El Teatro San Martín no reabrirá en marzo, tal como se había anunciado a fin de año, sino a finales de mayo, principios de junio. Lo confirmó el director general del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), Jorge Telerman, en una reunión que ayer mantuvo con un grupo reducido de periodistas. La postergación era evidente y un secreto a voces, dado que para abrir en dos semanas, tal como se había prometido, era necesario que las empresas constructoras entregarán las llaves del teatro a principios de enero para que los trabajadores pudieran mudarse al edificio y preparar todo para las obras que estaban próximas a estrenar. Desde que el teatro cerró, a fines del 2015, es la tercera postergación de fecha, aunque la primera con una programación ya en marcha.
Consultado por el nuevo motivo de la postergación, el ex funcionario del sciolismo aseguró que es un tema “pura y exclusivamente de construcción”, y que no hay ningún tema de organización ni de índole artística. “Es una obra grande y bueno, la empresa se demoró un poco. De todos modos, si bien nos hubiera gustado inaugurar en tiempo, claro, personalmente me alegra poder respetar una temporada y una programación que no fueron hechas al azar”, respondió el director, que aseguró que el 25 de mayo se hará una “gran inauguración”, y unos días después empezaran las funciones, aunque contó que se llegará a esas fechas “cortando clavos”.
Efectivamente, como dice Telerman, la programación que se presentó a finales de noviembre se respetará en el sentido de que las tres primeras obras que estaban pautadas para cada una de las salas serán las primeras en estrenarse en junio, y se mantendrá el orden también con las demás, de modo que la apertura de la temporada 2018 se hará con los espectáculos previstos para el último trimestre de este año. Lo único que no cambiará será la temporada internacional, por una cuestión lógica de agenda de los artistas franceses invitados. Todo lo demás se correrá sesenta días.
Claro que este cambio abrió interrogantes entre los elencos, que ya tenían comprometidas las fechas y habían empezado a trabajar. Consultado sobre este tema, el funcionario garantizó que se respetarán todos contratos, que por convenio deben efectuarse desde el comienzo de los ensayos. ¿Habrá también indemnizaciones para aquellos artistas que hubieran rechazado otros trabajos en las fechas en la que debían estrenar, y que ahora ya no pueden aceptarlos? “Analizaremos las complejas situaciones contractuales que se presenten, pero la posición es la de proteger al trabajador”, dijo Telerman, que volvió a agradecer, como había hecho cuando cerró el teatro, el “formidable compromiso y amor” de los trabajadores y elencos.
Pero no todos los elencos ni todos los trabajadores piensan lo mismo ni están de acuerdo con la demorada reapertura. De hecho, la noticia ayer confirmada ya generó rechazo en varios colectivos culturales y en parte de la comunidad teatral, que hace cuatro años observa con preocupación y realiza acciones y movilizaciones para denunciar el deterioro de un teatro que funciona a media máquina (e incluso menos que eso), por la desidia de los sucesivos gobernantes que, como dijo hace un tiempo una altísima fuente del ministerio de cultura en reservado off a PáginaI12, durante mucho tiempo solo puso “cuatro andamios para la gilada”, con fines estrictamente electorales.
“Entiendo perfectamente que subsista la duda, sobre todo porque no es un problema de ahora sino de hace un largo tiempo. Es comprensible y está bien, pero mi lugar como funcionario, por creencia y también por personalidad, es el de resolver las problemas, no el de señalarlos. En todo caso, los señalo para resolverlos y en ese sentido creo que los estamos resolviendo bien”, respondió optimista el ex número 1 de cultura en la provincia, consultado sobre cuál es la respuesta política –necesaria– que tiene para dar a la comunidad.
Es cierto: el retraso en la obra del teatro no es nueva, ni algo de la gestión de Telerman, aunque si se traza una línea de tiempo de las promesas históricas sobre el teatro también se puede ubicar al funcionario. En 2001, cuando él era secretario de cultura, el gobierno de Aníbal Ibarra anunció un plan de 40 millones de pesos para la puesta a punto del teatro, proyecto que debió quedar suspendido por el estallido económico y social de finales de ese año. Unos años después, en 2006, y ya con Telerman como jefe de gobierno, se anunció un recambio de la carpintería metálica que da a la avenida Corrientes, que, como sucede ahora, demoró mucho más de lo previsto y estuvo terminado seis años después.
La obra más grande se anunció en 2013, ya con el Pro en la gestión de la ciudad, y Hernán Lombardi como ministro de cultura porteño y Alberto Ligaluppi al frente del CTBA. Junto con el entonces ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain, el actual titular del Sistema Federal de Medios Públicos anunció un “megaplan” que tendría un costo de inversión de 72 millones de pesos. Las obras terminarían a finales del 2015, y la operación se haría a “corazón abierto”.
La obra que ahora lucha por terminarse es la misma que aquella de 2013, aunque finalmente tuve que ser a “corazón cerrado” y hasta ahora viene costando más que lo previsto. A esos 72 millones, el ex ministro de cultura y ex director del Teatro Colón, el polémico Darío Lopérfido, sumó otros 250 millones, porque cuando asumió su cargo –en diciembre de 2015, mismo momento que Telerman fue designado al frente del CTBA–, las obras estaban “al veintipico” por ciento, dicho por ellos mismos. En caso de que este nuevo retraso no implique otra inversión –Telerman dice que no cree, salvo alguna eventualidad–, el total del dinero invertido en la puesta en valor del teatro habrá sido de 322 millones de pesos.
En este contexto de incertidumbre y de demoras, nada se sabe nada de la Sala Alfredo Alcón, la carpa itinerante que inauguraron Telerman, Lopérfido,Rodríguez Larreta y su vice Diego Santilli el pasado julio, y que supuestamente hace las veces de “sustituto provisorio” del San Martín mientras esté cerrado. Telerman dijo ayer le gustaría y le parecería bueno que la estructura móvil hiciera una nueva temporada debido a la nueva postergación de fechas, pero que eso lo excede, porque implicaría un presupuesto que va por fuera del San Martín. Por lo pronto, entre sus dos breves presentaciones (primero en Parque Patricios, en julio, y luego en noviembre en Dorrego y Figueroa Alcorta), la carpa estuvo montada solo 25 días. Un cifra algo curiosa para la sala que “reemplaza” al teatro más importante de la Ciudad.