Por
Daniel Altomare
La tragedia conforma un conflicto objetivo, inexorable. El drama, en cambio,
introduce un matiz subjetivo del conflicto, ausente en la tragedia. Tanto
en la tragedia como en el drama se preserva el reconocimiento de que en
ellos anida una verdad. La comedia como todo aquello que se vincula
con lo cómico no goza de los beneficios de ese lugar. Muy
por el contrario, es regularmente tomada como algo ligero, frívolo.
En el contexto de un trabajo grupal cuya coordinación se encuentra
a mi cargo, he podido apreciar una singular modalidad del decir sobre
el alcoholismo. Allí se producen efectos que interesan a la subjetividad,
y por lo tanto resultan instrumentales para el psicoanálisis. Hablo
del humor, el chiste y la comicidad, como distintas variantes de una serie
poco solemne de decir las cosas.
Pero, antes de avanzar, no podemos soslayar el lugar recurrente que el
Otro social le propina a los embates producidos por el alcohol. Me refiero
a la interminable lista de chistes que circulan sobre el tema. Estos chistes
surgen del saber popular y tratan un estado, el de la embriaguez; pero
alcoholismo y embriaguez no son sinónimos. El alcoholismo es otra
cosa. Trataremos de presentar la técnica que sostienen algunas
verbalizaciones nacidas en el marco de un trabajo grupal y los efectos
que producen en cada quien según su enunciación.
Del chiste sabemos que constituye una puerta de entrada a lo inconsciente,
y que mantiene semejanzas y diferencias con el humor y la comicidad. Entre
las semejanzas se encuentra el efecto risible y placentero con el cual
casi todos gozamos, producido, según la tesis freudiana, por un
ahorro en la economía psíquica. En cuanto a las diferencias,
las analizaré según cómo cada una de ellas se manifestó
en el contexto al que me refiero.
En plena tarea con un grupo de pacientes alcohólicos, una persona
irrumpió en el salón donde trabajábamos y, asomando
la mitad de su cuerpo, preguntó sin pedir permiso: ¿Alguno
de ustedes tiene una pastilla para el hígado?. A lo que un
integrante del grupo le espetó: ¿Qué hígado?.
En otra oportunidad, un paciente ciego que pertenecía al mismo
grupo me dijo en una forma que no escondía la burla ni el sarcasmo:
¿Sabe por qué tomo mucho? Porque me dijeron que si
tomaba mucho, veía doble.
Estas intervenciones son, hablando con propiedad, humoradas. El humor
tiene la particularidad que se refiere a uno mismo, a condición
de que entendamos que este uno está dividido. El efecto
risible tiene como blanco la propia persona. Es el mismo caso de aquel
paciente que, encontrándose sin beber alcohol desde hacía
ya largos meses, fue detenido cuando conducía su automóvil
por policías en un operativo de exámenes de alcoholemia.
Después contó ese momento con detalles de fino humor: Yo
no tomo hace meses, pero tomé tanto vino en mi vida que me dije:
Acá va a salir todo, así que tomé el
globo, soplé bien fuerte y dije: Que sea lo que Dios quiera.
Este relato evocó en otro integrante del grupo un chiste montado
en una escena con similares características: dos personas en evidente
estado de ebriedad son detenidas por la policía. Le informan que,
por el estado en que se encuentran, les practicarán un examen de
alcoholemia. Uno de ellos, el que conducía el automóvil,
le anticipa que a la mañana temprano habían tomado juntos
una botella de ginebra, antes del almuerzo compartieron un vermut, durante
el almuerzo bebieron una damajuana de vino y antes de salir se tomaron
dos cervezas. Entonces el oficial de policía insiste: Señor,
vamos a practicarle el examen de alcoholemia correspondiente. Y
el conductor le pregunta: ¿Por qué, no me cree?.
El chiste a diferencia del humor, compromete a un tercero; allí
se pone en juego otra instancia. El chiste tiene una técnica, escondida
tras el texto que se muestra; en todos los casos el efecto risible aparece
tras elsorpresivo remate. El efecto de este chiste, como el de aquellas
humoradas, requiere que el sujeto acepte participar en las leyes que lo
rigen. En este punto radica su importancia y su valor, además de
tratarse de una producción singular que puede abrirnos un camino
a la subjetividad.
Lo cómico tiene otro estatuto. La comicidad viene con el tropiezo:
a veces cuando alguien tropieza con el decir, no pocas veces cuando el
que tropieza es el cuerpo. Si lo que tropieza es el cuerpo, es difícil
esconder la caída vergonzante, como tantas veces ocurre con la
palabra. A partir del tropiezo de una persona en estado de ebriedad se
ha producido toda una saga de chistes más o menos maliciosos. Es
obvio que en ese caso se disfruta la caída, pero esta caída
no es la de uno mismo, como en el caso del humor, ni tampoco la de un
tercero como en el chiste. Es el caso de otro integrante de un grupo de
alcoholistas, cuyo decir se asemejaba a una suerte de francotirador. Todo
lo relacionaba con el alcohol. Si alguien reía mucho, probablemente
había bebido demasiado; si no reía, seguramente tenía
ganas de beber, su discurso era un tanto asfixiante. En una oportunidad,
este paciente comentó que jamás había sufrido una
caída bajo los efectos del alcohol sino más bien cuando
se encontraba en estado de sobriedad. A lo cual un compañero que
esperaba revancha le disparó: Es decir que, en realidad,
vos sos más boludo sobrio que borracho. La ocurrencia fue
festejada por casi todos. En este caso parece inequívoco el carácter
hostil de la comicidad, disparada sobre el otro, tratando de ponerlo en
ridículo y desautorizándolo. Ahora bien, para alguien cuya
vida se mide por la cantidad de alcohol ingerido, no está nada
mal que pueda involucrarse de otra forma, refiriendo su problema de dependencia
del alcohol a la diversidad de una chanza dirigida a él de manera
exclusiva. Dicho sea de paso, tampoco está de más reconocer
que no sólo el alcohol boludiza a las personas, si
me permiten este giro académico, la boludez puede estar antes que
el alcohol.
El alcoholismo se cursa dramáticamente; el carácter cómico
de la humorada y el chiste no hacen sino subjetivar una salida. Incluso
en un trabajo que se propone desde un dispositivo grupal, la comedia es
individual, vale en cada caso, para cada cual. Sin embargo, este desarrollo
no responde a un juego divertido. Entre el drama y la comedia reaparecen
los matices de un nuevo padecer, necesario; se sale del alcoholismo para
entrar en otra forma de goce, pero que incluye al Otro, ese Otro del lenguaje
sin el cual un chiste perdería su seriedad. No por otra cosa el
tratamiento debe ser serio, y no solemne. El chiste es serio, especialmente
cuando las determinaciones de eso que llamamos inconsciente gobiernan
el curso del decir.
El alcoholismo sabe de fuertes exposiciones, en el tropiezo del cuerpo,
a la risa social burlona. El humor, el chiste, la ironía, apuntan
a esa otra caída, la de la prestancia de la imagen narcisista,
la de uno, la de aquel que se deje atravesar por el filo cortante del
significante. No es la misma caída, pero, en todo caso, el análisis
sobrevendrá por los efectos que esa caída producirá,
ya que también una caída al piso puede volverse significante.
EL
PSICOANALISIS Y SU POSICION FRENTE A LA ACTUALIDAD
Psiquis y sociedad son inseparables
Por
Yago Franco *
El artículo
de Jorge Mosner publicado el 24 de mayo en esta sección sostiene
que el psicoanálisis no sirve para la actualidad. La actualidad
no entra en el psicoanálisis como tal. Reduce la cuestión
de la actualidad a las neurosis actuales, para las cuales no habría
trabajo analítico indicable lo que a mi juicio no es cierto
y parece no tomar en cuenta la articulación cultura/psique/dispositivo
de cura, establecida por Freud. El dispositivo freudiano estaba al servicio
de levantar las represiones que la psique producía sobre la sexualidad
infantil y sus derivados, en consonancia con la censura producida por
la sociedad sobre la sexualidad de los ciudadanos. Esto producía
síntomas, angustia y también inhibiciones. No se trata de
que el psicoanálisis no sirva para la actualidad de la cultura
sino que hay psicoanalistas que han olvidado la articulación citada.
Hablan de una actualidad eternizada, en la cual habría un método
puro más allá de las contingencias histórico-sociales
que merece desaparecer si éstas se le oponen.
Se sostiene en dicho artículo que un psicoanalista nada puede hacer
frente a la temática de la desocupación, más que
indagar las dificultades que alguien tiene con un trabajo, sus impedimentos
subjetivos e individuales. Las cosas son muy diferentes: psique y sociedad
son dominios irreductibles por sus lógicas y elementos heterogéneos,
pero también inseparables: se apoyan mutuamente. La interfase por
excelencia entre ambos dominios es el proceso identificatorio (Piera Aulagnier),
mediante el cual se incorporan representaciones, acciones y destinos comunes
para las pulsiones. Las instituciones de la sociedad deben poder alojar
la depositación de lo indiscriminado de la psique (José
Bleger), ligado a la pulsión de muerte, para que el yo pueda advenir,
y con él el proceso identificatorio. La actualidad de nuestra cultura
está caracterizada por un proceso de des-socialización y
de fallas severas en instituciones que hasta hace un tiempo no tan lejano
eran apoyo del proceso identificatorio. Entre éstas se encuentra
la laboral, que muestra su propia crisis mediante la desocupación.
La economía pulsional se ve afectada por una pulsión de
muerte que no puede ser depositada en las instituciones de la sociedad,
y que tampoco encuentra destino en el lazo libidinal con el semejante,
ese otro que siempre está integrado a la vida anímica individual
(Freud), al desligarse los lazos sociales. Esto produce un retorno de
Tánatos sobre la psique: si desaparece el nosotros, el que corre
riesgo de desaparecer es el sujeto. Las actuales colas en las embajadas
pueden ser entendidas, también, desde esta perspectiva: el riesgo
país conduce al riesgo psíquico, y al riesgo-sujeto. Hoy
en la Argentina no hay idea de futuro: todo proyecto identificatorio se
encuentra en caución.
Si para Freud la curación pasaba por la capacidad de amar y de
trabajar (donde el lazo con el semejante y la existencia de una institución
laboral estable son necesarias), la actualidad de nuestra cultura implica
un cambio notable en las condiciones de conformación del psiquismo,
y obliga a una complejización de las miras de la cura analítica.
El dispositivo psicoanalítico debe instituirse como un espaciosoporte
de la pulsión de muerte (E. Carpintero), que ha quedado sin anclaje
en una sociedad que, como he sostenido en otros textos, se encuentra en
un estado que va más allá del malestar en la cultura: un
estado traumático para sus integrantes. A nivel clínico
lleva a considerar la existencia de trastornos (S. Bleichmar) además
de síntomas, caracterizados por fallas en la simbolización
(no son formaciones del inconsciente), lo que complejiza la tarea analítica,
ocupando el trabajo sobre y a partir de la contratransferencia un lugar
relevante, lo mismo que las construcciones, que adquieren otro status
y forma. Un dispositivo para que el sujeto pueda relanzar su deseo, a
través de la institución de su proyectoidentificatorio.
El psicoanálisis tiene las herramientas necesarias para articularse
con el estado actual de la cultura, produciendo una teoría compleja,
para lo cual es necesario que los psicoanalistas se sometan a una recreación
intelectual permanente (L. Hornstein). Para esto es indispensable superar
toda fobia o ceguera en lo que respecta a lo histórico-social.
* Miembro del Colegio
de Estudios Avanzados en Psicoanálisis. Versión extendida
de este texto en www.topia.com.ar
POSDATA
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Crueldad. La crueldad desde la perspectiva psicoanalítica,
por Marcelo Rapoport en Institución Psicoanalítica
de Buenos Aires, el 13 a las 21.30. gratuito. Córdoba 4335.
4772-9042.
Comunicación. La comunicación en la relación
terapéutica. Modelo integrativo. Psicoanálisis y conductismo,
con Paul Wachtel, del City College of New York. Desde el 12 de 11.30
a 13 en Universidad de Belgrano. Gratuito. 4788-5400 int. 3301.
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Posición del sujeto en el sueño, por Stella
de Luraschi en Discurso Freudiano, el 8 de 19 a 21. Gratuito. 4772-8997.
Loquero. De los muros del loquero al respeto por la
palabra, hoy de 19.30 a 21 por Juan Carlos Stagnaro en Biblioteca
del Congreso, Alsina 1835. Gratuito.
Niño. Jornada El niño en la clínica,
el 11 de 10 a 14 en el Argerich. Gratuita.
Reich. Reich y Freud, por Manfredo Teicher y Enrique
Foks, hoy a las 20 en Vicente López 2220. Gratuito. Asociación
Latinoamericana de Historia del Psicoanálisis.
Maniobras. Maniobras e intervenciones del analista,
por Cristina Calcagnini en Agrupo, el 13 a las 21. 4951-6083. Gratuito.
Segregación. Discriminación, segregación
y exterminio, con Juan C. Cosaka, el 9 a las 10. Centro Psicoasistencial
Moreno, 0237-4623394.
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Independencia 3065. Gratuito.
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un contexto de crisis, en Asociación de Psicoterapia
Sistémica de Buenos Aires (Asiba), el 9 de 9 a 14. 4963-4768.
Tres. No hay dos sin tres. El duelo en los niños,
ateneo con Silvia Pérez y Leonor Pagano, el 9 a las 11 en
Colegio de Psicólogos de Morón. 4629-4566. Gratuito.
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el atentado perpetrado a Alejandra Bonafini, hija de la presidenta
de Madres de Plaza de Mayo.
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por Juan Pawlow en Cuestiones del Psicoanálisis. Desde el
9 a las 11.45 en Cabildo 215, Morón.
Diagnóstico. La importancia del diagnóstico
en psicoanálisis, con Gabriel Lombardi en Foro Psicoanalítico
de Buenos Aires, Callao 741, el 11 a las 20. Gratuito.
Praxis. La praxis analítica, con Eva Lerner
y Alejandro Sacchetti, el 9 a las 10. Reuniones de Psicoanálisis
Zona Sur, 4201-7476.
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de convivencia, hoy de 11.30 a 13 en Cefyp, con Ana Martínez,
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y estudiantes del área. Gratuito.
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