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ACCIONES TERRORISTAS, BAJO UN GOCE QUE “ES EL PODER DE LA MUERTE”
Sobre la lógica del “mato y muero”

Desde el psicoanálisis se desarrolla
la pregunta por el �discurso de la muerte�, y por el hecho de que �hay pueblos, multitudes que lo acompañan y se sienten representados por él�.

Sujeto: �Por suerte, hay un lugar de sujeto y una pulsación que hará esta-llar todo anhelo totali-tario, cuando el hombre o la mujer reclame el derecho a su trazo.�

Por Isidoro Vegh *

Quienes destruyeron el World Trade Center parecen inscribirse en una proclama de “mato y muero”. Por un ideal, de una cultura, encarnada en una religión, en una lectura de su libro sagrado. ¿Es una lucha contra el judaísmo lo que la mueve? ¿O contra el cristianismo? ¿O contra los valores de la sociedad capitalista neoliberal? No hace mucho, fueron bombardeadas, hasta su destrucción, centenarias estatuas del Buda. Ni efigies cristianas, ni libros judíos. Estatuas del Buda, de una religión que tiene millones de adeptos que nada identifica a la cultura del mundo occidental. ¿Entonces? No se trata de una lucha por banderas libertarias sino de una intolerancia a cualquier pensamiento o credo que no coincida con el propio. Es el espíritu totalitario que no soporta la otredad, la presencia que acerca lo distinto.
Siglo XXI: ¿es que es posible semejante posición cuando la ciencia y sus efectos se sustentan en la transitoriedad del saber, en la aceptación humilde de los límites de lo real? Sigmund Freud, inventor del psicoanálisis, descubridor del inconsciente, afirmaba que el ser humano de nuestros días no era, en sus anhelos encubiertos, muy distinto del hombre de las cavernas. Otro gran psicoanalista, Jacques Lacan, no se cansaba de repetir: “No hay progreso”.
No hay progreso en la estructura que nos habita, decimos nosotros. Y esa estructura articula al sujeto al discurso del Otro. Cuando nacemos, el desamparo de origen hace imprescindible la asistencia del adulto. Sus cuidados y su amor son garantía de la sobrevivencia del bebé. Su ausencia condena a la muerte. La madre o quien cumple esa función, en ese tiempo fundante, es omnipotente para el infans. El adulto es el dueño del poder y del saber. El lenguaje proviene de él, aunque la disposición esté en el cuerpo del recién nacido. Sólo por el Otro advendrá la condición de hablante, capaz de sentir, de amar, de odiar; pasible del deseo, dispuesto al goce.
En el inicio, la alienación en el discurso de la madre –por eso se dice “lengua materna”– es inevitable y necesaria. Por un arduo trabajo –que, en nuestra cultura, la adolescencia dramatiza con las disonancias que conocemos–, el niño, el adolescente, logrará con el lenguaje del Otro enhebrar sus palabras. Nacemos viejos, con el viejo disquete del Otro. Por un arduo trabajo, del cual los padres y maestros son condición de pronóstico, el bebé pasará de ser objeto del deseo y del goce del Otro a ser sujeto de su deseo, a la búsqueda de sus objetos de goce y de creación.
“No hay progreso”: lo entendemos como estructura que no cambia salvo en las respuestas que en cada tiempo y para cada cultura se ofrecen a su encuentro. Así en cualquier sociedad es posible, para cada uno, identificarse al progenitor omnipotente y omnisapiente del primer tiempo instituyente. Es el discurso de la completud, que no admite resquicio para la pregunta, ni a la pregunta que le haga brecha. Que excluye hasta la solución final a quien encarne la diferencia intolerable que descompletaría su saber igualado a la verdad.
Son herejes, pues creyéndose dueños de la Verdad usurpan el lugar de Dios al que dicen representar.
No es casual que estos discursos excluyan, velen, aparten a la mujer como sostén de la feminidad. La enaltecen como madre, la excluyen como mujer. Es que ella, “encarnación del diablo”, como tantas veces fue nombrada, sostiene en su cuerpo las tentaciones que sitúan al hombre en apetitos que le muestran su falta; si buscan en ella es que algo, a ellos, les falta. Para nosotros es la función civilizante de la mujer, de su femineidad que en los tiempos del amor cortés ofrecía al caballero algo distinto del ejercicio de sus lanzas. Que el amante fuera el trovadorrecuerda el valor de la poesía, la palabra, la creación que la falta bien situada le propicia.
También la estructura muestra el lugar del infans que en el inicio fue objeto del deseo y el goce del adulto. Que éste se repite en la psicología de las masas, ya Freud lo demostró en su texto clásico. El individuo identificado a la masa acepta dócilmente y aun con gusto las directivas de su líder identificado al Ideal, y éste entendido como el saber sin fallas.
Por suerte, también la estructura muestra el lugar del sujeto e indica la pulsación que hará estallar cualquier anhelo totalitario cuando el hombre o la mujer reclame el derecho a su trazo, a su palabra, a sus gustos. Aunque el gobernante no los contemple en sus planes, en su credo o en su programa.
No es entonces pesimista la propuesta que alentamos. Tampoco optimista. Nada asegura el final de la contienda. Encrucijada que una vez más se reitera. ¿O alguien cree que es nueva porque la tecnología se extrema?
Posición escéptica, como la de los antiguos en la Grecia clásica, nos dice que nada asegura el resultado. Y por eso nos invita al acto. A cada uno el suyo.
Vayamos al nuestro: ¿cómo logra, hoy, este discurso de la muerte, que haya pueblos, multitudes que lo acompañen con mayor o menor entusiasmo, que por él se sientan representados? Es que aprovecha anhelos válidos, postergados, que el discurso totalitario retoma para encubrir su proyecto. ¿O el nazismo no se llamaba nacionalsocialismo? Multitudes carenciadas, en condiciones que alberga el abanico que va de la pobreza a la miseria, que sufren en acto el desprecio a su dignidad y a sus valores, estarán dispuestas al discurso mesiánico que, en nombre del Dios de turno les prometa la redención. Es sobre estas causas que las respuestas inteligentes dejarían al descubierto las propuestas de los pseudoprofetas: que su goce reclama el sacrificio en nombre del Dios oscuro. El goce que los guía no es sino el poder de la muerte cuando se enarbola como bandera: “Viva la muerte”, decían los nazis.
Diferenciar a estos pseudoprofetas de las religiones o ideologías en que se amparan es también respuesta válida a un sincretismo estratégico.
No olvidemos: bombardearon Budas. Lo demás lo toman como estandarte porque hay cuentas pendientes que son reclamos válidos. Si no confundimos el enemigo y reconocemos la verdad en la que se monta, su destino es predecible y una vez más podremos apostar al sujeto del deseo y la creación.
Y a los que sustentan esta actitud intolerante, este discurso de la imposición, además de acotarles su accionar, cabe retornarles el mensaje que su propio acto engendra al mismo tiempo que lo desconoce.
El aislamiento al que su posición los condena paga el precio de una pérdida: el encuentro milagroso con el otro, que su libro sagrado también valora como ofrenda del Creador, la posibilidad de escuchar sus palabras, las palabras del otro, de asistir a la infinita sorpresa de un viviente que habla, que dice sus dolores, sus afectos, sus anhelos. Y que en ese decir nos acerca –podría acercarles– una opacidad que no agotan los epítetos ni los cálculos. Advertirían en consecuencia el milagro de su propia existencia, la infinita trama que los habita y los haría humildes -como su Dios les pide– ante las razones que se quieren iguales a la Verdad.

* Miembro y ex presidente de la Escuela Freudiana de Buenos Aires (EFBA).

 


 

EL DISCURSO CAPITALISTA Y LA GUERRA EN EL SIGLO XXI
Un dolor que ya no puede ser regulado

Por Jorge Aleman *

1. Hay un solo malestar en la civilización: el discurso capitalista.
2. Todas las civilizaciones o culturas fueron ya definitivamente alcanzadas por su movimiento circular, sin corte, sin imposibilidad. En todas arraiga la técnica y la modalidad de goce que ella organiza; en todas partes se muestran los efectos del “rechazo de la castración” que este discurso conlleva.
3. El discurso capitalista ha mundializado el objeto técnico (y su participación directa en el terror organizado), pero no ha derivado hacia una “civilización política mundial”; el fortalecimiento de las identidades religiosas, culturales, nacionales (aunque ya sea siempre bajo una forma paródica) no efectúa ningún corte en el Uno del capitalista sino que lo reafirma.
4. El fenómeno de lo nacional, de lo religioso, del choque de civilizaciones que ciertamente se presenta, encubre en sus formas que la subjetividad se capta a sí misma como absoluta y que quiere mandar sobre la verdad, destruyéndola y expulsando así la imposibilidad. Esta subjetividad absoluta es un continuo, que establece un juego mutuo entre militarización del mundo, no temer perder la vida volviéndose el amo absoluto, tráfico de drogas, armas, ejércitos paramilitares, bandas de saqueo, guerras civiles sin nominar, estados superpoliciales, capital financiero y terror... Destrucciones todas de la “elección forzada” concerniente al sujeto del inconsciente.
5. La época de la técnica, mejor definida en su alcance real por Lacan, como discurso capitalista, es un rechazo de la imposibilidad. Donde se expulsa la imposibilidad rige la relación Uno: Todo, sin posibilidad de descompletamiento. En otros términos, la voluntad se desencadena en el mundo sin nada que la limite, sin nada que la divida en su verdad.
6. Así, por ahora, no hay víctimas ni dolor universal y, entonces, cada cultura elabora el dolor exclusivo de sus seres sacrificados.
7. El discurso capitalista en su movimiento circular no es eterno, sus vueltas no constituyen un sin fin. Según Lacan, en cada vuelta el discurso capitalista marcha hacia su consunción; el acabamiento cada vez se acerca más, pero no al modo de una solución dialéctica.
8. Este acabamiento toma la forma actual de un dolor que se extiende en su sobremedida a escala planetaria y que ya no puede ser regulado por ninguna de las ficciones políticas conocidas.
9. Por ello, las oposiciones ricos-pobres, imperialismo-pueblo oprimido, Occidente-Oriente, Norte-Sur, Civilización-Barbarie, existen y son eficaces en su realidad, pero se deconstruyen de inmediato si se adopta la perspectiva del discurso capitalista.
10. Cada una de estas oposiciones no puede ser sólo captada bajo su forma meramente conflictual (la que llama entonces a una resolución dialéctica). Los términos que aparecen en principio como opuestos desde el punto de vista del significante, las oposiciones simbólicas del tipo Civilización-Barbarie, no constituyen, desde lo real del discurso capitalista, una relación entre términos exteriores el uno del otro. La Civilización no es el elemento exterior a la Barbarie ni viceversa. Cada término con respecto al otro mantiene una relación de extimidad. En las redes simbólicas de la civilización capitalista, el empuje al terror de la Barbarie no es la Cosa exterior sino su “exterioridad íntima”. Pero esto no debe anular, sin más, el problema de dichas oposiciones. Se debe incluir la dimensión de imposibilidad que les devuelva su alcance ético.
11. La imposibilidad que el discurso capitalista ha expulsado no puede ser restituida por los muertos que una cultura infringe sobre otra.
12. Actualmente no se puede concebir qué tipo de imposibilidad se podría introducir en el discurso capitalista, salvo que se imagine un “significante nuevo”, que es aún impensable y que por tanto sólo evoca una epifanía. Pero la historia de las religiones indica que es imposible que suceda una epifanía universal. De allí el anhelo hölderliniano proferidoen el corazón de la locura y tantas veces comentado: “Sólo un Dios puede salvarnos”, el que ahora encarna su versión catastrófica en lo real.
13. Occidente, al ser la civilización en donde el discurso capitalista, encontró las condiciones más adecuadas para su emergencia, podría haber sido también el lugar donde la imposibilidad, el corte, el desacuerdo, hubiese encontrado su formulación histórica. Esta vertiente se aleja definitivamente cuando se verifica que el “asunto marxista” no constituye corte alguno (la salida del capitalismo permanece por ahora innominada en forma indefinida). A su vez, las opciones de corte e imposibilidad propiamente europeas mueren todas en la Shoah, auténtica desaparición de Europa como mundo de posibilidades nuevas. Queda por ver si Latinoamérica, (a la que Huntington no incluye en la civilización occidental), desde su fragilidad permanente, pueda aún decir algo, a pesar de la derrota política de su proyecto.
14. No hay forma de introducir un desacuerdo en el discurso capitalista porque su esencia no es económica ni técnica sino de plusvalía de goce. En este aspecto la conformación cultural actual del Islam, en la medida en que ha incorporado la técnica sin experimentar las impasses del sujeto de la Ciencia y por tanto del Inconsciente, ni siquiera puede soñar con un corte en el discurso capitalista. Su incorporación al mismo es absoluta.
15. Las guerras que vienen no objetan al capitalismo sino que discuten su modo de habitarlo
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* Psicoanalista argentino radicado en España. Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

 

POSDATA

Universidad. Clase pública de Fernando Ulloa, el 5 a las 20 en la “Cátedra Abierta en Defensa de la Universidad Pública” de la Facu de Psico, Independencia 3065.
L’analyse. Presentación del libro Fantasme: fin de l’analyse?, de Roberto Harari. El 30 a las 19 en Café Dome Saint-Paul,4, Rue de Rivoli, Paris, con J.-C. Aguerre, Philippe Julien, Erik Porge y Héctor Yankelevich.
Cuerpo. “Cuerpo y psicoanálisis”, taller clínico con Daniel Paola, el 27 en el Colegio de Psicólogos de Morón. 4628-4566. Gratuito.
Estudiantiles. “Investigación y subjetividad. Imaginarios estudiantiles”, clase abierta por Ana M. Fernández en la Facu de Psico de la Universidad Nacional de Córdoba, hoy a las 19. “El varón de la ilusión”, el 26 a las 20: (0351) 422-7164.
Poder. “¿Desean las mujeres el poder?”, con Mabel Burin, Dora Barrancos e Irene Fridman, hoy a las 20 en APBA, Foro de Psicoanálisis y Género. 43457422. Gratuito.
Huntington. Seminario “Fukuyama con Huntington: fin de la historia y choque de civilizaciones en la nueva guerra”, por Rubén Ríos. 4863-0193. [email protected]
Autismo. “Integración de niños con autismo y otros trastornos generalizados del desarrollo a la escuela común”, por Liliana Kaufmann, el 6 de noviembre de 18.30 a 21.15 en Viamonte 869. Gratuito. 4823-3938, [email protected]
Alimentación. Ateneo “Trastornos de la alimentación”, con Graciela Jasiner y Liliana Lamovsky, en ALEF, el 31 de 14.30 a 16. 4777-9782.
Pasolini. “Pasolini. Del pecado al caos”, desde el 30 a las 20 por Roberto Raschella en Centro Psicoanalítico Argentino, 4822-4690. “Heidegger y el problema de la naturaleza”, desde el 27 a las 18 por Ricardo Pobierzym.
Asistenciales. “Función del psicoanalista en las instituciones asistenciales”, con Mónica Bazzalo, Isabel Lema, Diego Mac Gregor y Noemí Sirota en Escuela Freudiana de la Argentina, el 27 de 10 a 213. Gratuito. 4961-7908.
Psicoterapia. Jornada sobre Psicoterapia en la Facu de Psico de la UBA, el 27 de 9 a 19, con Roberto Lo Valvo, Enrique Saforcada, Pedro Menéndez, Eduardo Chandler, Octavio Fernández Mouján, Héctor Fernández Alvarez y otros. 4932-6001.

Mail de estas páginas: [email protected] . Fax: 4334-2330.

 

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