Por
Rolando Karothy*
Recordemos
algunos chistes freudianos. Un ciego le dice a un paralítico: ¿Cómo
andás?. Y el paralítico le responde: Ya lo ves.
Otro chiste: un sujeto empobrecido le pide a un conocido suyo un poco
de dinero. Poco después, este último lo encuentra en un
restaurante comiendo salmón con mayonesa: ¡Pero, cómo!
¿No tenés plata y ahora comés salmón con mayonesa?.
Pero contesta el pedigüeño si cuando no
tengo plata no puedo comer salmón con mayonesa y cuando tengo plata
tampoco puedo comer salmón con mayonesa, entonces, ¿cuándo
voy a comer salmón con mayonesa?
Tanto en el primer chiste como en el segundo, el efecto de la risa deriva
del juego de equivocidad del lenguaje, que corresponde a su esencia misma.
Andar es tanto ir o moverse como una expresión relativa
a un modo de estar en la vida, y ver es tanto la referencia
a la visión derivada del órgano correspondiente como darse
cuenta. El segundo cuento aprovecha el término cuando,
usado como condicional al principio (si cuando no tengo plata...)
y como adverbio temporal después (¿cuándo voy
a comer salmón con mayonesa?), lo que posibilita un chiste
que Freud, muy sagazmente, denomina sofístico.
Estos chistes requieren un estudio minucioso por la complejidad de sus
mecanismos, pero lo expuesto alcanza para percibir que el equívoco,
el malentendido, la ambigüedad, posibilitan escuchar un decir alusivo
implicado entre las líneas de un dicho. El chiste y su relación
con el inconsciente es uno de los tres textos capitales con La interpretación
de los sueños y Psicopatología de la vida cotidiana
sobre lo que podría llamarse el significante freudiano:
la existencia de lo inconsciente significa que cuando hablamos, no sabemos
lo que decimos.
Lo inconsciente no es, entonces, lo que carece del atributo de la conciencia:
esto es lo que Freud denomina preconsciente, que, a diferencia de lo inconsciente
propiamente dicho, es capaz de hacerse consciente. Lo inconsciente propiamente
dicho (o sistemático) es irreductible a la conciencia. Entonces,
la frase freudiana que propone hacer consciente lo inconsciente
como una finalidad del análisis no podría entenderse como
un vaciado de lo inconsciente con la expectativa de hacer
del sujeto, al fin del tratamiento, un sujeto integrado, no escindido,
ideal narcisista a contramano del espíritu freudiano que consiste,
entre otras cosas, en conmover esos ideales que sólo sirven para
sostener la represión (Freud, Introducción del narcisismo).
Lo inconsciente es correlativo a la estructura del lenguaje y, en este
sentido, es conocida la afirmación de Lacan según la cual
lo inconsciente es/está estructurado como un lenguaje.
Este decir que sobrepasa nuestra intencionalidad consciente sólo
se puede leer como una enunciación siempre velada, único
modo de aparición de lo inconsciente. Lo inconsciente es esa tesis
según la cual cuando hablamos no sabemos lo que decimos, ya que
hay un decir que nos excede y nos representa a la vez, mientras que su
localización remite a la superficie discursiva pero, como sus derivados
o formaciones adoptan la forma del grito, habitualmente ensordecen y ello
dificulta la escucha de eso que aflora por todos los poros del ser.
De todos modos, es necesario decir que la tesis que sostiene la existencia
de lo inconsciente no es la más revulsiva del pensamiento del maestro
vienés. Lo más revulsivo consiste en otra tesis, la que
sostiene la contingencia del objeto de la pulsión sexual: enunciada
en los Tres ensayos para una teoría sexual, fue reiterada y sostenida
en toda la obra. En Pulsiones y destinos de pulsión, el objeto
se define como lo más variable de la pulsión, el medio a
través del cual se obtiene la satisfacción, pero ésta
es en realidad un espejismo si se supone que consista en el apaciguamiento
pulsional, ya que la pulsión, por su estructura misma, es una fuerza
constante. La satisfacción o gocepulsional es lo que surge del
circuito mismo de la pulsión, circuito que bordea la carencia que
define el lugar del objeto: la pulsión sexual no es una suerte
de tiro al blanco o un modo de caza cuyo objetivo fuese atrapar la presa.
Se sabe que el ser humano ama más la caza que la presa, e incluso
puede organizar la caza más excitante, la de la presa imposible,
la piedra filosofal, el saber absoluto, la dama del amor cortés.
La tesis más revulsiva, decíamos, está referida a
la carencia inherente a la estructura de la pulsión sexual, lo
cual determina que cualquier objeto que se recorta como objeto del deseo
funcione como un señuelo que inevitablemente producirá lo
que Freud denomina la distancia entre el placer esperado y el placer encontrado:
el placer encontrado nunca coincide con el placer esperado, fórmula
que Lacan retoma un tiempo después con la expresión no
es eso.
Llegamos así a un enunciado ético fundamental en la teoría
freudiana: la distancia entre el placer esperado y el placer encontrado
implica una tensión sostenida que llamamos deseo, y este deseo
es indestructible (término freudiano que aparece en la última
frase de La interpretación de los sueños) porque es el destino
de la pulsión, en cuya naturaleza misma se encuentra una incompatibilidad
con la plena satisfacción.
Esta plena satisfacción no existe porque supondría la adecuación
de un objeto para un sujeto autónomo. El psicoanálisis cuestiona
la categoría de sujeto autónomo (problema que ya fue articulado
a través del primer aspecto del descubrimiento, la tesis de la
existencia de lo inconsciente) y también critica la categoría
de objeto adecuado para la satisfacción.
Ser psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia
de que nada es más disparatado que la realidad humana. Si creen
tener un yo bien adaptado, razonable, que sabe navegar, reconocer lo que
debe y lo que no debe hacer, tener en cuenta las realidades, sólo
queda apartarlos de aquí, afirma Lacan en el Seminario II:
Las psicosis, y continúa: El psicoanálisis
coincide al respecto con la experiencia común, muestra que no hay
nada más necio que un destino humano, o sea, que siempre somos
embarcados. Aun cuando tenemos éxito en algo que hacemos, precisamente
no es eso lo que queríamos.
La vida es algo que va como a la deriva. La vida va por el río
tocando de vez en cuando la ribera, parándose un rato aquí
y allá sin comprender nada; y el principio del análisis
es que nadie comprende nada de lo que ocurre. La idea de la unidad unificadora
de la condición humana me ha producido siempre el efecto de una
mentira escandalosa (Jacques Lacan: El discurso de Baltimore,
en Lacan oral, XavierBóveda ediciones, Buenos Aires, 1983). Esta
inadecuación, la carencia inherente al lugar vacío del objeto
sexual, es lo que sostiene el deseo, lo causa y lo posibilita como eterno
e indestructible.
Es el precio que el ser hablante paga por su entrada en el lenguaje: no
sólo su escisión subjetiva sino también su inadecuación
a cualquier objeto, que lo destina siempre a una insatisfacción
o, si lo decimos paradójicamente, a una satisfacción insatisfactoria,
a una satisfacción que arrastra inexorablemente un coeficiente
de insatisfacción.
Esta inadecuación, esta distancia entre el placer esperado y el
placer encontrado, es un enunciado ético esencial para la práctica
psicoanalítica, ya que cuestiona cualquier moral sostenida en los
ideales de una época y, al contrario, se refiere a lo real de la
carencia en ser, que el dispositivo del análisis permite cernir
o bordear.
* Anticipo del
libro Vagamos en la inconsistencia: los fundamentos del psicoanálisis
(Colección Lazos).
EL
PROJIMO, SOSTEN DE LA ESTRUCTURA DEL SUJETO
Remedio a la père-version
Por Isidoro
Vegh *
Como Spinoza
nos enseñara, el deseo es la esencia del hombre. Si ese hombre
se dispone a sostener el lugar del analista, su deseo, el del analista,
será al mismo tiempo razón de su eficacia y límite
ético de su función. Mención del límite nos
introduce a una cuestión: ¿de qué con qué?
En principio del deseo, el del analista, con aquello que podría
obturarlo o propiciarlo. Si aceptamos que el sujeto acude al análisis,
cuando lo demanda, porque sufre de su fijación a un goce con el
cual se identifica, el goce lo retiene y al servicio del Otro que en su
fantasma sostiene. El corte con este goce será el acto del analista
que liberará al sujeto disponiéndolo al reencuentro con
su deseo.
Hasta los seminarios La lógica del fantasma y El
acto analítico, Lacan definía así su propuesta
para la dirección de la cura. La introducción de la escritura
nodal se acompañó de otra propuesta que no la contradice,
pero la hace insuficiente. En el seminario Le sinthôme,
dice que la tarea propia del analista es producir el empalme: empalmar
lo simbólico a lo imaginario que, de contragolpe, produce el empalme
del síntoma a lo real del goce que lo parasita. En términos
topológicos, el empalme hace de dos puntos uno. Es el momento en
que lo simbólico le hace presente a lo imaginario su límite,
o lo imaginario, comandado por lo simbólico, le hace presente su
límite a lo real. Epissure empalme, condición
de posibilidad de la coupure corte.
Pero, en el mismo seminario, un cuarto anillo, llamado sinthôme,
cumple una función de suplencia ante una falla en la estructura.
En el análisis que Lacan emprende de la vida y la obra del genial
irlandés, dice que Joyce sufre de una carencia radical del NombredelPadre.
Verwerfung, de hecho, remedia la estructura con su escritura, equivalente
al cuarto anillo, al sinthôme.
Aunque no lo afirma explícitamente, también introduce el
sinthôme en la estructura neurótica: remedio a la père-version
en lo que ella tiene de goce del padre que excede a la ley. También
nos dice que la femme cest le sinthôme, con lo cual extiende
al otro, a la mujer como prójimo, el sostén de esa función.
¿No sería entonces una extensión consecuente la tesis
que propongo? El otro, cuando es invocado al lugar del prójimo,
puede funcionar como sinthôme. Si el sinthôme es un remedio
necesario a una falla para que el sujeto se reencuentre con la falta sostén
de su deseo, la creación, pero también el prójimo,
son necesarios para el sostén de la estructura, el buen anudamiento.
Es lo que anticipó Lacan en el seminario Lenvers de
la psy-chanalyse, cuando articuló el concepto de discurso
con el lazo social.El discurso implica al agente y al otro, que no es
reductible al semejante. El otro se escribe con tres registros, de lo
real, de lo simbólico y de lo imaginario, del mismo modo que el
sujeto. Es por su invocación que el otro adviene a la condición
del prójimo. Lo cual no garantiza el resultado. El prójimo
es la inminencia intolerable del goce. Si se ubica en el lugar adecuado,
puede convenir a la estructura del sujeto; que entonces no se reduce al
individuo, se extiende más allá de su piel.
Si esto vale para cualquiera, también para los analistas y aún
más. Si un analista es un hombre cualquiera, no cualquier hombre
se dispone al lugar imposible de analista. La invitación sistemática
que la transferencia ofrece al goce requiere in extremis el dispositivo
que lo acote. Pues el analista es aquel que en su práctica suspende
el goce para no ceder en su deseo.
El prójimo, el encuentro con otros analistas, su apertura a la
invocación del otro, son necesarios, inherentes al ejercicio de
su función. Con una condición: que el otro se sitúe
en el lugar conveniente. Valor de las instituciones, que, como la TV,
no son ni buenas ni malas;dependen de sus programas, ellas articulan en
la escena real un conjunto ensamblado de conceptos que regulan el goce
y la circulación de la palabra. Si permiten que el sujeto emerja,
justifican su valor.
* Miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Anticipo del trabajo
que se presentará en el encuentro Transferencia y lazo social,
de Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano,
el próximo sábado.
POSDATA
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Cibererror. En la nota Crónica de viaje del
ciberpsiconauta, que apareció el jueves pasado en esta
sección, se consignó erróneamente la dirección
del sitio web de El Sigma, que es: www. elsigma.com
Diferencia. Acerca de la diferencia (aniversario
de la quema de libros en Berlín en 1933). Con Silvia Bleichmar,
Carlos Cullen, Raúl Zaffaroni y Felipe Wainsztein, hoy a
las 21 en CIAP, Charcas 4729. Gratuito.
Transferencia. Transferencia y lazo social, con
Beatriz Taber (Agrupo), Isidoro Vegh (EFBA) y Norberto Ferreyra
(EFA), el 12 de 10 a 13 en Billinghurst 713. Gratuito. En el marco
de Convergencia.
Inconsciente. La praxis psicoanalítica: lo inconsciente,
con Liliana Donzis y Elvira Lamborghini, el 12 a las 10 en Lavalle
23, Avellaneda. Gratuito. Reuniones de Psicoanálisis Zona
Sur. 4201-7476.
Sueño. El campo del sueño y lo real,
con Silvia Ovsejevich, Alicia Peralta, Silvia Liberoff, Cynthia
Aragone, Elba Miño, Silvia Pólvera, Mónica
González, Silvina Barbaglia, el 11 de 19 a 21 en Gorostiaga
2185. Gratuito. Discurso Freudiano.
Atención. Trastornos de la atención en
el niño: clínica, evaluación y tratamiento,
curso intensivo para graduados, con Maryse Lassonde (Universidad
de Montreal, Canadá). Carrera de especialización en
neuropsicología clínica de la Facultad de Psico de
la UBA. 4961-1925.
Self. Teoría y clínica del narcisismo
desde la psicología del self, por Miguel Angel Paz
en Instituto Psicosomático de Buenos Aires, el 17 de 13 a
14.30 en Córdoba 4580. Gratuito.
Cura. El malestar en la civilización, hoy: la
cura, con Noemí Sirota, el 11 de 12.30 a 14 en Perú
272. Gratuito. Escuela Freudiana de la Argentina.
Psicodrama. Cursos anuales en el Centro de Psicodrama Psicoanalítico
Grupal, que dirige Eduardo Pavlovsky. 4866-4242.
Transpersonal. Psicoterapia transpersonal: teoría
y técnicas, con Vera Saldanha, presidenta de la Asociación
Luso-Brasileña Transpersonal: 12 y 13 de mayo en Fundación
Martínez Bouquet. 4831-3738.
Adolescencia. Seminario anual Adolescencia: teoría
y clínica en Servicio de Psicopatología del
Hospital Fernández, lunes de 12 a 14. 4808-2600 int. 2220.
Gratuito.
Reich. Introducción a la obra de Wilhelm Reich:
la función del orgasmo, desde el 14 a las 21 con Carlos
Liendro en la Facu de Psico, Independencia 3065. Gratuito.
Klein. Vigencia del pensamiento kleiniano y poskleiniano,
con Ricardo Spector en Colegio de Estudios Avanzados en Psicoanálisis,
desde el 14. 4823-7221.
Cosa. La cosa. El camino hacia el Otro pensar piensa
das Ding, desde el 14 a las 20 en Centro Psicoanalítico
Argentino. 4822-4690.
Hospital. Curso La lógica de la cura en la práctica
hospitalaria; actualización en clínica psicoanalítica.
Hospital Argerich, martes de 11 a 13.30 quincenal, desde junio,
con Adriana Rubinstein, Carlos García y Daniel Millas. Gratuito.
Pi y Margall 750.
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