El puesto de Michael Flynn como asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca está tambaleando por la presunción de haberle mentido a altos cargos del gobierno de Donald Trump sobre sus conversaciones con el gobierno ruso, según medios estadounidenses. Se habla ya incluso abiertamente que Flynn se convierta en la primera baja del gabinete Trump.
Las dudas en la Casa Blanca acerca de Flynn, un teniente general retirado que asesoró a Trump sobre política exterior desde la campaña electoral, aumentaron después de que la semana pasada salieran a la luz informes de prensa sobre sus conversaciones con el embajador ruso en Estados Unidos, Serguei Kislyak. Según el diario The Washington Post, Flynn habló con Kislyak en varias ocasiones durante los dos meses previos a la llegada al poder de Trump en enero, y conversó con él sobre las sanciones impuestas a Moscú por el gobierno del entonces presidente Barack Obama. Esa información, publicada el jueves pasado, se contradice con lo expresado por varios altos funcionarios de Trump, incluido el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quienes negaron que Flynn hubiera abordado el tema de las sanciones con el embajador ruso. “No hablaron de nada que tenga que ver con la decisión de Estados Unidos de expulsar a diplomáticos o de imponer medidas contra Rusia”, dijo Pence en una entrevista el 15 de enero con CBS News.
Pence y otros funcionarios de la Casa Blanca, que defendieron a Flynn luego de que él les asegurara en privado que no habló de las sanciones con el embajador ruso, están ahora indignados con él, según informan ayer los principales diarios del país. Pence habló con Flynn dos veces el viernes, una vez cara a cara y una vez por teléfono, según un funcionario de la administración que se negó a caracterizar el contenido de esas discusiones.
“Flynn se está quedando sin amigos”, dijo un funcionario de la administración. “El amplio consenso en la Casa Blanca es que mintió. El vicepresidente siente que mintió. En una posición que no tiene por qué ser un drama, es drama sin parar. Me sorprendería mucho que durara mucho más” dijo al Washington Post un funcionario que pidió el anonimato.
Según The Wall Street Journal, la Casa Blanca está debatiendo si mantener en el cargo a Flynn, quien se disculpó por el suceso con varios altos funcionarios de la administración y reconoció que sí abordó el tema de las sanciones con Kislyak. Según la cadena CNN, Flynn no tiene intención de dimitir ni Trump va a pedir por ahora su renuncia.
Pero la Casa Blanca está analizando minuciosamente todo lo que tiene sobre el incidente y muchos altos funcionarios han perdido la confianza en uno de los hombres clave en el manejo de crisis de seguridad del país. El domingo, otro de los hombres de Trump, su asesor de políticas Stephen Miller, evitó defender públicamente a Flynn cuando hizo la habitual ronda por los programas políticos dominicales de las grandes cadenas de televisión. “Están apuntando contra Flynn”, dijo ayer un alto funcionario a The Washington Post. “Si yo fuera el general Flynn, estaría preocupado”, coincidió otra fuente en declaraciones bajo condición de anonimato a Politico.
También Trump evitó pronunciarse sobre el tema al ser preguntado por esto el viernes pasado. Sólo se limitó a decir que no había visto la información sobre el contacto entre Flynn y el embajador ruso y que la buscaría para leerla. Pero el diario The New York Times aseguró ayer que Trump siguió de cerca la reacción de políticos y medios de comunicación a las conversaciones de Flynn con Moscú, y el Post indicó que el presidente expresó en privado su frustración por la polémica.
Steve Bannon, un asesor considerado la mano derecha de Trump, opina que es mejor mantener a Flynn en el cargo pero “estar preparados” para despedirlo si los problemas continúan, según fuentes consultadas por The Wall Street Journal.
Flynn acompañó este pasado fin de semana a Trump a su residencia de Mar-a-Lago, en Florida, donde el presidente agasajó al primer ministro japonés, Shinzo Abe. Pero según la prensa estadounidense, Trump también mantuvo un ojo muy vigilante sobre su asesor de Seguridad Nacional. Flynn ha sido uno de los hombres más fieles al presidente y que, con su pronta incorporación a la campaña electoral, ayudó a que el magnate obtuviera un cierto prestigio militar y en política exterior. Pero ahora se convirtió en uno de sus peores dolores de cabeza.
También Flynn podría tener problemas legales. Si se comprueba que -durante la campaña- prometió que Estados Unidos le rebajaría las sanciones a Moscú con Trump en el poder, podría haber violado una ley que prohíbe implicarse en la política exterior a los ciudadanos que no formen parte del gobierno.
La gente cercana a Flynn dijo que él se siente confiado en su posición a pesar de la controversia que remolina. Voló a Florida este fin de semana con el presidente junto con otros funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional para comprometerse con sus homólogos japoneses durante la visita del primer ministro japonés.