Una fuerte convicción guía el pensamiento teórico del sociólogo Saúl Feldman: que el macrismo hace tiempo que está sumergido en la conquista del sentido común. Lo percibe desde hace varios años, más de diez, cuando empezó a ver en las calles aquellas publicidades que decían “En todo estás vos”. Le pareció peligroso. El, que había trabajado más de dos décadas en marketing y como director de una consultora sobre cultura del consumo, entendió rápidamente que “se empezaba a trabajar en un campo distinto de la persuasión, que ya no tenía que ver con la ideología ni las propuestas sino con las emociones”. Empezó entonces a anotar ideas, un poco en papel, un poco de forma suelta en la mente, sin saber que estaba dando origen a La conquista del sentido común (Ediciones Continente), el libro en el que desarrolla su tesis y que acaba de publicar. Allí despliega ideas y conceptos para pensar cómo puede ser que no haya habido un estallido social pese al descalabro económico y cómo opera en esa lógica la llamada “batalla cultural”.
El trabajo que hace Feldman para responder esa pregunta es minucioso. Con una clara influencia de sus estudios sobre semiología y sobre el lenguaje, desgrana tres niveles posibles de respuesta, que mantienen sin embargo una fuerte ligazón. Al primero lo describe como un nivel “histórico”, porque rescata cuándo empezó este trabajo puntilloso del PRO y también quién es quién en la organización comunicacional y de ideas del partido. En un segundo momento habla del sistema de valores, es decir, de cómo el sentido común se introduce y actúa persuasivamente en “el alma de la gente”. “Digo en el alma y no en la mente porque esta modalidad trabaja directamente sobre la emocionalidad”, explica en esta entrevista a Página/12 el autor.
La tercera parte es la más compleja pero también la más interesante desde el punto de vista analítico. Allí, Feldman se refiere al sistema de gestión del macrismo, al que denomina “cinicracia”. “No es un insulto ni algo personal contra los que forman parte de este gobierno, sino un sistema más macro que obliga a los que participan en él a ser profundamente cínicos”, sostiene el autor, que cuenta que con este libro le interesó hacer “un aporte político” y que sintió que tenía una oportunidad y una responsabilidad diferente de decir algo sobre el campo de las comunicaciones por su propia formación.
–Le dedica todo un capítulo al desarrollo de la “cinicracia”. ¿Qué importancia le da en el gobierno macrista?
–Es clave porque es el sistema mismo de gestión. Es esa dimensión discursiva que les permite el doble poder de, por un lado, mostrarse como un gobierno que aparentemente cumple con las leyes y que tiene una determinada legitimidad, y por otro funcionar de un modo completamente distinto a eso. Así incorporaron en la sociedad el concepto de la grieta, pero también impusieron el tarifazo y la idea de que “se robaron todo”.
–Para disputar la presidencia, entonces, ¿la fórmula Fernández-Fernández va a tener que hacer esto mismo, intentar conquistar el sentido común?
–De hecho, en un punto ya lo está haciendo. Cristina ha tenido la habilidad de expresar una propuesta política pero además trabajarla comunicacionalmente. Ha propuesto algo que afecta al sentido común. Habla de la inclusión del otro. Postula la idea de que somos ciudadanos, no vecinos que vivimos uno al lado del otro.
–La idea del “contrato social”.
–Exacto. Este libro fue escrito mucho antes de ese discurso de Cristina y sin embargo va en línea con esa idea, porque entiende que la única manera de conquistar el sentido común es entender que estamos en una sociedad formada por sectores diferentes que deben ser incorporados. Se habla mucho de que la gente vota en contra de sus intereses, pero se piensa sólo en los intereses económicos y la realidad es que la gente tiene muchos intereses, especialmente en una época dominada por el capitalismo cultural. La cuestión económica es urgente y está a la vista, pero la capacidad destructiva que tiene esta otra dimensión es lo que más me preocupa, porque modifica el modo en el que cada uno se vincula con la sociedad, con la familia, y con el otro, todo bajo una lógica del miedo. Por algo Durán Barba repite que el miedo es más fuerte que la decepción.
–Maquiavelo…
–Peor: Goebbels. Lo dijo bien claro Durán Barba: “Hitler fue un tipo espectacular”. Yo en el libro le doy mucha importancia a eso. No en vano incluyo los once principios de Goebbels. Durán Barba es un aprendiz excelente de la propaganda nazi. Trabaja a la perfección esta idea de la polarización, de crear un enemigo único y hacerlo responsable de todos los males de nuestra sociedad. Y preocupémonos, porque nos está programando, a través de las ideas que les baja a Macri, a Peña y a toda la organización, una forma de vida que es invivible.