Por
Alejandra J. Makintach *
¿Cómo
podría haber andado mi matrimonio si me casé con alguien
que era de otro sexo y que ni siquiera era de mi familia?
Néstor Braunstein
Aunque la
pareja hombre-mujer no se homologa con las características específicas
de la pareja matrimonial, en ésta se destacan, al rojo vivo, los
avatares de la estabilidad, que todo vínculo estable produce. Tomaré
la pareja conyugal en tanto su conformación la recorta como paradigmática
de la tematización que me ocupa: la imbricación sujetos-conjunto.
Conjunto conformado por sus miembros y éstos a su vez conformados
por aquél.
Todo vínculo estable convoca a una paradoja: compartir lo incompartible.
Paradoja que acicatea a los sujetos y jaquea al vínculo. Paradoja
que no se resuelve, pero invita a recorrer sus claves.
El acápite indica que de lo que se trata en la constitución
de una pareja es de renunciar a un igual y a los otros primordiales. Dicho
de otro modo, remite al enfrentamiento con la diferencia sexual y con
la imposición de la presencia del otro. Otro que es un semejante,
un diferente, con un núcleo insemantizable y opaco para sí
y para el otro de la pareja. El otro que es un sujeto que ama, desea y
goza.
La pareja conyugal puede definirse como dos que con-yugan, dos que son
parejos en soportar y soportarse en la pesada carga-yugo de la incompletud.
Dos que hacen y se hacen en un nosotros.
Para contar dos, sabemos que partimos de tres. El dos es imaginario; la
sede de lo humano es simbólica e implica como mínimo tres.
El reino de lo humano corona la palabra como lo que lo precede y preside.
Situamos entonces un entre dos donde ubicamos un vacío
que une y separa, espacio intermedio que es lugar de coagulación
fantasmática, de repetición, simbolización y creación.
¿Cómo especularizarnos, dialectizarnos y gozar, cómo
conjugarnos con el otro, hacer un nosotros sin dejar de ser
deseantes?
Dice Juan en una entrevista de pareja: El problema es que el espacio
propio se transformó en común, refiriéndose
a la convivencia.
La misma estructura significante produce la idea de unidad. La sombra
de la unidad planea sobre la pareja (1).
Cada uno pretende estar representado en el nosotros, representarlo
y no perderse como sujeto. El deseo es así deseo de reconocimiento.
El deseo no es ni el apetito de la satisfacción ni la demanda
de amor, sino la diferencia que resulta del primero a la segunda, el fenómeno
mismo de su hendija (spaltung) (Lacan, 1958).
Si la ambición es de formar un todo compacto, se mutila el deseo.
La frustración es la imposibilidad de apropiarse de lo que se desea.
El sujeto se frustra porque reivindica que su partenaire es exigible por
derecho.
Dice Pedro o María: ¿Hacemos lo que te gusta a vos,
lo que me gusta a mí, o lo que no nos gusta a ninguno de los dos?
¿Cómo hacen? ¿Cómo estar juntos sin perder
singularidad?
La singularidad es irreductible; el deseo no es vincular, pero hace lazo
y no hay deseo sin lazo.
¿Cómo estar juntos y separados en una relación de
pareja que implique sostener un conjunto y contener a dos sujetos deseantes?
Sostener el nosotros supone que algo de los sujetos queda alienado, sostener
el deseo es subversivo en relación con el conjunto.
Dice Norma en una entrevista de consulta: Consultamos porque yo
quiero que estemos bien juntos.
¿Bien juntos o juntos bien?
Entendiendo por juntos bien la posibilidad de encontrar recursos que permitan
tolerar la paradoja, la desarmonía que todo lazo conlleva. Normarepresenta
al conjunto al utilizar el verbo en plural y luego el yo quiero
en singular.
Si juntos erigen un nosotros consistente, se ilusiona unidad, amparo y
totalización, y se segrega la singularidad.
Si el intento es mantenerse hiperdiscriminados y cada uno en lo suyo,
se pierde el entramado vinculante y son dos que parecen vivir en paralelo.
Un vínculo no es una sumatoria, es más y menos que sus partes.
Es una reunión. Mario y Luisa son una pareja, cada uno tiene tres
hijos y entre los dos suman cinco. Ambos son padres de uno de ellos. Juntos
pierden de contar uno y tienen un hijo en común. Ilustrativa metáfora
de cómo juntos pierden algo propio y ganan un producto común.
En la clínica es dable encontrar parejas que parecieran padecer
del juntos y otras del separados. Las primeras
son parejas donde lo prioritario pareciera ser el armado de un nosotros
abigarrado e incuestionado, quedando los miembros relegados en pos de
aquél. Ella y él constituyen un bloque que eclipsa las subjetividades.
Un prototipo podrían ser las parejas donde imperan los mandatos
e ideales incluidos en el contrato narcisista (2) que intentan
cumplir a ultranza. Las segundas son aquellas en cuya constitución
se privilegia la supuesta independencia de los partenaires; con la ilusión
de libertad el espacio vincular queda desierto, no proyectan juntos. Las
parejas afectadas del nosotros suelen llegar a la consulta
cuando las protestas subjetivas conmueven ese vínculo, que aplastó
las singularidades. Las otras arriban cuando se impone aunarse en un proyecto,
o porque la sensación de soledad en compañía agobia
a un miembro o a ambos.
Parafraseando a Freud en El porvenir de una ilusión,
podríamos decir que el oprimido protesta por la pareja que con
su trabajo sostiene. Se hace necesario proteger a la pareja de los embates
del sujeto, y proteger al sujeto del amarre de la pareja.
Cito a Eric Laurent: Para la orientación psicoanalítica
definida por Freud, hay en los sueños de retorno al orden y a la
paz de las familias una aporía fundamental: civilización
y pulsión no están en oposición simple, como el instinto
se opone a su domesticación. No hay nada de eso en el hombre, sino
una transposición más sutil en la que la propia pulsión
alimenta a la civilización y a sus exigencias de renuncia, encontrando
por eso una satisfacción más secreta. El malestar no viene
por exigencias contrarias a la pulsión, sino por el hecho de que
en esas mismas exigencias está presente la satisfacción
del superyó. [...] Así es como la propia pulsión
contribuye a la llamada civilización y como ayuda poderosamente
a construir el catálogo imperioso, inconsistente y siempre incompleto,
de las obligaciones legales y morales imposibles de cumplir en su integridad.
[...] En la civilización es donde acaba por alojarse la barbarie,
todo el horror pulsional descubierto en la pulsión de muerte
(Estado, sociedad y psicoanálisis, revista Uno por
Uno, 1994).
Propongo, en la cita, reemplazar civilización por vínculo.
Pulsión y vínculo no están en oposición simple:
la propia pulsión alimenta al vínculo y a sus exigencias
de renuncia.
Los dos del vínculo y el vínculo mismo metabolizan la pulsión,
pero al mismo tiempo convocan a los demonios. Pulsión demoníaca
que, en aquello que tiene de no regulable, angustia.
La pareja es así, filtrado y producción de angustia.
(1) Couso,
O.: Hablemos de amor, seminario en la Escuela Freudiana de
Buenos Aires, 1995.
(2) Compromiso que instaura el sujeto en tanto sujeto social con el grupo
al que pertenece, y éste con aquél. (Piera Aulagnier, La
violencia de la interpretación, ed. Amorrortu).
* Fragmento de Pareja: el porvenir de una ilusión,
incluido en La pareja y sus anudamientos, Lugar Editorial.
SOBRE
GAETAN GATIAN DE CLERAMBAULT, MAESTRO DE LACAN
Su mirada está inclinada sobre mi ojo
Por
Noemí Focsaner *
Gaetan Gatian de Clérambault, nacido en 1872, estudió primero
la carrera de Derecho y luego Medicina y Psiquiatría. Fue el único
maestro en Psiquiatría reconocido por Lacan, quien en 1931 comenzó
a asistir a sus lecciones en la Escuela de Enfermería Especial
de la Prefectura de Policía de París. A pesar de ser Clérambault
de tendencia organicista, la agudeza de su mirada y la profundidad de
su escucha implicaba una ruptura con la forma de hacer semiología
de su época. Hizo de cada historia clínica un hecho de escritura:
no ya un mero relato de signos y síntomas sino que, en la escritura,
el paciente quedara como sujeto con sus signos y sus síntomas.
La observación diagnóstica de Clérambault estaba
puesta en el mecanismo inicial de la psicosis, llegando a conceptualizar
el elemento primero como Automatismo Mental. Lacan rechaza la causa orgánica
del fenómeno del Automatismo Mental y retiene la concepción
estructural de éste, la metodología académica de
Clérambault al describirlo.
Además, era un apasionado de tomar fotografías. Tenía
pasión por los drapeados de las vestimentas de las mujeres árabes
y dejó una colección de 40.000 fotos, gran parte de ellas
sobre esos drapeados, con el criterio de considerar los pliegues
de las vestimentas flotantes como la rúbrica de una raza...
Paradójica y trágicamente, a los seis años ya sufría
de dolores oculares. Ya adulto fue operado de cataratas y describió
su propia operación en Souvenirs dun médecin operé
de la cataracte: Entro rápidamente y me coloco sobre la mesa
preparada, la mesa bascula; mi cabeza está entre las manos del
Maestro, su mirada está inclinada sobre mi ojo: el duelo trágico
con el mal ha comenzado.
La mirada del Maestro (el que supuestamente sabe) sobre su ojo enfermo.
El lenguaje unido al cuerpo. Pero, ¿qué es el ojo
clínico sino una especial conjunción entre el ver
y el saber? Una visión espectral, fantasmática, debe ser
develada. Nos dice Clérambault: ... personajes fantasmáticos
inflados de envolturas blancas, con el rostro en parte oculto.
En 1934 Clérambault se suicidó sentado frente al espejo.
El espejo es el testigo mudo del transcurso del tiempo, aquello que sólo
existe cuando alguien lo ve.
Al referirse a la herencia que Clérambault le había dejado,
Lacan relacionó la observación clínica con la visión
del ojo de un poeta. El poeta distingue, en lo que observa, la repetición
de determinados síntomas que usa como vértices de la descripción
de su objeto real o fantasmático. Esos vértices son los
puntos de inflexión que dibuja la estructura y son descubiertos,
no por el raciocinio sino por la intuición, por el comúnmente
llamado ojo clínico.
Clérambault denominó Coexistencia de dos delirios:
persecución y erotomanía a uno de sus casos clínicos,
el de Léa Anne, de 53 años.
La mujer llega a la Enfermería Especial porque, a su regreso de
Londres, en un vagón del metropolitano, se vio de pronto rodeada
y ridiculizada: irritada, sale del vagón; en la calle aborda a
dos agentes de civil, les reprocha mirarla y no servir para nada y los
abofetea.
Ideas de persecución; celada, seguida, espiada, rechazada, propósitos
sobre su dinero. Mendacidad. Euforia con excitación. Mentirosa.
Autoritaria. Padre alcohólico. Narra Clérambault.
Muerto su amante, se había ligado inmediatamente con otro más
joven, propietario de un castillo. Ruptura después de cuatro años,
probablemente a causa del delirio en actividad.
Ya antes padecía ideas de persecución, que se mezclan a
otras más recientes, consecuencias de la erotomanía.
El delirio erotomaníaco enesta paciente tiene por base el postulado
de que el rey de Inglaterra está enamorado de ella. Verifica su
convicción por series de constataciones imaginarias. Numerosas
personas son emisarias del hombre amado.
Escribe Clérambault: Confrontada a los galanteos del soberano
y, a fin de facilitarlos, la enferma ha hecho numerosos viajes y estadías
en Inglaterra. En Londres merodeaba alrededor de los palacios reales y
también por los vestíbulos de las estaciones, en donde ella
creía que el rey le daba cita. Ha gastado miles de francos en viajes.
(Automatismo mental. Paranoia. Editorial Polemos.)
Sigue Clérambault: En un estado de expectación ardiente,
la enferma sentía que la felicidad estaba al llegar; su espera
no se fundaba en ninguna especie de razonamiento ni quizás tampoco
en la certidumbre respecto a la identidad del personaje esperado. No había
otro motivo para su certeza que la fuerza de su emoción; en consecuencia,
su convicción pertenecía al prototipo de la superstición.
* Psicoanalista.
Docente en el Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina,
UBA.
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Sexual.
Jornada de trabajo ¿Elección sexual?,
de Convergencia: el 25 de 9.30 a 19. Gratuito. 4961-7908, 5811-1747,
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clínica actual, por Benzión Winograd en Instituto
Psicosomático de Buenos Aires, el 31 de 13 a 15. 4775-1673.
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Joos, de la Fundación Wilhelm Reich, en la Primera Escuela
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4931-0200.
Vejez. VI Jornada de Psicología de la Vejez en la
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Mentiras. Secretos y mentiras: a propósito de
una situación clínica con familias. Jornada
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