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Por Elina Aguiar,
Nora Araujo, Silvia Caminos, Mónica Guerdile, Rosa Gremes y Carolina Lecman * Desde 1996 venimos desarrollando, en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), los �Talleres de capacitación para la búsqueda de trabajo�, a los que asisten personas desocupadas o subocupadas. Evaluamos que la desocupación implica la violación cotidiana de un derecho humano. Esta violación no es significada como tal, ni por los estamentos de poder ni por los desocupados mismos. Así caracterizada la desocupación o amenaza de desocupación como trauma social, utilizamos el trabajo en grupo, porque al ser el trauma de origen social, en lo social ha de restaurarse la herida. Los grupos pueden dar una posibilidad de subjetivación, de desalienación y de construcción de pensamiento crítico para promover un accionar organizado. En los grupos se puede construir una situación que apunta al desciframiento de los efectos del trauma para tornar pensable lo que ocurre; apuntan así a la desculpabilización, a la salida de la inmovilización, de la parálisis y del aislamiento. Son grupos homogéneos, reflexivos, que se dirigen a trabajar sobre los efectos que en sus integrantes produce la desocupación. El desocupado, el que está sin trabajo, suele ser desconocido como persona: por eso sobreexige a quienes le rodean para que le compensen esa falta de reconocimiento, generando conflictos que lo dejan aún más aislado, no sabiendo quién es para el otro. El desocupado es así desconfirmado en lo social, desafiliado. Siente que su pertenencia al conjunto social es nula. Es un desaparecido social. �Estoy sin trabajo, y sin la dignidad de un jubilado que va a la plaza los miércoles. Ni joven, ni viejo... nada.� Al quitarle el trabajo le quitaron sus vínculos sociales, fue separado de sus redes. Está en estado de vulnerabilidad, al decir de Robert Castel (�La dinámica de los procesos de marginalización: de la vulnerabilidad a la exclusión�, revista El Espacio Institucional, Lugar Editorial, 1991); expuesto a una labilidad vincular, a una situación de riesgo. La desocupación viene a agregarse a los traumas ya sufridos por la sociedad, y el traumatismo acumulativo favorece la desconfirmación, la desafiliación, el desconocimiento y la desvinculación. Estar sin trabajo es quedar fuera de toda protección, out; �fuiste�, al decir de los adolescentes. El grupo de reflexión y capacitación funciona durante cinco encuentros, después de los cuales se puede optar por asistir a un grupo de seguimiento o a un grupo terapéutico con objetivo limitado. Lo primero que surge en los grupos es la privatización de la culpa: la desocupación, siendo un fenómeno colectivo, es experimentada como fenómeno individual; suele ser vivida con culpa, perdiéndose de vista la perspectiva social, cayendo las personas en el aislamiento y la automarginación. El grupo, al socializar y entender estas vivencias, opera como factor del apuntalamiento. Trabajamos los sometimientos a las inducciones culpógenas, a la suposición de que es por tales y tales causas individuales que ellos están desocupados. Se intenta elucidar las situaciones de violencia simbólica. Por ejemplo, se autorreprochan: �Tengo mucho tiempo libre y no lo puedo aprovechar�. El desocupado siente que no tiene tiempo libre; es un tiempo vacío, no elegido, vaciado de sentido. En el grupo se trabaja este despojo del tiempo de descanso. Se trata de recuperar un sentido, una direccionalidad. �¿Cuál será el trabajo que me tocará hacer?� (�¿qué destino me trazan?�). Se siente así objeto de otro, otro que sí puede desear. ¿Cuál es la solución? ¿Someterse, conformarse, anestesiarse? ¿Cómo preservar la posibilidad de elegir? El ámbito grupal del taller favorece el restablecimiento de vínculos solidarios. La posibilidad de compartir con otros lo que les pasa y elaborar la angustia de la situación traumática en la que están inmersospermite que juntos vayan instrumentando la salida del aislamiento y la desesperanza. De esta forma pueden dejar de ser objeto de la violencia simbólica, aspirar a ser sujetos de su propio deseo y protagonistas de un cambio posible. El desocupado se siente desconfirmado en lo social, pero el grupo opera como factor de confirmación, de valoración, es alguien para otros. Un integrante al finalizar el grupo decía: �Ahora, cuando esté bajoneado y no tenga ánimo para salir o buscar trabajo, cuando sienta que no vale la pena, creo que me voy a acordar de ustedes. Si tanto se han preocupado, es que yo valgo la pena. Los voy a llevar adentro, a vos que me dijiste que... A vos que me señalaste que...�. El desocupado siente vergüenza por su falta de trabajo y se esconde de sus relaciones. Compartir en grupo y comprender el origen traumático de esta vergüenza de todos ayuda a salir del derrotismo. Una integrante se había �olvidado� de un trabajo anterior, ese del que la habían despedido y que había vivido como una humillación paralizante. Cuando pudo reconectarse con sus diplomas y reorganizar su currículum, reapareció algo del orden del deseo y la creatividad. Entonces se puede trabajar el �objetivo de búsqueda�, que deben señalar en las consultoras. Muchos llegan al grupo diciendo que �con tal de trabajar, trabajaría de cualquier cosa�, y sólo de a poco pueden rever este fatalismo paralizante. El borramiento como personas, la alineación ante un supuesto deseo de otro, se puede detectar en la confección del currículum. En la segunda y tercera reuniones se les brinda capacitación y asesoramiento para la confección del currículum vitae que los obliga �sin saberlo� a hacer un balance de su vida laboral y personal. Así, situaciones enquistadas de su vida personal contaminan y empobrecen sus realizaciones laborales que aparecen confusas o deslucidas. En la confección del currículum también podemos detectar los efectos de la violencia simbólica, que asume diversas formas de autodiscriminación. Una joven en busca de su primer empleo, que había sido capitana de un equipo de hockey, no agregaba este dato porque desde el mercado laboral, supuestamente, no se prescribe tener pasión por un deporte. Pero de aquella actividad se podía inferir capacidad de liderazgo, persistencia, tolerancia y aptitud para trabajar en equipo. ¿Hay que aceptar cualquier trabajo? Llegado el caso de rechazar un trabajo que no les gusta, se culpabilizan. Hay una ley social que dice que �para ser, debo tener trabajo�; �para ser, debo tener�; entonces, �si no tengo, no soy�; �no quiero estar con las manos vacías, sin trabajo�, y �para ser alguien, acepto cualquier cosa�. Cualquier cosa, con tal de sentirse perteneciente al cuerpo social. Cuando los desocupados envían indiscriminadamente sus currículum, tienden a repetir la vivencia de rechazo. �Se ve que no sirvo �decía un integrante�: empapelé Buenos Aires con mis currículum y nada, me siento peor.� El �pago� de los talleres es el aporte, por parte de cada uno, de un aviso de trabajo, no simplemente del diario sino que haya escuchado por radio, leído en un periódico barrial, etc., para aportarlo al grupo: se conectan y aportan algo para otro. Sucede que traen un aviso específico para determinado integrante ��Vos que sos especialista en potabilización de agua, en este aviso dice...��. Al empezar cada reunión, se recogen los avisos y se intercambian informaciones. Es una manera de pensar en el otro, y no esperar que la solución llegue desde afuera. Los psicólogos coordinadores son parte de la comunidad y comparten la misma situación traumática que los integrantes del grupo: el coordinador, sus amigos, sus parientes, sus hijos están amenazados por la desocupación. La amenaza alcanza a todos y por eso, luego, en el equipo de coordinadores, trabajamos con las ansiedades, frustraciones y distintas fantasías que haya despertado el grupo. Este trabajo del equipo consigo mismo es imprescindible para no repetir, adentro, los efectos traumáticos de la desocupación. Es un constante estar alerta, dado que el fenómeno de �mundos superpuestos�, cuando tiene categoría de traumático, produce efectos devastadores: ruptura de vínculos, apatía, derrotismo, reacciones psicosomáticas. A su vez, el trabajo es supervisado, y contamos con una analista institucional a la que recurrimos cuando detectamos algunos de estos efectos. En estos cinco años de trabajo, hemos hecho redes con otras organizaciones no gubernamentales y movimientos que abordan, desde distintos enfoques, la desocupación. Estos grupos han crecido en estos años. Estamos atentos a que el aislamiento no se apodere de nosotros. Muchas veces, la resistencia de los psicoanalistas al trabajo comunitario es efecto de la violencia social: de la pesimista creencia en que nada se puede hacer para cambiar este estado de cosas. Los psicoanalistas, por efecto del traumatismo acumulativo, podemos dejar de lado lo social y refugiarnos en teorías que excluyen los efectos permanentes e instituyentes en el psiquismo del contexto social. La violencia social de la desocupación también nos alcanza a los psicólogos. Esta amenaza puede invadir nuestras teorías y así justificar la idea de que como psicólogos no tenemos posibilidad de transformar la realidad en la que estamos inmersos. Amenazados todos de convertirnos en desaparecidos sociales, debemos tener un máximo de alerta para que la violencia social no haga estragos en nuestras teorías y en nuestras prácticas. * Integrantes de la Comisión de Salud Mental de la Asamblea Permanente por los Derechos humanos (APDH).
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