Empezó con un mensaje de whatsapp, en esta época de imágenes multiplicadas: "La chica que corre con la madera era mi hermana Martha, desaparecida el 14/05/77 y hay otra foto donde para a descansar". El que escribe es Leo Martínez, vive en Australia. Habla de ese ícono que es la foto de Carlos Saldi publicada en el número de octubre de 1969 en la revista Boom, y que recorrió el mundo. El 50 aniversario del Rosariazo revivió a la joven. Ella volvía a cruzar la esquina de Mendoza y Mitre, en plena rebelión. Hay otra foto que también circula, dos chicas con palos. Durante una comunicación larga, Leo insiste en que es la misma en las dos fotos, su hermana. Una tercera toma, atesorada en el Museo de la Ciudad, devela el misterio: son dos mujeres distintas y se las ve juntas en esa esquina. Hay tres imágenes en la que por lo menos tres chicas -se vislumbran más- preparan y protagonizan una barricada. ¿Son tres las chicas del palo? Fueron muchas. Las mujeres del Rosariazo.
En una de las fotos, Martha sostiene una madera, en la misma esquina. Adelante suyo hay otra joven, más alta, que lleva un jumper y medias tres cuarto blancas. Ninguna de las dos es "la" chica del palo. Qué importa. Las tres, junto a otras, estaban ahí, haciendo arder la lucha contra la dictadura de Onganía. "Dos, tres, muchas chicas del palo", sintetizaron -y resignificaron la frase del Che Guevara referida a Vietnam- desde el Programa de preservación documental: Facultad de Humanidades y Arte, Historia, memoria y política. "A 50 años, dos fotos se han convertido en icónicas del Rosariazo. Dos fotos que superpuestas y utilizadas indistintamente condensan una imagen, 'la chica del palo'. Su circulación múltiple y exponencial instaló un interrogante: ¿quién es esa chica?”.
“Una mirada atenta, advierte, sin embargo, que no se trata de una sola chica. Son muchas. Con palo y sin palo, movilizándose, participando. Una de ellas, sin dudas, es Martha Antonia Martínez Molina, estudiante de la carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras (hoy Humanidades y Artes) de la UNR a finales de los años sesenta. Por entonces militaba en la Tendencia Antiimperialista Revolucionaria, una agrupación estudiantil vinculada al PRT", se puede leer en la página de Facebook de este programa, que logró contactar al compañero y la hija mayor de la joven desaparecida en provincia de Buenos Aires. Nació poco después de la masacre de Trelew, la hija fue nombrada Ana Clarisa, por Ana María Villarreal y Clarisa Laplace, dos de las víctimas de los fusilamientos.
Martha Antonia Martínez Molina nació en Bolivia, el 21 de agosto de 1946. Su mamá, María Irma Molina, vivía en Tarija. Allá llegó en una gira Juan Manuel Martínez, músico, director de orquesta, y se enamoró. María Irma se casó con él. Tiempo después se radicaron en Rosario junto a sus hijas, Francisca Paz Dora y Martha. Más tarde nació Leo. Juan Manuel era dirigente del sindicato de músicos, peronista. Fue detenido por la dictadura que se inició en 1955, conocida como la Fusiladora, y al salir, estaba prohibido en las radios. Vivían en Fisherton, en la zona que hasta los 60 se llamó Antártida Argentina. Martha estudió en el liceo de Señoritas, en Oroño 1145. En 1965, su ficha de inscripción en la Biblioteca Argentina la define como estudiante de primer año de Filosofía y Letras.
"En el afán de preguntarnos quién es esa chica, se encubre esta otra presencia, mucho más plural y colectiva, de mujeres movilizadas". Cristina Viano.
Martha fue militante del Ejército Revolucionario del Pueblo, participó del secuestro del cónsul inglés Stanley Silverstein, una acción que terminó después de un reparto de alimentos, frazadas y útiles escolares por 26 millones de pesos en el barrio del Swift. El 30 de mayo de 1971, el cónsul fue liberado sano y salvo. La foto de Martha, de ojos claros y boca generosa, se difundió en todo el país, la buscaban. Martha se casó, tuvo tres hijos. Dos niñas y un varón. Su compañero cayó detenido dos veces. Ella logró mantenerse en la clandestinidad hasta el 14 de mayo de 1977, cuando la secuestraron en Ituzaingó. No hay testimonios de su paso por un centro clandestino de detención. Su hermana mayor también fue secuestrada y está desaparecida. Las nenas tenían cuatro y dos años, el varón tenía un año.
María Irma comenzó tempranamente su lucha en Madres de Plaza de Mayo, y se ocupó de las nietas. Le había rogado a Martha que dejara la militancia. Así lo contó en el documental Desde el Alma, producido por la revista Alapalabra, en el que rememoró su peregrinar para saber dónde estaban sus hijas. "La mayor la acompañaba a ella, la cuidaba, por cuidarla está desaparecida, pero no militó para nada. Sin comerla ni beberla, está desaparecida (…) Le pedí a mi hija porque soy la madre. Yo le decía hacelo por tus hijos. Precisamente, por ellos lo hago, me respondía", relató Irma.
Leo, el hermano, vio la foto recién en estos días, le contó a Rosario/12. “Cuando la veo por primera vez, ahora, yo no la había visto en otras exposiciones, ni nunca me había percatado de esa foto. Cuando apareció en un whatsapp y trato de rastrear quién me la envió primero, me doy cuenta enseguida de que era mi hermana, me doy cuenta al toque. Al principio, estaba la foto nomás. Después aparece la poesía y en ese grupo, en el que sale la poesía, pongo que es mi hermana”, dijo en una conversación telefónica. La poesía es un texto escrito por Cora Gamarnik, Luciano Debanne y Diego Valeriano, que entre muchos otros versos pregunta: “ ¿Qué te animaste a hacer a contramano de lo esperado, de lo aprendido?/ ¿Cuánto costó cargar ese poste, prender la fogata, bancar la madrugada?/ ¿Qué quemaron esas llamas?”.
Martha, aunque no sea la de la foto más famosa, es una de esas chicas del palo. “Fue una militante, una luchadora social desde muy chica”, rememoró Leo a su hermana del medio. “Ella se involucra cuando empieza la Universidad, empieza estudiando Filosofía porque pensaba que era una de las carrera que podía hacer el cambio del hombre nuevo, pero se da cuenta enseguida de que necesitaba tener una praxis y que lo que ella estudiaba, había que practicarlo en la lucha del día a día”. Para Leo, su hermana fue “una luchadora inquebrantable”.
Para la directora de la escuela de Historia e integrante del Programa de Preservación documental Cristina Viano, reponer la presencia de Martha es parte de un trabajo para reunir los fragmentos de la historia de las 90 personas que pasaron por esa Facultad. “Tal vez en el afán de preguntarnos quién es esa chica, lo que encubre esa operación es esta otra presencia, que es mucho más plural, colectiva, de múltiples chicas, mujeres movilizándose, participando de las barricadas, de los debates, del estar en la calle protestando contra la dictadura”, expresó. A partir del trabajo que vienen haciendo con relación a los Rosariazos –o el 69 rosarino, como prefiere decirle- considera también que “el 69 es como una bisagra. Las mujeres vienen militando y ganando espacios de participación en todo un conjunto de lugares, pero me parece que el 69 marca ahí un aumento en la participación de las mujeres en la acción colectiva si vos querés, que va a ir creciendo exponencialmente en los años siguientes. Y estas fotos son una advertencia”.
Lejos de estar cristalizado, el pasado dialoga con la actualidad, y allí revive, entra en acción. “Es ahora cuando estas fotos nos están interpelando más fuertemente, y me parece que tiene que ver con el momento que estamos viviendo, porque esas fotos nos permiten establecer un vínculo entre pasado y presente que es muy particular y que la potencia de esas chicas del palo, dos, tres, muchas chicas del palo, tiene que ver con esto, con la potencia actual del movimiento de mujeres y feminista”, planteó Viano.