Franco Fontanarrosa cuenta que "desde temprana edad una de las cosas que más me gustó fue componer, poder hacer mi propia música. A lo largo de mi carrera he ido manifestando ese gusto a través de distintos grupos". Entre ellos, y como se sabe, La Mujer Barbuda y Christy Doran's Sound Fountain. Ahora también: Paraíso a la miseria. Y atención, porque la apuesta sube, con cuarteto de cuerdas incluido.

El nuevo proyecto del músico se presentará el domingo 23, a las 19.30, en el Túnel 4 del Parque de España (Sarmiento y el río). Paraíso a la miseria reúne a Fontanarrosa (bajo eléctrico y composición) con Martín Pantyrer (clarinete bajo), Carto Brandán (batería), Guillermo Rubino (violín 1), Rodrigo Beraldi (violín), Mariano Malamud (viola), y Benjamín Báez (cello). El disco lo grabaron a fines del año pasado -"cuatro temas largos, que siento como una obra integral"- y se distribuirá sólo por las redes. Al momento, pueden disfrutarse dos de ellos -"Emoticón", "Capturar al fantasma"-, "los otros dos temas se van a subir tras la presentación que hagamos en el Centro Cultural Kirchner, el 13 de julio". Si se trata de orientar la propuesta, "la instrumentación es particular, propia, tiene ciertas cosas del lenguaje del rock, del jazz y de la música contemporánea, que dan como resultado algo que yo espero y entiendo que sea distinto", explica el músico a Rosario/12.

"Desde hace mucho me gusta la música contemporánea y la música de cámara. Escuchando ciertas cosas, a veces lo relacionaba con otras que para mí también provienen del rock, que es quizás el género donde me siento más identificado. Hace unos años que tenía la idea de armar un grupo que involucrara un cuarteto de cuerdas, pero desde un encare más de rock, sin hacer lo que para mí muchas veces se hace y es la fórmula más obvia: la de la banda tocando los temas, con las cuerdas haciendo un colchoncito detrás o algunas cosas más. En este caso, tratamos realmente de que las cuerdas tengan una participación tan activa como la de todos los otros instrumentos, para que el grupo funcione no como un grupo de rock con cuerdas, sino como una sola cosa", comenta Fontanarrosa.

A partir de ganar un subsidio del Instituto Nacional de la Música (INAMU), Paraíso a la miseria encontró un camino posible, porque si bien "era un proyecto que venía pensando, me resultaba difícil de concretar, sobre todo por la cuestión económica. En este caso, somos siete músicos". Y estos siete músicos, como se aprecia en los dos videos que circulan, ofrecen una conjunción con vértice en Fontanarrosa, maestro de música que organiza lo que se escucha con un poder de concentración que contagia. "Creo que en lo que es mi faceta como compositor, es aquí donde más he podido explayarme y tener muchos músicos, donde cada uno pueda tocar algo distinto, donde poder escribir cosas más complejas. Siento que es una obra muy importante para mí", agrega.

--Cuando hablás de tu procedencia rockera, es algo que se nota en los videos. Te movés de una forma distinta, sobre todo en relación al cuarteto de cuerdas.

--(Risas) Fue un reto y un riesgo, porque no sabía bien en qué iba a devenir al juntar gente de distintas tribus, por así decirlo. Carto (Brandán), el batero, es mucho más jazzero; Martín (Pantyrer), el clarinete, toca un poco de todo; yo quizás soy más rockero; y los músicos de las cuerdas son más del ámbito de la música académica. No sabíamos cómo íbamos a funcionar, no solo a nivel musical sino también humano. Pero funcionó muy bien y suena como una sola cosa, que es lo que yo quería.

"Tratamos realmente de que las cuerdas

tengan una participación tan activa

como la de todos los otros instrumentos"

--¿Planteaste improvisaciones?

--Entre los músicos de música académica hay muchos que improvisan, pero otros no tienen tanto ese hábito, así que hubo que tener una charla, un poco de orientación de hacia dónde podían llegar a ir las improvisaciones, para darles algunas pautas de qué tipo de situación quería. Quería ver si podíamos juntar material escrito con material totalmente improvisado, y la verdad es que salió muy bien.

--¿Ya conocías a todos los músicos?

--Casi siempre he tocado con amigos, con gente que ya conozco, pero éste es el primer grupo en el que empiezo a tocar con potenciales amigos (risas). Martín toca conmigo en La mujer barbuda, es un amigazo, con Carto es el primer proyecto que hacemos pero ya hemos tocado juntos, pero en cuanto a las cuerdas no tenía vínculo con ese universo. Así que tomé un par de clases con el pianista y compositor Diego Schissi, sobre todo para que me ayudara a traducir mis ideas al lenguaje de las cuerdas. Él me puso en contacto con Guillermo Rubino, el primer violín del grupo, con quien pegamos muy buena onda, y fue él quien se encargó de llamar a los otros muchachos, algo que hizo de manera muy inteligente y apropiada. Rápidamente tuvimos una buena "conecta" y todos pudieron tocar fenómeno la música, o sea que estuvo buenísimo, pero es la primera vez que a algunos me los encuentro casi en la sala de ensayo. Para mí es novedoso, es un reto, y encuentro que funcionó muy bien.