Por
Enrique Pichon-Rivière *
La
noción de situación catastrófica ha sido aplicada
al estudio de situaciones colectivas de ansiedad y pánico, como
inundaciones o terremotos, que toman a una colectividad humana desprevenida.
Estas situaciones catastróficas han sido estudiadas en Estados
Unidos con mucho cuidado, porque son muy frecuentes, y se ha creado un
instituto de situaciones catastróficas, donde se forman psicólogos
sociales especializados, con técnicas de salvamento, de persuasión
o de grupos que pueden influir sobre las comunidades, por ejemplo para
evacuar a tiempo a la gente, cosa que suele ser muy difícil.
Dentro de las situaciones catastróficas en general, aparece como
estado principal el pánico, que en algunos casos paraliza y en
otros promueve la fuga. Un caso de situación catastrófica
en medio urbano fue la tragedia de la Puerta 12, el 12 de
junio de 1968 en el estadio de River Plate, cuando 71 personas murieron
aplastadas. Evidentemente, una cantidad de factores impidió la
evacuación. El inconveniente principal provino del encuentro frontal
entre hinchas de Boca y la policía; que las puertas estuvieran
o no cerradas fue secundario. Otra situación catastrófica
típica fue la del Estadio Nacional de Lima, unos años antes,
donde la intervención de dos líderes provocadores desencadenó
una situación de dispersión y ruptura de todas las pautas
de conducta; la situación catastrófica estaba dada por la
pérdida de los roles habituales de cada uno y la pérdida
absoluta de la comunicación; había personas que gritaban
su peligro, pero ya no había un lenguaje comprensible.
En toda situación de pánico se produce, como primer signo,
un trastorno de la comunicación, y lo importante es que se produce
una negación del peligro y una negación de la identidad
de las personas que se encuentran en la situación de pánico.
Por supuesto que, como situación catastrófica más
intensa, está la guerra, pero por el hecho de que en la guerra
los soldados están institucionalizados en sus cargos, con sus defensas
adecuadas, no ceden.
El psicólogo social puede hacer mucho en situaciones catastróficas,
manejando las situaciones grupales y tratando de crear ideologías
especiales de salvamento, contra líderes oposicionistas que siempre
aparecen. En toda situación de pánico, el psicólogo
social puede actuar formando grupos y esclareciendo la intensidad de los
miedos a la pérdida y al ataque, que coexisten y cooperan en el
mismo momento; de ahí la paralización de algunos o la fuga
de otros. Es que se pierde completamente el sentido de la cooperación
y esto sucede en una situación de peligro máximo. La tarea
específica del psicólogo social incluye tomar contacto con
personas que provocan retardos y conflictos de todo tipo y que son líderes
no sólo de la permanencia sino, además, líderes oposicionistas
desde el punto de vista político, como si a través de eso
se realizara una acción mágica que derrotara al gobierno
existente.
La situación catastrófica tiene un aspecto curioso, que
cabe relacionar con las psicosis hípnicas; hay en ella una oscuridad
y un pánico que puede ser definido como la presencia simultánea
del miedo a la pérdida y el miedo al ataque, con una intensidad
tal que paralizan, con desorientación total o fuga hacia el lugar
de peligro.
Relacionamos este tema con las psicosis hípnicas y confusionales
que la psiquiatría describe, ya que en los estados catastróficos
se ve justamente la confusión de roles entre los miembros: los
miembros de un grupo determinado tienen sus roles confundidos, no pueden
operar y, entonces, necesitan personal que los oriente. Esto se parece,
desde el punto de vista individual, a estados confusionales de otro tipo,
que obedecen a múltiples causas, pero pueden ser relacionados,
todos, con la pesadilla o con la noche, el soñar y el dormir. Estudiando
grupos de personassiniestradas, se ve que tienen estados de insomnio,
para entrar en estado de vigilancia permanente. En esas noches aparecen
situaciones semejantes a las hípnicas individuales, ligadas a su
vez con la mitología y el folklore, donde se teme la aparición
del lobizón u otro personaje similar.
Los estados confusionales están en la base de toda comunidad siniestrada;
la gente pierde operatividad por la confusión. Esa confusión
se debe a un incremento súbito de los miedos básicos, que
les impide operar, y están como estuporosos o hacen fugas muchas
veces inadecuadas.
Las psicosis hípnicas pueden ser agrupadas de acuerdo con los mecanismos
del sueño. El sueño incluye: un estado que es el predormir,
donde hay una somnolencia; hay un estado de dormir con sueños y
otro de dormir con actividad motriz.
Corresponden a los estados confusionales de la psiquiatría y hemos
establecido una correlación entre ellos. Entre las psicosis hípnicas
confusionales, la primera se llama confusión simple, en la cual
se advierte, como síntoma característico, la confusión
de identidades: trastornos de la memoria y trastornos de la propia identidad,
donde el sujeto se siente confundido, realiza permanentemente un gesto
como de quitarse algo de la frente y esto se llama obnubilación,
como si tuviera una nube en la mente. La confusión simple carece
generalmente de contenidos psicológicos, o tiene muy pocos, y puede
aparecer en cualquier momento del día.
Las otras formas más típicas son la confusión mental
con onirismo. En éstos, al estado de obnubilación se suma
la proyección de estados del sueño en la realidad. Son estados
oniroides que se ven con gran frecuencia en los chicos. Cuando el chico
está con fiebre, llega a un nivel de excitación especial
y los padece. Comienza a proyectar sus sueños angustiosos y eso
le provoca un gran miedo. Estos estados son estados característicos
de trastornos tóxicos o infecciosos y constituyen el mayor número
de las llamadas psicosis exógenas. Estos pacientes, con un tratamiento
adecuado, pueden resolver su situación muy rápidamente y
la verdadera prevención de la enfermedad mental reside en las primeras
24 horas de todo paciente que sufra ese estado confusional, que alimentará
después cuadros más serios.
La otra enfermedad es equivalente al dormir con agitación motriz,
es decir, la forma sonambúlica; hay una actividad, una agitación
tan desesperada que se produce una liberación de la motricidad,
a diferencia del sueño normal donde la motricidad está inhibida.
Aparecen el sonambulismo y la somniloquia hablar en sueños.
Estos estados corresponden generalmente a la histeria.
El caso tipo de confusión es la confusión mental estuporosa:
es el estado de sueño profundo, llamado por algunos sueño
de plomo y donde la persona tiene la sensación de no soñar;
no es así, ya que la actividad cerebral continúa y nadie
deja de soñar, lo cual se prueba con el electroencefalograma.
Recapitulando: cuadros de confusión simple, como equivalente a
la somnolencia; confusión mental oniroide, que es la confusión
con sueños proyectados; la confusión mental agitada y la
estuporosa. Estos son los cuatro estados confusionales o psicosis hípnicas,
llamadas así porque son psicosis de la noche, no solamente del
dormir sino también de la noche. Desde el punto de vista diagnóstico
y pronóstico, el hecho de que comiencen de noche es un buen dato.
Las psicosis confusionales se ligan a muchísimos estados, sobre
todo posinfecciosos. Es importante insistir en estos estados confusionales
que aparecen por momentos: el sujeto entra en confusión y
sale, entra y sale porque sirven para alimentar situaciones psicóticas
más profundas. La conexión entre situaciones catastróficas
y situaciones hípnicas tiene la particularidad de que son todas
de carácter súbito, donde se da el pánico como situación
básica.
* Fragmento de una clase dictada el 2 de agosto de 1968. La versión
completa, sin editar, puede leerse en www.espiraldialectica.com.ar.
LOS
RECIENTES ATENTADOS Y LA HUMANA CASTRACION
Padre, por qué nos has abandonado
Por
Sergio Rodríguez *
El entontecimiento de la masa, habitual cuando se identifica a líderes
con escaso coeficiente mental, cometió y está por volver
a cometer una gran tontería. Uno de esos líderes opera en
nombre del fundamentalismo dentro del Islam, su religión verdadera.
El otro en el de la suya, el dólar norteamericano, bendecido democráticamente
por centenares de sectas protestantes, la Iglesia Católica y el
gran rabinato. Ambos se aprestan a acometer una tercer guerra planetaria
de incalculables consecuencias.
Se tensa lo peor de la humanidad. Unos y otros claman venganza (algunos
advierten el despropósito y barnizan su grito con justicia).
Bush, desde la lejana historia del far-west, cuelga el cartel de: Buscado:
vivo o muerto. Y dispara la guerra por La justicia infinita.
Ya se sabe que el infinito termina en volver al inicio; en este caso,
la injusticia.
Como en las peleas de chicos, cada uno dice que el otro empezó
primero. Pero se trata del malestar en la cultura. Y sabemos que éste
es consecuencia de la necesaria inhibición de la anarquía
pulsional. Sin embargo, la civilización monoteísta
vive el malestar como causado por la pérdida del Paraíso.
Que, según el Génesis, habría ocurrido porque Eva
tentó a Adán a comer la manzana de la sabiduría.
Así la cadena puede remontarse hasta echarles la culpa de todo
a las mujeres, justificando hacerlas objeto de violencias, en la que son
tan expertos muchos cowboys y talibanes. Pero es preferible imaginar la
castración en el otro sexo, antes que hacerse cargo de que todos
somos insuficientes.
Ese relato bíblico encubre que, si ocurrió así, fue
porque el omnisciente, omnipresente y todopoderoso lo permitió.
Y si no fue así, quiere decir que vino omnifallado. Encubrimiento
y falla que se repitieron cuando mandó a su hijo a la cruz para
lavar el pecado cometido por las criaturas que él creó,
todas falladas. Que se trató de una falla del padre se torna evidente
por la frase de Jesús a punto de expirar: ¡Padre! ¿Por
qué me has abandonado?. Nuevamente estos padres están
mandando sus hijos a la cruz.
Padres de pacotilla por no dejar de ser: hijos malcriados. Típicos
dueños de la pelota. Siendo los peores jugadores, deciden como
se juega y con quien. Basta mirar las caras de resentidos por no saber
jugar, de No os ama Bin Laden y de chiquitito Bush.
Este, con sonrisa de costado, comisuras caídas, ojos de inseguridad,
chuequera de mal jinete, manos prestas para ir a las cartucheras. Uno
millonario escondido entre famélicos, el otro hablando tras un
escritorio en un refugio antiatómico y gritándoles cobardes
a los que ofrendaron su vida en su pasaje al acto. Cuatro pilotos y unos
pocos acompañantes volvieron a mostrar que hay quienes están
dispuestos a llevar hasta sus últimas consecuencias la máxima
cristiana: ama a tu prójimo como a ti mismo. Se amaron
hasta morir para matar. Vueltas moebianas del narcisismo.
En todas las guerras se mata para no ser muerto. En ésta están
quienes mueren para matar. A diferencia de los kamikazes japoneses, no
usan uniformes ni aviones de guerra. Se aparecen como uno más entre
nosotros. Y a no confiar, que también pueden ser blancos y hablar
inglés, como aquellos muchachitos del IRA irlandés que prefirieron
morir ayunando que dar su brazo a torcer ante Margaret Thatcher. Lo familiar
se torna extraño. Por eso un fuerte sentimiento de siniestro recorre
a la especie.
Se ha producido un profundo cambio de concepto en la práctica de
la guerra. Mientras Estados Unidos desarrolla armas para que sus soldados
maten sin correr el peligro de ser muertos, los otros logran
hombres dispuestos a morir para matar. Y esto ocurre en parte de una población
que está desparramada por el planeta como efecto de la miseria
que diseminaron los cowboys para hacer negocios, según lo proclamó
cínicamente ColinPowell. Por efecto migratorio, los suicidas mortíferos
se tornan invisibles en la aldea global. Efecto que con cuatro
aviones secuestrados con algunos cuchillitos, llevó la aldea
al corazón de Nueva York: sus torres de hacer negocios.
La decisión de esas pocas personas que secuestraron los aviones
con sus cuchillitos, que podrían haber sido simples golpes de algún
arte marcial, produce una sorpresiva y violenta inflexión, en el
momento en que en la cultura se había instalado una nueva creencia
religiosa: la de que la tecnología podía ser omnipresente,
omnisciente y omnipotente. O sea: un nuevo dios. Esa inflexión
mostró al mundo que el nuevo dios puede ser derrotado por el suicidio
de su oponente.
La humanidad siempre necesitó creer en la omnipotencia de algún
imperio. Que en algún Otro lugar había garantías.
Era creer que había algún sitio sobre la tierra que era
invulnerable, algún posible refugio hacia donde emigrar de tanta
desgracia. El 11 de setiembre, junto con las torres, colapsó en
la sociedad posindustrial el blasón principal en que se había
asentado tal necesidad de creer. Esto puede derivar en terror, o en sabiduría:
la de saber que el falo no es más que un muñeco de aserrín.
Mientras, esos dos fanáticos irresponsables representantes
de grandes corporaciones capitalistas disputan por quién
mea más lejos; miles de historias de amor y de traiciones,
pero en el campo libidinal, puede ocurrir que dejen de escribirse. Que
se tornen imposibles, aplastadas por esta cara mortífera de la
pulsión de muerte.
* Psicoanalista, autor de En la trastienda de los análisis.
LA
VIOLENCIA DE UNA HISTORIA SIN PUDOR
Porque toda carne es como hierba
Por Diego Moreira
*
En la Primera Epístola
de San Pedro (1:24), se lee: Porque toda carne es como hierba y
toda su gloria, como flor del campo: la hierba se seca y su flor se marchita;
pero la Palabra del Señor permanece para siempre. También
los hombres se marchitan inexorablemente. Sabemos que la vida de toda
persona está destinada a perecer, como todo lo bello y valioso
que haya creado: precisamente este acotamiento de su goce le otorga mayor
valor. Sólo la palabra persiste y posibilita el diálogo
y el recuerdo.
Este límite origina diversas posiciones, entre ellas un afán
por apurar la fatalidad, reducir esta escasez: en tal caso, el placer
por vivir deriva en un placer por destruir, revestido de un ropaje fundamentalista
o uno democrático occidental.
El 11 de setiembre de 2001, en las torres de Manhattan; el 11 de setiembre
de 1973 en los barrios pobres de Santiago: ¿qué pensaron,
qué sintieron? Quizá ni odio ni venganza, quizás
apenas una inenarrable angustia. Nunca sabremos si presintieron el deseo
mortífero que desbarató sus vidas, como a tantos otros en
la serie de los acontecimientos de sangre. Ataques cuyo deliberado fin
es provocar una respuesta similar, especular, con el argumento de la ley
del Talión.
Si bien solemos ver lo que estamos acostumbrados a ver, en consonancia
con el deseo mortífero, el exceso ha sido lo característico
en estos días. Los medios nos invadieron con la repetición
incesante de lo acontecido. El hechizo por la imagen fue en desmedro de
la palabra reflexiva. Se llegó a hablar de un acontecimiento histórico.
En El pudor de la historia, Jorge Luis Borges advierte sobre
las llamadas jornadas históricas: Yo he sospechado que la
historia, la verdadera historia, es más pudorosa y que sus fechas
esenciales pueden ser, durante largo tiempo, secretas. Bajo el influjo
de Freud, consideramos esta historia como la historia del asesinato de
los pueblos. Las ceremonias de la destrucción implican, como respuesta
invariable, el grito de justicia por mano propia, que uno de los nombres
de la venganza: el placer de los dioses.
* Psicoanalista. Docente en la Universidad UCES.
POSDATA
|
No
aprenden. Presentación de Niños que no aprenden.
Actualizaciones en el diagnóstico psicopedagógico,
comp. Silvia Schlemenson, el 3 a las 21 en Facu de Psico, H. Yrigoyen
3242.
Autismo. Autismo y psicosis: algunas diferencias,
conferencia por Héctor Yankelevich en el Servicio de Emergencias
1 del Borda, el 28 a las 11. Gratuito. 4854-1180.
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Lobov y Alberto Grimau, el 5 a las 14.30. Clínica
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Khan y Kohut, con Yolanda Labat, desde el 3 de 13 a 14.30. Factores
psicológicos en la cardiopatía, con María
Rosa Nodar e Isidoro Ringelheim, desde el 1º de 20 a 21.30.
Títeres en la clínica, con Marta Fernández,
desde el 1º a las 20. CIAP, 4773-8336.
Foto. Jornadas Fotografía y Sociedad,
con Germán García, Eduardo Grüner, Juan Carlos
Volnovich, Jorge Helman, Alejandro Kaufman, Tony Valdez y otros.
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las Segundas Jornadas de Salud Mental La clínica psicoanalítica
y lo actual, de AFE y Medifé, el 6 de octubre de 9
a 19 en Quirno 74. 4124.2800. Gratuito.
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Borda. 1º y 2 de octubre en el Cultural San Martín,
Sarmiento 1551. Gratuito.
Ley. La ley: matar al padre, matar al déspota...,
con proyección de la película Carácter, el
29 a las 9.30 en CIAP. 4773-8336.
2001. Una mirada psicoanalítica sobre la sociedad
argentina actual, 2001, con Fernando Ulloa, Ricardo Malfé
y Gilou García Reinoso, el 28 de 12 a 14 en Asociación
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Transferencia. Fines de análisis. la transferencia,
con Daniel Piasek, martes a las 21 desde el 2 de octubre en Facu
de Psico de la UBA. 48051470.
Celan. Paul Celan y la poesía después
de Auschwitz, con Ricardo Ibarlucía en Centro Psicoanalítico
Argentino desde el 28 a las 20. 48224690. Temporalidad del
inconsciente, por Juan Ritvo desde el 6 a las 19.
Cura. Jornadas de posgrado del Ameghino La clínica
psicoanalítica: cura por la palabra, hoy de 18 a 22.
Córdoba 3120. Gratuito.
Reich. Seminario sobre Wilhelm Reich La función
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Independencia 3065, desde el 1º a las 21. Gratuito.
Historia. Primer Congreso Latinoamericano de Historia del
Psicoanálisis, 5 y 6 de octubre de 9 a 19 en Vicente López
2220. Asociación Latinoamericana de Historia del Psicoanálisis.
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