Desde Le Havre
Francia 2019 es el tercer mundial para Vanina Correa; la rosarina ya defendió el arco en la Copa Mundial Femenina de Fútbol de Estados Unidos 2003 y China 2007. Con 35 años, jugó los torneos más importantes representando a la Selección Nacional y la Copa América de 2006, en la que le ganaron a Brasil por 2 a 0 en un estadio mundialista con apenas 35 familiares que ocupaban una cancha con capacidad para 35 mil personas. Pero los momentos en que el fútbol femenino no le interesaba a nadie ya quedaron atrás. En la noche del viernes en la ciudad de Le Havre, el State Océane coreó su nombre. “Vanina, Vanina”, gritaron algunos de los 20.294 espectadores, que se ilusionaron con que la diferencia física de las inglesas fuera saldada finalmente con el coraje de las argentinas.
Vanina lleva casi dos décadas atajando para la Selección Argentina. Junto con Gabriela Garton y Solana Pereyra, son las tres arqueras que viajaron al tercer Mundial para el país. Su titularidad estuvo en duda. Se llegó a pensar que el momento de Correa había pasado, sobre todo después de la lucidez de Garton durante la gira por Australia.
Pero no siempre fue la figura aclamada por el público. Correa fue la arquera que en 2007 toleró los 11 goles de Alemania. La historia para Vanina cambió en este Mundial. No sólo sorprende que una arquera sea figura, sino que finalmente el resultado de aquella goleada abultada haya sido superada por el 13 a 0 de Estados Unidos a Tailandia.
Como todas las jugadoras de la Selección, reparte su vida entre el trabajo y la vida familiar. Junto con Benítez, es una de las dos del plantel que además es madre. Los mellizos Romeo y Luna, de 5 años, siguen sus partidos por la tele. A fines de 2010 había decidido finalizar la carrera que había iniciado más de una década atrás y que la llevó a atajar por Rosario Central (su actual club), Boca, Banfield, Social Lux y el Club Renato Cesarini de Rosario. Se había cansado del fútbol y quería ser madre. Con su compañera de entonces decidió iniciar el tratamiento de fertilidad. Llegó a subir 30 kilos y los bajó después del parto natural.
El hecho de ser madre es una condición diferencial para la arquera pero no un impedimento en cuanto a su preparación física. Para llegar a disputar este torneo empezó a conversaciones con el DT Carlos Borello, con quien tiene vínculos cercanos ya que la había dirigido en 2003 y 2012. El quería que ella fuera parte de este proceso, pero Correa llevaba seis años sin jugar. Tras las insistencias y los apuros por entregar la lista, terminó aceptando la oferta. “Estoy cansada, me duele todo”, comentaba Vanina en su casa. “¿Y para qué vas?”, le preguntaban. “Porque es lo que me gusta, es lo que elijo, es lo que hago y quizás es lo que mejor me sale. Porque es lo que me gusta, no lo cambiaría”, es su respuesta.
De penal, con los pies, volando por el aire. Vanina fue la figura del partido. Fue elegida por el público en la votación que organiza la FIFA en su página web.
Phil Neville, DT de Inglaterra, la elogió en la conferencia: “Lo suyo hoy fue de una arquera de clase mundial”. Fue el mismo que durante las declaraciones previas al partido había hablado bien de la Selección: “Cuando veo a Argentina siento que está como estábamos nosotros hace 15 años”.
Después del partido circularon memes haciendo referencia al desempeño de Vanina contra Inglaterra. Su nombre fue tendencia en las redes sociales y en algunos medios hicieron alusión al mítico arquero de la Selección, Sergio Goycochea. Hablaron de “Goy-Correa”.
Vanina se corrió de la comparación con los varones y expresó su único deseo: “Queremos que de ahora en adelante las cosas sean más parejas. Para eso luchamos, para eso venimos luchando, para que el fútbol femenino crezca”.