Por
Roberto Harari *
¿Existe
la perversión sexual? Si esta pregunta tiene lugar entre los psicoanalistas
de este siglo apenas iniciado, ello quiere decir, cuanto menos, que pueden
abrigarse sospechas acerca de la pertinencia del sostén del respectivo
juicio afirmativo. O mejor dicho: algo ha debido ocurrir a partir del
momento, no muy lejano, en el cual no se daban las condiciones para animarse
siquiera a formular un interrogante de tales características, dado
que la respuesta resultaba obvia. Entonces, cabe preguntarse si la modificación
mencionada, esto es, la que habilita el cuestionamiento, se debería
primordialmente a factores inherentes al decurso del psicoanálisis
en tanto praxis y ello, en sus múltiples vertientes,
o a que, en su defecto, el peso determinante recaería en la incidencia,
en nuestra disciplina, de las mudanzas del lazo social (cifrado éste
en la hegemonía indiscutida del discurso capitalista). A tal problemática,
por ende, intentaremos responder en las líneas siguientes, las
cuales no escatimarán la ¿inevitable? toma de
partido.
La antinomia aludida, por otro lado, se emparienta de modo muy estrecho
con la pregunta originante de esta Jornada: ¿Elección sexual?
En efecto: si acordamos con la convalidación efectiva de esta última,
estipulamos a la par, sabiéndolo o no, un liberalismo à
la page: neo electivo de la conducta sexual, la cual
ingresaría, por derecho propio, en el campo de las preferencias,
de los gustos y/o de las orientaciones, de los
cuales cada quien podría dar cuenta en sí mismo, de acuerdo
con su diría Freud síntoma-ser consciente
(Symptoms Bewusstheit). Más aún:
se sabe del ascendiente más o menos actual cobrado por los autodenominados
estudios de género, según los cuales las definiciones
de sexo obedecen a construcciones culturales, obviamente mudables, transitorias
y, por qué no, hasta arbitrarias y facultativas. De acuerdo con
esta concepción, pues, los hablantes deberíamos poder liberarnos
del yugo conformado por los estereotipos estancados respecto de los géneros,
por cuanto su sustento, claro está, limita y restringe las innúmeras
posibilidades de elección, de mudanza, de hipotéticas opciones
referentes al desempeño sexual y al goce concomitante.
Además, tales estudios aunados con el rubro literario paralelo
bautizado gay/lesbian denuncian y cuestionan los mecanismos
del poder o de la microfísica del mismo (Foucault)
por cuyo intermedio los sujetos de una formación social permanecen
sojuzgados y constreñidos en cuanto al goce del ejercicio de sus
pretendidas posibilidades de desenvolvimiento sexual proteico, multiforme
e impredecible. Véase, entonces, el encadenamiento: si cabe la
libre opción, si todo lo sexual es universal y homogéneamente
elegible por cuanto el rasero iguala, quebrando así cualquier
tendencialidad, si lo real del cuerpo no influye; en fin, si no
hay otro determinismo que el socio-cultural, pues bien, por todo ello
¿cómo cabría hablar de perversión sexual?
He aquí cifrado, a nuestro juicio, el corazón mismo de este
nuevo rostro de la resistencia al psicoanálisis, el cual, como
suele acontecer, no deja de fructificar en el propio seno de las postulaciones
de muchos psicoanalistas.
Recordemos algunos puntos ya consolidados por los más de cien años
de psicoanálisis: 1) ninguna perversión sexual implica una
hipotética continuidad invariada, y a cielo abierto
de una o más mociones pulsionales parciales, puesto que éstas
también son efecto del lenguaje, vale decir, del desvío
respecto de cualquier postulada instintualidad; 2) por encontrarnos
en el borde de las neurosis, conocemos sobradamente los fantasmas perversos
(de los neuróticos). Claro: esos fantasmas no son la perversión
(punto donde se equivoca gravosamente el kleinismo); 3) los neuróticos
soñamos con ser perversos sexuales; en efecto, al estar deLacan,
éstos trasuntan una subversión de la conducta apoyada,
si puedo decirlo así, en un savoir-faire, ligado completamente
a un saber, y al saber, ¡Dios mío! de la naturaleza de las
cosas. Un acoplamiento directo [...] de la conducta sexual con es
preciso decirlo bien lo que es su verdad, o sea, su amoralidad.
Introduzcan el alma (âme) si quieren, âmoralité (almoralidad).
En todo lo que se dice del Bien, lo tácito es la moralidad de la
consecuencia, una moralidad de la conducta sexual (J. Lacan, Séminaire
20, Encore, clase del 13-3-73). Lo cual, obviamente, conduce
desde el universalismo kantiano a su desembocadura sadiana; 4) el perverso
procura el goce para el Otro [...] (J. Lacan, Séminaire
16, Dun Autre à lautre, clase del 26-3-69),
ofertándose, sin saberlo, como instrumento de éste;
(J. Lacan, Subversión del sujeto y dialéctica del
deseo en el [lo] inconsciente freudiano, en Escritos 2, México,
Siglo XXI); 5) la anonimia de los partícipes del acto sexual perverso,
cuando no la seudonimia, dan cuenta de un eclipse, de un parpadeo sincopado
en lo tocante al endeble sostén del nombre propio;
6) last but not least: perversión sexual no implica de modo necesario
a, ni debe confundirse con, la perversidad social, rótulo este
último por cuyo intermedio se configura un bizarro pastiche discursivo
donde se integran juicios de valor conforme al Derecho, a
los mecanismos del control social, a la consiguiente condena y, en fin,
a una difusa psicopatología que, incluso, dio en hablar de prejuiciosas
sociopatías (las cuales se definirían, de modo
redundante, por la contravención conductual a la mudable normativa
vigente). En fin, hasta puede extremarse con fecundidad el relieve de
esta diferencia, marcando que la perversidad social comporta una puesta
en acto de lo que podríamos nominar sadismo moral, a tono con el
respectivo masoquismo moral postulado por Freud (S. Freud, El problema
económico del masoquismo). O sea: en vez de instrumento del
goce del Otro se trata, en el sadismo moral, de gozar del Otro como instrumento.
Lo cual, desde ya, no deja de ilustrar un fantasma (de) neurótico.
Volvamos, con diferencia, a los interrogantes previos: ¿por qué
surge ahora esta dubitación? Subráyese el ahora, pues Lacan,
en 1960, podía sostener sin ambages, y contra cualquier punto de
vista al que tildaba de culturalista, que la homosexualidad, en la Grecia
antigua [...] sigue siendo lo que era: una perversión
(J. Lacan, Séminaire 8, Le transfert dans sa disparité
subjective, sa prétendue situation, ses excursions techniques,
clase del 23-11-60). En el mismo orden llegó a afirmar, en 1973,
lo siguiente: [...] los neuróticos no tienen ninguno de los
caracteres del perverso: eso es cierto. (J. Lacan, Séminaire
Encore). ¿Se podría aseverar lo propio hoy y
aquí, sin ser tildado de dinosaurio, de cavernícola, de
troglodita, de fascista, de homofóbico, cuando no de homosexual
latente? Lo dudo muchísimo. Entonces ¿qué puede haber
ocurrido para que el discurso políticamente correcto
que, cabe suponer, el psicoanálisis no suscribe condicionase
a tal grado la posibilidad de sustentar ciertas verdades primeras
(J. Lacan , Séminaire 4, La relation dobjet et les
structures freudiennes, clase del 27-3-57) como las traídas
a colación líneas arriba?
Conjeturemos, al modo cabal del ensayo, algunos de los eventuales tópicos
cuya incidencia en el lazo social ha ido tornando frágil y cuestionable
la postulación de la existencia de la perversión sexual.En
primer término, tenemos sobradas pruebas del modo por el cual la
ciencia se ha tornado omnipresente en el orbe globalizado. O mejor: hablamos
de los productos de la tecno-ciencia, los cuales homogeneizan, con su
presencia uniforme, con sus marcas invariables, con sus envases emblemáticos,
con sus mensajes causantes de deseos, los más variados paisajes
de la Tierra. ¿De quiénes son las empresas que los producen?
¿Dónde se localizan? ¿Cómo se integran sus
paquetes accionarios? Pues se trata, de inicio, de los volátiles
e inlocalizables capitales sin rostro,sin nombre y sin nación.
Siendo de extremada movilidad, usufructúan el beneficio del secreto
bancario, invirtiendo su dinero, como es lógico y de acuerdo
con la almoral capitalista, donde les conviene.
Los tan mentados, temidos e inasibles mercados, por ejemplo,
responden nítidamente a dicha semblanza. Pues bien, ¿no
resulta todo ello altamente homólogo de la libre elección,
a la que se presume placentera y pragmática y mediante la cual
se procura desvirtuar la existencia de la perversión sexual?
Luego, cabe considerar que el discurso de la ciencia, siguiendo un legítimo
designio, se afana, para obtener resultados, en anonimizar a sus productores,
aboliendo la subjetividad de éstos a los efectos de que no influyan
distorsivamente en la obtención objetiva de tales resultados. Y
si, por ejemplo, algún investigador logra unir de modo indeleble
su nombre a un descubrimiento nuevo, éste valdrá si muchos
otros colegas, a quienes debe transmitírselo, pueden llegar, por
sí mismos, a recrearlo, para así otorgarle su validación.
Ahora bien, si esto es factible, ello se debe a que el descubridor, él
también, puso en suspenso su singularidad en aras de la comunicación,
trabajando, a tal fin, desde una posición subjetiva compartida
e intercambiable.
Resumamos los trazos deducibles de este proceder: anonimia, cenáculo
y, por ende, segregación. Se argumentará que esto sólo
indica la tesitura del científico. Empero, el efecto producido
por la idealización de éste en el orbe globalizado conduce
a una mímesis generalizada de su posición, centrada en la
almoralidad que se le atribuye: seriedad, templanza, amor
a la verdad y a la humanidad, juicio crítico ponderado, etcétera.
De tal forma ¿no encarna el científico, en tanto perfil
modelo de semblante social, un prestigiado Nombre-del-Padre, cuya indiscutibilidad
y creencialidad lo colocan al frente de una insospechada religión
secular? De ahí, la consigna donde podría resumirse la posición
mentada, de inequívocas resonancias en lo tocante al lazo perverso:
¡Bórrese, para así entronizar la comunicación!
¿Podríamos articular también la fecunda reivindicación
del científico consistente en el no atenerse a lo ya sabido, a
los fines de circunscribir así otro paralelo homológico
de la posición subjetiva propia de la perversión sexual?
En efecto, se conoce que ésta vuelca su vertiente hacia lo cuestionador,
cuando no hacia lo contestatario y, a veces, hacia lo decididamente querulante.
Por último: es de público conocimiento cómo y cuánto
la ciencia ha confrontado, cuando no desafiado, los límites de
lo real del cuerpo ya que este último no es tan sólo
simbólico-imaginario, a pesar de lo creído por los estudiosos
del género..., los límites de lo real del cuerpo,
decíamos, a través de las cirugías, de los implantes,
de la ingeniería genética, de la muy factible y quizá
ya inevitable clonación humana, tan cercana a la eugenesia
postulada y practicada por el régimen nazi, y cuyo complemento
obvio es el genocidio, sea éste por acción, sea por omisión.
Entonces, ¿cómo no imaginar que el espectro de lo elegible
ostenta una vastedad creciente, si no ilimitada? ¿Qué no
puede hacerse con el cuerpo, si se promete performativamente la obtención
de un goce inédito con ello? Sí, mas a tanta almoral
del Bien sexual cabría formularle la pregunta siguiente: ¿cómo
retorna la castración así recusada? Y esta otra: el límite
al goce que existe efectivamente, y tanto más, cuanto más
se pretende renegarlo ¿se marcará de modo prevalente
a través de un pasaje al acto de consecuencias imprevisibles
como caída hacia y como choque violento con, alguna punta de lo
Real?
* Trabajo presentado el 25 de agosto de 2001 en la jornada Elección
sexual de Convergencia, Movimiento Lacaniano por el PsicoanálisisFreudiano.
Formará parte de El fetichismo de la torpeza y otros ensayos psicoanalíticos,
de próxima publicación (ed. Homo Sapiens).
enpsiclopedia
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Por Rudy
Iatrogenia: Enfermedad debida a un mal accionar
médico. Si el médico en cuestión fuera un psicoanalista,
no se habla de iatrogenia sino de resistencia.
Identrificación: Mecanismo por el cual un sujeto se lava
los dientes imitando el estilo de otro y, sobre todo, usando la
misma marca de pasta dental.
Idishemame: Uno de los pilares del psicoanálisis,
como fuente de trabajo. Participa en forma activa de los primeros
años de vida de los futuros pacientes. La gran diferencia
entre una idishemame y un psicoanalista es que si un día
uno falta a lo del analista le paga igual y se terminó el
problema.
Ignorar: Desconocer. La contracara del supuesto saber
del analista es indudablemente el suipuesto ignorra
de los pacientes, tema del que mucho no se habla porque, obviamente,
se ignora.
Incesticida: Producto que, si se aplicara masivamente, sobre
todo en el inconsciente, no habría neuróticos, ni
psicóticos, ni nada.
Incondiente: Pieza dentaria de la que no se tiene conciencia.
Puede tratarse de una pieza que realmente existe, pero está
por ejemplo anestesiada, o tal vez el individuo cree que se la extrajeron
y en realidad eso no ocurrió. Pero también puede tratarse
de una fantasía, como aquella de la vagina dentada, el libro
dentado (agarrá los libros que no muerden) o
hasta de falsas teorías como esa que dice que perro
que ladra no muerde, teoría que ha sido muy difundida,
por los perros. Finalmente recordemos aquel nunca bien ponderado
ejemplo del Refranero Freudiano: Freud no le da pan al que
no tiene pacientes.
Incquilino: Persona, objeto o imagen que ocupa el inconsciente
de otro, pagándole a tal efecto. El que permite que su inconsciente
sea ocupado de esta manera es porque obviamente se volvió
locador.
Isteria: Cuadro clínico psicopatológico que,
debido a ciertos supuestos traumas sexuales acaecidos durante la
infancia y luego reprimidos, impide escribir la letra h
a quien lo sufre.
Ivaginativo: Sujeto que tiene el poder de imaginar muchas
cosas, pero todas remiten a la misma idea fija.
Fragmento del libro Freud más o menos explícito,
de próxima aparición (Ed. Planeta).
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POSDATA
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Derechos.
Mesa redonda Derechos humanos y salud, el 10 a las 10
en el Hospital de Niños Elizalde, Montes de Oca 40.
Anfitrión. Función teatral de Anfitrión
de Molière (que J. Lacan tomó para mostrar vicisitudes
del yo), con debate, el 7 a las 23. Triempo, Institución
Psicoanalítica, 4383-9908.
Tangos. Presentación del CD Tangos para cantar en
el diván. Hoy a las 20.45 en Un Gallo para Esculapio, Uriarte
y Costa Rica con Hernán Bonadeo, César Hazaki, Carlos
Hilzerman, Haydée Iglesias, Alejandra Maula y Carlos D. Pérez.
Joyce. James Joyce: el escritor del enigma, con
M. Cristina S. de Pérez, Néstor Erlejman, Nancy Hagenbuch,
Norma Cattáneo, Carlos Gomerro, Olga de Santesteban, el 8
de 15.30 a 20. Discurso Freudiano, 4772-8997.
Locura. La locura en los tiempos del ántrax:
jornada de reflexión, el 7 a las 9.30 en el Borda (AP1),
con Eduardo Grüner, Sergio Rodríguez, Julio Sevares,
Raúl Zaffaroni y Abel Langer. 4854-1180.
Adolescente. Maternidad adolescente: aspectos ligados
a la escolarización, ateneo de supervisión en
educación sexual en APBA, con Paula Fainsod. El 8 de 9 a
11. Gratuito. 4345-7422/7359.
Hijo. La difícil coconstrucción de un
sistema terapéutico: un hijo en lugar de un padre:
con María Rosa Glasserman, hoy de 11.30 a 13 en Cefyp. 4801-3485,
4804-6394.
Comunicaciones. Encuentro Las comunicaciones en el
siglo XXI. Medios de comunicación y salud mental, 14
y 15 en Colonia, Uruguay. Sección Medios Masivos de Comunicación
y Salud Mental de la Asociación Mundial de Psiquiatras. www.finteco.8k.com.
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. Fax: 4334-2330.
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