“Fue un caos, todos querían verla, pero tenemos que ir paso a paso, porque es muy fuerte todo lo que vivió”, dijo Loana Sanguinetti, la mamá de Rocío, la única sobreviviente de la Masacre de San Miguel del Monte, quien regresó a su casa luego de estar internada durante 25 días, peleando por su vida. Luego de agradecer “la solidaridad y el acompañamiento” de la comunidad, Loana solicitó “colaboración y respeto” para la familia porque su hija “tiene que recuperarse de las cirugías y hay que estar muy atentos a lo emocional, a su cabeza, pero nadie la va a apurar en nada, tenemos que darle mucho amor, eso es lo que aconsejaron los médicos”. En el Hospital El Cruce, de Florencio Varela, tuvo que pasar tres veces por el quirófano. Una de las operaciones fue porque tenía fracturada la mandíbula, lesión de la que se está recuperando con lentitud, de manera que tiene dificultades para comer alimentos sólidos y para hablar. Por eso, es prematuro establecer cuándo podría declarar en la causa penal en la que hay 13 detenidos por la masacre (ver aparte).
“A ella le dijimos lo que pasó, pero hay varias cosas que todavía no sabe, pero tenemos que ir paso a paso, tenemos que seguir trabajando”, señaló Loana, quien prefirió no entrar en detalles sobre uno de los aspectos más importantes, y serios, en la recuperación de Rocío, el psicológico. La mamá dijo que, en el hospital, con asistencia psicológica, se pudo comprobar que la adolescente “no recuerda nada de lo que pasó ese día”, de manera que hay que “seguir trabajando en ese aspecto de su recuperación”. Loana hizo declaraciones cuando llegó a su casa en San Miguel del Monte.
Ante la insistencia periodística sobre si Rocío recuerda lo que sucedió en la madrugada del 20 de mayo, cuando iba en el Fiat 147 Spazio junto con sus cuatro amigos fallecidos, Loana repitió que “todavía no estamos a fondo en ese tema con la psicóloga. La llegada a casa iba a ser fuerte para ella y de a poco hay que darle tiempo para saber si ella puede hablar”. Si bien la joven entiende todo lo que se le dice, habla muy poco porque casi no puede abrir la boca por la operación en la mandíbula, de manera que se comunica por señas o escribiendo en una pizarra.
La adolescente de 13 años, que todavía no puede caminar porque fue operada de varias fracturas en las piernas, fue trasladada en una ambulancia, custodiada por dos móviles de la Gendarmería.
En un comunicado previo a la salida del hospital, la familia había pedido “a toda la población que trate de no apurarse para visitarla, ya que la queremos preservar por un tiempo prudente”. A pesar de la solicitud, se produjo “el caos” del que habló la mamá, quien insistió en que “tenemos que contenerla en lo emocional, para que no se nos caiga; la carita de mi hija me está diciendo que no entiende nada de lo que está pasando a su alrededor”.
También habló el director ejecutivo del Hospital El Cruce, Gabriel González Villa Monte. Dijo que el tratamiento de Rocío fue “un proceso de muchos días de internación, de varias cirugías. La evolución fue favorable, continua y permanente, con lo cual médicamente se evaluó que estaba en condiciones de irse de alta, porque tanto ella como la familia tenían muchas ganas de volver a su casa”. Explicó que “ahora empieza otro proceso que también es largo y difícil porque implica toda la rehabilitación y toda la recuperación y la reinserción en su vida habitual”. Rocío debe continuar “con acompañamiento psicológico” y lo recomendable era que ese proceso “sea en su ambiente”.
La adolescente está “lúcida y consciente” y a pesar de que “no puede hablar muy fluido” por la cirugía que tuvo en mandíbula y el maxilar “responde, participa, entiende y se alimenta con semisólidos y con una sonda”. Sobre las posibilidades físicas que tiene para presentarse a declarar, sostuvo: “Es un poco temprano. Todavía la mandíbula está fija porque tiene una prótesis que se implantó”. Además, la adolescente “no puede caminar” dado que se está recuperando de las fracturas que sufrió. En el aspecto psicológico, confirmó que “con los recaudos del caso” se le informó “lo que ha sucedido con sus amigos”. Cuando Rocó llegó a El Cruce, el 20 de mayo, estaba “en estado crítico”. Aclaró que si bien hubo “una cuota de milagro y de suerte”, prefiere “hacer hincapié en el grupo de profesionales que tenemos, en el compromiso que se asumió, en los cuidados que tuvo en el hospital y en el acompañamiento de la familia”.