Por
Esteban Levin *
Ya
tienen más de cuarenta años las muñecas Barbie. Este
modelo adulto y bello de muñeca se ha transformado en el paradigma
del juguete de la contemporaneidad. No hemos visto nunca una Barbie que
llore, que sienta dolor, que tenga defectos o tan siquiera padre, abuelos,
o una cierta genealogía. Como Rambo, Barbie refleja un nuevo espejo
moderno para el niño, donde el dolor y la singularidad no existen.
Al reflejarse en ellos los niños crean una imagen escindida de
la sensibilidad, que los remite nuevamente a continuar consumiéndola
sin sentirla.
Cabría entonces volver a las primeras sensaciones del bebé
y reflexionar acerca de cómo construyen ellos la sensibilidad,
por ejemplo, al dolor. ¿Qué siente un bebé frente
al dolor? ¿Cómo se articula el dolor en su imagen?
Hasta hace pocos años se suponía que el dolor se transmitía
por ciertas fibras nerviosas que no estaban presentes en el recién
nacido o en el prematuro. De hecho, se practicaban intervenciones menores
de cirugía infantil sin anestesia (hernias inguinales, estenosis
del píloro, circuncisión). Estudios posteriores concluyeron
que incluso los niños más prematuros eran sensibles al dolor.
Frente a las sensaciones dolorosas, el adulto dispone de sistemas defensivos
que el bebé todavía no posee, por ejemplo el sistema inhibitorio
del influjo propioceptivo y principalmente la secreción de endorfinas
(especie de morfina natural). En el lactante, este sistema inhibidor endorfínico
es poco frecuente pues los receptores de endorfinas son poco numerosos
en el nacimiento y se conforman progresivamente en la maduración.
Desde el punto de vista médico, hay ciertos signos físicos
que pueden detectarse como indicadores del dolor: aumento de la frecuencia
respiratoria, dilatación de las pupilas, aceleración del
pulso, elevación de la tensión arterial, atonía psicomotriz,
lentitud o falta de movimientos, irritabilidad tensional, entre otros.
Estos signos de dolor son muy poco específicos y, como los lactantes
no pueden hablar, los pediatras centran su atención en los registros
de la madre o de los familiares más próximos, pues, afirman,
no hay nadie que conozca mejor a los niños. Podríamos
agregar que es a través de la relación con el Otro que el
pediatra podrá referenciar estos índices, como el dolor
corporal en el bebé. Por el grado de indefensión con que
nace el niño, la defensa ante el dolor corporal pasará por
el campo del otro, que es quien conformará la imagen corporal desde
donde el infans podrá sostenerse.
Es al Otro materno a quien primero le dolerá el dolor del bebé,
de allí que en la primera instancia del dolor del niño pasará
por el dolor que interpretará y decodificará el Otro como
si fuera él. La madre siente el dolor del bebé como propio
y es desde su dolor que decodificará el del niño.
El dolor nace así de ese encuentro de la sensibilidad naciente
del pequeño con el afecto materno, que referencia e incluye el
dolor del niño en un marco simbólico.
El bebé no puede comprender el dolor como dolor en sí, pues
no se ha constituido todavía su imagen y esquema corporal para
referenciarlo a sí mismo. Para hacerlo tendrá que poder
afirmar: Me duele, o sea, constituir una imagen corporal desde
donde reconocerse y diferenciarse del Otro.
En este trayecto, el niño pasará del me duele
materno al me duele a mí, donde finalmente llegará
a conjugarse su sensibilidad, propioceptiva, interoceptiva y cenestésica,
en la imagen corporal de sí, conformando su imaginario yo
y con él la posibilidad del registro corporal del dolor.
A partir de su imagen, el niño podrá percibir el dolor como
una cierta exterioridadincomodidad, como una extrañeza de
sí mismo que invade su cuerpoimagen. Será entonces
él quien demandará al Otro ayuda para calmar su dolor, que
de este modo nunca será sólo corporal, ya que anudará
la dimensión de existencia propia de un sujeto y enmarcará
a la vez la diferencia entre su cuerpo y el del Otro.
En un primer momento, el niño incorpora el registro del dolor del
Otro, que le otorga un sentido posible a la vivencia corporal. Es la madre
quien supone el dolor del bebé a través del suyo. Sólo
en un segundo momento el pequeño resignificará ese dolor
como propio. El tiene dolor, por lo tanto no es el dolor, sino que lo
tiene porque su madre lo ha nombrado como tal y él se lo ha apropiado
e incorporado como referencia corpórea de sí.
Se sitúan así dos tiempos lógicos del registro, la
apropiación, la incorporación y resignificación del
dolor; durante la temporalidad instituyente y constituyente de la infancia.
El primer tiempo podríamos denominarlo tiempo en espera, ya que
depende del supuesto materno (campo del Otro) acerca del cuerpo y el dolor
de su bebé. El segundo tiempo será el de resignificación,
siempre y cuando haya incorporado la vivencia de dolor como inscripción
significante de su cuerpo, lo que finalmente le posibilitará reconocerse
y acceder a sus representaciones.
El funcionamiento parental y del hijo conforman un escenario donde la
puesta en escena del dolor corporal, como experiencia subjetivante, por
un lado los complementa (uno hace del otro su suplemento) y por otro lado
a la vez los separa diferenciándolos, extraño espejo que
se desdobla a sí mismo en múltiples escenas estructurantes.
El sentido del dolor reverbera, resuena y vibra, tanto en el niño
como en la madre, siempre y cuando ella se deje desbordar por su hijo
más allá de su imagen, en un escenario de ficción
que al ponerse en juego abra el campo de la representación y el
placer en la escena que culminará representándolo.
Desde este punto de vista, planteamos que el desarrollo psicomotor del
niño es básicamente disarmónico (y no armónico
como nos plantea el discurso de la modernidad), ya que el niño
ingresa en la cultura a través de la demanda y el deseo del Otro
que lo constituye, lo que nos permite volver a afirmar que la primera
imagen del cuerpo de un niño es la imagen del cuerpo del Otro.
Su primera imagen está en el Otro y no en su cuerpo. Lo disarmónico,
desde el origen, se establece en la diferencia y disyunción entre
su cuerpo (sus sensaciones) y su imagen que está en un extra
cuerpo, que está en el Otro. Desde allí se comienza
a enunciar la singularidad y el misterio que determina el desarrollo psicomotor
del niño.
El sentido de dolor reverbera, resuena y vibra tanto en el niño
como en la madre, siempre y cuando ella no sea una Barbie y se deje desbordar
por su hijo más allá de su imagen, en un escenario de ficción
que al ponerse en juego abra el campo de la representación y el
placer en la escena que culminará representándolo.
* Docente de la Facultad de Psicología (UBA) y profesor del Master
en Psicomotricidad Terapéutica de la Universidad de Barcelona.
Autor de La función del hijo. Espejos y laberintos de la infancia
(Editorial Nueva Visión).
ACERCA
DE LO PUBLICO Y LO PRIVADO EN LOS REALITY SHOWS
Todo te lo muestro... para que nada veas
Por
Irene Fridman *
El fenómeno televisivo de los reality shows, que tuvo su antecedente
en los talk shows, propone a modo de entretenimiento la visualización
espectacular de conflictivas ligadas históricamente al ámbito
privado. Un grupo de personas, en un grado mayor o menor de encierro,
compiten por dinero, siendo despojados de su intimidad y seleccionados
para su exclusión, para divertimiento de otro sector.
Si historizamos la discusión acerca de los términos privado
y público, no podemos dejar de tener en cuenta que, en los años
60, el movimiento feminista utilizó como lema la frase lo
personal es político (fórmula de creación colectiva
que fue utilizada por primera vez en un texto de Carol Hanish) para poner
en términos de discusión política el valor de hacer
público lo que pertenecía hasta ese momento al ámbito
privado; para cuestionarlo y sacarlo de su lugar naturalizado, por lo
tanto aceptado como inamovible. La exposición de lo privado y personal
adquirió el sentido de hacer visible lo invisibilizado, operación
que posibilita enmarcar lo que en el imaginario social está naturalizado
y cristalizado dentro de relaciones de poder, para producir un cambio.
Se diferencia de la mera visualización, cuyo sentido es la exposición
de un suceso en extrema descontextualización, con el fin de escindir
la conexión con lo social y lo político.
Lo obsceno y lo pornográfico no escapan a la discusión acerca
de lo privado y lo público. El primero es un término que
proviene del lenguaje teatral; etimológicamente se refiere a la
aparición de lo que queda fuera de la escena y que tiene un efecto
de cuestionamiento y ruptura del discurso oficial. La obra de Ibsen, Casa
de muñecas, fue calificada como obscena en su momento porque ponía
en evidencia la unión de la sexualidad con la subordinación
femenina.
La pornografía se vincula con la producción de materiales
gráficos, literarios, o visuales en los cuales lo íntimo
y sexual se pone en escena. El término porno significa
prostitución o mujeres cautivas. Tomando
la acepción mujeres cautivas no podemos dejar de asociar
que una de las condiciones que se impone a los participantes de los reality
shows es el cautiverio hasta tanto sean seleccionados para dejar el lugar,
a manos de los espectadores que en este sentido en el lugar de amos, se
divierten y eligen quién sigue el juego y quién queda descartado.
Parecería que lo que más excita es la dominación
sobre los otros.
Tanto los reality como las producciones pornográficas permiten
la fantasía de participar en los actos más violentos que
propone esta cultura, la fantasía de haber estado allí (Beatriz
Sarlo, Escenas de la vida posmoderna) sin tener el más mínimo
asomo de culpa o cuestionamiento por el ejercicio de violencia tanto real
como simbólica sobre un sujeto, con fin de divertimiento.
La posibilidad de espectacularizar lo privado, sin tener en cuenta los
juegos de poder que se presentan, tiene su faz habilitada por el contexto
social. En los reality shows el carácter invisible de la
desigualdad se ha reemplazado por nuevas modalidades, basadas tanto en
la visualidad máxima como en su extrema descontextualización
(Claudia Laudano, Talk shows, entre la visualidad máxima
de la violencia y la invisibilización de la subordinación,
Feminaria, Nº 34, junio de 1998). En este sentido volviendo a tomar
como par analítico la visualización/visibilización,
estos programas típicos de la cultura mediática ponen en
lo público y visual los aspectos privados, pero con una nula relación
con el contexto social y político en los cuales se desarrollan
los aspectos que muestran.
Tanto la producción pornográfica como los programas mencionados
juegan con la puesta en escena de toda la gama de las relaciones más
silenciadas de lo privado, la violencia real y simbólica, pero
nunca con un fin político de cambio. Las temáticas que se
muestran siempre tienen el mismo telón de fondo, la íntima
relación de las prácticas de dominio y violencia, junto
con el ejercicio de la exclusión.
La persona va a ser utilizada como objeto, deshumanizándola y desatribuyéndola
de su condición de sujeto. En este sentido, lo visual espectacularizado
adquiere su carácter de fetiche, un ritual inamovible y cristalizado
en el cual el sujeto que se expone es utilizado por los que miran como
objeto, negándole la alteridad, es un modo de hacer activo lo que,
en este momento histórico, se sufre pasivamente a manos de los
Amos del modelo económico; el juego de ver quién queda afuera
de la red social.
De alguna manera lo privado se ha hecho público, para que nos haga
un poco de cosquillas en los sentidos, a condición de que no despierte
ningún sentido que subvierta el arreglo histórico de las
relaciones de poder.
* Miembro del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación
de Psicólogos de Buenos Aires (APBA).
SOBRE
EL HIPERREALISMO DE LOS REALITY SHOWS
Goce puesto en el exceso de sentido
Quien controla el pasado dice una de las
consignas del Partido, controla el futuro; quien controla el presente,
controla el pasado. George Orwell, 1984
Por Monika
Arredondo *
Los reality
shows pretenden mostrarnos todo. La condición de posibilidad
de este juego es el aislamiento de la realidad externa y de cada una de
las historias individuales implicadas. El riesgo es quedar excluidos de
ese universo prefabricado, y el logro se configura a través de
una única posibilidad: el salvataje individual. Desde esta perspectiva,
los grupos sólo tienen sentido como medios a ser utilizados por
el sujeto en función de su propio provecho, negando de esta manera
una condición esencial de existencia de un grupo: el proyecto colectivo.
El reality nos invita a vivir el puro presente, el día, la hora,
el minuto. El pasado quedó atrás, sólo hay un presente
continuo. La recompensa económica y la fama son para aquel que
no duda en manipular, mentir y actuar ante cámaras su liderazgo
doméstico.
Cuando el futuro se nos plantea incierto, sólo nos queda la retirada
sobre el presente, que no cesamos de arreglar, reciclar y proteger en
un aquíyahora infinito. La fraternidad temporal de
cada uno de estos grupos se fundamenta en la fragmentación, la
división y el aislamiento. Maravilloso ejemplo de construcción
de una red social y de un vínculo donde el otro es fundamentalmente
un objeto de consumo, placer o manipulación, nunca un semejante,
sólo un medio para mis intereses.
La posmodernidad, en este sentido, apuesta a lo real. Toda manifestación
subjetiva tiende a reproducir y producir real. Para Jean Baudrillard,
se trata del hiperrealismo de la simulación que se traduce
en el alucinante parecido de lo real consigo mismo. En los reality
shows se cultiva un estética de lo hiperreal, la transparencia
absoluta: el goce puesto en el exceso de sentido, la cámara detenida
en el aseo diario, lo privado alimentándose de la mirada pública.
Todos nosotros somos el Gran Hermano que decide, simulacro que nos domina
y que reduce los acontecimientos a meras escenografías, de tal
modo que la vida de los que quedamos afuera es una supervivencia sin sentido.
Como comentaba una paciente de un grupo, desocupada hace un año:
Mi vida ni siquiera es una apuesta contra la muerte: sólo
es papel picado.
* Analista
y supervisora institucional. Fragmento del trabajo Reality show:
un análisis institucional.
POSDATA
|
Ameghino.
La Asociación de Profesionales del Centro de Salud Mental
Nº 3 Arturo Ameghino decidió una sentada con corte de
calle, el 27 a las 12 en Córdoba y Agüero, como parte
de la lucha por la estructura orgánico-funcional y
por cuatro rentas robadas en 1998.
Derechos. Presentación del libro Psicoanálisis
de los derechos de las personas, compilado por Alicia Lo Giudice
y Beatriz Gariglio, el 27 a las 20 en Facu de Psico, Independencia
3065. Con Estela de Carlotto.
Abrasa. Niño que se abrasa. Despertar para
seguir soñando, con Liliana Berraondo, María
de Espinosa y Alicia de Gadda en Discurso Freudiano. Mañana
de 19 a 21. Gratuito. 4772-8997.
Tausk. Tausk y Freud, por Gabriela Roth y Luis
Minuchin, hoy a las 20 en Vicente López 2220. Asociación
Latinoamericana de Historia del Psicoanálisis. Gratuito.
Fertilización. Los hijos de la fertilización
asistida, con Eva Giberti, Carlos Pachuck y Gloria Barros
e Irene Meler, el 28 de 20 a 22. Foro de Psicoanálisis y
Género de APBA. 4345-7422.
Prevención. Psicología y prevención:
III Jornadas de Psicología del Oeste, 29 y 30 en Colegio
de Psicólogos de Morón, con Liliana Carusso, Mirta
Clara, Silvia Chiarvetti, Jorge Degano, Emiliano Galende, Eva Giberti,
Laura Etcheverry, Leonor Pagano, Silvia de Veinstein, Graciela Zaldúa.
4629-4566.
Joyce. Video sobre Joyce, con puntuaciones por Pablo Fuentes
y Rolando Karothy y con debate: el 23 a las 15.30 en Honduras 3784.
Gratuito. Círculo Psicoanalítico Freudiano; Lazos,
Institución Psicoanalítica.
Psicosis. Introducción a la clínica lacaniana.
Las psicosis, por Haydée Rosolen en Escuela de la Orientación
Lacaniana (EOL). El 14 a las 15 en Callao 1033. Gratuito.
Cuerpo. Taller Cuerpo, energía y creación,
por Susana Yasan, el 23 de 10 a 16. 4773-0939.
Digital. Desarrollo de la inteligencia digital,
con Antonio Battro y Percival Denham en Universidad de Belgrano,
el 26 de 18 a 20. 4788-5400 int. 3315.
Offside. En offside: marginales, vulnerables, desafiliados.
Ateneo en Cefyp, hoy de 11.30 a 13 con Horacio Serebrinsky y Enrique
Villoanustre. Gratuito. 4801-3485.
Insomnio. Insomnio, con Estela Sagredo y Susana
Pastoriza, el 25 a las 29 en Biblioteca del Congreso. Gratuito.
4371-7072.
Asistenciales. Función del psicoanalista en
las instituciones asistenciales, con Miriam Dios, Noemí
Quéhe, Martín Trigo y Noemí Sirota, el 23 de
10 a 13. Gratuito. Escuela Freudiana de la Argentina. 4961-7908.
Psicodrama. Encuentro de Psicodrama, Grupos e Instituciones,
con Eduardo Pavlovsky, Hernán Kesselman, Angel Fiasché,
Fidel Moccio, Carlos Martínez Bouquet, Gilou García
Reynoso, Armando Bauleo, Marta de Brasi, Juan Carlos Volnovich,
Osvaldo Saidón, Ana Fernández. El 22 y el 23
de 10 a 21. Centro de Psicodrama Psicoanalítico Grupal, 4962-4583.
[email protected]
Cáncer. Cáncer, ritmo y temporalidad:
un enfoque psicosomático, con Susana Rotbard en el
Hospital Municipal de Oncología. Con proyección de
video de Sami-Ali. El 23 de 9 a 17. 4826-8974.
Psicogeronto. Curso de auxiliar en psicogerontología
en el Hospital Alvear, desde el 22. Gratuito. 4777-0956.
Masculinidad. En torno a la masculinidad, por
Francisco González Cobreros, el 26 a las 20.30 en Nuevo Centro.
4953-4326. Gratuito.
Final. El mundo intersubjetivo en el final de un tratamiento
analítico, con Luis Hornstein, Leonardo Peskin y Janine
Puget, el 22 a las 12 en Asociación de Psicoterapia de Grupo.
4774-6465.
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