sujetos
trágicos que supone Renzi? Depende del valor del acontecimiento
que, como dice Alain Badiou, siempre está situado y es suplementario
de una situación. El acontecimiento es una dimensión de
la verdad de un discurso .-no de la exactitud de unos hechos-. que se
opone al mal del simulacro, la traición y el desastre. ¿Malito
es sólo un malito, para eso fue nombrado, a eso lo reduce su apellido?
Renzi no acepta esta transformación del nombre propio en nombre
común: La esencia táctica de la banda de Malito, su
brillo trágico (escribiría más tarde Renzi en su
crónica de los hechos para la página policial del diario
El Mundo) se alimenta con la certidumbre de que cada victoria lograda
en estas condiciones imposibles aumenta la capacidad de resistencia, los
vuelve más veloces y más fuertes. Por eso siguió
lo que siguió, la ceremonia trágica que cualquiera que haya
estado ahí esa noche no olvidará jamás (pág.
189).
El tema del nombre impropio, del nombre que el otro social sanciona, cambiará
de sentido por esta ceremonia. Quemar la plata es refutar, por ese acontecimiento
mismo, la significación del asalto al banco. Por este acto la versión
de Renzi cobra un nuevo relieve contra las exclamaciones desconcertadas
de quienes nunca habían dudado de que se trata de conseguir el
máximo con el mínimo esfuerzo. Aparece, entonces, un filósofo
uruguayo que recuerda la noción de potlatch: ... un gesto
de puro gasto y de puro derroche que en otras sociedades ha sido considerado
un sacrificio que se ofrece a los dioses porque sólo lo más
valioso merece ser sacrificado y no hay nada más valioso entre
nosotros que el dinero, dijo el profesor Andrada y de inmediato fue citado
por el juez (pág. 193).
A pesar de la ironía, la interpretación por el sacrificio
se le aparece a Renzi cuando ve el cadáver de Dorda: Un Cristo,
anotó el chico de El Mundo, el chivo expiatorio, el idiota que
sufre el dolor de todos (pág. 240).
***
Plata quemada
es, me parece, una doble sorpresa. Una sorpresa en relación con
los anteriores libros de Piglia. Y una sorpresa dentro de nuestra literatura.
Y cuando digo nuestra es para localizar una serie de resonancias
que es posible que se pierdan para un lector de la misma lengua, que habite
otras referencias literarias.
La sorpresa fue amortiguada, para los comentaristas, por el revuelo creado
en torno del premio otorgado a Plata quemada por editorial Planeta. Como
en Macedonio Fernández, el tema del libro parecía continuar
fuera de éste. Porque la plata, en el libro, es la causa que ordena
las subjetividades .-tanto de quienes la custodian, como de quienes la
roban-. y que resulta ser inocente, según la opinión de
algunos periodistas y del coro que comenta los pormenores del tiroteo
final.
***
Lo
más divertido era que la plata estaba amontonada en una especie
de bargueño con un espejo que la duplicaba, una parva de guita
sobre un hule blanco repetida, como una ilusión, en el agua pura
de un espejo (pág. 61). El dinero disuelve unos lazos sociales,
pero también establece otros. La banda cruza la frontera, escapa
de un territorio donde son agentes del crimen, el parricidio, el incesto,
etcétera. Un territorio donde quienes lo persiguen, otros agentes
sociales, están inmersos en la misma disolución de esos
lazos sociales. Una comunidad cínica .-el cinismo conoce el precio
de todas las cosas, pero no conoce el valor de ninguna-. donde la violencia
se mueve en una ambigua ausencia de categorías.
La pregunta de Brecht (¿Qué es robar un banco comparado
con fundarlo?) obtiene como respuesta la novela.
***
El nombre
es del otro. Nunca es propio. Es un nombre impropio, en tanto cada uno
se llama como lo llamaron. Cambiar de vida, como se dice, es cambiar el
valor del nombre. Algunas veces ocurre, entonces el sujeto ya no depende
del valor que su padre dio a ese apellido, más bien será
quién termina por nominar a los suyos. Como el prefecto Poubelle,
pero también como James Joyce (cuyo padre interesa por eso, porque
es su padre). La tragedia, según la versión Renzi, es que
los nombres no salgan más de la crónica policial, que la
selva de voces pierda la singularidad de cada uno, que las
voces que constituyen la absoluta soledad de Dorda jamás sean escuchadas
por ningún otro, que no se pueda atravesar el oráculo materno:
Mi madre siempre supo que yo estaba destinado a no ser entendido
y nadie me entendió nunca, pero a veces he logrado que algunos
me quisieran. Oh, padre, dijo como un eco lejano, el caballo tobiano me
va a sacar de aquí (pág. 243).
Plata quemada hizo posible que los nombres de la crónica policial,
borrados por el silencio de la vergüenza y el desprecio, se convirtieran
en un signo de interrogación sobre acontecimientos que, a partir
de una línea de bifurcación imperceptible, trazan vórtices
que consumen vidas disueltas en la banalidad del mal.
* Fragmentos
del artículo publicado en Hispamérica, revista de literatura
de la Universidad de Maryland, Nº 85.
DIA
MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL
Sufriente sin amparo
Por Manuel
Suárez Richards *
La Organización
Mundial de la Salud (OMS) ha decidido dedicar el día Mundial de
la Salud, este 7 de abril de 2001, a la Salud Mental. Las enfermedades
en este campo no están correctamente dimensionadas en cuanto el
valor de la persona sufriente, su familia y el entorno social, tanto por
la comunidad como por aquellos que tienen el deber de implementar acciones
individuales con su paciente o globales con la población.
Los tabúes, temores personales, desconocimiento y muchas veces
incapacidad hacen que el enfermo mental sea rechazado. Este rechazo produce
su exclusión como también la carencia de recursos para su
atención, con el consiguiente retroceso del sufriente, que se encuentra
sin amparo. Su familia también está involucrada en esta
situación en forma directa e intensa. No podemos pensar en una
acción preventiva, terapéutica y rehabilitadora si no pensamos
en estos componentes.
La OMS concentra las prioridades en Salud Mental en enfermedades que,
además de provocar un sufrimiento severo al que la padece y la
familia, producen un gasto en salud cada vez más preocupante por
el aumento del número de pacientes y los consiguientes esfuerzos
económicos de los países para solucionarlos. Estos cuadros
prevalentes son las depresiones, las esquizofrenias, la enfermedad de
Alzheimer, el alcoholismo, el retraso mental y la epilepsia.
Pero las acciones en Salud Mental no se completan si no hay una comprensión
comunitaria de que los padecimientos psíquicos existen, y frases
como yo no creo en los problemas psíquicos, poniendo
voluntad se cura, lo que pasa es que no hace nada, son
pensamientos estigmatizantes cuando no despreciativos y prejuiciosos,
disparados cotidianamente contra los pacientes. Son mecanismos de defensa
contra los propios miedos.
La mejor manera de librarse esos temores de siglos es hablar de éstos,
procurar aprender. Este día 7 de abril es para reflexionar ampliamente
sobre estas cosas y en todos los ámbitos desde la familia al campo
de la salud, desde los estamentos jurídicos a las autoridades sanitarias,
ninguno queda excluido sino incluido en esta problemática.
Los restantes días también sirven para seguir este camino.
* Profesor
en la Cátedra de Psiquiatría, Programa de Estudios Psiquiátricos
y Cognitivos, Facultad
de Ciencia Médicas, Universidad de La Plata
POSDATA
|
Teleconferencia. La salud mental en el siglo XXI,
teleconferencia el Día Mundial de la Salud, 9 de abril, con
Valentín Baremblit, desde Barcelona; Benedetto Sarraceno
(director del Departamento de Salud Mental de la OMS) desde Ginebra
y funcionarios y especialistas desde Buenos Aires. A las 9 en el
Hospital Garrahan, Combate de los Pozos 1881.
Casos. Casos y textos, por Alberto Saúl
en el Hospital Rivadavia, desde el 16 a las 12. 4809-2067.
Mujeres. Seminario Mujeres: tiempos y encrucijadas
de la feminidad, con Liliana Donzis, Elena Jabif, Eva Lerner
y Analía Stepak, desde el 11 a las 13 en la EFBA. 4776-7827.
Límites. El psicoanálisis en los límites
de la experiencia analítica, con Stella Maris Rivadero
y Daniel Zimmerman, el 10 a las 18.30; Pulsiones y sus destinos,
con Isidoro Vegh, el 10 a las 20.30 en Centro Dos. 4961-8072.
Reorientación. Reorientación ocupacional
para adultos por Claudia Messing en O.V.O. 4775-6985.
Cognitiva. Posgrado: Psiquiatría y Psicología
Cognitiva, en el Borda desde el 20 de 9 a 11. Gratuito. 4304-1264.
Adolescencia. Patologías de consulta recurrente
en la adolescencia, Con Adrián Grassi y Alicia Lo Giudice
en el Hospital Ramos Mejía. 4833-2427.
Cuerpo. Lugar del cuerpo en psicoanálisis,
por Silvia Bleichmar. Hoy a las 13 en Córdoba 4580. Gratuito.
Supervisión. Grupo de estudio y supervisión
clínica para principiantes con Claudio Jonas. Gratuito. 4702-7240.
Irma. El sueño de la inyección de Irma,
con Perla de Cheb Terrab, Nancy Hagenbuch y Adriana Beuille, el
6 de 19 a 21. Discurso Freudiano. 47728997.
Residencia. Residencia en práctica clínica
con orientación psicoanalítica en CIAP. Desde el 19.
4773-8336.
|
Mail
de estas páginas: [email protected]
. Fax: 4334-2330.
|