Por
Isidoro Vegh *
Amarás al prójimo como a ti mismo,
dice la máxima que tanto molestara a Freud (Malestar en la cultura,
1930). ¿Cómo habré de amar al prójimo que
no siempre me quiere bien, muchas veces me quiere para mi mal, me goza,
me ultraja, me usa del mismo modo que a mí? ¿Cómo
habré de amarlo sin discriminar entre esos prójimos que
me son cercanos y aquellos que encuentro en la indiferencia mutua? Con
mis palabras parafraseo su enardecida protesta.
Pero el ti mismo, ¿no anuncia un enigma a develar que
no lo iguala al Yo? Si la sentencia perdura a través de los siglos,
tal vez ella guarde una respuesta que nos concierne. Tal vez nos permita
transitar algunas encrucijadas de nuestra disciplina, el psicoanálisis.
Y desde allí, también alcanzar alguna respuesta sobre los
lazos que sostienen la trama social.
Para indagarla es hoy mi camino para avanzar en los enigmas de la
transferencia me propongo desplegar de inicio una de las tres vertientes
de este otro que llamamos prójimo. Se trata de la vertiente
imaginaria que viste su presencia.
A partir de la formulación del nudo borromeo (1) la equivalencia
entre los registros de lo Simbólico, lo Real y lo Imaginario,
hay un aspecto que no debe dejarse pasar: el de lo imaginario que es preciso
considerar en su valor instituyente, al punto que el desencadenamiento
de las psicosis se sitúa en su falta. No es un tema menor; estamos
en la dimensión imaginaria de la relación del sujeto con
el prójimo, definible en términos de reconocimiento.
Trabajando este tema, encontré un autor cuyas reflexiones me resultaron
especialmente pertinentes. Se trata de Tzvetan Todorov y de su obra La
vida en común (1995). Este autor considera que podríamos
definir al ser humano desde tres perspectivas: Es algo en el orden
del ser, es un viviente, pero no es reducible ni a su condición
de ser, ni a la de viviente, ya que al estar habitado por el lenguaje
pasamos a distinguir una relación diferenciable de cualquier otro
viviente en la relación con el otro. Esto es lo que llamamos,
más allá del vivir, eksistir (fuera-delugar),
esa eksistencia del sujeto representado por la palabra, pero exterior
a ella.
El reconocimiento, nos dice Todorov, no es homogéneo sino que reviste
diversas formas. La primera diferenciación, la más importante,
es la que se impone entre el reconocimiento de existencia y el de confirmación.
Con matiz irónico, los personajes de la farándula suelen
situar así el reconocimiento de existencia: No me importa
que hablen bien o mal de mí; lo que me importa es que hablen.
Su correlato lo encontramos en el decir popular lo que mata es la
indiferencia, como forma de desconocimiento mayor. Así, pelear
con el otro es un modo de mantener una relación con él.
El reconocimiento de confirmación al que nos referiremos
luego presupone el de existencia, puesto que tanto el valor positivo
como negativo que se le asigne confirma la existencia de aquello valorado.
De ahí la radicalidad del reconocimiento de existencia.
En ciertos cuadros neuróticos domina, en un sector de la red que
atañe al Otro primordial, un desfallecimiento del deseo en relación
con el hijo por ejemplo, nació el bebé y murió
el abuelo materno, con el duelo consiguiente. Se trata de un momento
dramático en el que el Otro desfallece y, con él, el reconocimiento
fundante, imprescindible. El ser humano no sobrevive si no hay otro que
lo reconozca en su existencia.
Recuerdo un caso muy dramático: un chiquito de ocho años,
el menor de la fratría, murió en un accidente. La madre,
que adoraba a este hijo, entró en un duelo patológico, con
un absoluto desinterés por la vida. Su marido estaba desesperado,
ya que, además de perder al hijo, veía a su mujer al borde
del suicidio. Un día, el hijo mayor los reunió a ambos y
les dijo: ¿Qué me están haciendo? Yo existo....
De modo que, cuando se encuentren con algún malvado que alardea,
con las banderas del mal, de su prescindencia del amor, pregunten qué
otro malvado como él le resulta imprescindible. Hay por lo menos
uno, cuyo amor precisa; cuando ese uno falta, el sujeto cae. Es también
la historia de Vincent van Gogh: a medida que se le fue cerrando el mundo,
su único sostén pasó a ser su hermano Theo; sólo
él colgaba sus cuadros. Cuando Theo le anuncia que se va, Vincent
se suicida.
El reconocimiento de confirmación o de valor puede adoptar dos
formas:
De conformidad: concierne a quien le gusta ser unoentreotros,
disolverse en el conjunto. Por ejemplo, quiero ser hincha de un determinado
club de fútbol y no me interesa diferenciarme de los otros que
allí se sitúan.
De distinción: designa a quien se diferencia del conjunto
y quiere ser reconocido como diferente; lo encontramos en la figura de
los malcriados, los hijos preferidos.
En cuanto a las estrategias de reconocimiento, una de ellas es la demanda
directa. Por ejemplo, puedo pensar que soy un excelente escritor; si no
he logrado vender ningún libro, me digo, es porque la época
que me ha tocado en suerte no está preparada para recibir semejante
creación. Bajo el modo ilusorio, mi demanda de reconocimiento se
proyecta al futuro. A veces esta demanda se funda en una verdad; de hecho,
la obra de Van Gogh se cotiza hoy entre las más caras de la historia
del arte y, más allá de los precios, se trata sin duda de
una producción que merece el reconocimiento. Pero me estoy refiriendo
a su figura recíproca e inversa, que insiste en el futuro del reconocimiento
y que, en la medida en que desde lo Real no se confirma, viene a desplazarse
hacia un futuro ficcional.
Otro reconocimiento puede ser vehiculizado por una demanda, válida
o no, tal como lo vemos especialmente en el tratamiento de niños;
por ejemplo, en un chico muy travieso, cuya violencia es una demanda de
reconocimiento. En el plano social, podemos, por ejemplo, situarlo en
la carpa plantada frente al Congreso (2), como una forma apaciguada de
violencia una irrupción en un espacio público,
en relación con un reconocimiento que no es otorgado.
Otras estrategias pueden conducir a renunciar a él, con la clínica
que esto comporta el aislamiento, la depresión.
A nosotros, psicoanalistas, este planteo no nos resulta suficiente, porque
el sujeto se escribe con una topología que no tiene ni adentro
ni afuera. Desde esa topología, se trata de ver cómo ese
otro, que me habita, me reconoce o no, me distingue o no, me confirma
o no.
Cabe incluir aquí algo que iremos trabajando más adelante,
cuando mencionemos los otros registros: la buena o la mala mirada. Puedo
vestirme, si soy una dama, de manera que todos los demás me digan:
¡Qué hermosa que estás!, y responder al
elogio con un No me digas eso, estoy fea, no puedo ni verme...,
es decir: No me puedo ver con estos ojos que hoy me habitan.
(1) Escritura correspondiente a la teoría de nudos de las matemáticas
de nuestros días.
(2) Desde 1999 y durante más de un año, los docentes argentinos
realizaron una demanda gremial, a través de un ayuno en una Carpa
Blanca instalada frente al Congreso de la Nación. Su reclamo de
aumento de salarios era también un anhelo de reconocimiento al
valor de su trabajo.
* Miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires (EFBA).
Fragmento de
El prójimo. Enlaces y desenlaces del goce, de próxima aparición
(Editorial Paidós).
EL
PLACER DE LA LECTURA EN EL PSICOANALISIS
Se trata de salir de la letra muerta
Por
Teodoro Pablo Lecman *
Si bien es cierto que en gran parte la letra con sangre
entra y que la historia se escribe con sangre (linaje mediante), hay un
placer de la lectura y el descubrimiento que nos es accesible. Se trata
de volver a los textos e interrogarlos desde esa aventura biográfica
que es la nuestra, se trata de volver a la clínica y sacarle las
historias llenas de sonido y de furia (de sexo y muerte) que a todos idiotizan,
de distintas maneras, y salir de la letra muerta.
A la pesca entonces por una librería de viejo, encuentro un Diccionario
de las Exploraciones (Larousse, Barcelona, 1970), donde me entero, bajo
la entrada Charcot, Jean (p. 88), de que se trata de un explorador francés
hijo del célebre médico Jean Martin Charcot y destinado
en principio a la medicina, se dedica a las exploraciones polares
(¿resabio de las exploraciones de su padre con las frías/
excitadas histéricas?). Luego de bautizar lugares y abrir canales,
se despide del santuario de los santuarios, donde la naturaleza
se muestra en su formidable poder. Vuelve otra vez a la Antártida
(pasó cerca nuestro) pero después de la Primera Guerra se
dedica a Groenlandia, que explora a bordo del Pourquoipas? (¿Por
qué no?) en varias oportunidades. Finalmente encuentra la muerte
en el naufragio del ¿Por qué no? (!) en una tempestad
del fin del mundo. El timonel, único que se salva, cuenta
que antes de hundirse Charcot soltó a una gaviota herida que había
recogido para darle una oportunidad, y que sus últimas
palabras fueron: ¡Mis pobres hijos!.
Curiosa liberación de un animalito (no fue su padre el que liberó
a los animales parlantes de estudio que eran las histéricas de
La Salpêtrière, sino Freud, en Viena, y a otras). Curiosas
últimas palabras, ya que, a menos que hubiera sido un padre tardío,
Jean Charcot tenía 69 años y por lo tanto seguramente hijos
grandes emancipados. Es cierto que podrían llorarlo igual, si él
les hizo falta. Cosas del linaje.
Otras curiosidades. De pura casualidad, leemos en una nota sobre una exposición
(diario Clarín, 6 de agosto de 2000) que la fotógrafa Grete
Stern, formada en la Bauhaus alemana, solía ilustrar con sus fotomontajes
ciertas cartas. ¿Cuáles?: En 1949 (...) el azar quiso
que la revista Idilio, la más leída de la época,
lanzara un consultorio sentimental intitulado El psicoanálisis
le ayudará. Señoras y señoritas enviaban sendas
cartas en las que describían los sueños que las angustiaban:
anhelos románticos, quimeras de amor, pesadillas domésticas.
Respondía en clave psicoanalítica un tal Richard Rest, sonoro
seudónimo que encubría a Gino Germani, uno de los próceres
de la sociología argentina.
Ya nos habíamos enterado antes, por Hugo Vezzetti, en su Freud
en la Argentina, que las primeras divulgaciones de Freud, en editorial
Tor, por un supuesto psiquiatra que incluso relataba casos clínicos,
correspondían al excelente poeta peruano Alberto Hidalgo.
Leamos ahora salteado a Oscar Masotta (Sexo y traición en Roberto
Arlt, CEAL, 1982): Es que me había salvado por la lectura
(...) Escribir el libro Sexo y traición en Roberto Arlt
me ayudó, textualmente, a descubrir el sentido de la existencia
de la clase a la que pertenecía, la clase media (...) en el hombre
de la clase media hay un delator en potencia. Y, citando a Sartre
en Saint Genet: Traicionar, es, con palabras, hacer nacer un destino.
Curiosidades de la transmisión y de la lectura que evocan el affaire
Sokal. ¿En medio de tantas imposturas, cuál será
la última máscara?
Releemos entonces a Freud: El narcisismo del hombre debería
conformarse con el hecho de que la deformación onírica,
los sueños angustiosos y los punitivos representan otras tantas
pruebas de su esencial moral, pruebas no menos evidentes que las suministradas
por la interpretación onírica en favor de la existencia
y la fuerza de su esencia malvada. Quien disconforme con esto quiera ser
mejor de lo que ha sido creado, intentellegar en la vida más
allá de la hipocresía o de la inhibición. El médico
dejará para el jurista la tarea de establecer para los fines sociales
una responsabilidad arbitrariamente restringida al yo metapsicológico.
Todos sabemos cuán difícil es deducir de esta construcción
artificiosa consecuencias prácticas que no violen los sentimientos
humanos. (La responsabilidad moral por el contenido de los
sueños, 1925.)
* Psicoanalista. Autor de Cuerpo y símbolo. Fundador de Lecturas
del psicoanálisis.
EL
DEBATE SOBRE REPRODUCCION ASISTIDA
Las biotecnologías y la pareja
Por Irene Meler
*
La publicación del extracto de un trabajo presentado por mí
acerca de la reproducción asistida motivó que una asociación
que agrupa a parejas con problemas de fertilidad se sintiera afectada
por los conceptos allí expresados. Con el afán de exponer
con mayor claridad mi postura al respecto, he solicitado este espacio.
La legitimidad de los sentimientos que experimentan las parejas o personas
afectadas por la dificultad para procrear no está puesta en cuestión.
El debate se plantea en un campo que debe ser interdisciplinario debido
a la complejidad del tema.
Entre la aceptación irrestricta y la aplicación indiscriminada
de estos avances en la tecnología médica, y el rechazo global
de su implementación, mi postura es intermedia. Los desarrollos
tecnológicos acelerados son una característica de nuestra
época. Al mismo tiempo, las sociedades humanas se enfrentan a los
nuevos problemas y desafíos que estos avances plantean. Esto abarca
desde la revolución tecnológica e informática y la
consiguiente retracción del empleo, hasta las biotecnologías
y su impacto en los vínculos de pareja y en la estructura del parentesco.
Se requiere una reflexión compartida, donde todos los sectores
sociales tienen derecho a participar. Se trata de la formación
de una familia y no meramente de la producción biológica
de cuerpos.
La adecuada asistencia ante ese tipo de demanda implica la participación
de profesionales que trabajen en el campo de la salud mental, así
como el debate bioético y en ciertos casos la perspectiva antropológica.
Cuando no se opera desde esta perspectiva integradora, es posible registrar
efectos adversos sobre parejas y familias, que los saberes médicos
no están en condiciones de prevenir y atender por sí solos.
Nuestra cultura contemporánea favorece la ilusión de que
es posible lograr una satisfacción inmediata de todas las demandas
y que esto se logra sin costos subjetivos. Sin embargo, se trata de una
creencia ilusoria que no debe ser explotada. Los consultantes tienen derecho
a otorgar un consentimiento informado y a ratificar o rectificar su involucramiento
en cada paso del proceso biomédico donde se intenta lograr el nacimiento
de un hijo.
Es recomendable diseñar dispositivos de atención primaria
de la salud, donde se informe acerca del porcentaje esperable de éxitos,
se expliciten las características de los tratamientos, y también
se debatan alternativas disponibles ante un fracaso de los mismos.
Una adecuada atención psicológica, realizada de forma independiente,
aunque comunicada con el equipo médico, puede favorecer un abordaje
satisfactorio de la crisis vital que plantea la infertilidad, ya sea que
se logre o no el nacimiento de un niño sano. En algunos casos la
elaboración de conflictos estimula el éxito de las tecnologías
médicas, mientras que en otros permite la aceptación de
la renuncia a un proyecto y la construcción de proyectos alternativos.
Finalmente, deseo reiterar mi preocupación ante una tendencia que
observo en los últimos tiempos, donde la discusión interdisciplinaria
sobre temas de difícil abordaje, da lugar a encendidos enfrentamientos
en los que muchas veces participan quienes están involucrados personalmente
y las posturas de los profesionales o técnicos son alternativamente
demonizadas o idealizadas. El debate es necesario, pero debe efectuarse
con los recaudos adecuados para favorecer una comunicación eficaz,
que evite en lo posible ser afectada por las pasiones en juego.
* Coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de
la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
POSDATA
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Poder.
Seminario Privilegios, poder y corrupción, 10
y 11 de agosto con Reynaldo Perrone (Universidad de Grenoble) y
Liliana Perrone (Universidad de Lyon). Centro de Investigación
Familiar, 4773-2729.
Interconsulta. Interconsulta en hospital general,
por Enrique Romero, el 20 a las 20. 4854-8742. Asociación
de Psiquiatras; Sociedad de Psicodrama.
Sexual. Vínculo sexual (literatura, ciencia,
psicoanálisis), con J. Slimobich, S. Swarc y P. Gargano.
El 19; 20.30, Rodríguez Peña 515, 3º F. Gratuito.
Pasión. El amor, la pasión el deseo.
La interpretación de los sueños, el 20 de 19
a 21. Discurso Freudiano, 4772-8997. Gratuito.
Adopción. Seminario Actualizaciones en adopción,
con Eva Giberti y Cristian de Renzi, desde el 13 de agosto. 4580-7263.
Hipnosis. Hipnosis, cultura y comunicación
y Sugestión en medicina y psicoterapia, con Sam
LeBaron (Universidad de Stanford, California), desde el 30 de agosto.
Centro Milton Erickson: 4824-8260; [email protected]
Social. Crisis social y salud mental. Niñez,
adolescencia y familia: martes de 13.30 a 15.30, del 7 de
agosto al 25 de septiembre, en el Tobar García, Ramón
Carrillo 315, PB, de 10 a 13. 43043519.
Casamiento. Proyección de El casamiento, de D. ODonnell.
Panelistas: Eduardo Pérez Peña, Manuel Barcia, Esteban
Ierardo. El 21 a las 14.30. Gratuito. Centro Psicoanalítico
Argentino, J.E. Uriburu 1345, 1º.
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Mail
de estas páginas: [email protected]
. Fax: 4334-2330.
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