Allí están. Repartidos y con la invitación puesta en algún diálogo posible. Es decir, que el Joker de Heath Ledger y el Jack Torrance de Jack Nicholson sean contiguos, seguramente despierte relaciones. Tantas como lo suponen Norman Bates (Anthony Perkins) junto a Dr. Strangelove (Peter Sellers). El mundo del cine guarda historias dentro de las historias ya narradas. Y los personajes, desprendidos de los nombres y apellidos de sus benefactores, cobran vida propia, con la posibilidad intacta de revivir cuantas veces se lo desee.
De esta manera, 35 mm sobre agua: 35 acuarelas de Nicolás Valdés, indaga sobre la cinefilia personal del autor mientras interpela, lúdico, al visitante. La muestra inauguró el jueves en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa (San Martín 1080), y podrá visitarse hasta el 14 de julio.
"Primero son los personajes, porque me motivan, porque los recuerdo y porque me quedaron grabados. Al momento de pintarlos, pienso en imágenes que se adapten a la acuarela, a la luz, para que se luzcan", le explica Nicolás Valdés a Rosario/12. La acuarela lo identifica, entre otras cuestiones, porque "es la técnica que aprendí de chico". Etapa que tuvo correlato en el taller de marcos de su padre. El arte lo rodeaba, así que por allí fueron los derroteros. Clases de pintura, música, diseño gráfico. Sin embargo, "empecé a tocar en bandas y dejé de pintar durante unos diez años. Hace tres o cuatro que volví a hacerlo, y el regreso se dio a través del cine", agrega.
Tomados como efigies modélicas, preferidas, en las acuarelas de Valdés los personajes son excluidos del film, como si de desprender una pegatina imaginaria se tratase. La acuarela permite que vibre en ellos el movimiento, sin embargo detenido, a partir de la relación ambigua con el registro fotográfico de origen. "Surgió espontáneamente lo de sacar al personaje, para también despegarme de los paisajes que hacía antes, cuando era más chico. Son los personajes, más allá de los actores", continúa.
Ahora bien, ¿por dónde vino el amor por estas películas y sus personajes? Valdés elige recordar el Malba, cuando "a principios de 2000 iba mucho y veía ciclos dedicados a Hitchcock, a Brian De Palma, películas en blanco y negro, también mudas, con música en vivo. Recuerdo ver allí muchos clásicos. También al alquilarlos en dvd, y descubrir cosas que me impactaron, como ver a Kubrick a los 17 años".
Efectivamente, el director celebrado -como si éste fuese un personaje por derecho propio, así de excepcional- es el norteamericano Stanley Kubrick. Su perfil característico es capturado a la par de la mirada persuasiva, atinada en lo que refiere a ese hombre que sabía demasiado. El tono que lo distingue es azulado. El azul, por otra parte, una ironía de color, ya que articula armonía con obsesión. "En verdad es un gris que tiene mucho pigmento azul. A la primera pasada no se nota, pero sí a medida que se va degradando. Es medio mágico", explica Valdés.
En algunos casos, los rostros ya son suficientes desde el origen icónico, por la expresión que destilan sin aparente esfuerzo. Tal es el caso de Norman Bates, pero también el de Harry Powell, el nefasto predicador que interpretara Robert Mitchum en La noche del cazador (1955): la línea que trazan los ojos de Mitchum, de simetría rara, algo torcida, está allí capturada. "Es una de las películas que más me ha impactado. Su mirada medio siniestra, al mismo tiempo compradora. Eso es también lo difícil de llegar a las expresiones, una pincelada demás y se pierde", señala el artista.
El desfile traza recorridos que la mirada del asistente sabrá de qué maneras contemplar. En este raid, aparecen rostros y figuras como las de Ripley (Sigourney Weaver/Alien), Ben (Dean Stockwell/Blue Velvet), Jane Henderson (Natassja Kinski/Paris, Texas), Roberto (Roberto Benigni/Down by Law), Jules Winnfield (Samuel L. Jackson/Pulp Fiction), Bob Harris (Bill Murray/Lost in Translation), Alfredo & Totó (Philippe Noiret & Salvatore Cascio/Cinema Paradiso), Bela Lugosi & Ed Wood (Martin Landau & Johnny Depp/Ed Wood) y Hans Landa (Christoph Waltz/Inglourious Basterds), "quien se robó la película por todos lados", aprueba Valdés.
A la vez, algunas de estas acuarelas dicen algo más. La imagen de Leatherface entronando la motosierra en The Texas Chain Saw Massacre señala una preferencia particular. Es de las favoritas del acuarelista y nada impide pensar que se muere de ganas de realizar una muestra que sólo tenga por protagonistas a las y los exponentes del cine de terror. "Tengo una motosierra tatuada", confiesa. Dice también que hace box. El box y el cine, otro vínculo indeleble. Allí, por supuesto, el retrato de privilegio para Rocky & Adrian (Sylvester Stallone & Talia Shire), tras esa contienda alucinada, de golpes que suenan como sólo el cine sabe cómo.