Justin Trudeau echó por tierra los rumores que en la previa de su encuentro con Donald Trump aseguraban que evitaría referirse a la migración o la recepción de refugiados en la Casa Blanca. El primer ministro canadiense señaló que no iba a darle lecciones a Trump sobre migrantes y seguridad, pero aseguró que Canadá piensa mantener su espíritu de apertura hacia los refugiados. En ese intercambio, el líder republicano defendió su política migratoria. En cuanto al intercambio bilateral, el magnate neoyorquino calificó de espectacular el comercio con Canadá y dijo que únicamente lo retocará, en respuesta a una pregunta sobre su objetivo de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta), firmado por ambos países más México. Trudeau afirmó que “millones de buenos empleos de clase media, en ambos lados de la frontera, dependen de esta relación”, y recordó que Canadá es el principal mercado para las exportaciones de 35 estados norteamericanos.
Trudeau, de 45 años, y Trump, de 70, son opuestos en su forma de encarar la política, los liderazgos y su visión del mundo. El canadiense, liberal, se define como feminista y en su gabinete la mitad son mujeres. Defiende el libre comercio. Trump trató de frenar el aborto –que es legal en Estados Unidos– y a fuerza de decretos socavó los derechos de salud reproductiva. Además, es un proteccionista que amenazó con revisar -ahora retocar- el Nafta y suspendió temporalmente la admisión de refugiados a Estados Unidos, aunque la justicia dejó en stand-by tal medida.
En una rueda de prensa conjunta en la Casa Blanca, Trudeau afirmó que Canadá continuará con su política de apertura hacia la inmigración y los refugiados, sin comprometer la seguridad, lo que contrasta con las órdenes ejecutivas de Trump, quien intenta suspender el programa de asilo estadounidense. Además, el primer ministro canadiense destacó que su país recibió a más de 40.000 refugiados de la guerra civil siria, como parte de un proceso que no compromete la seguridad nacional.
Por su parte, Trump dijo que no “dejará que entren las personas equivocadas” al país, para justificar su orden ejecutiva que suspendía de manera indefinida el arribo de refugiados sirios por miedo a que se infiltraran terroristas, pese a que no hay antecedentes de eso. El viernes pasado, Trudeau dijo que planeaba discutir “todo tipo de cosas con las que nos alineamos” con Trump, y adelantó que también enfrentaría áreas de desacuerdo de manera respetuosa.
Un tribunal federal de apelaciones inhabilitó, por el momento, el decreto de Trump, que también suspendía durante 120 días la llegada de refugiados de otras partes del mundo y detenía durante 90 días la emisión de visas a siete países de mayoría musulmana con historial de terrorismo. Trump volvió a defender ayer su orden ejecutiva –a la que reconoció como “dura, pero de sentido común”– y aseguró que está siendo alabado por su postura y va a hacer una revaluación de la política de asilo que va “a hacer a la gente muy feliz”.
Asimismo, el presidente defendió su orden de reforzar las agencias encargadas de hacer cumplir las leyes migratorias y el aumento de las redadas para detener a indocumentados en todo el país. En este sentido, Trump recordó que se trataba de una promesa electoral “capturar a los criminales, a los malos criminales, con historial de abusos y problemas y echarlos”.
El presidente dijo que el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, está haciendo un gran trabajo para mantener a “criminales, traficantes de drogas” y a los “realmente malos” fuera del país, en referencia a las redadas de indocumentados, que la Casa Blanca asegura se centraron en personas con antecedentes penales. Las organizaciones de defensa de los inmigrantes aseguran, sin embargo, que indocumentados con faltas leves o sin antecedentes están siendo afectados por el aumento de las redadas de deportación.
En cuanto a la relación comercial con su vecino del norte, Trump adelantó que su país hará “ciertas cosas que van a beneficiar a nuestros dos países”. “Es una situación mucho menos grave que lo que ha ocurrido en la frontera sur”, afirmó en referencia a México. En ese caso, subrayó el presidente estadounidense, la transacción comercial ha sido extremadamente injusta durante años. “Vamos a trabajar con México, vamos a hacer que sea un trato justo para ambas partes. Creo que vamos a llevarnos muy bien con México”, sostuvo el mandatario republicano, quien subrayó que se encargará de que todo el mundo esté contento.
Trump fue muy crítico con el Nafta, firmado por Estados Unidos, Canadá y México hace más de 20 años, y abogó por renegociarlo al considerar que perjudicó a su país, al tiempo que beneficiaba enormemente a su vecino del sur.
“(La posible renegociación del Nafta) es una verdadera preocupación para muchos canadienses, porque sabemos que nuestra economía depende mucho de nuestros vínculos, nuestra relación con Estados Unidos”, destacó por su parte Trudeau.
En Canadá, conservadores y liberales consideran que el tratado fue clave para el bienestar del país, al multiplicar las relaciones comerciales entre Ottawa y Washington hasta convertirlos en los dos mayores socios comerciales del mundo.