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UN ENSAYO DE CRITICA CULTURAL,
DESDE LA EXPERIENCIA TERAPEUTICA CON FAMILIAS SAMOANAS Y MAORIES
La “identidad” de Occidente versus la “alofa” de Samoa

Un terapeuta neocelandés
narra su experiencia con familias maoríes y samoanas, critíca la �autosuficiencia� en teorías �psi� y explica por qué una terapia que se desentienda del contexto cultural y social �merece llamarse racista�.

Padre e hijo, maoríes, en la película
“El amor y la furia”, de Lee Tamahori.

Por Charles Waldegrave*

En casi todas las instituciones académicas la terapia se enseña de un modo monocultural. Se presentan como modalidades terapéuticas interculturales e internacionales ciertos conceptos arraigados en las sociedades modernas occidentales de América del Norte y Europa. Además, el contexto social de quienes más necesitados están de recursos de salud y bienestar (como vivienda, empleo y un ingreso adecuado) rara vez influye en la labor terapéutica, y se deja en manos de otros profesionales o instituciones. El saber psicológico suele considerarse suficiente en sí mismo para abordar los problemas de la gente independientemente de su cultura y sus antecedentes. La labor que hemos realizado en un organismo público neozelandés con el personal y consultantes provenientes de tres culturas distintas –la maorí, la samoana y la de los europeos blancos– sugiere que esas nociones son falsas. A partir de ellas, no es de extrañar que la tarea terapéutica realizada con los pobres o con grupos que no pertenecen a las culturas de Occidente haya sido tan poco eficaz.
Los conceptos vinculados al self y a la autoafirmación individual, por ejemplo, son producto de la forma individualista de vida que es propia de Occidente. Deben mucho a la necesidad de los sistemas económicos modernos de aislar y capturar tantas unidades individuales de consumo como sea posible. Los habitantes de Europa occidental y de América del Norte consideran que el destino, la responsabilidad, la legitimidad y aun los derechos humanos son en esencia características individuales.
Así, suele entenderse que un objetivo primordial de la terapia es lograr la autovaloración del individuo. No obstante, los habitantes de culturas comunitarias y basadas en la familia extensa no comparten los conceptos relacionados con el self. Para ellos, las preguntas que remiten en forma directa a la exposición del individuo o a su autoafirmación suelen ser muy confusas. Para otorgarles sentido, deben partir de un consenso familiar total. Estas preguntas enajenan a las personas de sus culturas de base comunitaria porque chocan con la sensibilidad prevalente en ellas, donde la “identidad” se expresa en función de la familia extensa, más que del individuo. Esas personas consideran que tales preguntas son groseras y entrometidas, y que quiebran la sensibilidad cooperativa predominante, la cual sirve de marco para los significados esenciales que exige la resolución de sus problemas.
Por ejemplo, los maoríes y samoanos que viven en Nueva Zelanda prefieren tratar los problemas que tienen junto con sus familiares, y no en forma individual. En temas particularmente sensibles, como un abuso sexual, designarán a alguien como vocero de la familia. El patrón de significados de esa persona procede de la familia en su totalidad y exige que se le preste la misma atención que a las múltiples voces presentes en una familia europea. Cualquier tentativa de incorporar al debate a otros miembros de la familia será considerada una torpeza y suscitará resistencia. Los restantes miembros de la familia podrán participar cuando el relato ya haya sido narrado en su totalidad.
Una terapia que no se ocupa de las redes culturales de significados no hace sino continuar el proceso de alienación. Tal vez se revuelva el síntoma, pero en el curso de esa tarea se desvalorizan los significados primordiales que sustenta la gente y por ende se la distancia de sus relaciones más íntimas. Esta terapia debería llamarse “racista”, aunque no sea ésa su intención. Nuestra organización resolvió que todo trabajo realizado con una cultura particular debe ser dado a conocer a los miembros importantes de dicha comunidad. No puede efectuarse ningún trabajo con integrantes de la comunidad samoana o maorí sin el apoyo y dirección de ese consultor.

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Con la información obtenida a lo largo de la sesión familiar, los terapeutas generan un significado alternativo frente a los sucesos descriptos por la familia. Preparan y luego leen un mensaje destinado a entretejer nuevas hebras de significados que anulen el patrón rígido centrado en el problema. La preparación de este texto lleva de quince a veinte minutos. Entretanto, la familia conversa, toma café y se relaja. El terapeuta vuelve con el mensaje reflexivo, ya sea en forma de apunte o redactado en su totalidad, y lo lee dos veces. Tras la lectura del mensaje, finaliza la sesión. No está previsto que el mensaje sea discutido en ese momento. Entendemos que el verdadero trabajo de la terapia tiene lugar en la vida de la gente entre una y otra sesión. No damos el mensaje con el fin de debatirlo. Su significación se va desenvolviendo en los días siguientes, a medida que la gente comienza a ver su vida y relaciones de otra manera.

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La Secretaría de Asistencia Social nos derivó una familia samoana, por la inquietud respecto de James, de 14 años, a quien la Justicia había recluido en un reformatorio. La policía acusaba a sus padres, Samu y Sieni, de no brindarle “los cuidados y el control apropiados”. El muchacho había estado viviendo en la calle, faltando a la escuela, y se lo capturó luego de que irrumpiera varias veces por la noche en locales comerciales. El padre, Samu, estaba convencido de que a los hijos debía disciplinárselos con fuertes castigos físicos. Era ex boxeador y ya les había infligido castigos a todos sus hijos. Además tenía el hábito de beber y asustar a Sieni y a sus otras dos hijas más cuando regresaba al hogar.
Al término de la primera sesión, la terapeuta les leyó un mensaje que incluía este texto: “Como familia aún tienen algunos problemas. Algunos de ustedes parecen estar bastante solos. Creemos que hay en la familia suficiente fortaleza y alofa (término samoano que designa un amor profundo y comprometido, dispuesto al sacrificio) para resolver estos problemas”. El mensaje se ocupaba de cada persona por separado. Toda la información que dimos a la familia fue recogida del relato que nos hicieron. La familia, que estaba muy orgullosa de ser samoana, había sido humillada por haber sido llevada ante la Justicia y tener a un hijo en un reformatorio. El tribunal había declarado a ambos padres poco idóneos. La Secretaría los consideraba una familia fracasada más. Los padres, que eran inmigrantes pobres en Nueva Zelanda, criaban a sus hijos como lo hubieran hecho en Samoa, donde las viviendas, ocupadas por la familia extensa, están abiertas a toda la aldea. Los hijos se habían adaptado rápidamente al tránsito de la vida tradicional samoanesa a la vida poco definida que llevaban en Nueva Zelanda, mientras que los padres todavía no se habían acostumbrado siquiera a hablar en inglés. Vivían en uno de los suburbios más pobres de la ciudad neocelandesa de Wellington.
Reconocimos la presencia de valores samoanos profundos, como la preocupación por “el buen nombre de la familia” y “una madre buena y trabajadora, que reza por todos sus hijos”. No ignoramos el dolor de la familia y el regalo que nos habían hecho con su franqueza, particularmente luego de la desconfianza manifestada por la Secretaría de Asistencia Social. Como el mensaje veía los mismos sucesos desde otra perspectiva, permitió aflojar el compacto patrón de fracaso, humillación e incompetencia. Nuestros significados respetaron los esfuerzos realizados por la familia y reconocieron su dolor, pero la nueva información que les impartimos fue tal vez para ellos sorpresiva y sorprendente.
Al final de la segunda sesión, se leyó: “Sieni, el equipo comprendió que usted ha decidido confiar más en sus hijos. Ellos saben que usted sabe que si usted y Samu confían en ellos, es más probable que asuman responsabilidades por sí mismos. El equipo le escuchó decir que usted está muy orgullosa de sus hijos. Queremos que usted sepa que nos damos cuenta de que en el pasado usted ha sido muy lastimada por Samu. Pese a todo ello, usted sigue amándolo mucho. Samu, hoy el equipo ha escuchado contar a usted, y a todos los integrantes de su familia, los cambios que usted ha tenido. Ellos saben que usted sabe qué peligro representaba para la familia su hábito de beber. Ahora que usted ya no vuelve ebrio a su casa, la familia puede sonreír de nuevo. Como usted triunfó en esto, sus hijos y su esposa ya no le tienen el miedo que antes le tenían. Ahora quieren dialogar con usted. El equipo quedó muy impactado por el hecho de que usted no la interrumpiera a Sieni para defenderse cuando ella quiso relatar los malos momentos que atravesó en el pasado. El equipo piensa que lo más importante que usted dijo hoy fue cerca del final, cuando manifestó: ‘Ahora no quiero esconderme más, quiero hablar’.Winnie y James, dado que sus padres confiaron en ustedes y les permitieron salir, ustedes dejaron de tener miedo y se acercaron a ellos. Están empezando a confiar uno en el otro”.
Este mensaje otorgó respetuosamente la iniciativa a los padres, quienes decidieron confiar más en sus hijos aunque debieran correr ciertos riesgos; ésta era una medida acorde a la cultura de la que provenían. Como consecuencia de ella, los hijos se acercaron más a sus padres y comenzaron a confiar más uno en el otro. De este modo no se alteraron los claros límites de respeto y jerarquía entre padres e hijos que son propios de las familias samoanas. Se vincularon la confianza y la responsabilidad, permitiendo que los padres se adaptasen a la mayor liberalidad con que se trata a los hijos en Nueva Zelanda al mismo tiempo que les hacían comprender que esto exigía que los hijos les rindieran cuentas de un modo apropiado.
El mensaje abordó asimismo las cuestiones de género claves presentes en la familia. Durante la sesión el terapeuta había oído expresar a Sieni que se sentía profundamente lastimada por Samu y desconfiaba de él a raíz de su alcoholismo y su violencia. El mensaje se dirige en primer lugar a ella reconociendo la legitimidad de su dolor. A Samu se le recordó lo peligrosa que era su conducta y se mencionó su determinación de cambiar. La palabra “coraje”, tan a menudo asociada a la violencia masculina, fue reinterpretada para referirse a su modo humilde de escuchar a Sieni hablar de los malos tiempos sin defenderse.
Sólo tuvimos que atender a esta familia en cuatro sesiones. Luego de ellas, el juez y la Secretaría de Asistencia social consideraron que el mejor lugar para que viviera James era su propia casa. Esto se debió a que el alcoholismo y la violencia de Samu habían cesado y los padres e hijos se tenían un mayor grado de confianza. Gracias a que se abordó la red de significados de este modo, una familia de inmigrantes pobres, quebrantada y metida en líos policiales, judiciales y asistenciales reevaluó su situación y se liberó de todos estos sistemas.

* Terapeuta familiar. Director de la Unidad de Investigación en Políticas Sociales del Centro de Familias de Nueva Zelanda.Visitará Bue-nos Aires en los próximos días, junto con Kiwi Tamasese (coordinadora samoana del Centro de Familias) y Warihi Campbell (terapeuta familiar y director del Whakapapa Pouna-mu, Grupo de Hombres Maoríes por la No Violencia), invitados por el Centro de Estudios Sistémicos. Texto extractado del artículo “Terapia justa”, publicado en la revista Sistemas Familiares, Año 17, Nº 1, marzo de 2001.

 


 

EL ANALISIS INSTITUCIONAL Y LA IMPLICACION DEL SUJETO
La mirada no es mirada por quien mira

Por Gregorio Kaminsky *

En sus últimos textos, René Lourau reivindicó la importancia de las interferencias constitutivas de las instituciones que, en la libertad de movimientos, Nietzsche denomina perspectivismo. Este interés por abrir las interferencias (nietzscheanas) en el socioanálisis reside en re-atribuir la noción de positividad como afirmación y des-atribuir toda pertenencia mecánica o procedencia conceptual a positivismo alguno.
Al modo lourauniano, el proceso interferencial se elucida a través del ¿qué es lo que está ocurriendo aquí? Esto, al menos, constituye una doble provocación. El primer gesto apunta al positivismo y su apegada devoción aséptica por los hechos. Sin embargo, y con la semántica actual de su uso, el lourauniano es el modo que remite a lo positivo en su calidad de afirmatividad del pensamiento. En segundo lugar, el gesto provocativo remite a aquellos que sólo ven en el Análisis Institucional (como en Nietzsche) las formas crítico-negativas de pensamiento y temen la positividad como afirmación por los riesgos o peligros que la misma supone.
Sin embargo, la teoría de la implicación –inspirado portaestandarte del análisis institucional– no empobrece sus registros ni solamente se restringe en alusiones a la negatividad, a la contradicción, incluso cuando dispone sus actos iniciáticos de intervención en torno a lo que el dispositivo “no” es y a otros rituales de ausencia institucional. Más aún, el concepto de “dialéctica institucional” es herramienta indispensable pero, impugnando la afirmatividad, se oblitera una idea justa y radicalizada de positividad, y ello es un déficit; como si del mismo modo fuera una exigencia necesaria abjurar, aislar al análisis institucional del mercado porque eso pertenece en exclusiva al liberalismo, una pura cosa suya. Respecto del mercado, eso no lo hizo ni hubiera hecho Marx, así como Freud no delegó en los humoristas el análisis del chiste.
En efecto, el análisis institucional, una corriente que no teme hacer gala de cierto eclecticismo como vacuna epistémica ante las recurrentes pesadillas dogmáticas que suelen aturdir al pensamiento en ciencias sociales, apoya y autoriza su piso teórico –Marx o Weber, Freud o Lacan, Pierce y Dewey o Spinoza y Deleuze, Maxwell o Simondon...– en la implicación del campo interferencial de análisis.
La teoría de la implicación funda sus criterios a partir de una frase emblemática de Werner Heisenberg, padre de la mecánica cuántica, quien dice: “El ojo del observador está implicado en el campo de observación...”, esto es, que en física para ver no hay que cerrar o quitarse edípicamente los ojos; por el contrario, en la observación la mirada misma es un “adentro”.
El método también forma parte del territorio observacional, que nunca es pura técnica. Aquellas epistemologías cuya tarea princeps es el esfuerzo por escindir subjetividad del objeto, viven en el entrecejo umbilical de los limbos. El sudoroso subjetivismo no sólo es inevitable sino preferible a la artificiosa neutralidad que odia el objeto que la misma teoría construye y odia porque, en verdad, son teorías odiosas y se odian a sí mismas.
Por otro lado, no es poco lo que puede hacerse con el recurso serio de la “puesta entre paréntesis” del observador; la epojé fenomenológica es buen método para actos o momentos trascendentales del pensamiento, pero, en eso que denominamos ciencias sociales, los paréntesis agregan, califican, pero jamás quitan o reducen; suman pero no restan.
El sujeto, el científico, digamos, el observador, está interfiriendo en el laboratorio entrópico de la vida social y, si en su trabajo quiere ganar en radicalidad –es decir, cientificidad–, entonces debe aspirar a tener y analizar todo a la mano, todo lo que se puede, y esto quiere decir que debe concernirse consigo mismo como acto de método.
Es en este punto donde advierto una interferencia entre la cuántica institucionalista y la cuántica nietzscheana. A este punto del campointerferencial lo denomino, modo usual en el institucionalismo y como homenaje a René Lourau, Interferencia RL.

* Anticipo de “La interferencia RL en la libertad de movimientos”, incluido en Libertad de movimientos. Una introducción al análisis institucional, de René Lourau (de próxima aparición; Eudeba).

 

 
POSDATA

Asistenciales. “Función del psicoanalista en las instituciones asistenciales”, con Noemí Ciampa, Patricia Mora, Gabriela Salomón, Noemí Sirota, el 19 de 10 a 13 en Charcas 2650. Gratuito. Escuela Freudiana de la Argentina (EFA).
Carácter. Proyección y debate de Carácter, de G. Van Diehm, con Pablo Román y Gabriel Levy. El 18 a las 12.30 en Perú 272. Gratuito. EFA.
Interpretación. Debate sobre el libro La interpretación como malentendido de Miquel Bassols, con Germán García y Aníbal Leserre, el 18 a las 20 en Billinghurst 901. Gratuito. Centro Descartes.
Sujeto. “La construcción del sujeto psíquico. El discurso de la filosofía”, con Nicolás Casullo, el 24 de 12 a 13.30. Gratuito. Ateneo Psicoanalítico, 4822-7410.
Psicopedagogía. “Jornadas interinstitucionales sobre problemas de aprendizaje y clínica psicopedagógica”, en la Facultad de Psicología de la UBA, 18 y 19 de mayo. Secretaría de Extensión, 4932-6001. www.psi.uba.ar
Aprendizaje. Curso “Teorías de aprendizaje y problemas de contexto”, por Nora Elichiry e Ignacio Pozo, desde el 30 de 18 a 22. [email protected]
Fobia. Debate sobre trastornos por ansiedad social (“fobia social”), con Humberto Gobbi, Miguel Márquez, Oscar Carrión y Gustavo Bustamante, el 18 a las 14 en Universidad de Belgrano, Zabala 1837, piso 14. Gratuito.
Femenino. “Conmemorando a Edith Stein. Lo femenino y lo sagrado”, el 29 a las 20 en Centro Psicoanalítico Argentino. Gratuito. 4822-4690.
Epoca. “Las marcas de la época en la práctica analítica”, por Daniel Mutchinik, el 22 a las 18.30. A las 20.30, “Pulsión de muerte”, con Norberto Rabinovich. Centro Dos, 4961-8072.
Adolescencia. Seminario anual “Adolescencia: teoría y clínica” en Servicio de Psicopatología del Hospital Fernández, lunes de 12 a 14. 4808-2600 int. 2220. Gratuito.
Real. “El presidente Schreber. El campo del sueño y lo real”, con Teresa Pantaleo, Norma de Basile y Patricia Cortés, el 18 de 19 a 21 en Gorostiaga 2185. Ateneo Psicoanalítico.

 

Mail de estas páginas: [email protected] . Fax: 4334-2330.

 

 

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