Dos meses después del incendio que consumió parte de su cubierta, Notre Dame albergó ayer su primera misa. La ceremonia tuvo lugar, sin embargo, en condiciones aún muy precarias, que obligaron a la treintena de participantes –incluido el arzobispo de París, Michel Aupetit, quien ofició la ceremonia– a llevar cascos de obra por el riesgo de desprendimientos. Pese a la celebración de esta primera misa, Notre Dame está lejos aún de recuperarse. Aún falta limpiar el barrio y la catedral contaminados por el plomo que recubría la cubierta y la aguja de Viollet-le-Duc, que se fundió por las llamas de casi 800 grados de temperatura. Además, según indicó el ministro de cultura francés, Franck Riester, todavía falta que llegue el 91 por ciento de las donaciones prometidas: sólo se han recibido 80 millones de euros de los 850 millones comprometidos.
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